ID de la obra: 322

El Ritual Del Tiempo

Mezcla
R
Finalizada
4
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251 páginas, 83.421 palabras, 22 capítulos
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Navidad con los Black (2/2)

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Los días pasaron sin contratiempos, aunque Hércules podía sentir la curiosidad persistente de Alphard y Lucretia. Sin embargo, entre las responsabilidades diarias y la preparación para las festividades, sus intentos de interrogarlo a él y a Walburga se vieron frustrados una y otra vez. Finalmente, llegó la víspera de Navidad. La casa Black estaba impecablemente decorada con adornos encantados, luces flotantes y un árbol imponente que cambiaba sutilmente de tonalidad entre verde oscuro y plateado. Había una sensación de anticipación en el aire cuando los invitados comenzaron a llegar. Calidora llegó primero, acompañada de su esposo Harfang Longbottom, un hombre de porte imponente y mirada severa, pero con un aire de nobleza característico de su familia. A Harry le recordó vagamente a Neville, aunque mucho más rígido en su postura y expresión. Poco después, llegó Charis, con el leve rubor de quien atraviesa un embarazo saludable. Su esposo, Casper Crouch, la escoltaba con atención, asegurándose de que estuviera cómoda en todo momento. Harry no pudo evitar pensar en lo que eso significaba: el hijo que Charis llevaba en su vientre era nada menos que Bartemius Crouch Sr. La cena comenzó en un ambiente formal, aunque con una calidez inusual para la casa Black. Las conversaciones giraban en torno a temas de política mágica, linajes y, por supuesto, los avances y expectativas de los miembros más jóvenes de la familia. Hércules jugaba su papel a la perfección, mostrando interés en las conversaciones sin revelar más de lo necesario. Sabía que cada palabra suya era analizada con meticulosidad por los presentes, especialmente por Cassiopeia y Arcturus III. Durante la velada, hubo momentos en los que la atención se centró en Charis y su embarazo, con Cassiopeia aconsejándola sobre los cuidados mágicos para asegurar que el bebé heredara la mejor combinación de cualidades familiares. Calidora, por otro lado, parecía más interesada en observar a Hércules. No había interactuado demasiado con él antes, pero ahora, sentada frente a él, lo estudiaba con una curiosidad apenas disimulada. —Así que eres el protegido de un Black— comentó con una leve sonrisa, tomando su copa de vino. Hércules la miró con calma. —Algo así— respondió con neutralidad. —Interesante— murmuró ella, como si procesara algo que solo tenía sentido en su mente. A su lado, Harfang Longbottom se limitó a asentir con aire severo, sin aportar mucho a la conversación. Hércules sabía que no había pasado desapercibido para la generación mayor de los Black. Y aunque la noche avanzaba sin incidentes, la sensación de estar constantemente analizado no lo abandonó en ningún momento. Cuando los platos desaparecieron con un chasquido de los elfos domésticos, la conversación se trasladó al salón principal, donde una chimenea de mármol negro ardía con llamas verde esmeralda, iluminando los rostros de los presentes con un resplandor etéreo. Hércules tomó asiento en un sillón junto a Walburga y Alphard, mientras los adultos se dispersaban por la habitación con copas de licor de mora en la mano. Charis, con una mano descansando sobre su vientre, aceptó una taza de té de Cassiopeia, quien la observaba con un interés que iba más allá de la cortesía. —Es fascinante cómo ciertas líneas de sangre prosperan más que otras— comentó Cassiopeia, con la mirada afilada como la hoja de un cuchillo. —Lo dices como si no estuviera ya lo suficientemente presionada por la familia de Casper— respondió Charis con una sonrisa cansada. Casper Crouch, que estaba de pie junto a la chimenea, dejó escapar un sonido de aprobación antes de tomar un sorbo de su licor. —Los Crouch valoran la excelencia— dijo con solemnidad. —Y los Black también— añadió Arcturus III, con una sonrisa calculadora. Hércules escuchaba en silencio, pero no pasó desapercibido para él cómo la conversación giraba sutilmente en torno a la importancia de los linajes. No era algo nuevo para él, pero en este tiempo, la presión sobre la pureza de sangre era aún más palpable. La velada continuó sin incidentes, aunque Harry pudo notar que Calidora lo observaba con la misma curiosidad persistente de antes. Cuando las conversaciones comenzaron a dispersarse, ella finalmente se acercó. —Hércules— dijo con voz tranquila, tomando asiento frente a él —Dime, ¿Qué planes tienes para el futuro? La pregunta era simple en apariencia, pero Harry sabía que en esa casa, nada se preguntaba sin un propósito. —Aún lo estoy considerando— respondió con tono calculado Calidora lo observó con una expresión indescifrable, luego asintió con lentitud. —Una respuesta interesante. Antes de que pudiera decir más, la voz de Cassiopeia resonó en la habitación. —Es medianoche. Creo que es momento de intercambiar regalos. Los elfos domésticos aparecieron con pequeñas cajas elegantemente envueltas, entregando los obsequios a cada uno. Hércules recibió varios, pero centró su atención en aquellos que él mismo había elegido. El de Kreacher lo entregaría en secreto más tarde, el de Malfoy se lo envío con un elfo. Walburga hojeó su libro con interés genuino, mientras Alphard examinaba el ajedrez mágico con una sonrisa. Lucretia solo le sonrió. Cassiopeia tomó su colgante entre los dedos, y por primera vez, Hércules vio una expresión que no era ni calculadora ni divertida: parecía... genuinamente complacida. —Qué elección tan adecuada— dijo en un tono bajo, pero con una mirada de aprobación que no pasó desapercibida para los demás. Hércules sonrió. Los regalos comenzaron a distribuirse, y Hércules no pudo evitar sentirse ligeramente abrumado por la cantidad de paquetes que terminaban en su regazo. Decidió abrirlos con calma, uno por uno, consciente de que todos estaban observando sus reacciones. Sirius II, le regaló un libro de historia mágica sobre los grandes duelos de la era moderna. Al hojearlo, Hércules notó que incluía detalles sobre técnicas avanzadas y estrategias de combate, lo que le indicó que el obsequio no era casual. Hasper, le entregó un elegante juego de plumas de escritura con puntas encantadas para evitar que la tinta se corriera, algo útil considerando lo mucho que Hércules escribía. Cygnus II, optó por un juego de pociones raras, con ingredientes difíciles de conseguir. Violetta, le dio una bufanda de seda negra con bordados de constelaciones plateadas, un accesorio elegante y sutilmente distintivo. Arcturus II, le obsequió un anillo con el escudo de los Black grabado en plata. Lysandra, le dio un frasco de tinta encantada que brillaba tenuemente bajo la luz, con la propiedad de adaptarse a la escritura del usuario y mejorar su caligrafía. Arcturus III, le regaló una daga ornamental con el escudo de los Black en el mango. Melania, le entregó una caja de bombones finos, cada uno con un relleno encantado para dar una sensación diferente, desde calidez reconfortante hasta un leve cosquilleo de euforia. Lycoris, le regaló un pequeño libro de adivinación antigua, con inscripciones en runas antiguas que sugerían conocimientos perdidos. Regulus I, optó por un set de pociones restauradoras, útiles tanto en combate como en la vida diaria. Pollux (él suegro🤫) le dio un reloj de bolsillo de diseño clásico, con un pequeño encantamiento que mostraba la fase lunar actual al abrirse. Irma (la suegra 🤫) le entregó un abrigo negro de excelente confección, resistente a los encantamientos menores y al clima frío. Dorea (futura Potter) le regaló un cuaderno de cuero con páginas encantadas que se auto organizaban según el tipo de contenido escrito. Charlus (futuro esposo de Dorea) le dio un set de varitas miniatura de duelo, cada una representando el núcleo de una varita famosa, para estudio y comparación. Walburga (el amor de su vida) le entregó un libro raro sobre transformaciones avanzadas, algo que sabía que le sería útil. Alphard (el cuñadito) optó por una botella de whisky de fuego de edición limitada, con una nota adjunta: "Para cuando lo necesites". Abraxas, le envío un conjunto de guantes de piel de dragón, elegantes y funcionales para el invierno. Lucretia (la primita) le obsequió un tablero de estrategia mágica, similar al ajedrez, pero con fichas que podían tomar decisiones propias. Cassiopeia (su tía favorita) le dio un pequeño relicario con una inscripción en latín, cuya magia Hércules aún no comprendía del todo. Charis le entregó una caja de té negro con hierbas encantadas para mejorar la concentración. Casper Crouch le regaló un libro sobre leyes mágicas y su evolución en el último siglo, un gesto interesante que sugería que esperaba que Hércules se interesara en el tema. Calidora optó por un tomo sobre criaturas mágicas raras, con anotaciones sobre sus interacciones con la magia antigua. Harfang Longbottom le regaló un juego de duelos en miniatura, con figuras encantadas que representaban grandes batallas de la historia mágica. El salón principal de la mansión Black estaba lleno de papeles de regalo desechados y cajas abiertas. Los miembros de la familia intercambiaban comentarios sobre los obsequios recibidos. Hércules había agradecido cada regalo con cortesía, había echo nota mental de agradecerle a Malfoy por su detalle y comprarle un regalo a Poppy antes de regresar a Hogwarts. Fue entonces cuando Calidora Longbottom de soltera Black, con su mirada penetrante y su sonrisa calculadora, se fijó en Walburga. —Linda— dijo, con un tono dulce que no engañaba a nadie —No vi que comieras mucho durante la cena. ¿Todo bien? Irma, intervino antes de que su hija pudiera responder. —Así está desde que llegó— dijo, con una mezcla de preocupación y exasperación —No sé qué le pasa, pero no ha comido bien. Él enano fastidioso, siempre dispuesto a causar problemas, añadió con una sonrisa burlona. —De hecho, lleva así casi dos meses. Walburga y Hércules se tensaron inmediatamente. Sabían que esta vez no podrían escapar del interrogatorio. El embarazo de Walburga, que hasta ahora habían logrado mantener en secreto, estaba a punto de salir a la luz. —¿Dos meses?— preguntó Charis Crouch de soltera Black, inclinándose hacia adelante con interés —Eso es bastante específico, Ori. ¿Tienes alguna teoría? El enano fastidioso se encogió de hombros. —No soy médico— respondió, con un tono que sugería lo contrario. Walburga respiró hondo, intentando mantener la calma. Hércules, a su lado, sentía cómo el peso de la situación caía sobre sus hombros. Ambos sabían que no podían mentir, pero tampoco podían decir la verdad. —Es solo un malestar estomacal— dijo Walburga, con una voz que intentaba sonar convincente —Nada de qué preocuparse. —Un malestar estomacal que dura dos meses— replicó Calidora, arqueando una ceja —Eso no es normal, querida. —Tal vez deberías ver a un sanador— sugirió Charis, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos —No querrás que sea algo serio. Walburga y Hércules intercambiaron una mirada rápida. En ese momento, ambos deseaban que Poppy estuviera allí. Con su consentimiento médico, habrían podido inventar una excusa creíble. Pero ahora, estaban atrapados. —No es necesario— dijo Hércules, interviniendo por primera vez —Walburga ya ha sido examinada. Es solo estrés por los exámenes. —¿Estrés?— preguntó Irma, con escepticismo —Mi hija no se estresa por los exámenes. —Tal vez deberías descansar más— sugirió Dorea, con una genuina preocupación en su voz. —Sí, tal vez— respondió Walburga, con una sonrisa forzada. Pero la familia Black no estaba dispuesta a dejar el tema tan fácilmente. —¿Y tú, Hércules?— preguntó Cassiopeia, con una mirada penetrante —¿Qué opinas de este "malestar estomacal"? Hércules sintió que todas las miradas se posaban sobre él. Sabía que cualquier cosa que dijera sería analizada y cuestionada. Pero antes de poder decir algo, el enano fastidioso, no perdió la oportunidad de añadir más leña al fuego. —Él sabe— dijo, con una sonrisa burlona —La acompaña a la enfermería todo el tiempo. Lucretia intervino rápidamente, defendiendo a su prima. —Alphard y yo también la acompañamos— dijo, con una mirada desafiante hacia su hermano.  Alphard asintió, añadiendo. —Poppy dice que solo es estrés. Aunque ninguno de los dos sabía la verdadera causa del malestar de Walburga, estaban decididos a protegerla.  Él enano no se dejó intimidar. —Pomfrey es solo una estudiante de cuarto año— replicó, con un tono de desprecio.  —Pero es una Ravenclaw— respondió Lucretia, como si eso lo explicara todo.  —Y es la mejor de su generación— añadió Alphard, con firmeza —No por nada la dejaron tomar sus estudios para ser medimaga. Él enano iba a seguir hablando. —Pero... Sirius II, levantó una mano, indicando que el silencio debía reinar en la sala.  —Basta— dijo, con una voz que resonó con autoridad —Walburga es una Black, y como tal, sabe cuidar de sí misma. Si necesita ayuda, la pedirá. El mensaje era claro: el tema estaba cerrado.  Los miembros de la familia asintieron, aunque algunos lo hicieron con reticencia. Walburga y Hércules respiraron aliviados, pero sabían que la tensión no había desaparecido. El ambiente en la mansión Black había recuperado cierta calma tras la intervención de Sirius II. La velada continuó sin más incidentes, con los adultos sumidos en conversaciones sobre política mágica y los más jóvenes entretenidos con juegos de estrategia y charlas en voz baja. Alrededor de las dos de la madrugada, los Black comenzaron a retirarse a sus habitaciones, uno a uno. Los Longbottom y los Crouch, también se quedaron. Hércules, exhausto después de la tensión de la cena y el largo día, se dejó caer en la cama sin preocuparse por nada más. Para su sorpresa, esa noche no hubo pesadillas. No hubo visiones, ni sombras acechantes en su mente. Solo un sueño profundo y reparador. Fue despertado de la forma más placentera, con un beso suave y cálido. Sus ojos se entreabrieron lentamente, encontrándose con el rostro de Walburga, quien lo miraba con una pequeña sonrisa. ¿En que momento se coló a su habitación? y ¿Como? —Buenos días, Chico del lago— susurró ella, su voz aún cargada de sueño. Hércules sonrió con suavidad antes de corresponder el beso. Fue tranquilo, dulce, sin prisa. Un simple recordatorio de que, sin importar las dificultades, siempre se tendrían el uno al otro. Se quedaron abrazados en silencio por un rato más, disfrutando de la tranquilidad de la mañana tarde. Afuera, la mansión comenzaba a despertarse, pero en ese momento, para ellos, el mundo podía esperar. 💛 Durante los siguientes días Walburga siguió colándose en la habitación de Hércules y él dejó de tener pesadillas. Hércules se movía con naturalidad entre los Black, pero siempre manteniendo cierta precaución. La cena del 31 había transcurrido con más calma sin la presencia de los Longbottom y los Crouch, aunque eso no significaba que estuviera completamente libre de interrogatorios o conversaciones incómodas. Fue después de la cena, cuando la mayoría de los presentes estaban entretenidos con brindis y conversaciones dispersas. Cassiopeia lo llevó a un rincón apartado de la mansión, lejos de los oídos curiosos de la familia. Se cruzó de brazos y lo miró fijamente, como si intentara descifrarlo antes de que siquiera hablara. —Tengo varias preguntas para ti— dijo sin rodeos —¿Qué tiene Walburga? ¿Por qué no has tenido pesadillas desde Navidad? ¿Y qué me puedes decir del futuro? Hércules mantuvo la calma, aunque sentía la intensidad de su mirada clavada en él. Sabía que cualquier mentira sería detectada, así que optó por una mezcla de verdad y omisión. —No sé qué tiene Walburga— respondió con "sinceridad" —Lo único que sé es que se siente mal a veces, pero no me ha dicho nada concreto. Cassiopeia entrecerró los ojos, claramente dudando de su respuesta, pero no lo presionó más. —¿Las pesadillas?— insistió. Hércules suspiró. —Sigo teniéndolas, pero lanzo hechizos silenciadores. Eso no era del todo cierto, pero tampoco una mentira. Desde que Walburga había comenzado a colarse en su habitación, su descanso había mejorado, además sí lanzaba los hechizos silenciadores por precaución, pero no estaba dispuesto a darle más detalles a Cassiopeia. Ella asintió lentamente, como si estuviera analizando su respuesta. —¿Y del futuro? Hércules la miró con cautela antes de inclinar levemente la cabeza. —¿Qué quiere saber exactamente, tía Cassi? La mujer inclinó la cabeza con curiosidad, —Qué tan cercanos somos en el futuro, para que me llamas "tía"— comentó, más como una observación que como una pregunta. Harry se encogió de hombros con una pequeña sonrisa. —Así me acostumbré a decirle— respondió con naturalidad —Usted vive con nosotros en la casa. Cassiopeia ladeó la cabeza, procesando la información. No preguntó qué significaba "nosotros". —Vivo con ustedes— repitió en voz baja. Harry no iba a decirle que permanecería con ellos hasta 1992. No iba a decirle cuánto tiempo le quedaba. —Sí tía Cassi— dijo simplemente. Cassiopeia sonrió, una sonrisa calculadora, pero con un leve brillo de satisfacción. —Eso me basta por ahora— murmuró. Hércules soltó una leve risa. —No esperaba menos de usted, tía Cassi. Cassiopeia lo miró por un momento más y luego, con un asentimiento. Cuando se dirigían de regreso a donde estaban los demás, se cruzaron con Walburga en uno de los pasillos de la mansión. La chica los miró con curiosidad, frunciendo ligeramente el ceño. —¿Qué hacen?— pregunto, observándo a ambos. Cassiopeia sonrió con su típica expresión enigmática antes de responder con despreocupación, como sí hablara del clima. —Nada importante, hechizo silenciador. Hércules sintió cómo el calor subía a su rostro de inmediato. Su reacción solo hizo que la sonrisa de Cassiopeia se ampliara con diversión. Walburga, por otro lado, lo miró con el ceño aún más fruncido, claramente confundida. —¿Qué? ¿Cómo así que hechizo silenciador?— preguntó, mirando a Hércules y luego a Cassiopeia, como si intentara descifrar qué demonios acababa de pasar. Hércules carraspeó, desviando la mirada, pero Cassiopeia simplemente le dio una palmadita en el hombro antes de continuar su camino, dejándolos solos en el pasillo. Walburga entrecerró los ojos y se cruzó de brazos. Hércules la tomo de los hombros y la volteo para que quedara de espaldas a él. —Después te explico Wally— dijo mientras caminaban. La noche transcurrió sin interrupciones, con la mansión sumida en la calma tras la celebración de año nuevo. 💛 Hércules se recostó en su cama, disfrutando del raro momento de tranquilidad. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que escuchara la puerta abrirse suavemente y viera una figura deslizarse dentro de la habitación. Walburga, con su camisón oscuro y su cabello suelto, caminó con la misma naturalidad de siempre y se metió en la cama junto a él, acomodándose contra su costado. Hércules la miró con una sonrisa cansada. —Cassiopeia me hizo preguntas— dijo en voz baja. Walburga alzó la cabeza para verlo mejor. —¿Sobre qué? —Sobre ti, sobre mis pesadillas, sobre el futuro...— suspiró, recordando el intenso escrutinio de su tía —Me preguntó por qué ya no escuchaban mis gritos o silbidos por las pesadillas, y le dije que lanzaba hechizos silenciadores. Walburga rio bajito, con esa risa traviesa que solo él conocía. —Así que soy tu hechizo silenciador— bromeó. Hércules negó con la cabeza, esbozando una sonrisa antes de mirarla fijamente. —No, Wally— susurró, acariciando su mejilla con suavidad —Eres mi curita del corazón. Walburga se quedó mirándolo, y en su expresión había algo más profundo, algo que iba más allá de sus bromas y su complicidad habitual. No dijeron nada más. No hacía falta. Se acercaron el uno al otro, compartiendo besos lentos y silenciosos, como si el tiempo se hubiera detenido para ellos. Finalmente, se acomodaron juntos bajo las mantas, entrelazados en un abrazo, y Morfeo los encontró así, compartiendo la misma calidez, el mismo latido. Lo que Hércules y Walburga no sabían era que Cassiopeia estaba afuera, escuchando su conversación. Sus ojos brillaban con una mezcla de interés y comprensión, no hizo ningún movimiento para interrumpirlos. Cuando los besos se desvanecieron en el sueño y la noche siguió su curso, Cassiopeia se alejó en silencio. 💛 Al día siguiente, justo después de que Walburga se escabullera de la habitación antes de que alguien más la viera, Hércules se estiró en la cama y suspiró. Se quedó unos minutos más bajo las mantas antes de levantarse. Se dirigió a su baúl, sacó una pequeña caja envuelta con cuidado y llamó a Kreacher. El elfo apareció con un leve crack y lo miró con sus grandes ojos saltones. —¿El amo Hércules necesita algo de Kreacher?— preguntó con su voz ronca y rasposa. Hércules le tendió la caja. —Es para ti. Kreacher la miró con evidente desconfianza, sin atreverse a tocarla. —Kreacher no puede aceptar regalos del amo Hércules— murmuró, negando con la cabeza. Hércules suspiró y rodó los ojos. —No soy tu amo... todavía— enfatizó —Así que no puedo liberarte con esto. Y además, es "Para que no aguantes frío Kreacher". El elfo dudó, pero finalmente estiró una mano temblorosa y tomó la caja. La abrió con cuidado y dentro encontró una bufanda azul gruesa de lana. Sus largos dedos arrugados acariciaron la tela con una reverencia silenciosa. —Kreacher... Kreacher la acepta—  murmuró, su voz apenas un susurro. Hércules le dio una pequeña sonrisa. —Bien. No quiero verte temblando en los pasillos. El elfo se inclinó profundamente, sosteniendo la bufanda contra su pecho como si fuera el tesoro más valioso. —Gracias, amo Hércules. Hércules resopló. —No soy tu amo. Pero Kreacher solo asintió, su mirada cargada de algo más que simple gratitud, antes de desaparecer con otro crack. 💛 El día transcurrió con una normalidad engañosa. Tras el desayuno en la mansión Black, Hércules y Walburga aprovecharon su salida al Callejón Diagon para comprar el regalo de Poppy. —¿Qué crees que le gustaría?— preguntó Walburga mientras paseaban entre las tiendas, esquivando a los magos que se movían con prisa. Hércules se llevó una mano al mentón, pensativo. —Algo que le sirva cuando sea medimaga— respondió —No sé si un libro, un set de pociones o algo que pueda usar cuando comience su formación. Walburga asintió, considerando las opciones. —Podríamos buscar en Slug & Jiggers. Siempre tienen material de sanación. Siguiendo su sugerencia, entraron a la tienda de ingredientes y suministros para pociones de sanación. Tras revisar varias opciones, encontraron el obsequio perfecto: un set de miniaturas de frascos de pociones curativas, cada uno con una muestra de poción sanadora y una descripción detallada de su preparación y uso. Hércules recuerdo que aún lo conserva. —Definitivamente le gustará— dijo Hércules, satisfecho, mientras lo envolvían en un elegante papel azul con un lazo plateado. Con la compra hecha, pasearon un poco más por el callejón antes de regresar a la mansión Black. 💛 Esa noche, Walburga se coló nuevamente en la habitación de Hércules. Se deslizó bajo las mantas y se acurrucó contra él, su respiración tranquila marcando el ritmo de la noche. Justo cuando el sueño comenzaba a vencernos, la puerta se abrió con un suave rechinar. Hércules se tensó de inmediato, pero antes de que alguno pudiera decir algo, Cassiopeia levantó una mano en señal de silencio. —Dentro de poco se irán los mareos y las náuseas— dijo con un tono tan sereno que parecía estar hablando del clima —Dándole paso a los antojos y cambios de humor. Walburga contuvo la respiración, sus ojos clavados en su tía. Hércules sintió su cuerpo ponerse rígido contra el suyo. Antes de que pudieran reaccionar, Cassiopeia simplemente giró sobre sus talones y salió de la habitación con la misma calma con la que había entrado. —¿Lo sabía?— susurró Walburga después de un largo rato. —Siempre lo sabe todo— respondió Hércules, exhalando con cansancio —No debería sorprendernos. Walburga no dijo nada más. Solo se aferró un poco más a él. Pero la noche estaba lejos de terminar. 💛 Unas horas más tarde, la puerta volvió a abrirse. Esta vez, Dorea entró, seguida de Charlus. La joven tenía una sonrisa en el rostro, mientras que Charlus parecía un poco más contenido, pero igualmente entusiasmado. —Queremos ser los padrinos del bebé— soltó Dorea de golpe, como si temiera que alguien más se le adelantara. Walburga parpadeó, aún tratando de procesar lo que estaba pasando. —¿Padrinos? —Sí— confirmó Charlus, cruzándose de brazos —¿O acaso pensaban elegir a alguien más? Hércules intercambió una mirada con Walburga antes de sonreír. —Sería un honor— dijo simplemente. Dorea aplaudió suavemente, satisfecha. —Perfecto. Cuando Dorea y Charlus finalmente salieron de la habitación, Hércules y Walburga se quedaron en silencio. 💛 No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se volviera a abrir, esta vez con Sirius II y su esposa entrando a la habitación. Hércules se irguió un poco, observándolos con cautela. Sirius II tenía su expresión habitual de severidad, pero Hasper estaba tranquila. Por un instante, el silencio se hizo incómodo, hasta que la señora Black habló primero. —Linda, cualquier cosa que necesites, nos avisas— dijo con suavidad, su tono carente de la frialdad típica de los Black —Y por tus padres, no te preocupes. Nosotros nos encargaremos. Walburga abrió la boca, claramente sorprendida. —¿En serio? Hasper le dedicó una mirada comprensiva antes de volver la vista a su esposo. —¿Verdad, querido? Sirius II se enderezó de inmediato, carraspeó y respondió con una obediencia poco característica en él. —Sí, querida. Lo que tú digas. Hércules apenas pudo contener una sonrisa al ver la expresión de resignación en el patriarca Black. Walburga, por su parte, parecía entre desconcertada y divertida. —Gracias— logró decir al final. Hasper le dedicó una última mirada antes de jalar a su esposo del brazo y sacarlo de la habitación. Cuando la puerta se cerró, Hércules exhaló un suspiro y se recostó de nuevo. —Bueno... eso fue interesante. Walburga rió suavemente, dejando caer la cabeza en su pecho. —Definitivamente. Un pensamiento cruzó la mente de Hércules. —¿Te diste cuenta de que todos parecen estar más emocionados de lo que esperábamos? Walburga asintió despacio. —Supongo que nadie esperaba que el linaje Black tuviera un heredero de esta forma... pero en vez de ser un escándalo, parece que lo ven como una bendición. Hércules se quedó en silencio, considerando sus palabras. —Entonces, tal vez... no todo será tan difícil. Walburga se acomodó mejor contra él, dejando escapar un suspiro. —Tal vez no. Finalmente, la habitación quedó en calma. Pero no pudieron conciliar nuevamente el sueño así que, decidieron ir preparándose para su partida a Hogwarts en unas horas.
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