ID de la obra: 322

El Ritual Del Tiempo

Mezcla
R
Finalizada
4
Tamaño:
251 páginas, 83.421 palabras, 22 capítulos
Etiquetas:
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
4 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Regalos de Navidad

Ajustes de texto
Diciembre 1996 Lord Voldemort no se interesaba en cenas familiares ni en el calor de un hogar festivo. Para él, el 25 de diciembre era solo otro día de su búsqueda incesante. Desde la desaparición de Harry Potter, no había descanso en Lestrange Manor. La gran biblioteca de la mansión estaba sumida en la penumbra, iluminada solo por la tenue luz de velas flotantes. Tomos antiguos estaban apilados sobre mesas de caoba, algunos abiertos, otros esparcidos con descuido por el suelo. El fuego en la chimenea apenas parpadeaba, demasiado débil para calentar la frialdad del lugar. Los mortífagos más leales estaban reunidos allí, pero ninguno se atrevía a hablar sin ser interrogado. —Nada— gruñó uno, cerrando un libro con un chasquido seco —No hay registros de desapariciones. —Entonces busca mejor— respondió Voldemort, su voz como un susurro letal —Harry Potter no simplemente desapareció. Algo lo llevó lejos... algo que ni siquiera yo preví. Otra mortífaga, sentado en un sillón cercano, se mordía el labio con impaciencia. —Mi Lord, si él hubiera muerto, lo sabríamos. —Sí— admitió Voldemort con frialdad —Y por eso seguimos buscando. Su mirada ardía con un brillo febril. Harry Potter debía estar en algún lugar. Y cuando lo encontrara, no habría rincón en el mundo lo suficientemente seguro para ocultarlo de su ira. 💛 En Hogwarts, el ambiente era distinto. La nieve cubría el castillo y sus terrenos con un manto blanco y silencioso. El lago estaba congelado, reflejando las luces cálidas del castillo como si fueran estrellas atrapadas en el hielo. Hagrid se encontraba en la oficina del director, removiendo su gran taza de té con un gesto distraído. Albus lo observaba desde su escritorio, sus dedos entrelazados, su mirada contemplativa. El semigigante finalmente rompió el silencio. —Profesor... ¿Cuánto falta? Dumbledore sonrió suavemente, sus ojos brillando con conocimiento más allá de lo evidente. —Nueve meses. Hagrid frunció el ceño por un momento, luego sus ojos se agrandaron con comprensión. —¿Cree que va a volver justo el mismo día? Dumbledore tomó un sorbo de su té antes de responder. —Las cosas tienden a cerrarse en ciclos, querido Hagrid. Si mi intuición es correcta... Harry Potter o Hércules Black regresará exactamente cuando debe hacerlo. El semigigante soltó un suspiro profundo y asintió. —Entonces, sólo queda esperar. Dumbledore miró por la ventana, hacia la nieve que caía con calma sobre el castillo. —Sí... sólo esperar. Pero en su interior, sabía que la tormenta aún estaba por llegar. ¿Qué harían los Black cuando supieran la verdad?. 💛 Mientras tanto en la casa Black, durante la cena cada integrante, decía unas palabras en honor a Harry, esperando que la próxima navidad estuviera presente. En la mesa estaba encabezada por Cygnus III y su exesposa Druella, en la otra esquina estaban el señor y la señora Weasley, por un lado estaba, los tres Malfoy, los tres Tonks, Bellatrix, Barty Jr., Evan, Sirius y Remus, por el otro lado estaban los siete hijos Weasley, Fleur (prometida de Bill), Hermione, Regulus, Pandora, el pequeño Caelum, Agusta Longbottom, Luna y Neville. El murmullo en la mesa se detuvo cuando Bellatrix levantó la mano con autoridad. Sus ojos brillaban con intensidad mientras extendía la carpeta sobre la mesa, sus dedos trazando el borde con precisión casi reverencial. —Escuchen bien— dijo con firmeza —No estoy imaginando cosas. He investigado, he seguido las pistas, y lo que encontré... lo cambiará todo. Las miradas de los presentes se cruzaron, algunas con escepticismo, otras con creciente inquietud. Cygnus III entrecerró los ojos, observando a su hija con interés. Sirius y Regulus se inclinaron ligeramente hacia adelante, mientras Narcissa y Andrómeda mantenían la compostura, aunque la intriga era evidente en sus rostros. —Harry no está muerto. No está desaparecido...— continuó Bellatrix, haciendo una pausa intencional antes de soltar la revelación —Está en el pasado. El impacto de sus palabras fue inmediato. —¡Eso es imposible!— exclamó Charlie Weasley. —Los giratiempo fueron destruidos en la batalla del Ministerio— intervino Bill, frunciendo el ceño. —Y aunque hubiera quedado uno, solo serviría para retroceder unas horas y después volvería, además Harry desapareció de una forma muy extraña— añadió Arthur con incredulidad. Bellatrix mantuvo la calma. —No creo que haya sido un giratiempo— replicó con seguridad —Creo que fue un ritual. Pandora, que hasta ese momento había permanecido en silencio, inclinó la cabeza con interés. —¿Un ritual de tiempo...? Eso no es magia común. —Exacto— asintió Bellatrix —Y no cualquiera podría ejecutarlo. Pero antes de explicar eso, déjenme mostrarles esto. Con cuidado, sacó un puñado de pergaminos y fotografías de la carpeta, deslizándolos sobre la mesa. Eran documentos antiguos, algunos con el borde desgastado por los años. Pero lo que más captó la atención de todos fueron las imágenes. Hermione, con su mente siempre ávida de conocimiento, fue la primera en acercarse y tomar una de las fotografías. Su expresión pasó de la sorpresa a la incredulidad. —Esto... En la imagen, un joven de cabello desordenado y ojos verdes miraba fijamente a la cámara. Vestía ropas de los años 40 y, a su lado, Walburga le sostenía la mano con familiaridad. Había visto antes fotos de Hércules, pero esta era la primera vez que las analizaba con cuidado y vio no a Hércules que siempre veía, si no a su mejor, Harry. —Muchos de ustedes saben que Harry, se parece demasiado a Hércules Black, mi abuelo— continuó Bellatrix, su tono más intenso —Siempre hemos creído que era una coincidencia, una repetición de rasgos familiares... Pero ahora...— señaló las fotos —¿Y si no es una coincidencia? Ron, que hasta ese momento había estado masticando su comida distraídamente, casi se atragantó. —¿Estás diciendo que Harry mi amigo, es... tu abuelo? El silencio que siguió a la revelación de Bellatrix fue absoluto. Unos cuantos cubiertos cayeron con estrépito sobre los platos, y el crujir de la chimenea parecía el único sonido en la habitación. Lucius fue el primero en reaccionar. Se pasó una mano por el rostro y luego señaló a Bellatrix con incredulidad. —Cuñadita... ¿Qué demonios te fumas? Narcissa le lanzó una mirada de advertencia, pero Lucius ya estaba de pie, con una expresión entre horrorizada y escéptica. —¡Harry Potter es un mestizo!—exclamó, apuntando dramáticamente a la foto sobre la mesa —Lo que significa que...— Su mirada se giró lentamente hacia Cygnus III, quien lo observaba con cejas alzadas —¡Mi estimado suegro sería un mestizo! El escándalo fue inmediato. —¡Eso quiere decir que mi querida esposa e hijo también son mestizos!— gritó Lucius, como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. Todos en la mesa se habían quedado congelados, como si el tiempo mismo se hubiera detenido. Pero la tensión se rompió cuando los retratos de la sala, que hasta ahora habían permanecido como meros espectadores, dejaron escapar murmuros indiscretos. —Lo dice como si él fuera muy puro—susurró uno. —Según los papeles de adopción, sí era sangre pura...— agregó otro. Lucius se quedó completamente inmóvil. Sus ojos se abrieron con incredulidad mientras procesaba lo que acababa de escuchar. Luego, lentamente, giró la cabeza hacia los retratos, pero estos se callaron de inmediato, como niños atrapados en plena travesura. —¿Qué... qué demonios quisieron decir con eso?— su voz salió en un susurro peligroso. Las miradas en la mesa pasaron de Bellatrix a Lucius con expectación. Ya era bastante escandaloso que Harry Potter pudiera ser Hércules Black, pero ahora resultaba que Lucius Malfoy, símbolo de la pureza de sangre, podría haber sido adoptado. Draco, todavía digiriendo la primera revelación, miró al retrato de Walburga Black como si esperara que ella pusiera orden en el caos. —Bisabuela, dile a tu nieta— señaló a su tía Bella con énfasis —Que está equivocada. No puedo ser pariente del bruto de Potter. Pero el retrato de Walburga permaneció en silencio, su expresión severa y calculadora. Draco sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Su mente corría a toda velocidad. Una cosa es ser amigo de Potter, pero... ¿Pariente? ¿Le debía la existencia a ese idiota? ¡Eso no podía ser! El joven Malfoy miró nuevamente a su alrededor, esperando que alguien le desmintiera la locura que estaba escuchando. Pero, antes de que pudiera seguir con su protesta, el retrato de Orión Black habló con un tono burlón. —Pregúntenle al elfo. —¡Siempre tan entrometido, maldito enano!— soltó otro retrato, con evidente fastidio. Orión frunció el ceño en su retrato y se cruzó de brazos, ofendido. —¿A quién llamas enano entrometido?— espetó con indignación. Pero antes de que pudiera recibir una respuesta coherente, otros retratos empezaron a recordar las frases que el dijo en la navidad de 1941. —Il sibi, il li icimpiñi i li infirmirii... —Ni cimi hici dis misis... —Pimfriy is di ciirti iñi... —Ni siy midici... Los presentes miraron a los retratos con confusión. Algunos de los retratos, al notar la atención sobre ellos, se encogieron de hombros con aire inocente, como si no supieran de qué hablaban. Hermione levantó el libro con ambas manos, sintiendo el peso de los años en la encuadernación gastada. —Rituales de la Sangre y el Tiempo: Conexiones con el Futuro— leyó en voz alta. Intentó abrirlo, pero el libro no cedió. Frunció el ceño y miró a su alrededor. Justo al lado había otro libro, uno con el título "La Orden Del Lirio Negro". Su curiosidad la impulsó a abrirlo. Las primeras páginas estaban llenas de nombres y fotografías antiguas. Hermione sintió su corazón dar un vuelco cuando reconoció a Hércules Black, idéntico a Harry, junto a una joven Walburga Black, Abraxas Malfoy, Alphard Black y... Poppy Pomfrey. Pasó las páginas con rapidez hasta encontrar un apartado titulado: Reglas de La Orden Del Lirio Negro 1. Nadie menciona a Hermione o Luna en presencia de Wally. 2. Cada vez que alguien dice "Lirios Negros", Hér y Wally se besan. 3. Alphard es el espía oficial. 4. La palabra de Poppy se cumple sin discusión. 5. Abraxas es el tesorero. Hermione parpadeó. Levantó la mirada hacia los retratos en la pared, donde Walburga y Alphard Black la observaban con expresiones de nostalgia y diversión. —¿Alphard era el espía oficial?—preguntó Hermione en voz alta. El retrato de Alphard sonrió con autosuficiencia. —Tenía talento para encontrar información que nadie más podía obtener. Era un don natural. —Y Abraxas Malfoy... ¿Era el tesorero?— continuó Hermione Alphard soltó una carcajada. —¡Oh, sí! Aunque nunca teníamos dinero. Pero le gustaba el título. Lucius frunció el ceño, mirando a Bellatrix con incredulidad. —¿Esa orden... para qué era? Bellatrix, que ya había leído todo el contenido del libro, respondió con una sonrisa satisfecha. —Para derrocar los matrimonios arreglados. La expresión de Lucius se tornó aún más escéptica, como si Bellatrix hubiera dicho la mayor tontería del mundo. —¿Qué babosadas dices, Bellatrix? Mi padre amaba a mi madre y viceversa. Arreglado o no su matrimonio, se querían. Una risa burlona resonó en la sala. El retrato de Alphard Black se inclinó levemente, con una sonrisa de incredulidad. —¿En serio te creíste eso? Cassiopeia Black, quien hasta ahora no había intervenido en la conversación. —¡Pobre criatura! ¿En qué mundo de mentiras creciste?— no lo dijo en tono de burla sino de comprensión. Él retrato de Lycoris habló con aire divertido. —Y pensar que Alphard iba a ser tu otro padre... Lucius sus ojos con sorpresa, no entendía nada, todo que creía se derrumbó en menos de una hora. Cygnus III, levantó su mano con autoridad, y al instante, el comedor quedó en un absoluto silencio. Sus ojos recorrieron a los presentes antes de detenerse en los retratos. Luego, soltó una risa baja, llena de incredulidad. —Si Harry es Hércules... eso quiere decir que yo crie a mi propio padre. ¿Qué barbaridad es esa? Los retratos permanecieron en silencio, observándolo con atención. Cygnus volvió a mirarlos, esta vez con un tono más firme. —Ustedes van a decirme qué está pasando aquí. Pero cuando solo recibió miradas evasivas o sonrisas misteriosas, su paciencia se agotó. —¡Kreacher! Kreacher apareció con un crack. Su cuerpo encorvado temblaba ligeramente, y sus orejas caídas le daban un aspecto aún más viejo y cansado. —El amo Cygnus me llamó— murmuró. Cygnus lo observó con una mezcla de paciencia y severidad. —Kreacher, dime la verdad. El elfo apretó su bufanda con fuerza, como si fuera su única fuente de seguridad. Sus grandes ojos se desviaron hacia el suelo, evitando las miradas que lo rodeaban. —Amo Cygnus... Kreacher no debe... no puede... —Es una orden— interrumpió Cygnus, su voz firme, pero sin dureza. El elfo levantó la cabeza con expresión angustiada. Sus ojos fueron de un lado a otro, hasta que finalmente se posaron en el retrato de Walburga. —Perdón, amita... Walburga, desde su marco, mantuvo su expresión solemne. Pero en sus ojos oscuros había algo distinto... resignación. —No te preocupes... Kreacher... Es una orden. El elfo cerró los ojos por un momento y luego asintió lentamente. Cuando volvió a hablar, su voz era baja, pero clara. —El amito Hércules Black...  es el amito Harry Potter... Él elfo fue interrumpido por un ruido en la chimenea. Una llamarada verde iluminó la sala, y de entre las llamas emergió Snape con su habitual expresión de irritación. —Maldición...— masculló entre dientes, sacudiéndose el hollín de la túnica —Si esos mocosos vuelven a interrumpir mis experimentos, juro que... Se detuvo abruptamente al notar el pesado silencio que reinaba en la habitación. Sus ojos afilados recorrieron a los presentes. —¿Interrumpo algo?— preguntó con suspicacia. Barty y Evan, intercambiaron miradas rápidas, antes de que Barty rompiera el silencio con una sonrisa casual. —No, Sev. Llegas en el momento adecuado. —Justo a tiempo— corroboró Evan con una ligera sonrisa, señalando la silla vacía entre él y Barty —Siéntate, amigo mío. Severus frunció el ceño con desconfianza, pero finalmente aceptó la invitación. Se acomodó en la silla, observando con atención las expresiones tensas a su alrededor. Molly se levantó de su asiento, con una mirada preocupada hacia todos. —Creo que prepararé una tacita de té para calmarnos. Fleur, que había estado en silencio, asintió con elegancia, su acento francés marcado cuando dijo. —Oui, señoragg, le acompañarégg. Druella, con un movimiento de su varita, hizo levitar los platos. Nadie parecía tener ánimo de comer, ni siquiera Ron, lo cual era una señal de lo seria que se había vuelto la conversación. Luna, con su característica tranquilidad, miró a Kreacher y le sonrió con suavidad. —Siéntate aquí— le dijo, deslizándole su silla. Kreacher titubeó, como si la idea de sentarse entre ellos fuera algo inaudito. Pero antes de que pudiera negarse, Luna, como si no fuera nada extraordinario, se acomodó en el regazo de Neville con total naturalidad. Neville enrojeció ligeramente, pero rodeó su cintura con un brazo sin quejarse. Hermione levito un vaso con agua a Kreacher, el elfo la tomó. Mientras Molly y Fleur preparaban el té en la cocina, el ambiente en el comedor seguía cargado de tensión. Kreacher bebió su agua en silencio, aún aferrado a su bufanda. Barty y Evan aprovecharon la oportunidad para poner al día a Severus, relatándole todo lo que había ocurrido hasta el momento. Susurros rápidos, frases cortas y miradas significativas lograron resumir el caos que había envuelto la velada. Severus, por su parte, se mantuvo inexpresivo, aunque de vez en cuando fruncía el ceño o entrecerraba los ojos ante ciertos detalles. Los demás estaban sumidos en sus propios pensamientos. Ron, con la mirada fija en la mesa, trataba de procesar la información. "Mi mejor amigo... me ganó. Tiene un hijo (Cygnus III), tres nietas (Bellatrix, Andrómeda y Narcisa), una bisnieta (Nymphadora) y un bisnieto (Draco)". Un escalofrío recorrió su espalda. "¡Draco Malfoy es su bisnieto!". Molly y Fleur llegaron con la bandeja de té y se aseguraron de entregar una taza a cada persona en la mesa. A pesar del aroma calmante de la infusión, nadie parecía relajarse realmente. Los gemelos Weasley se miraron antes de que Fred tomara la palabra con su característico tono despreocupado, aunque su curiosidad brillaba en sus ojos. —Kreacher, puedes empezar a contar la historia. George asintió, apoyando los codos sobre la mesa. —Sí, ya nos tienes al borde del asiento, viejo amigo. Kreacher, aún con su bufanda bien sujeta, respiró hondo y asintió. —Antes de empezar, quiero que sepan algo. Todas las personas que conocían la historia fueron sometidas a un Obliviate... o a un pacto increíblemente poderoso. Hubo un murmullo entre los presentes. —¿Un pacto?— preguntó Hermione, enderezándose en su asiento. Kreacher asintió. —Sí. Los que aceptaron el pacto... ni siquiera después de muertos pueden hablar de ello. No sé qué clase de hechizo es... pero es antiguo. Lucius, se inclinó hacia adelante con el ceño fruncido. —¿Quiénes recibieron el Obliviate y quiénes el pacto? —Tom Riddle o Lord Voldemort, recibió un Obliviate, la familia Black, "Dumbledore", entre otros aceptaron el pacto. —Por eso Dumbledore no, nos dijo nada— dijo Sirius. —Solo decía que estaba bien— continúo Regulus. Kreacher continuó. —Cuando el amito Harry desapareció de aquí... fue llevado al pasado. Hubo un silencio absoluto. Severus cerró los ojos por un momento, como si tratara de calmar un inminente dolor de cabeza. Hermione apretó los labios, sus engranajes mentales trabajando a toda velocidad. Ron tragó saliva con dificultad. Draco, por otro lado, exhaló con cansancio antes de dejar caer su frente contra la mesa con un thump. —Por supuesto que sí...— murmuró contra la mesa —Porque claro, Potter tenía que viajar en el tiempo, es el elegido, puede hacer lo que se le de la gana. Kreacher retoma su relato. —Fue llevado por un ritual que realizó la amita Walburga— dijo, con un leve gesto hacia el retrato de la mencionada. Todos giraron la mirada hacia Walburga, pero ella no dijo nada. Su retrato permaneció imperturbable. Kreacher señaló el libro en la mesa. —Con ese libro Rituales de la Sangre y el Tiempo: Conexiones con el Futuro— añadió. —Pero ese libro no se puede abrir—dijo Hermione, con evidente frustración —Intenté hacerlo antes. Kreacher asintió. —Claro que no se puede abrir, señorita Mione— respondió —Fue sellado con un hechizo... y lastimosamente, no lo conozco. Hermione cruzó los brazos, claramente molesta por el enigma. Kreacher suspiró y continuó. —El ritual debía traer visiones del futuro... Mostrar cómo era la familia Black en los tiempos venideros. Pero algo salió mal. Hubo una pausa. —Y el amito Harry... fue arrastrado al pasado. Las palabras parecían flotar en el aire, pesadas, innegables. Ron soltó una risa nerviosa. —O sea...—  hizo un gesto vago con las manos —Harry viajó en el tiempo... por accidente. —Por un error en el ritual— confirmó Kreacher. Draco levantó la cabeza de la mesa con una expresión exasperada. —Déjame adivinar...— dijo —No solo viajó en el tiempo, sino que hizo algo típico de Potter. Kreacher inclinó la cabeza levemente. —Sí, joven Malfoy. Se convirtió en Hércules Black. El silencio en la sala se hizo aún más denso tras las palabras de Kreacher. —Hércules Black...— murmuró Cygnus III, su mirada fija en el elfo. Kreacher asintió lentamente. —Claramente, la amita Walburga y el amito Hércules no solo fueron amigos...— dijo, con un gesto significativo hacia Cygnus. —Pero no se alerten— agregó rápidamente —El amo regresa al cumplirse el año. Draco frunció el ceño. —¿Un año? —Sí, joven Malfoy. Solo es un año... nada más. En el pasado, y aquí también solo transcurrirá un año. —¿Y cómo estás tan seguro de eso?— preguntó Hermione, todavía desconfiada. Kreacher bajó la vista, como si estuviera recordando algo. —Porque el ritual lo especificaba. Al cumplirse el año, el viajero del tiempo regresa a su epoca. Neville apretó suavemente la mano de Luna, que seguía en su regazo, mientras los demás procesaban la información. —¿Y qué hacemos ahora?— preguntó Evan, con los brazos cruzados. —Esperar— dijo Kreacher con solemnidad. El ambiente en el comedor de la casa Black se había vuelto aún más tenso después de las revelaciones de Kreacher. Draco, con la frente aún apoyada en la mesa, parecía estar al borde de un colapso mental, murmurando cosas inaudibles sobre Harry Potter y su tendencia a meterse en problemas absurdos. Mientras tanto, Lucius, quien estaba pasando por una crisis existencial tras lo que, los retratos le dijeron. —Kreacher— dijo Lucius, con voz temblorosa pero firme —¿Puedes desmentir? ¿O confirma lo que los retratos dijeron de mi? Kreacher parpadeó, sus grandes ojos mirando a Lucius con cautela. Luego, giró la cabeza hacia el retrato de su amito Alphard, buscando aprobación. Él, con una expresión comprensiva, asintió levemente, dando permiso al elfo para continuar. —Señor Malfoy— comenzó Kreacher, con voz suave pero clara —Su padre, el amo Abby, fue obligado a casarse con su madre. No se amaban, pero al menos se toleraban. Y sí, señor Malfoy, usted es adoptado. Su madre biológica era una bruja de sangre mestiza, pero el amo Abraxas decidió ocultarlo para proteger el honor de la familia. Las palabras de Kreacher cayeron como un mazazo en la sala. Lucius palideció visiblemente, y su mano se aferró al borde de la mesa como si necesitara apoyo para no caerse. Draco, que había levantado la cabeza de la mesa al escuchar la conversación, miró a su padre con una mezcla de incredulidad y preocupación. —¿Padre?— preguntó Draco —¿Es... es verdad? Lucius no respondió de inmediato. Sus ojos estaban fijos en Kreacher, como si esperara que el elfo se echara atrás y dijera que todo había sido una broma. Pero Kreacher permaneció serio, esperando en silencio. Finalmente, Lucius respiró hondo y se reclinó en su silla, con una expresión de derrota. —Parece que... parece que todo lo que creía saber sobre mi familia era una mentira— dijo en voz baja, casi para sí mismo. Los retratos comenzaron a murmurar entre ellos con un tono burlón, como si la gran revelación sobre Lucius no hubiera sido suficiente para sacudir a la familia Malfoy. —No entiendo por qué tanto escándalo— comentó un anciano con una peluca empolvada y un porte altivo. —Ni que fueran a durar puros para toda la vida— añadió otro retrato, una mujer con el cabello recogido en un moño severo. —¿Verdad? Si hasta donde yo sé, la Granger es hija de muggles— intervino otro retrato, con un tono divertido. Narcissa, que aún no había soltado la mano de Lucius, frunció el ceño y giró la cabeza con confusión. —¿Y ella?— preguntó, señalando a Hermione —¿Qué tiene que ver en todo esto? De inmediato, el aire en la sala cambió. Los retratos dejaron de hablar y giraron la mirada, casi al unísono, hacia Draco y Hermione. Draco estaba rojo. Un rojo intenso que iba desde su cuello hasta la punta de sus orejas. Hermione, por su parte, también tenía la cabeza baja, mirando fijamente el suelo como si deseara que se la tragara. Hubo un silencio incómodo. —Oh— dijo un retrato, con diversión en la voz. —Así que era un secreto— añadió otro. Draco carraspeó, sin atreverse a levantar la cabeza. Hermione cerró los ojos un momento, claramente deseando estar en cualquier otro lugar. "¿Por que no pase las fiesta con mi familia?" se pregunto Hermione Narcissa pestañeó varias veces, procesando la escena frente a ella. Entonces, miró a su hijo con incredulidad. —Draco— dijo, con un tono pausado —¿Hay algo que quieras decirnos? Draco se removió en su asiento, sin saber exactamente cómo responder. Miró a Hermione, ella se encogió de hombros, como si ya no valiera la pena ocultarlo. Draco, todavía rojo como el cabello de los Weasley, cerró los ojos un momento antes de soltar un largo suspiro. Finalmente, levantó la cabeza y, con un tono firme pero resignado, dijo. —Hermione y yo somos novios. El silencio que siguió fue absoluto. Hasta que una voz profunda y sarcástica rompió la tensión. —Hacía falta la cereza del pastel— comentó Snape desde su lugar, con los brazos cruzados y una expresión impasible. Los retratos reían con entusiasmo. Algunos aplaudieron. Otros hicieron comentarios. Narcissa, por su parte, llevó una mano a su sien, cerrando los ojos un momento, mientras Lucius se frotaba la cara con ambas manos. —Esto es demasiado para una sola noche— murmuró Lucius, más para sí mismo que para los demás. Ron, que había permanecido en silencio todo el tiempo, solo miró a Draco y Hermione, luego a los retratos y finalmente volvió a mirar a sus amigos. —Bueno— dijo, con una expresión que era una mezcla de confusión y resignación —Supongo que felicidades... o algo así. Draco, miró a su madre con cautela. —Mamá, por favor, di algo— pidió, con la voz más suave de lo habitual. Narcissa abrió los ojos y lo observó detenidamente. Luego miró a Hermione. —Si eres feliz...— dijo finalmente, con un suspiro —No voy a oponerme. Draco dejó escapar el aire que no se había dado cuenta de que estaba conteniendo. —Pero— añadió Narcissa, con una mirada afilada —Espero que esto no signifique que empezarás a desafiar la tradición en todo, Draco. Los retratos se echaron a reír de nuevo.
4 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)