Asimilando Noticias
31 de julio de 2025, 17:29
Diciembre 1996 - Enero 1997
Después de la cena de navidad, la familia Weasley había decidido irse a su casa para dejará que los Black procesarán la información que había recibido. Ginny no podía creer que "su Harry" se haya acostado con la bruja loca del retrato, cuando se supone que ella era su "novia".
Ron por otro lado estaba más tranquilo al saber, que a pesar de todo su amigo estaba bien, aunque ya tenía una lista de las cosas por las cuales les reclamaría:
1. A ver besado a su Hermanita, cuándo aún era de novia con Deán.
2. A verse acostado con la loca del retrato, esa que insultaba a Hermione, hasta que lloraba.
3. A ver sido de irresponsable y dejar un hijo y su madre solos en el pasado.
4. No a verlo llevado.
5. A ver sido responsable y no a ver cambiando nada del futuro. (Él no sabe que Harry si cambio un poquito él futuro)
La señora Longbottom dejo a su nieto en la casa Black, para que estuviera con Luna, mientras que ella si volvió a su casa con el resto de su familia, sin revelar nada de lo que descubrió esa noche.
Snape volvió a Hogwarts, aunque debes en cuando iba a la casa a ver cómo estaban, Barty y Evan si se quedaron según ellos para dar "apoyó".
Los Tonks, se quedaron en la casa, al igual que los Malfoy y Hermione. Cada uno procesaba la información de diferentes formas:
Los Tonks tomaron las noticias con calma, que podían esperar era Harry, siempre estaba en problemas. Dora solo esperaba con ansias el regreso de Harry para que le contara todo y si había alterado de alguna forma el futuro.
Lucius estaba en crisis existencial, ya que todo lo que siempre había creído era mentira, sus padres nunca se amaron como creía, él era adoptado, era mestizo, su padre había estado en una orden para revocar el matrimonio por conveniencia, como si eso no fuera suficiente también se había enterado que Alphard Black y su padre habían tenido un "romance".
Draco no superaba el echo de que Potter su mejor amigo, fuera su bisabuelo, cuando por culpa del retrato de Phineas Black ya estaba en problemas. Él desde su retrato había visto como Hermione y Draco habían echo cosas en la biblioteca y durante el acto se habían echo novios. Fue Phineas quien les contó a los demás retratos todo lo que había visto.
Y el retrato de Orión se encargo de decirle eso a Narcisa, ella no sabía que hacer si castigarlo o reír, por que la biblioteca también avía sido testigo de sus momentos de lujuria.
Hermione de la vergüenza no podía mirar a la cara al señor y a la señora Malfoy, ella se había quedado para tratar de clamar a Draco de su crisis, ella al igual que Ron estaba feliz de que su amigo estuviera bien, cuando volviera lo felicitaría por no a ver alterado el trascurso de la historia.
Sirius y Regulus, no podían creer como el niño que habían criado con mucho amor, era el padre de su hermano mayor, no les cabía en la cabeza una relación entre Harry y su madre. Pero ay estaban Remus y Pandora para hacerles entender que todo lo que estaba pasando era lo que debía pasar, ese era el destino de Harry.
Una vez Remus le dijo a Sirius.
—Amor ese era el destino de Harry.
Sirius lo miro con reproche.
—No me mires así, mira Sirius Black, ese era el destino de Harry, si no fuera por el tú hermano mayor no existiría, tú estarías en Azkaban y Regulus sería mortífago, en el peor de los casos muerto.
Sirius solo se encogió de hombros, no entendía como su madre había sido capaz de aprovecharse de un niño tan puro e inocente, ella definitivamente era peor que la comadreja menor, que solo lo había usado para pasar el rato, con su niño pequeño.
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Caelum apenas tenía cinco casi seis años, él estaba en su mundo de fantasía, no le ponía cuidado a los adultos y las emociones que se sentía en la casa, el tenía cosas mucho más importantes que hacer, como alimentar a su mejor amigo Mors, una serpiente macho, la cual tenía hace dos años y hasta el momento los únicos que sabían de su existencia era: Harry quién fue el que se lo regaló, Neville quien le decía como alimentarlo y Luna quien lo ayudaba a cuidarlo.
Los adultos también lo sabían, pero fingían demencia.
Inició Flashback
El sol se ocultaba detrás de la gran casa Black, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras. Harry había salido al patio trasero buscando un momento de tranquilidad lejos del bullicio del interior, cuando un leve siseo llamó su atención. Frunció el ceño y siguió el sonido hasta un rincón apartado del jardín, donde las sombras de los árboles creaban un refugio fresco y silencioso.
Entre la maleza, enrollada sobre sí misma, se encontraba una pequeña serpiente de escamas negras con un brillo azulado bajo la luz tenue del atardecer. Sus ojos, amarillos y curiosos, se posaron en Harry con un reconocimiento casi instintivo.
—Hola— susurró Harry en pársel, arrodillándose con cuidado.
La serpiente inclinó la cabeza, evaluándolo.
—Eres un hablante— siseó en respuesta, su lengua bífida asomando con curiosidad.
Harry sonrió, siempre le sorprendía lo natural que se sentía comunicarse con las serpientes.
—¿Cómo llegaste aquí?
—No lo sé— respondió la serpiente —Siempre he estado aquí, en este lugar de piedras frías y aromas viejos.
Harry observó el patio, imaginando que el pequeño reptil había nacido entre las grietas de la antigua casa o había llegado desde algún rincón desconocido del extenso jardín. Se quedó en silencio por un momento antes de que una idea cruzara su mente.
—Tengo a alguien que podría cuidarte— dijo con suavidad —Es pequeño, pero te tratará bien.
La serpiente lo miró con atención, como si estuviera considerando su propuesta.
—¿Será amable conmigo?
—Lo prometo— aseguró Harry —Se llama Caelum. Le gustan los animales y le encantarás.
Con cuidado, extendió la mano y la serpiente, tras un breve momento de duda, se deslizó lentamente hasta enrollarse en su muñeca. Harry sintió el cosquilleo de sus escamas frías contra su piel y sonrió.
Entró a la casa con paso firme, buscando a Caelum. Lo encontró en la sala, jugando con un viejo libro ilustrado que Luna le había regalado. Sus rizos oscuros caían sobre su rostro, y sus ojos brillaban con la emoción de una nueva historia por descubrir.
—Caelum— llamó Harry, haciéndole un gesto para que se acercara.
El niño levantó la mirada y corrió hacia él con curiosidad.
—¿Qué pasa, Harry?
Con una sonrisa traviesa, Harry extendió el brazo y la serpiente se deslizó lentamente hacia la mano de Caelum. El niño abrió los ojos con asombro cuando el pequeño reptil se enroscó suavemente alrededor de su muñeca.
—¡Es una serpiente!— exclamó con emoción —¿Es para mí?
Harry asintió.
—Sí, pero debes cuidarla bien. Se llama Mors.
Caelum sonrió con adoración mientras observaba a su nuevo amigo.
—Hola, Mors— susurró, y para sorpresa de Harry, la serpiente siseó en respuesta, como si ya hubiera aceptado a su nuevo dueño.
Desde aquel día, Mors y Caelum fueron inseparables, un vínculo sellado por la confianza y la amistad.
Fin del Flashback
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Luna había entendido a la perfección que ese era el destino de Harry, aunque la tomo por sorpresa, pero estaba tranquila. Tal vez la noticia afecto más a Neville que a ella.
—¿No te inquieta nada de esto, amor?— preguntó Neville por tercera vez en media hora, deteniéndose frente a ella —Todo esto es… una locura.
Luna giró hacia él, sus ojos plateados brillando con serenidad.
—Las locuras suelen ser solo verdades que aún no entendemos— dijo, como si citara un proverbio —Harry siempre fue especial. ¿Por qué sorprendernos de que su destino también lo sea?
Neville se dejó caer en el sofá a su lado, hundiendo la cara en sus manos.
—Es solo que… todo parece tan… grande. Tan fuera de nuestro control.
Neville contuvo la respiración cuando Luna apoyó una mano en su pecho, sintiendo el rápido latir de su corazón. Su perfume a lavanda y algo indescriptiblemente Luna lo envolvió.
—¿Y si…?— susurró ella, acercando sus labios a los de él con una lentitud deliberada.
El beso fue suave al principio, un roce tímido que Neville no supo evitar. Pero Luna, siempre impredecible, profundizó el contacto con una urgencia que lo tomó por sorpresa. Sus manos se enredaron en su cabello, tirando con una fuerza que lo hizo gemir contra su boca. Él respondió instintivamente, sus palmas descendiendo a su cintura para atraerla contra su cuerpo.
Pero entonces lo sintió: el bulto apretado en su entrepierna. Se separó de un salto, casi tropezando con la mesa de té.
—Lu... Luna, lo siento— tartamudeó, cubriéndose con un cojín —No quise… No era mi intención…
Ella lo miró con calma, aunque sus labios estaban hinchados y sus mejillas sonrosadas.
—¿Por qué te disculpas?— preguntó, genuinamente intrigada —Los besos son bonitos. Y tú…— su mirada bajó brevemente —Tu cuerpo solo está siendo honesto.
Neville palideció.
—¡Pero no es el momento!— exclamó, más a sí mismo que a ella —Con todo lo que está pasando… No deberíamos…
Luna se levantó, acercándose a él con pasos lentos. Neville retrocedió hasta que su espalda chocó contra la pared.
—Los momentos perfectos, Nev— dijo, apoyando una mano junto a su cabeza —Pero si no quieres…— retrocedió, su voz sin rastro de reproche —Podemos esperar.
Él la tomó del brazo antes de que se alejara.
—No es que no quiera— confesó, avergonzado —Es solo que… quiero que sea correcto. No… una distracción del caos.
Luna sonrió, como si acabara de recibir un cumplido.
—Entonces esperaremos— dijo, ajustándose el arete de radish imaginario que siempre llevaba —Pero cuando estés listo… avísame.
Antes de que Neville pudiera responder ella lo beso, el beso fue como una chispa que encendió algo en Neville que no sabía que existía. Sus labios se movieron con una urgencia que lo dejó sin aliento, y antes de que pudiera reaccionar, ella ya estaba deslizando suavemente sus labios por su mejilla, dejando un rastro de calor que lo hizo estremecer. Cada beso era más audaz que el anterior, hasta que llegó al lóbulo de su oreja, mordisqueándolo suavemente. Neville contuvo un gemido, sus manos aferrándose a al cojín como si fuera lo único que lo mantenía anclado a la realidad.
—Luna…— susurró, su voz temblorosa, pero ella no se detuvo. Sus labios descendieron por su cuello, explorando cada centímetro de piel con una delicadeza que lo hizo perder el poco control que le quedaba. Cuando volvió a sus labios, Neville ya no pudo resistirse. Soltó el cojín que lo cubría y la atrajo hacia él, los hizo cambiar de posición. Ahora era ella quien estaba contra la pared, sus ojos plateados brillando con deseo.
—¿Estás segura de lo que quieres hacer?— preguntó Neville, su voz ronca pero llena de preocupación. No quería apresurarla, no quería que esto fuera algo de lo que se arrepintiera después.
Luna lo miró con esa calma que siempre la caracterizaba, pero había algo más en su mirada ahora, algo intenso y decidido.
—Sí— respondió simplemente, como si fuera la cosa más obvia del mundo.
Neville asintió, tomándola de la mano con cuidado. Subieron las escaleras en silencio, sus pasos resonando en el vacío del pasillo. Al llegar a la habitación de Luna, Neville lanzó unos encantamientos silenciadores con un movimiento rápido de su varita, asegurándose de que nadie los interrumpiera.
Una vez dentro, la intimidad los envolvió como una manta cálida. Neville la besó de nuevo, esta vez con más lentitud, saboreando cada segundo. Sus manos exploraron su cuerpo con ternura, deslizándose bajo su blusa para sentir la suavidad de su piel. Luna respondió con igual fervor, desabrochando los botones de su camisa con dedos temblorosos pero decididos.
Se desvistieron mutuamente con cuidado, disfrutando cada momento, cada descubrimiento. Neville no podía creer lo hermosa que era Luna, su piel pálida brillando bajo la tenue luz de la luna que entraba por la ventana. Ella lo miró con esa curiosidad infinita que siempre la caracterizaba, como si estuviera memorizando cada detalle de él.
Cuando estuvieron completamente desnudos, Neville la llevó suavemente a la cama, acostándose a su lado. La miró a los ojos, buscando cualquier señal de duda, pero solo encontró determinación y confianza.
—Te voy a preparar— susurró, besando su cuello mientras deslizaba un dedo entre sus piernas. Luna contuvo la respiración, pero no se quejó. Neville fue lento y cuidadoso, introduciendo un dedo y moviéndolo con suavidad hasta que sintió que su cuerpo se relajaba. Luego añadió un segundo dedo, y finalmente un tercero, siempre atento a sus reacciones.
—¿Estás lista?— preguntó Neville, su voz apenas un susurro.
Luna asintió, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y nerviosismo. Neville la besó profundamente, distrayéndola del dolor inicial mientras se posicionaba sobre ella. Con movimientos lentos y controlados, la penetró, sintiendo cómo su cuerpo se ajustaba a él. Luna contuvo un gemido, pero no apartó la mirada de él, sus manos aferrándose a sus hombros.
—¿Estás bien?— preguntó Neville, deteniéndose para asegurarse de que no le estaba haciendo daño.
—Sí— respondió Luna, sonriendo levemente —Sigue.
Neville comenzó a moverse con más confianza, sintiendo cómo el placer los envolvía a ambos. Cada embestida era más intensa que la anterior, y pronto el dolor inicial de Luna se transformó en una ola de sensaciones que la hicieron arquearse contra él. Sus gemidos se mezclaron con los de Neville, creando una sinfonía de pasión y entrega.
Cuando finalmente llegaron al clímax, fue como si el mundo se detuviera por un momento. Neville la sostuvo contra su pecho, sus respiraciones agitadas sincronizándose mientras el calor de sus cuerpos los envolvía.
—Eso fue… increíble— susurró Luna, acurrucándose contra él.
Neville sonrió, acariciando su cabello suavemente.
—Sí, lo fue— respondió, sintiendo una paz que nunca antes había experimentado.
Ninguno de los dos se dio cuánta que Hermione estaba en la habitación cuando ellos entraron, ella simplemente se dirigió al baño de la habitación llamo a Kreacher, aparecieron en la biblioteca de la casa.
"Por lo menos no es igual de animal que Draco" pensó Hermione, recordando su primera vez con Draco.
En una de las mesas estaba Bellatrix perdida en sus pensamientos, ella tenía confianza en que su niño-abuelo, esté bien y que nada malo le pasará, ya había aceptado que ese era su destino, estar en el pasado para que su presente exista. Ella lo extrañaba pero sabía que ese era el destino de su niño.
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Druella, por su parte aún no procesaba todo lo que había descubierto, el niño que había criado como hijo, era su ex suegro.
Cygnus no están mucho mejor, era su padre, su hijo era su padre, el crío a su padre, SU PADRE, pero en el fondo sabía que ese era el destino de su hijo-padre.
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Después de Año Nuevo y con el final de las vacaciones, los chicos regresaron a Hogwarts. A pesar de la rutina de siempre, sus mentes estaban ocupadas con un asunto mucho más importante. Apenas terminó la cena, se dirigieron juntos a la oficina del director.
Hermione, Ron, Ginny, Draco, Luna y Neville entraron con determinación. Dumbledore los recibió con su habitual expresión serena, aunque era evidente que esperaba aquella conversación.
Hermione tomó la palabra primero.
—Director, ya sabemos dónde está Harry y cómo llegó allí… más o menos. Entendemos por qué no nos lo dijo antes— explicó con seriedad —Fue por el pacto.
Dumbledore asintió con calma, como si aquello no fuera una sorpresa para él. Draco cruzó los brazos y miró fijamente al anciano, esperando su confirmación. Neville se mantuvo en silencio, asimilando la información.
Entonces, Ginny, dio un paso adelante con el rostro tenso.
—Señor, dígame que es mentira— pidió, su voz quebrándose levemente —Harry no puede ser Hércules Black… él no pudo acostarse con esa loca… él me ama.
El silencio que siguió fue pesado. Dumbledore la observó antes de responder con voz tranquila pero firme.
—Lamento decepcionarte, señorita Weasley— dijo —Pero en ningún momento Harry afirmó tener una novia o estar enamorado de alguien más.
Él director la vio y agrego —Te voy a contar algo.
Inició Flashback
La enfermería estaba en penumbra, iluminada solo por la luz de las velas flotantes. Dumbledore, entró con paso firme, pero su expresión reflejaba una mezcla de sorpresa y preocupación. Frente a él, Walburga Black, estaba sentada en la cama, con una mano sobre su vientre. Mientras Pomfrey le entregaba a Hércules unas pociones y un pergamino con indicaciones.
—Profesor— dijo Hércules con calma cuando Dumbledore se detuvo frente a él.
El director lo observó por un largo momento antes de hablar.
—Dime, Hércules…— su voz era suave, pero con un matiz inquisitivo —En el futuro del que provienes, ¿Tenías una novia? ¿Un amor al que hayas traicionado…?
Hércules sostuvo la mirada del director sin dudarlo.
—No, señor— respondió con firmeza —Nunca tuve una relación. Nunca me enamoré… al menos, no de la forma en que otros esperaban.
Walburga dejó escapar una risa.
—Qué romántico— murmuró con ironía, pero en su voz había algo más, algo indescifrable.
Dumbledore suspiró y pasó una mano por su barba.
—Entonces, este niño…— sus ojos azul profundo se posaron en Walburga —Es un enigma más en esta compleja historia.
Hércules no respondió.
Fin Flashback
—Él en ningún momento dijo que tenía novia en el futuro— dijo el director encogiéndose de hombros.
Ginny indignada.
—Eso es imposible... él y yo somos...
Draco interrumpió.
—Él y tú fueron amantes, en pasado, Harry en repetidas ocasiones te pidió que terminaras con Dean y tú no lo hiciste. Así que no vengas con reclamos— no iba a dejar que la comadreja menor hiciera una escenita, solo por que Potter tuvo mejor gusto.
Ginny miró a Luna esperando apoyo o que dijera algo y así lo hizo.
—¿De que te quejas Weasley? Si, ay rumores de que tú todavía te revuelcas con Dean— dijo Luna mirándola fijamente.
Ginny se lanzó dispuesta a golpear a Luna, pero Neville se interpuso en su camino y le sostuvo la mano.
—¿Qué haces?
La oficina de Dumbledore vibraba con la tensión del enfrentamiento. Ginny forcejeaba contra la mano de Neville, sus ojos llameantes clavados en Luna, quien permanecía imperturbable tras él, como si la escena fuera una curiosidad académica más que una amenaza.
—¡Suéltame, Longbottom!— rugió Ginny.
Neville la soltó, en la muñeca de Ginny se podía ver los dedos marcados.
—Basta, Ginebra— dijo Ron, agarrándola del otro brazo y tirando de ella hacia la puerta —No vas a arruinar tu futuro por una pelea en la oficina del Director. ¡Vamos!
Ginny resopló, pero cedió ante la autoridad inusual de su hermano. Antes de salir, lanzó una mirada venenosa a Luna.
—Esto no termina aquí.
—Nunca termina— murmuró Luna, sonriendo como si acabaran de ofrecerle una taza de té —
Pero está bien. Las cosas que no terminan suelen ser las más interesantes.
Dumbledore observó la escena con una mezcla de cansancio y resignación.
—Diez puntos menos para Gryffindor por intento de agresión— anunció, ajustándose las gafas —Y cinco puntos a Ravenclaw por… por... por paciencia filosófica.
Mientras, Draco se inclinó hacia Hermione con una sonrisa burlona.
—¿Vamos? Tengo una botella de hidromiel escondida bajo las tablas del dormitorio.
Hermione lo miró con reproche, pero una sonrisa se asomó en sus labios —Solo si prometes no decir nada de lo que acaba de pasar.
—Solo burlarme de Weasley— negoció Draco, guiñándole un ojo antes de salir con ella.
Neville, aún con el corazón acelerado, se volvió hacia Luna.
—¿Estás bien?— preguntó, examinándola en busca de rasguños imaginarios.
Ella asintió, jugueteando con un collar de corchos que llevaba al cuello.
—Sí, estoy bien, vamos, te daré un premió.
Neville no supo cómo responder, así que optó por acompañarla en silencio hasta la Torre de Ravenclaw. Al llegar a la puerta, Luna murmuró la respuesta al acertijo del águila de bronce La paradoja del tiempo, y la entrada se abrió con un suave chasquido.
—Tu compañera de cuarto…— comenzó Neville, pero Luna lo interrumpió.
—Le envié un mensaje— dijo, sacando un papelito arrugado de su bolsillo. En él, las palabras:
El Nargle en mi cama hoy es particularmente ruidoso. ¿Podrías dormir en otro lado? Te dejo galletas de canela.
Okay ♡.
Antes de que Neville pudiera reaccionar, Luna lo tomó de la mano y lo guió hacia la habitación. Su toque era cálido, seguro.
Él intentó protestar.
—Luna, no tenemos que… quiero decir, si…
Ella se subió a la punta de los pies y le susurró al oído.
—Los premios no se rechazan, Neville. Se disfrutan.
Y con esa frase, cualquier resistencia se desvaneció.
No había de que preocuparse, mañana no tendrían clase por ser sábado.
💛
En la sala de Gryffindor, Ginny estaba molesta, Ron también.
En Slytherin, Draco y Hermione, mientras tomaban la botella de Hidromiel, hablaban de lo ocurrido en la oficina del director y al final terminaron haciendo cosas.
En Ravenclaw Neville recibió su premio por a ver defendido a su novia.