¿Un Amor No Dicho?
1 de agosto de 2025, 12:59
Sábado 3 Enero 1942
El tren avanzaba entre las colinas nevadas. En el compartimento del Expreso de Hogwarts, el aire olía a madera encerada y a la humedad de los abrigos recién sacudidos. Walburga, con la cabeza apoyada en el hombro de Hércules, respiraba profundamente, ajena a la tormenta de pensamientos que nublaban la mente de él.
Pomfrey, sentada frente a ellos, sostenía con reverencia el regalo que Hércules y Walburga le habían entregado.
—Lágrimas de fénix para quemaduras irreversibles, Polvo de estrella para regenerar nervios dañados...— leyó Poppy en voz baja, pasando un dedo por las descripciones escritas en pergamino —Esto es... increíble.
Hércules esbozó una sonrisa satisfecho.
En el otro extremo del compartimento, Alphard y Abraxas discutían en susurros sobre los planes para el entrenamiento de Quidditch. Aunque Abraxas no tenía la misma actitud de siempre. Alphard lo noto, pero si Abraxas no decía que tenía, él no lo presionaría.
Pero Hércules ya no los escuchaba. Su mente viajaba más allá de las montañas, hasta un futuro que solo él recordaba. Bellatrix. La imagen de su nieta su Bella, lo atormentaba: esos rizos oscuros que heredó de Walburga, esa risa salvaje que en otra vida se había convertido en un arma. En esta línea del tiempo, ella no existiría... o quizás sí, pero como una niña que jamás empuñaría una varita contra inocentes. ¿Sería mejor así?
Extrañaba a sus, amigos y familia, pero Bella era a quien más extrañaba, en esta nueva línea del tiempo habían sido muy unidos, ella siempre lo protegía, cuidaba y malcriaba.
Sí Harry era un niño mimado y malcriado por Bella, ella fue a Hogwarts cuando se enteró que se enfrento aún profesor que tenía en la nuca a Voldemort, hizo un escándalo también cuando el troll lo atacó y casi lo mata según Bella.
En segundo año fue tranquilo, excepto por el profesor de DCLAO, que no sabia donde estaba parado. Lo echaron después de que por error se había tomado una posición de Veritaserum y confesó todos sus delitos. No fue a Azkaban porque por un hechizo mal hecho de él mismo se borró la memoria y quedó peor de lo que estaba. Bella discutió con el profesor cuando dejó a su niño con esos bichos asesinos.
En tercer año fue cuando se enteró que por culpa de los dementores se callo de la escoba cuando jugaba un partido de Quidditch, el cual perdió.
En cuarto fue y armó un escándalo cuándo su niño, fue seleccionado para el torneo de los tres magos, "el torneo es de los tres magos, no cuatro" había gritado en la oficina de Dumbledore.
Después de la primera prueba se escandalizo cuando su niño casi muere chamuscado, luego de la segunda prueba dijo que los demandaría por que su niño casi se ahoga, al finalizar la tercera prueba casi mata Igor Karkarov, por que por culpa de él, su niño fue a parar a un cementerio donde casi muere a manos de Voldemort.
En quinto año se agarró con la vaca rosa, después de que vio como le dejó la mano a su niño.
No es que Cygnus y Druella no lo defendieran, si lo hacían, pero ellos lo hacían por la vía legal, mientras Bella era capaz de hacerle daño a quien lastimaba a su niño.
Dolores esta en San Mungo con unas quemaduras, que no le habían podido curar del todo, eso era un breve ejemplo de lo que le puede pasar a quien lástima a su niño.
Tal vez por eso era a quien más extrañaba, siempre lo defendía, sin importar el qué o las consecuencias, si estaba bien o no.
La voz de Walburga lo saco de sus pensamientos.
—Abraxas ¿Qué tienes?
Hércules alzó la cabeza y miro al nombrado, se percató de que algo no andaba bien, estaba diferente, decaído.
El compartimento quedó en silencio tras la pregunta de Walburga. Abraxas Mordió el interior de su mejilla, como si luchara por encontrar las palabras correctas. Finalmente, dejó escapar un suspiro y ajustó el cuello impecable de su túnica.
—Mi padre ha concertado un matrimonio— dijo con voz plana, como si recitara un hecho trivial —Con Selena Rowle. De quinto año.
El nombre resonó como un hechizo de hielo. Selena Rowle: hija de una de las familias más influyentes del círculo de sangre pura, conocida por su ambición despiadada y su sonrisa de víbora. Alphard palideció, sus nudillos blanqueando al aferrarse al borde del asiento.
—¿Rowle?— repitió Walburga con una arruga de disgusto en la frente —Esa que el año pasado envenenó el té de una compañera de su año por ganar el puesto de prefecta.
—La misma— confirmó Abraxas, evitando mirar a Alphard —La boda será cuando ella termine sus estudios.
Poppy, siempre curiosa, inclinó la cabeza.
—¿Y tú qué piensas de eso?
Abraxas se encogió de hombros, pero su máscara de indiferencia se resquebrajó por un instante
—Los Malfoy cumplimos con nuestro deber.
Alphard se levantó bruscamente, haciendo temblar el compartimento.
—Necesito aire— murmuró, saliendo al pasillo con pasos rápidos.
Walburga observó a su hermano marcharse con ojos afilados, mientras Hércules, aunque apenas llevaba un poco más de tres meses, sabía que Alphard y Abraxas tenía algo más profundo que una amistad, algo que ni siquiera ellos se atrevían a nombrar.
El compartimento quedó en silencio cada uno sumido en su propios pensamientos.
Poppy, aunque fingía estar analizando aún su regalo, en realidad estaba pensando en sus amigos. La noticia del compromiso de Abraxas con Selena Rowle la inquietaba. Sabía que en el mundo de los sangre pura los matrimonios concertados eran una costumbre inquebrantable, pero eso no lo hacía menos injusto. Se preguntó ¿Qué tan lejos llegaría Abraxas en su obediencia ciega al deber familiar? y más aún, ¿Qué significaba eso para Alphard?.
Walburga sabía lo que su hermano sentía algo por Abraxas, algo que era mas que una simple amistad. No hacía falta que Alphard se lo dijera; ella lo conocía demasiado bien. Su hermano tenía un don para ocultar sus emociones, pero no ante ella. Desde pequeños, Walburga había aprendido a leerlo como un libro abierto. Notaba la manera en que Alphard buscaba la mirada de Abraxas en cada conversación, el modo en que su expresión se suavizaba cuando estaban juntos, y la rabia apenas contenida que había destellado en sus ojos al escuchar la noticia del matrimonio concertado.
Hércules no sabía cómo se había dado cuenta de ese sentimiento de sus amigos.
En su época, se enteró de los sentimientos de Lavender por Ron porque escuchó accidentalmente una conversación entre Brown y Patil.
Supo de la relación de Neville y Luna solo porque Hermione se lo mencionó, lo mismo pasó con la relación entre Pansy y Blaise.
Se entero de la relación de Krum y Nott fue por que vio a Víctor colarse al colegio el año pasado, después con el mapa merodeador lo vio en la cama de Theo.
Él no era precisamente perspicaz en estos temas, y sin embargo, aquí estaba, viendo con claridad lo que Alphard y Abraxas aún no se atrevían a reconocer.
Por otro lado, Abraxas no identificaba sus sentimientos. Le partió el corazón ver la cara de Alphard al dar la noticia de su futuro matrimonio. No comprendía por qué esa expresión de dolor le afectaba tanto. En su mente, la idea del compromiso había sido algo distante, una formalidad que simplemente debía aceptar, como tantas otras decisiones impuestas por su familia. Pero ver a Alphard reaccionar de ese modo le provocó una sensación de vacío en el pecho que no supo explicar.
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Alphard, encerrado en el baño del tren, dejó que las lágrimas cayeran silenciosas. No entendía por qué le dolía tanto. Sabía que Abraxas algún día se casaría, que era parte de sus deberes como heredero Malfoy, pero escuchar las palabras en voz alta lo había hecho real. Y esa realidad lo destrozaba.
Cuando finalmente regresó al compartimento, el tren dio un giro brusco y, en un desafortunado tropiezo, Alphard cayó directamente sobre Abraxas. Por un momento, quedaron congelados, mirándose fijamente. Los ojos grises de Alphard reflejaban sorpresa y algo más, algo que Abraxas no se atrevió a nombrar. Sin decir palabra, se separaron torpemente, Alphard se acomodó en su asiento con el rostro encendido.
El silencio en el compartimento se volvió espeso, como si el aire mismo se hubiera solidificado alrededor de ellos. Alphard evitó la mirada de todos, fingiendo estar concentrado en alisar las arrugas inexistentes de su túnica. Abraxas, por su parte, se aclaró la garganta y desvió la vista hacia la ventana, observando el paisaje nevado como si fuera lo más interesante del mundo.
Walburga, con una ceja arqueada, miró la escena con una mezcla de curiosidad y algo parecido a la diversión. No dijo nada, pero Hércules sintió que su mente estaba procesando todo con la rapidez de un ajedrecista planeando su próximo movimiento.
Poppy, con un gesto "sutil": un leve alzamiento de cejas seguido de una sonrisa casi imperceptible. Sus ojos pasaron de Alphard a Abraxas con la misma atención analítica que usaba al revisar ingredientes de pociones. Sin embargo, en lugar de hacer un comentario, se limitó a acomodarse mejor en su asiento y entrelazar las manos sobre su regazo.
Hércules soltó un suspiro apenas audible y decidió romper la tensión con su usual actitud despreocupada.
—Bien, eso fue una forma dramática de volver al compartimento— comentó con una leve sonrisa, dirigiéndose a Alphard.
El aludido le lanzó una mirada asesina antes de recuperar la compostura.
—Tropezar no es exactamente dramático, Hér— respondió con fingida indiferencia.
—Depende del punto de vista— replicó él con una ligera inclinación de cabeza.
El intento de alivianar el ambiente funcionó solo parcialmente. Alphard resopló y cruzó los brazos, mientras Abraxas mantenía su vista fija en la ventana. Walburga entrecerró los ojos, estudiando a su hermano y a Malfoy con una intensidad que los hizo removerse incómodos en sus asientos.
—Esto es ridículo— declaró de pronto—¿Hasta cuándo piensan actuar como si no pasara nada?
Abraxas giró el rostro lentamente, con el ceño fruncido.
—No sé de qué hablas, Walburga.
Ella sonrió con esa expresión que solo significaba problemas.
—Oh, claro que lo sabes— contestó con una dulzura venenosa.
Alphard le dirigió una mirada de advertencia, pero antes de que pudiera decir algo, Poppy intervino con un tono más suave.
—Dejemos el tema por ahora— dijo —Hay cosas más importantes en las que pensar.
Hércules agradeció internamente la interrupción. Aunque la tensión seguía en el aire, al menos la conversación no se convertiría en una confrontación abierta. Aún así, no podía evitar preguntarse cuánto tiempo más Alphard y Abraxas podrían seguir ignorando lo que estaba justo frente a ellos.
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El viaje en el Expreso de Hogwarts transcurrió sin más incidentes. La tensión que se había formado en el compartimento con Alphard y Abraxas poco a poco se disipó en conversaciones sobre el castillo, las clases y el clima invernal que los recibiría en Escocia. Cuando finalmente llegaron a la estación de Hogsmeade, la fría brisa nocturna los envolvió de inmediato.
Hércules ayudó a Walburga a bajar del tren con un gesto instintivo, asegurándose de que no resbalara sobre el suelo ligeramente cubierto de nieve. Juntos caminaron hacia los carruajes tirados por thestrals. El castillo se alzaba imponente en la distancia, iluminado por la cálida luz de las velas flotantes.
La cena en el Gran Comedor fue animada, con los estudiantes compartiendo anécdotas de las vacaciones y las expectativas para el nuevo trimestre.
Hércules y Walburga apenas probaron bocado, más concentrados en la conversación tranquila que mantenían con Alphard y Lucretia. Fue después del postre cuando Poppy se acercó a su mesa con una expresión serena pero determinada.
—Mañana pasen por la enfermería— les dijo en voz baja, mirando a Walburga y Hércules con seriedad —Quiero revisar cómo va todo.
Walburga asintió con un ligero rubor en las mejillas, mientras Hércules le dedicaba a Poppy una mirada agradecida. La sanadora en formación sonrió levemente antes de despedirse y dirigirse a la mesa de Ravenclaw. Ellos, por su parte, se pusieron de pie junto con otros estudiantes de Slytherin y se encaminaron hacia las mazmorras.
El ambiente en la sala común era acogedor, con la chimenea encendida y el sonido lejano del agua filtrándose por las paredes de piedra. Varios alumnos se reunieron en pequeños grupos, algunos revisando pergaminos, otros conversando en voz baja. Hércules y Walburga intercambiaron una mirada cómplice antes de ir juntos por las escaleras hasta la habitación de Walburga.
La luz de la lámpara junto a la mesita de noche proyectaba un resplandor cálido, haciendo que el ambiente se sintiera íntimo y seguro.
—¿Cómo te sientes?— preguntó Hércules mientras Walburga se sentaba en el borde de la cama, deslizándose con un suspiro entre las mantas.
—Cansada, pero bien— respondió ella, mirándolo con una pequeña sonrisa —No puedo creer que ya estemos de vuelta... y que mañana tenga que ir a la enfermería. Todo esto sigue sintiéndose tan irreal.
Hércules asintió y tomó una de sus manos entre las suyas.
—Pero lo estás haciendo increíblemente bien, Wally. Poppy solo quiere asegurarse de que todo esté en orden.
Walburga bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas y dejó escapar un suspiro, sintiendo una mezcla de miedo y emoción por lo que estaba por venir. Hércules, notando su expresión pensativa, se recostó a su lado, acomodándose sobre las almohadas.
—Lo que pasó en el tren...— comenzó ella después de un momento de silencio —¿Crees que Alphard y Abraxas...?
Hadrian sonrió con diversión.
—Creo que ni siquiera ellos saben lo que sienten. Pero está claro que algo hay.
—Eso pensé— murmuró Walburga, apoyando la cabeza en su hombro. Se quedó en silencio unos segundos antes de añadir en voz baja —Sí ellos no hacen algo, entonces yo los encerrare en algún lugar y no los dejare salir, hasta que se confiesen.
Hadrian presionó un beso sobre su cabello con ternura.
—Y yo te ayudaré.
Ella asintió con los ojos cerrados, sintiendo una paz. Poco a poco, el cansancio se apoderó de ellos, y sin darse cuenta, ambos cayeron en un sueño tranquilo, con las respiraciones acompasadas y la certeza de que, al menos por esta noche, todo estaba bien.
No fue necesaria la intervención de estos dos,
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Esa misma noche, al otro lado de la sala en común en las habitaciones de los hombres, Malfoy estaba al frente de la habitación de Alphard, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
—Voy a entrar— anunció con voz firme.
—Si te atreves, juro que te transformaré en hurón y te lanzaré al lago— respondió Alphard desde el otro lado de la puerta, pero la amenaza no tuvo el efecto deseado. Malfoy giró el pomo y entró sin más preámbulos.
El cuarto estaba tenuemente iluminado por la chimenea, y Alphard con los ojos hinchados de tanto llorar, estaba sentado al borde de su cama, con el cabello revuelto.
—¿Qué quieres, Malfoy?— preguntó con una mezcla de cansancio y exasperación.
Malfoy avanzó hasta quedar frente a él, sin romper el contacto visual. Durante todo el viaje en el tren había sentido esa extraña tensión entre ellos, una que se había intensificado hasta volverse insoportable. Y ahora, en la penumbra de la habitación, con la leña crepitando suavemente detrás, esa sensación se volvió abrumadora.
—Deja de evitarme— exigió Malfoy, su tono bajo pero cargado de una emoción contenida.
Alphard suspiró y apartó la mirada, fingiendo interés en una arruga imaginaria en su túnica.
—No sé de qué hablas— murmuró.
—Por supuesto que lo sabes— replicó Abraxas, avanzando un paso más —Lo que pasó en el tren, lo que ha estado pasando desde hace meses... No somos idiotas, Alphard. Y tampoco somos niños.
El silencio que siguió fue espeso, como si las palabras que ninguno de los dos se atrevía a decir flotaran en el aire entre ellos. Alphard cerró los ojos un instante, luchando con algo en su interior. Finalmente, dejó escapar un suspiro, se puso de pie, limpio sus lágrimas y quedando apenas a unos centímetros de Malfoy.
—Si no somos niños— dijo en voz baja —Entonces dime qué quieres que haga.
Abraxas se inclinó ligeramente, acercándose hasta quedar a la altura de Alphard. Con una suavidad inesperada, levantó una mano y le limpió las lágrimas con el pulgar, su toque cálido y delicado contrastando con la intensidad de la emoción en sus ojos.
Alphard sostuvo la mirada de Abraxas, sintiendo su respiración entrecortada. No tuvo tiempo de procesar nada más antes de que Malfoy se inclinara un poco más y presionara un beso suave contra sus labios. Fue un contacto ligero, apenas un roce, pero en ese instante todo lo demás pareció desvanecerse: el peso de sus propias dudas, la tensión que había cargado durante meses, incluso el frío de la mazmorra.
Cuando Abraxas se separó, con una expresión expectante pero contenida, Alphard tenía planeado que esto pasará en unas tres o cuatro semanas, pero ya que Malfoy estaba ay no desaprovecharía la oportunidad, se empinó sobre la punta de sus pies, rodeó el cuello de Abraxas con sus brazos y lo atrajo de vuelta a él, capturando sus labios en un beso más profundo, más desesperado.
Abraxas reaccionó al instante, deslizando sus brazos alrededor de la cintura de Alphard, acercándolo más a su propio cuerpo. El beso se volvió más intenso, cargado de todas las palabras que ninguno de los dos había dicho en voz alta, de todas las emociones que habían reprimido durante demasiado tiempo.
El calor de la chimenea crepitaba a su espalda, pero la verdadera calidez provenía del contacto entre ambos, de la certeza silenciosa de que esto, lo que estaban compartiendo en ese momento, era real.
Alphard rodeo la cadera de Malfoy con sus piernas, Abraxas sin pensar con claridad que era lo que estaba haciendo, lo llevo a la cama, Malfoy quedó encima de Black, pero al sentir que su entrepierna estaba apretada, decidió separarse, pero no pudo Alphard lo sostenía duro con sus piernas y brazos.
—¿Adonde vas Malfoy?— preguntó Alphard alzando una ceja.
—Al, suéltame... ¿Qué haces?— respondió Abraxas nervioso.
—Quiero que me folles— dijo con una tranquilidad.
Malfoy alzó una ceja.
—¿Que?
Black rodo los ojos.
—Que me folles, me cojas, me hagas el amor, tengamos sexo, que cul...
Abraxas lo interrumpió.
—Sí, ya entendí... ya entendí, pero no creo que eso sea lo correcto... ósea no todavía.
Alphard lo soltó, lo empujó y se levantó de la cama.
—Bien, entonces iré con Dolohov él quizás si quiera.
Antes de que Alphard pudiera dar un paso, Abraxas lo tomo del brazo y lo empujó a la cama él posicionándose encima del Black.
—¿Qué dijiste?
—Lo que escu...— Alphard no pudo terminar de hablar.
Malfoy lo coloco en cuatro, con un movimiento de su varita, quedaron desnudos, lanzó unos hechizos silenciadores y dejó su varita en la mesa, antes de que Alphard pudiera reaccionar, Abraxas ya lo estaba...
—ERES UN SALVAJE MALFOY— grito Black.
A pesar del dolor que sintió al inicio, Alphard tenía una sonrisa de satisfacción, tenia a Malfoy donde quiera.
Abraxas inicio las embestidas al principio fueron suaves, pero a medida que pasa a el tiempo aumento la velocidad, él se vino dentro de Alphard y Black manchó la cobija.
Al finalizar se derrumbaron en la cama, Malfoy no había querido salir de Alphard, por que quería una segunda ronda, pero él Black se quedó dormido y Abraxas un rato después también.
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Domingo 4 enero 1942
Walburga despertó, como siempre Hércules aún dormía, ella lo beso y unos segundos después Hércules empezó a corresponder el beso.
—Buenos días, amor— dijo Hércules aún adormilado.
—Buenos días, guapo— respondió Walburga dándole otro beso.
Esta ves fue más apasionado, Hércules la tomo de la cintura acercándola más a él, ella soltó un gemido, se besaron apasionadamente, después se dieron otros besos más.
Pero esta vez, algo no estaba bien...
Normalmente, Alphard ya los habría despertado para molestarlos.
—Alphard no ha venido— dijo Walburga deteniendo su sesión de besos.
Hércules apenas abrió un ojo.
—¿Y?
—Normalmente ya estaría molestándonos.
Hércules suspiró, claramente sin ganas de moverse, pero el tono de preocupación en su voz lo hizo incorporarse.
—Tal vez se quedó dormido.
—O tal vez está deprimido por lo de Malfoy— dijo Walburga, poniéndose de pie y ajustándose su túnica con rapidez.
Hércules se pasó una mano por el rostro, resignado.
—Está bien, vamos a buscarlo.
Ambos se escabulleron de la habitación y atravesaron la sala común de Slytherin con discreción.
Apenas había algunos alumnos despiertos, pero ninguno les prestó atención. Pasaron por los pasillos hasta llegar a la habitación de Alphard, en la zona de los dormitorios masculinos de cuarto año.
Walburga golpeó la puerta con insistencia.
—Alphard, despierta, ya es tarde.
Silencio.
Intercambió una mirada con Hércules antes de abrir la puerta sin esperar respuesta.
Y entonces, se congeló...
Hércules, que iba detrás de ella, abrió los ojos como platos.
En la cama, Alphard estaba enredado en las sábanas, con el cabello revuelto y el pecho descubierto. Y a su lado, con la misma falta de ropa y una expresión de fastidio, estaba Abraxas Malfoy.
El aire pareció desaparecer de los pulmones de Walburga. Su hermano menor, su Alphard, su niño, estaba en la cama con Malfoy.
Hércules reaccionó primero. Entró a la habitación, cerró la puerta de golpe y lanzó un "Muffliato" entre otros hechizos de privacidad para asegurarse de que nadie más oyera lo que estaba por venir.
Walburga ya estaba en llamas.
—¡TE VOY A MATAR, MALFOY!— rugió con tanta furia.