Impidiéndo el viaje de Harry
3 de julio de 2025, 13:29
Jueves 19 de septiembre 1996
El sexto año de Harry Potter en Hogwarts había comenzado con una sensación de inquietud que no podía sacudirse. La guerra contra Voldemort se intensificaba en el mundo mágico, y aunque Hogwarts seguía siendo un refugio, la sombra de la oscuridad se cernía sobre todos. Harry sabía que su papel en la lucha era crucial, pero también sentía el peso de las expectativas y los secretos que lo rodeaban.
Una tarde, después de una larga clase de Pociones con el profesor Slughorn, Harry fue llamado al despacho de Dumbledore. El director lo recibió con su habitual sonrisa tranquila, pero Harry notó algo diferente en su mirada, algo que parecía mezclar preocupación y determinación.
—Harry, siéntate— dijo Dumbledore, señalando una silla frente a su escritorio —Tengo algo para ti.
Harry se sentó, intrigado. Dumbledore abrió un pequeño cofre de madera tallada y sacó un collar de plata con un colgante en forma de reloj de arena. El objeto brillaba suavemente bajo la luz de las velas flotantes.
—Este collar es un objeto muy especial— explicó Dumbledore, pasándoselo a Harry —Te pido que lo lleves en todo momento. No lo quites bajo ninguna circunstancia.
Harry tomó el collar, sintiendo su peso frío en sus manos.
—¿Para qué es, Señor?— preguntó, mirando el colgante con curiosidad.
Dumbledore sonrió enigmáticamente.
—Es una medida de precaución, Harry. Hay fuerzas en juego que no podemos controlar por completo. Este collar te protegerá de... ciertas influencias indeseables.
Harry frunció el ceño, sintiendo que Dumbledore no le estaba diciendo todo. Pero sabía que el director rara vez daba explicaciones completas, así que asintió y se puso el collar alrededor del cuello. El metal frío se ajustó a su piel, y por un momento, sintió una leve vibración, como si el objeto estuviera vivo.
—Gracias, profesor— dijo Harry, aunque aún tenía muchas preguntas sin respuesta.
Dumbledore asintió.
—Ten cuidado, Harry. El camino que tienes por delante está lleno de peligros, pero confío en que sabrás tomar las decisiones correctas.
💛
Al salir del despacho de Dumbledore, Harry se dirigió con sus amigos Ron y Hermione a la cabaña de Hagrid.
Ron tocó la puerta de la cabaña de Hagrid con un golpe firme. Desde dentro, se escucharon los ladridos de Fang, seguidos por los pasos pesados de Hagrid acercándose a la puerta. Cuando esta se abrió, el rostro de Hagrid apareció, iluminado por la luz cálida de la chimenea que ardía en el interior.
—¡Harry! ¡Ron! ¡Hermione!— exclamó Hagrid, con una sonrisa amplia que iluminó su rostro —¿Qué hacen aquí tan tarde?
—Solo queríamos pasar a saludar— dijo Harry, sonriendo levemente —Y ver cómo estás.
Hagrid los hizo pasar con un gesto amable, y los tres amigos entraron en la cabaña, donde el calor del fuego los recibió como un abrazo. Fang se acercó a saludar, moviendo la cola con entusiasmo, y Ron se agachó para rascarle detrás de las orejas.
—Siéntense, siéntense— dijo Hagrid, señalando las sillas alrededor de la mesa —Les prepararé un poco de té.
Mientras Hagrid se ocupaba de la tetera, Harry notó que el medio gigante parecía más pensativo de lo habitual. Sus movimientos eran más lentos, y de vez en cuando lanzaba miradas furtivas hacia Harry, como si estuviera tratando de decidir algo.
—¿Estás bien, Hagrid?— preguntó Hermione, notando la expresión preocupada en su rostro.
—Sí, sí, todo bien— respondió Hagrid, aunque su tono no sonaba del todo convincente —Es solo que... bueno, hay cosas en el aire, ¿Saben? Cosas que no se pueden controlar.
Harry intercambió una mirada con Ron y Hermione. Sabía que Hagrid a veces era misterioso, pero esta vez parecía estar ocultando algo importante.
—¿A qué te refieres, Hagrid?— preguntó Harry, inclinándose hacia adelante.
Hagrid suspiró y se sentó en una de las sillas, que crujió bajo su peso. Miró a Harry directamente a los ojos, con una expresión seria que rara vez mostraba.
—Escucha, Harry— comenzó, con un tono más grave de lo habitual —Hay cosas que están fuera de nuestras manos. Cosas que ni siquiera Dumbledore puede controlar por completo. Y tú... bueno, tú tienes un papel importante en todo esto.
Harry sintió un nudo en el estómago.
—¿Qué quieres decir?
Hagrid miró hacia la chimenea, como si buscara las palabras correctas —Solo quiero que tengas cuidado, Harry. No hagas estupideces. Mantén ese collar puesto, ¿Entendido? No importa lo que pase, no te lo quites.
Harry tocó instintivamente el collar que llevaba alrededor del cuello, sintiendo su frío metal bajo sus dedos.
—¿Por qué? ¿Qué pasa con este collar?
Hagrid negó con la cabeza.
—No puedo decirte más, Harry. Solo confía en mí. Y en Dumbledore. Él sabe lo que hace.
Ron y Hermione intercambiaron miradas de preocupación, pero no dijeron nada. Sabían que presionar a Hagrid no serviría de nada; si no quería hablar, no lo haría.
—Está bien, Hagrid— dijo Harry finalmente —Tendré cuidado.
Hagrid asintió, aunque su expresión seguía siendo preocupada.
—Eso es lo que me gusta oír. Ahora, ¿Quién quiere un poco de pastel?
A pesar de la tensión en el aire, los tres amigos aceptaron el pastel, sabiendo que era la forma de Hagrid de cambiar de tema. Mientras comían, Harry no pudo evitar preguntarse qué era lo que tanto preocupaba a Hagrid y a Dumbledore. ¿Qué fuerzas estaban en juego? Y, sobre todo, ¿Qué tenía que ver él con todo eso?
💛
Esa noche, después de dejar la cabaña de Hagrid, Harry se sintió más inquieto que nunca. Decidió dar un paseo por los terrenos del castillo para despejar su mente. El aire fresco de la noche lo ayudó a relajarse un poco, pero no pudo sacudirse la sensación de que algo grande estaba por suceder.
Mientras caminaba cerca del lago, se encontró con Ginny Weasley. Ella estaba sentada en una roca, mirando el reflejo de la luna en el agua. Al ver a Harry, sonrió y le hizo un gesto para que se acercara.
—¿Qué haces aquí tan tarde?— preguntó Harry, sentándose a su lado.
—Pensando— respondió Ginny, con un tono suave —A veces es bueno salir y estar solo con tus pensamientos.
Harry asintió, sintiendo que entendía perfectamente lo que ella quería decir. Durante un rato, estuvieron sentados en silencio, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Pero pronto, la conversación se volvió más íntima, y Harry sintió que necesitaba distraerse de todo lo que había estado en su mente.
En un momento de conexión, Harry y Ginny se acercaron y compartieron un beso apasionado. Harry la tomo de la cintura y la acerco más a él, se separaron por falta de aire.
Con un movimiento Harry logro poner a Genny debajo de él con la piernas abiertas. Ginny se estremeció bajo el peso de Harry, su mirada llena de deseo y diversión. Sin embargo, cuando sintió sus labios descender nuevamente hacia los suyos, una chispa de realidad la golpeó.
—Harry, detente— susurró, colocando una mano sobre su pecho.
Harry frunció el ceño, su respiración aún agitada.
—¿Qué pasa?
Ginny desvió la mirada, mordiendo su labio con nerviosismo.
—Si Ron nos ve así, te matará.
Harry soltó una risa seca.
—Solo estoy besando a mi novia.
Ginny tragó saliva y apartó la vista nuevamente, lo que encendió una alarma en la mente de Harry.
—Ginny— su voz bajó en intensidad, ahora teñida de sospecha —¿Qué pasa?
Ella titubeó.
—Nada...
Harry se apartó levemente, mirándola con más atención.
—Aún no has terminado con Dean, ¿Verdad?
El silencio de Ginny fue suficiente respuesta.
Harry sintió una punzada de enojo y decepción.
—¿Y tienes el descaro de besarme?
Ginny resopló y cruzó los brazos.
—En mi defensa, tú me besaste primero.
—Y tú lo correspondiente, pensé que ya habías terminado con él— soltó Harry con dureza.
Ginny chasqueó la lengua, mirándolo con desafío.
—Lo iba a hacer, pero no tuve tiempo.
—¡No tuviste tiempo!— repitió Harry con incredulidad —¡Vamos, Ginny, solo tenías que hablar con él!
Ella se puso de pie, sacudiéndose la tierra de su falda.
Harry se levantó también, pasándose una mano por el cabello con frustración.
—¿Sabes qué? Olvídalo.
Se giró con intención de marcharse. El collar de Dumbledore había caído de su cuello sin que él lo notara. Ginny tampoco le prestó atención mientras lo veía alejarse con pasos pesados hacia la torre de Gryffindor.
Dean se acerco a Genny por detrás.
— Así que era Potter con él que me engañabas—
Genny se gira para mirarlo a la cara...
💛
Cuando Harry llegó a su dormitorio, su humor seguía siendo oscuro. Se dejó caer sobre su cama sin molestarse en ponerse la camiseta de la pijama.
Seamus, que estaba acostado en la cama de al lado, se removió y lo miró con curiosidad.
—Eh, Harry, ¿Tienes el Mapa Merodeador?
Harry se giró para mirarlo —Sí, ¿Por qué?
—¿Puedes buscar a Dean? Necesito hablar con él.
Harry suspiró, pero sacó el mapa de su baúl y lo extendió sobre su cama.
—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas— murmuró, viendo cómo las líneas del castillo aparecían en la superficie.
Sus ojos recorrieron los pasillos hasta encontrar el nombre de Dean Thomas. Sus cejas se fruncieron cuando vio que Dean iba de camino a la sala común... y que Ginny Weasley iba detrás de él.
Un escalofrío de ira recorrió a Harry. Cerró los ojos un momento, tratando de calmarse. "No es mi problema", se dijo, pero no podía ignorar la punzada de traición que lo atravesó.
Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar de alguna manera... todo se desmoronó.
El aire a su alrededor cambió. Un cosquilleo extraño recorrió su piel, y una sensación de mareo lo invadió. La habitación pareció volverse borrosa, como si se estuviera hundiendo en un remolino invisible.
—¿Qué demonios...?
Harry sintió cómo su cuerpo era arrastrado por una fuerza invisible. Intentó moverse, pero su visión se nubló por completo. Un sonido similar al aleteo de cien aves llenó sus oídos, y luego... nada.
Un instante después, la cama de Harry Potter estaba vacía.
💛
Una hora después, la oficina de Dumbledore estaba sumida en el caos.
Sirius Black caminaba de un lado a otro como un león enjaulado, su expresión llena de furia y desesperación.
—¡¿Cómo que Harry desapareció?!— bramó, golpeando con ambas manos el escritorio del director.
Dumbledore, sentado con una calma que contrastaba con la tempestad en la oficina, entrelazó las manos y lo miró con serenidad.
—Ha ocurrido algo inesperado, Sirius— dijo simplemente.
—¡No me vengas con esa basura de inesperado! ¡Mi ahijado ha desaparecido!— Sirius estaba rojo de la ira —¡Exijo saber qué demonios hiciste, Dumbledore!
Remus Black de soltero Lupin, que había estado junto a Regulus Black cerca de la chimenea, dio un paso al frente e intentó calmarlo.
—Amor, gritar no nos traerá respuestas. Dumbledore... ¿sabes dónde está Harry?
Regulus, con los brazos cruzados, miraba al director con una expresión tensa. Su hermano podía ser explosivo, pero él prefería observar y analizar antes de sacar conclusiones.
—Sí— respondió Dumbledore con tranquilidad.
El silencio cayó sobre la oficina.
—¿Qué?— preguntó Ron con incredulidad —¿Entonces por qué demonios no nos lo dice?
Hermione, que había estado mordiéndose las uñas nerviosamente, miró a Dumbledore con súplica.
—Profesor, por favor... tenemos que traerlo de vuelta.
—Harry está en un lugar seguro— dijo Dumbledore —No puedo decir más por ahora.
—¡No me vengas con tus misterios, Dumbledore!—rugió Sirius —¡Si sabes dónde está, tráelo de vuelta ahora!
—No puedo— respondió Dumbledore, su tono firme.
Aunque la realidad era que no quería...
Hizo lo que pudo para que esto no pasará, pero ya que paso tenía la esperanza de que está vez las cosas fueran diferentes.
Además no sabía cómo reaccionarían los Black al enterarse que Harry viajó al paso y que era cercano a Walburga de echo MUY MUY cercano.
—¡Por supuesto que puedes!— Sirius lo señaló con el dedo acusadoramente —¡Pero no quieres!
—Confía en mí, Sirius— dijo Dumbledore —Esto es algo que debía ocurrir.
—¡Al diablo con tu confianza!— Sirius hizo ademán de sacar su varita, pero Regulus lo sujetó del brazo.
—Cálmate, Sirius— murmuró su hermano —Si Harry se fue, tuvo que haber una razón...
—La razón es que no llevaba puesto el collar— intervino Hagrid de repente, su voz retumbando en la habitación.
Ginny, que hasta ese momento había estado callada, sintió una punzada de culpa en el pecho. Fue en el lago cuando...
—¡¿Qué collar?!— preguntó Neville, que estaba tan confundido como Seamus, quien miraba a todos con los ojos abiertos como platos.
Dumbledore se aclaró la garganta.
—Le entregué a Harry un collar especial. Era una medida de seguridad. Si lo hubiera llevado puesto, no habría desaparecido.
Sirius apretó los puños con fuerza.
—¡¿Y no te aseguraste de que lo tuviera puesto?!
—No puedo controlar cada decisión que toma Harry— respondió Dumbledore, sin inmutarse —Ni quiero hacerlo.
—¡Esto es una locura!— exclamó Dean, que hasta ese momento había estado en silencio, con el ceño fruncido —¡Mientras ustedes hablan de collares y desapariciones, el idiota de Potter estaba besándose con MI novia!
Todos dirigieron su mirada a Ginny.
Ron se puso rígido como una tabla.
—¿QUÉ?!— explotó, mirando a Ginny con una expresión de completa traición —¡Me estás diciendo que Harry y tú...!
Ginny evitó su mirada, sintiendo que se hundía en la vergüenza.
—¡Desaparece después de meterse con mi novia!— gruñó Dean —¡Que conveniente!
—No es el momento para hablar de esto— dijo Hermione, con una mirada afilada hacia Dean —Hay cosas más importantes en juego.
—¡Tal vez para ti, pero para mí no!—Dean le devolvió la mirada con furia —¡Tu amigo se ha estado besando con Ginny cuando ella todavía estaba conmigo!
Sirius resopló con impaciencia.
—¡Demonios, tenemos un problema mucho más grave aquí que un tonto triángulo amoroso!
—Sirius tiene razón— dijo Regulus —Harry desapareció. Eso es lo único que importa ahora.
Ron, que estaba rojo de la rabia, señaló a su hermana con el dedo.
—¡Y tú, mejor aléjate de mí ahora mismo, Ginny! ¡No quiero hablar contigo nunca más!
—¡Ron...!
—¡No!— la interrumpió él —¡No quiero escuchar excusas!
Ginny sintió un nudo en la garganta.
—Se acabó la discusión— intervino Remus, su tono firme pero calmado —Lo importante es traer de vuelta a Harry.
Sirius miró nuevamente a Dumbledore —Si no lo traes de vuelta, lo haré yo mismo.
Dumbledore suspiró, pero no dijo nada.
En medio del caos en la oficina de Dumbledore, una voz tranquila pero firme se alzó por encima de las discusiones. Todos se giraron hacia la fuente del sonido, sorprendidos al ver a Luna Black, la hija de Regulus y Pandora Black, que hasta ese momento había permanecido en silencio en un rincón de la habitación.
Con su cabello negro y liso, y sus ojos azules que reflejaban una calma inquietante, Luna se levantó de su asiento y caminó hacia el centro de la habitación.
—Solo diré dos cosas— comenzó Luna, con una voz suave pero cargada de autoridad.
—La primera: Dean, si fueras un mejor novio en todos los sentidos, Ginny no hubiera buscado refugio en otro hombre. En conclusión, Harry no se hubiera ofrecido como ese refugio— dijo, mirando directamente a Dean con una expresión que no dejaba lugar a dudas.
Dean abrió la boca para protestar, pero Luna levantó una mano para silenciarlo, continuó con un tono casi filosófico.
—Me sorprende que hasta ahora te hayas dado cuenta.
La habitación quedó en silencio por un momento, mientras todos procesaban las palabras de Luna. Ginny bajó la mirada, sintiendo una mezcla de vergüenza y gratitud. Dean, por su parte, se quedó boquiabierto, sin saber cómo responder.
Luna luego se giró hacia Dumbledore, con una mirada que combinaba respeto y desafío.
—Y segundo: si usted, señor director, no nos va a ayudar a encontrarlo, entonces iré a la biblioteca. A ver si encuentro respuestas en los libros.
Si decir nada más o esperar respuesta salió de la oficina en dirección a la biblioteca.
Aunque tal vez debió haber ido a la de la Mansión Black y no a la de Hogwarts.
💛
Viernes 19 de septiembre de 1941
Harry despertó con un dolor punzante en la cabeza. El mundo a su alrededor era borroso, sin forma ni color definido. Parpadeó varias veces, tratando de enfocar su visión, pero sin sus gafas, todo parecía una mancha difusa. Escuchó voces a su alrededor, murmullos que no podía distinguir claramente. Sintió que estaba acostado en una cama, y el olor a pociones y hierbas medicinales le indicó que estaba en la enfermería.
—Hermione— murmuró, con la voz ronca —¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?
Las voces a su alrededor se detuvieron por un momento, y luego alguien se acercó. Harry notó una figura borrosa moviéndose cerca de él.
—¿Hermione?— preguntó la voz, que no era la de Hermione, pero tenía un tono familiar —¿Quién es Hermione?
Harry frunció el ceño, confundido —¿Ron? ¿Eres tú? Tuve un sueño raro... había una mujer que se parecía mucho a la loca del retrato... ya sabe la de la casa... — dijo, refiriéndose a Walburga Black —Un rubio... oxigenado igual de arrogante que Malfoy— agregó, pensando en Abraxas —Y también... no se creo que vi... vi al loco de Tom— continuó, riéndose un poco —¡Y a Dumbledore más joven! Fue muy extraño.
Las personas a su alrededor guardaron silencio, y Harry sintió que algo no estaba bien. Entonces, alguien le colocó algo en la nariz. Sus gafas. Las ajustó y, de repente, el mundo se volvió claro.
Lo primero que vio fue a Walburga Black, de pie junto a su cama, con una expresión de curiosidad y un poco de preocupación.
A su lado estaba Abraxas Malfoy, con esa mirada arrogante que tanto le recordaba a su Malfoy.
Un poco más atrás, Tom Riddle lo observaba con una sonrisa fría y calculadora.
Al fondo, un joven Albus Dumbledore, con el pelo rojizo y la barba más corta, lo miraba con interés. Entre otras personas que no reconoció.
Harry se quedó paralizado por un momento, sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones.
—No... no era un sueño, ¿verdad?— murmuró, con los ojos abiertos de par en par.
Walburga cruzó los brazos, mirándolo con escepticismo.
—¿Y quién es Hermione? ¿Y Ron? ¿Son amigos tuyos?
Harry tragó saliva, sintiendo que el mundo se desmoronaba a su alrededor.
—Sí... son mis amigos— dijo, con voz temblorosa —Pero... ¿Dónde estoy? ¿Qué año es?
Tom Riddle se acercó un poco más, con esa sonrisa que ahora le parecía más siniestra que nunca.
—Estás en Hogwarts, en el año 1941— dijo, con un tono que parecía disfrutar de la confusión de Harry.
Harry sintió que el corazón le latía con fuerza.
—1941...— repitió, como si no pudiera creerlo —Pero eso es imposible. Yo estaba en 1996...
Abraxas soltó una risa burlona —1996, ¿Eh? ¿Y cómo llegaste aquí? ¿Usaste una máquina del tiempo?
Harry lo miró con frustración.
—No lo sé. Estaba en mi cama, usando el Mapa del Merodeador, y de repente... una luz brillante, y aquí estoy.
Walburga lo estudió con atención, como si estuviera tratando de descifrar un enigma.
—El Mapa del Merode... ¿Qué es eso?
Harry se dio cuenta de que había dicho demasiado, trato de calmarme y pensar que hacer.
¿Qué haría Ron si estuviera en mi situación... No, Ron no... Hermione?... No hablar demás cosa que ya hice... Tratare de no dar más información y de calmarme... solo estoy más de cinco décadas atras... nada que no se pueda solucionar.
Salió de sus pensamientos cuando vio que el mapa lo tenía un niño de ojos grises cabello negro rizado el cual se parecía mucho a su padrino.
—Ese es el mapa merodeador— dijo señalándolo tratando de controlar su emociones revueltas, por que no estaba en su época y seguro si Hermione o Luna se enteran que estuvo en el pasado y lo alteró. Lo matan.
Orión miro el pergamino en sus manos.
—Es muy interesante te dice quienes están el castillo y donde, miren a qui estamos nosotros, en la enfermería, esto es genial.
—Sí que bonito pero me encantaría saber ¿Cuál es el nombre del muchacho del futuro?— dijo el hombre que según Harry tenía cara de director.
Orión contesto por Harry aún observando el mapa con admiración.
—Harry Potter.
—Gracias joven Black, pero quiero saber su nombre completo así podremos hacer lo posible para que no se encuentre con su familia, de esta época y altere el futuro... más de lo que ya lo hizo...
Harry suspiro.
—Harry James Potter Evans adoptado por un Black.
Los tres Black presentes lo miraron con sorpresa.
—¡BLACK— dijeron al unísono.
Alphard fue el primero en recomponerse.
—¿Eres el futuro Lord Black?
—No esa será... otra persona, yo solo soy el Lord Potter.
—Ah.
—Puedo pregunta ¿Cómo Llegaste?— preguntó Dumbledore.
—No lo sé señor yo solo estaba en mi cama, buscando a un... compañero con el mapa y de repente ¡Puf! Salí en él lago— se encogió de hombros —Pero ella estaba ay quizá sepa algo o hizo algo— dijo señalando a Walburga.
La señalada solo esquivo la mirada del director y el profesor Dumbledore.