ID de la obra: 322

El Ritual Del Tiempo

Mezcla
R
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1
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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planificada Mini, escritos 38 páginas, 4 capítulos
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Entre Pactos y Promesas

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Sábado 21 septiembre 1996 La biblioteca de Hogwarts seguía siendo el centro de operaciones para la búsqueda de Harry. Los estudiantes, profesores y miembros de la Orden del Fénix trabajaban incansablemente, revisando cada libro, pergamino y pista que pudiera llevarlos a una solución. La tensión en el ambiente era palpable, pero también había un sentido de unidad que rara vez se veía en Hogwarts. Ron estaba sentado en una mesa, rodeado de montañas de libros, cuando vio a Draco Malfoy entrar en la biblioteca. Con una expresión de sorpresa y desconfianza, Ron lo miró fijamente. —¿Qué haces aquí, Malfoy?— preguntó Ron, con un tono que dejaba claro que no estaba del todo contento con su presencia. Draco, con su habitual aire de superioridad, se acercó a la mesa y dejó caer un par de libros antiguos sobre ella. —Estoy aquí para ayudar a buscar información, para el regreso de Potter— dijo Draco, con una voz fría pero decidida. Ron arqueó una ceja, claramente escéptico. —¿Y por qué harías eso? No es como si te importara Harry. Draco lo miró directamente a los ojos. —Porque el Señor Oscuro me lo ordenó— dijo, con una voz que no dejaba lugar a dudas. Pero la verdad era diferente. No lo hacía por Voldy, ni por órdenes. Lo hacía porque extrañaba a Harry. Porque, aunque nunca lo admitiría en voz alta, había algo en esa rivalidad, en esas batallas constantes, que le daba un propósito. Hogwarts sin Potter no se sentía igual. Ron se quedó sin palabras por un momento, pero antes de que pudiera responder, Luna, que estaba sentada en otra mesa, intervino. —Déjalo, Ron— dijo Luna, con su habitual tono calmado —Lo importante es que está ayudando. Y entre más seamos, mejor. Ron frunció el ceño, pero finalmente asintió, Hermione, por su parte, le lanzó una mirada analítica a Draco antes de volver a su lectura. No podían negar que necesitaban toda la ayuda posible, incluso si venía de Draco Malfoy. Mientras tanto, Neville se acercó a Luna, quien llevaba horas sin descansar, con los ojos cansados y el rostro pálido. Neville la miró con preocupación. —Princesa, debes dormir un poco— dijo Neville, con una voz suave pero firme —Aunque sea solo un rato. Luna negó con la cabeza. Neville le dio un beso en la comisura de los labios un gesto rápido pero lleno de ternura. —Si no descansas, no vas a pensar con claridad. Ella suspiró y asintió. Sabía que su Nev tenía razón. No podía seguir así, agotándose hasta el límite. —Ven, te acompaño— dijo Neville, tomando su mano con delicadeza. Mientras tanto, en otra mesa de la biblioteca, Regulus que estaba sumergido en un libro antiguo, quedó en shock al presenciar la escena. Sus ojos se abrieron de par en par y, sin darse cuenta, dejó caer el libro que tenía en las manos con un fuerte tum. El ruido despertó a Sirius, quien dormitaba con la cabeza apoyada en la mesa. —¿Qué pasó?— preguntó Sirius, sobresaltado —¿Llegó Harry? Remus, que estaba sentado al lado de Sirius, respondió con una sonrisa cansada. —No, todavía no. Pero parece que Reggi acaba de descubrir algo impactante. Regulus miró a su hermano con una expresión de incredulidad. —Sirius... mi niña... tiene... novio. Sirius parpadeó, procesando la información por un momento. Los dos hermanos comenzaron a hacer un drama exagerado, lamentándose de cómo el tiempo pasaba demasiado rápido y cómo Luna ya no era la niña pequeña que solía ser. —Chicos, creo que es suficiente— dijo Remus, con una sonrisa —Neville es un buen chico. Deberían estar felices por ella. Sirius y Regulus se miraron, y después de un momento, ambos asintieron. Sabían que Remus tenía razón, pero eso no significaba que no pudieran seguir haciendo un poco de drama por diversión. 💛 La cabaña del guardián de las llaves y terrenos de Hogwarts estaba iluminada por una tenue luz de velas y el crepitar del fuego en la chimenea. A pesar del calor del hogar, la atmósfera en el interior era pesada, llena de incertidumbre y preocupación. Hagrid se paseaba de un lado a otro, su gran figura proyectando sombras inquietantes en las paredes de piedra. —¡No lo entiendo, Dumbledore! ¿Cómo podemos quedarnos de brazos cruzados mientras Harry sigue atrapado en el pasado? ¡Es nuestro deber ayudarlo! Dumbledore, sentado en una de las sillas reforzadas para soportar el peso de Hagrid, observó el fuego con una expresión serena pero enigmática. —Hagrid— dijo con su tono tranquilo y pausado —Sabes tan bien como yo que hay fuerzas en juego que nos impiden intervenir directamente. Hagrid bufó, su barba temblando con la furia contenida. —¡Por ese bendito pacto!— gruñó —¡Nunca debí aceptar algo así! ¡Si tan solo supiera cómo romperlo! —No podemos Hagrid y lo sabes. En realidad, Dumbledore no tenía ningún Pacto Increblantable. La verdad era que, por primera vez en mucho tiempo, sentía que las cosas podrían salir bien sin su intervención directa. Había visto cómo Harry había crecido, cómo había enfrentado desafíos que ni siquiera él habría podido superar a su edad. Tal vez, esta vez, Harry no necesitaba que lo rescataran. Tal vez, esta vez, Harry encontraría su propio camino y felicidad. Tal vez, esta vez las cosas saldrían bien. Pero no podía decírselo a Hagrid. No podía explicarle que, a veces, la mejor manera de ayudar era no hacer nada. Hagrid no lo entendería. Su corazón era demasiado grande, su amor por Harry demasiado profundo. 💛 Domingo 21 septiembre 1941 Hércules apenas comenzaba a despertar cuando sintió unos labios suaves contra los suyos. —Mmm... creo que me puedo acostumbrar a esto— murmuró con una sonrisa somnolienta. Walburga sonrió contra sus labios antes de besarlo de nuevo, esta vez con un poco más de intensidad. Hércules sintió un cosquilleo recorrerle la espalda y deslizó una mano hasta la cintura de ella, disfrutando del momento. Pero la tranquilidad no duró mucho. —¡BUENOS DÍAS! ¡LLEGÓ POR QUIEN LLORABAN! Hércules y Walburga se separaron de golpe al escuchar la dulce voz de Alphard. El joven Black entró en la habitación con una teatralidad exagerada, posando dramáticamente en la puerta. —¡Walburga! ¿Acaso no te dije que soy demasiado joven para ser tío? ¡Apenas tengo trece añitos!— exclamó, llevándose una mano al pecho como si estuviera a punto de desmayarse. Para darle más efecto a su dramatismo, se dejó caer al suelo como si hubiera recibido una noticia fatal. Harry sintió que el calor subía rápidamente a su rostro. No estaba haciendo nada malo... pero aun así, la mirada burlona de Alphard lo hacía sentir como si lo hubieran atrapado en un crimen. Walburga, por su parte, rodó los ojos con fastidio y tomó la almohada más cercana para lanzársela a su hermanito. —¡No seas dramático, Alphard! No ves que tenemos la ropa puesta. La almohada voló por la habitación y golpeó a Alphard en la cara. Sin embargo, en lugar de callarse, el chico se llevó una mano al pecho con aún más dramatismo. —¡Sí, pero él no tiene camisa!— señaló a Hadrian con el dedo, su expresión de falso escándalo solo aumentando la vergüenza del ex Gryffindor. Harry se miró rápidamente y, efectivamente, no llevaba camisa. Se pasó una mano por la cara y dejó escapar un suspiro. —Merlín, dame paciencia...— murmuró, mientras Walburga soltaba una risa divertida. Alphard se puso de pie de un salto y se acercó a la cama con una sonrisa astuta. —Tranquilo, Hércules, que a este ritmo, para la Navidad ya serás oficialmente parte de la familia. Hércules se atragantó con su propia saliva. —¡Fuera de aquí, Alphard!— dijo Walburga, lanzándole otra almohada. Walburga suspiró y se volvió hacia Hércules, quien todavía estaba sonrojado pero sonriendo. —Lo siento por él...— dijo Walburga, acariciando la mejilla de Harry —Alphard siempre ha sido un poco... Hércules se encogió de hombros, todavía riéndose un poco. —No importa. Es divertido, en realidad. Walburga sonrió y se inclinó para besarlo de nuevo, pero esta vez con más suavidad. —Bueno, ahora que estamos solos de nuevo... ¿Qué tal si continuamos donde lo dejamos? Hadrian no necesitó más invitación. Se acercó a Walburga, sintiendo cómo el mundo a su alrededor desaparecía por un momento. Sabía que su situación era complicada, que no pertenecía a este tiempo, pero en ese instante. TODO LO QUE IMPORTABA ERA ella. Mientras tanto, fuera de la habitación, Alphard se apoyó contra la pared con una sonrisa satisfecha. Sabía que su hermana y Harry tenían algo especial, y aunque le encantaba molestarlos, en el fondo estaba feliz por ellos. Después de todo, en un mundo lleno de caos y oscuridad, encontrar un poco de luz era algo que todos necesitaban. Con un último vistazo a la puerta cerrada, Alphard se alejó silbando una melodía, listo para enfrentar el día con su habitual energía y sentido del humor... 💛 A los diez minutos iba de regreso a la habitación con más ropa para él chico del futuro y un recado del profesor de posiciones. —¿Me vio cara de lechuza, él anciano?— murmuró Alphard con cara indignada. Al entrar a la habitación dijo —¿Chicos tengo cara de... La escena frente a él era... Walburga tenía las piernas abiertas y Harry estaba encima de ella, sus cuerpos tan juntos como les era posible, los labios del chico del lago devoraban los de su hermana con una intensidad, Wally tenía las manos entrelazadas en el cuello de Hércules, mientras él las tenía en la cintura tratando de hacerla más como si eso fuera posible. La escena era tan íntima que Alphard sintió que el tiempo se detenía por un segundo. Si no hubiera entrado en ese momento, probablemente "Ya sería tío". Penso él Black. Harry con el cabello más alborotado de lo normal y los labios hinchados, levantó la cabeza lentamente encontrándose con la mirada horrorizada de Alphard. Walburga, debajo de él tenía las mejillas encendidas y una cara que prometía "Asesinato inmediato". La habitación quedó en silencio por unos segundos que pareció una eternidad. Alphard fue el primero en recuperarse, carraspeo. —¡Uy, qué pena interrumpir! Pero traigo ropa y un mensaje. Hércules cerro los ojos con resignación y apoyo su frente en el cuello de Walburga. —Horace dice que te espera en la oficina del director para que presentes unos exámenes— continúo Alphard dejando la ropa en el sofá y agregó —Perdón por interrumpir tu desayuno ¡Querido Hér! Antes de que su hermana le lanzara algo más grande y peligroso que una almohada salió corriendo de la habitación, ya afuera y la puerta cerrada gritó. —RECURDA QUE HOY NOS VEMOS CON NUETROS PADRES EN HOSMEADE... Harry levantó la cabeza. —Bien eso quiere decir que yo iré a prestar los exámenes y nos vemos en la noche. Walburga hizo una sonrisa traviesa. —Tú desayuno se enfrió, pero después puedes cenar. —No es mala idea— dijo dándole un beso tierno y dulce. Harry suspiró y se levantó de la cama, tomando la ropa que Alphard había dejado. Walburga se levantó también y se acercó a él, ajustándole el cuello de la camisa con un gesto cariñoso. Mientras Harry se vestía, Walburga lo observaba con una sonrisa juguetona. Sabía que su relación con Harry era complicada, pero también sabía que no podía evitarlo. Él la hacía sentir viva y eso era algo que... NO ESTABA DISPUESTA A PERDER. Hércules se dirigió a la dirección con paso firme, pero por dentro sentía una mezcla de fastidio y resignación. No era que le molestara demostrar sus conocimientos, sino que la cantidad de exámenes que le habían impuesto lo hacía sentir como si estuviera repitiendo Hogwarts en un solo día. 💛 Al llegar, el director y los profesores ya lo esperaban. Horace Slughorn le dirigió una sonrisa afable mientras le indicaba que tomara asiento. —Bien, Hércules, nos aseguraremos de que tus conocimientos sean adecuados para el nivel en el que se te ha colocado —dijo Dippet con tono neutral —Profesor Slughorn, puede empezar con su evaluación. Slughorn asintió con entusiasmo y colocó varios ingredientes en la mesa. —Bien, muchacho empecemos. Después de varias horas de exámenes escritos, orales y prácticos, se sintió satisfecho con los resultados. Cuidado de Criaturas Mágicas: E Tenía la mejor maestro. Hagrid. Defensa Contra las Artes Oscuras: E Tuvo varios profesores pero sin duda él que más ayudo fue Remus y aun que no lo admitiría, Barty Jr. también fue un buen profesor. Adivinación: A No sabe cómo saco una A, invento la mayoría de las cosas. Pociones: E Bueno Snape no fue tan mal profesor. Transformaciones: S Añoró las lecciones de Minnie.  Encantamientos: S También extraño al profesor Flitwick.  Historia de la magia: A Respondió sobre la Rebelión de los Duendes de 1612, evitando mencionar que en el futuro seguían en huelga.  Herbología: S Recordó a la profesora Sprout y sus clases en el invernadero. Astronomía: S Identifico constelaciones con precisión, aunque la Constelación de Sirius y Regulus le provocó una punzada de nostalgia.  Al terminar, Slughorn lo felicitó con una palmada en la espalda. —¡Excelente trabajo, Hércules! ¡Un verdadero talento de Slytherin!— Harry sonrió por cortesía, pero su mente estaba en Walburga, que estaba haciendo su Reina. 💛 En Hogsmeade, Walburga y Alphard caminaban por la calle principal, dirigiéndose al punto de encuentro con sus padres. —Oye, Wally— dijo Alphard con una sonrisa burlona —¿Le vas a contar a mamá y papá que tu desayuno casi se convierte en un banquete completo? Walburga le lanzó una mirada asesina. —Alphard, te juro que si sigues hablando de eso, voy a probar cuántos días puedes sobrevivir sin tu lengua. —Solo digo, deberías disfrutar tu tiempo con Hércules, nunca sabes cuánto durará... Walburga no respondió, porque en ese momento vieron a sus padres esperándolos en un café. Su madre, Irma, lucía impecable como siempre, mientras que su padre, Pollux, tenía una expresión severa. —Llegan tarde— fue lo primero que dijo Pollux al verlos. —Nos entretuvimos en el castillo— respondió Walburga con indiferencia mientras se sentaban. La supuesta reunión, para celebrar el cumpleaños de Alphard (que cumpliría 14 al día siguiente) era una farsa.  Irma sonrió con rigidez antes de posar su mirada en su hija. —Wally, este año es crucial para ti— Walburga se tenso, su madre rara vez usa su apodo y cuando lo hacia nada bueno pasaba. —Como sabes, si no encuentras un candidato adecuado antes de que termine el curso, el próximo año te...  comprometeremos con tu primo Orión— continuo Irma como si nada. Walburga sintió que la sangre se le helaba. —¿¡Qué!?— exclamó con incredulidad —¡Orión es un niño! ¡TIENE 12 AÑOS! —¡Es un Black!— rugió Pollux, golpeando la mesa —Y tú cumplirás con tu deber. Alphard, con una sonrisa forzada, interrumpió. —¡Vamos, papá! ¿Quién querría casarse con Orion? Hasta su lechuza lo evita. Pollux lo fulminó con la mirada, pero Irma siguió. —La decisión está tomada. Aprovecha este año para despedirte de tus caprichos. Además no se trata de lo que quieres, Walburga. Es el deber de nuestra familia. Si encuentras un candidato aceptable este año, no habrá compromiso con Orión. Pero si no lo haces, la decisión ya está tomada. El resto del día continúo, aunque el humor de Walburga estaba arruinado. Alphard, trató de mantener la conversación ligera, bromeando de vez en cuando. 💛 Hércules salió de la dirección con una mezcla de cansancio y satisfacción. A pesar del agotamiento de los exámenes, le reconfortaba saber que sus conocimientos eran más que suficientes para esta época. Justo cuando giraba por un pasillo, se encontró con Abraxas Malfoy, quien lo observó con una ceja en alto. —Hércules, ¿Qué tal tu día?— preguntó con su usual tono despreocupado, aunque había un brillo curioso en su mirada. —Interrogatorios, pruebas y demasiadas preguntas— respondió Hércules con un suspiro. Abraxas soltó una risa baja mientras comenzaban a caminar juntos por los pasillos de Hogwarts. —Bienvenido a la vida de un Black— comentó con ironía —Aunque supongo que ya estás acostumbrado a eso. Hércules solo asintió. Su mente estaba en otra parte o más bien en alguien más. 💛 Mientras tanto, Walburga y Alphard caminaban de regreso al castillo en completo silencio. El peso de la conversación con sus padres aún colgaba en el aire, envolviendo a Walburga en una nube de rabia y frustración. Fue Alphard quien finalmente rompió el silencio. —Verás que si le preguntas a Hércules con quién estás casada en el futuro, dirá que con cualquiera menos Orión— dijo con una sonrisa burlona, intentando aliviar la tensión. Walburga bufó. —Claro, le diré: "Oye, chico del futuro, ¿con quién estoy casada?" Pero antes de que pudiera soltar una carcajada irónica, una voz los interrumpió. —Con... Orión. La voz de Hércules sonó con una tristeza palpable y la respiración entrecortada. Walburga se detuvo en seco y se volteó con incredulidad. —¿Es broma? Hércules sostuvo su mirada. —No. El silencio que siguió fue insoportable. Alphard y Abraxas los miraron, sorprendidos por la intensidad del momento. Sin decir más, reanudaron el camino hasta la sala común. Al llegar, cada uno se sentó en un sofá diferente, sumidos en sus pensamientos. 💛 Cuando llegó la hora de la cena, todos salieron de la sala común excepto Walburga y Hércules. Finalmente, Walburga se movió, acercándose lentamente hasta sentarse junto a él. Hércules la miró y sin decir nada, la atrajo hacia sí en un abrazo. Fue él quien rompió el silencio primero. —¿Qué te parece si disfrutamos este tiempo que podamos estar juntos?— tenía lágrimas en los ojos. Walburga cerró los ojos, los cuales también tenían lágrimas. —Sí— susurró. Con una decisión silenciosa, ambos se dirigieron a la habitación de Walburga. Ella llamó a Kreacher, quien apareció de inmediato con una reverencia. —Kreacher, tráenos comida—ordenó con voz serena. —Por favor— agregó Harry. El elfo no cuestionó la petición y desapareció de inmediato. Kreacher reapareció con un crack, dejando una bandeja repleta de pasteles de carne, pan con mantequilla y una jarra de zumo de calabaza. —Gracias, Kreacher— dijo Harry con genuina amabilidad.  Kreacher se quedó inmóvil, como si nadie hubiera pronunciado esas palabras antes. Finalmente, murmuró. —El señor es... muy amable con este humilde elfo— y desapareció. Walburga cruzó los brazos, estudiando a Hércules con curiosidad —¿Por qué eres tan amable con el elfo? Hércules soltó un suspiro, apoyándose en el respaldo de la silla. —Porque tu Kreacher es un bocón. En el futuro le dará quejas a Hermione y a Luna, y eso no me conviene. Walburga entrecerró los ojos. —¿Por qué lo dices?— su voz tenía un matiz extraño, casi... celoso Hércules sonrió divertido, acercándose un poco más a ella. Con suavidad, le besó la frente antes de responder. —Porque en el futuro, Hermione fundó algo llamado el P.E.D.D.O. el "Programa para la Ética y el Derecho de los Elfos Domésticos"— explicó, enfatizando cada palabra con dramatismo —Y Luna... bueno, Luna es Luna. Si Kreacher se queja de mí, estaré en problemas con ambas. Walburga parpadeó, procesando la información —¿Me estás diciendo que en el futuro hay un programa para defender a los elfos? Hércules asintió con una sonrisa. —Sí, y créeme, no quieres ver a Hermione en modo justicia social. Puede hacer que un adulto se sienta como un niño regañado... 💛 Mientras ellos seguían hablando del P.E.D.D.O. Alphard, quien había estado escuchando todo desde afuera, se quedó pensativo. Aún no comprendía por completo a Hércules, pero algo en sus palabras lo intrigaba. Sin hacer ruido, llamó a Kreacher de nuevo. El elfo apareció con una inclinación. —¿Qué desea el  amo? Alphard le entregó un galeón. —No dejes que nadie cruce esa puerta, así sea el enano de Orión. Kreacher tomó la moneda con satisfacción y se inclinó profundamente. —Será un placer, amo. Alphard sonrió apenas. —Lo sé— sabía que el elfo tampoco lo soportaba. 💛 Dentro de la habitación, Harry continuaba hablando con entusiasmo sobre el P.E.D.D.O., recordando cómo Hermione y Luna habían luchado por los derechos de los elfos domésticos y cómo Cygnus siempre apoyaba con una tranquilidad casi inquietante. Sin embargo, Walburga ya no lo escuchaba con atención. Su expresión había cambiado; sus labios se fruncieron y sus cejas se arquearon en un gesto de disgusto evidente. —Entonces, Hermione hizo un...— Hércules se detuvo de golpe al notar la mirada de Walburga. Ella lo observaba con los brazos cruzados, su pie golpeando el suelo con impaciencia. —Así que... Hermione por aquí, Luna por allá...— murmuró con fingida indiferencia, pero su tono goteaba celos. Hércules parpadeó antes de soltar una risa baja. No podía evitar encontrarla adorable. —¿Acaso hay algo que quieras decirme, Wally? Ella levantó la barbilla con dignidad. —Nada— respondió, aunque su mirada decía lo contrario. Hércules sonrió de lado, divertido. Sin decir más, se inclinó hacia ella, tomando su rostro entre sus manos con ternura. —¿Segura?— susurró contra sus labios antes de besarla. Walburga no respondió, pero su mano se aferró a la túnica de Hércules, acercándolo más a ella. El beso comenzó suave, pero pronto la intensidad aumentó. Hadrian deslizó sus manos hasta sus muslos, levantándola mientras se dirigía hacia la cama. Entre besos y caricias, Walburga se separó solo lo suficiente para susurrar contra sus labios. —Podríamos fundar nuestra propia orden. Hércules, ahora con su frente apoyada en la de ella, la miró con curiosidad. —¿Nuestra qué? —Un grupo de resistencia— susurró con una sonrisa traviesa —Algo como... La Orden del Lirio Negro. Hércules arqueó una ceja. —¿Para qué exactamente? —Para derrocar matrimonios arreglados. Hadrian soltó una carcajada. —Estoy de acuerdo... Sus manos viajaron bajo su túnica, encontrando la piel caliente de la espalda de Walburga. Walburga ahogó un gemido, arqueándose contra él. —Por... Salazar... Hér... El nombrado siguió con sus manos recorrido el cuerpo de Walburga y dándole besos en el cuello, labios, mandíbula... Walburga volvió a hablar. —Bien. Si vamos a tener una orden secreta, necesitamos reglas. Primera: nadie menciona a Hermione o Luna en mi presencia. Segunda:...  Hércules la interrumpió con otro beso. —Segunda: nos besamos cada vez que alguien diga Lirios  Negros.  —Eso es ridículo— protestó Walburga, pero ya estaba sonriendo.  —Tercera:— continuó Hércules, ignorándola —Alphard es nuestro espía oficial.  —Cuarta:— Walburga lo tumbó sobre la cama, dominándolo con una mirada de fuego —Esta habitación es territorio neutral. Aquí, solo existimos tú y yo.   Hércules la miró, serio por primera vez. —Trato hecho. La habitación estaba envuelta en un silencio cálido, solo roto por el sonido de sus respiraciones entrecortadas. Walburga se acomodó mejor, sus piernas rodeando la cintura de Hércules mientras sus manos desabrochaban los botones de su camisa con movimientos ávidos. Hércules, por su parte, no se quedó atrás; sus dedos encontraron los cierres de la túnica de Walburga, deslizándola por sus hombros hasta que la prenda cayó al suelo.  Cuando quedaron en ropa interior, la tensión entre ellos era palpable. Walburga pudo sentir la evidente reacción de Harry contra su cuerpo, y un brillo de satisfacción iluminó sus ojos. Con un movimiento rápido de su varita, ambos quedaron completamente desnudos, la magia eliminando cualquier barrera entre ellos.  Hércules tenía sus ojos verdes oscuros llenos de deseo y algo más profundo, algo que solo ella podía despertar en él. Con un movimiento suave pero firme, la colocó debajo de él, sus cuerpos alineándose perfectamente.  —¿Estás segura?— preguntó Harry, su voz ronca pero llena de cuidado.  Walburga lo miró con una mezcla de desafío y ternura. —Siempre contigo, Hércules.  Con un movimiento lento pero decidido, Hércules la preparo despacio y con paciencia, introdujo un dedo, luego dos, después tres y finalmente cuando Walburga estaba lista la penetró, sintiendo cómo ambos se fundían en uno. Walburga ahogó un gemido, sus uñas clavándose en su espalda mientras se adaptaba a la sensación.  Hércules espero pacientemente hasta que Walburga se movió, Hércules inicio las envestidas suaves y lentas para no lastimarla. —Así...— susurró ella —Oh, Salazar... más rápido...  Hércules obedeció, aumentando el ritmo de sus embestidas. Cada movimiento era una promesa, una declaración silenciosa de que, aunque el mundo entero estuviera en su contra, ellos tenían esto.  —Eres... mía— murmuró Hércules contra su cuello, sus labios rozando su piel mientras sus manos recorrían su cuerpo con adoración.  —Y tú... eres mío— respondió Walburga, sus gemidos mezclándose con palabras entrecortadas. El calor entre ellos creció, intensificándose con cada movimiento, cada roce, cada susurro. Walburga sintió cómo el placer se acumulaba dentro de ella, una ola que amenazaba con arrastrarla.  —Más... rápido— suplicó, sus dedos enredándose en su cabello.  Hércules no necesitó más invitación. Con los últimos empujones, ambos alcanzaron el clímax, primero ella y después él. Sus cuerpos temblando en sincronía mientras el mundo a su alrededor desaparecía.  Mientras tanto afuera estaba Kreacher se aseguraba que nadie interrumpiera y después le diría todo a su amito Alphard.
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