Segunda Carta
3 de julio de 2025, 13:17
Querida Señorita GRANGER:
Su carta ha sido como una ráfaga de viento fresco para mí.
No sabe el gusto que me da haberla imaginado escribiéndome esas palabras tan "dulces" mientras su ceño se fruncía y probablemente su mano se manchase de tinta mientras resoplaba enfadada intentando apartar sus rizos de su cara.
Glorioso.
Hubiese dado miles de galeones por presenciarlo.
Como usted dice soy un egoísta, presumido y cobarde.
Ahí tiene tres pistas para empezar a averiguar quien soy; y no, en ningún momento dudé de su integridad y su honor así que se perfectamente que no va a usar su influencia para descubrirme, pero déjeme decirle que sí que la conozco.
Quizá no como me gustaría, pero conozco muchas cosas de usted, porque como le dije en mi anterior carta, la conozco desde niños.
Conozco su forma de fruncir el ceño mientras estudia e intenta retener todos los datos posibles en ese maravilloso cerebro.
Conozco su forma de resoplar ante la frustración, conozco como sus mejillas se tornan de un rojo carmesí cada vez que algo le avergüenza, conozco la forma en que es capaz de luchar por cualquier causa o persona que usted crea justa; conozco ese brillo que detonan sus ojos color miel cada vez que un profesor la halagaba.
Conozco su coraje y valentía, como es capaz de defender a cualquier persona que haya sido humillada, conozco su lealtad hacia sus amigos…(aún recuerdo como le dejó la nariz aun compañero en tercer año)
Pero también, desgraciadamente, conozco el dolor que se refleja en sus ojos cuando la humillaban por su estatus de sangre…conozco sus lagrimas y sus gritos de dolor, la forma en que seguramente intentará tapar esa cicatriz que nunca debiera haberse tallado en su cuerpo…
Siento haber escrito el último párrafo, pero creo que es justo que sepa que la conozco bastante, o al menos, eso quiero creer.
Para su tranquilidad, me permiten leer bastante.
Los funcionarios suelen traerme libros y de vez en cuando también El Profeta. Ahí es donde me enteré de sus futuras nupcias, y déjeme decirle que estaba usted preciosa en la foto, lo único que desentonaba era su futuro marido…usted lo amará, pero no está a su altura, nunca lo ha estado. Recuerde en el colegio cuando ni si quiera se fijaba en usted cuando sufría por él mientras perseguía a otras brujas mucho menos interesantes que usted…una tal ¿Lavender?
Sí, estoy seguro que recuerda eso.
Cambiando de tema, quisiera citarle unas frases del último libro que he leído. Aquí no tengo mucha opción para elegir (cosa que me frustra porque si usted viese la biblioteca de mi familia, entendería como puedo sentirme al tener que elegir entre diez libros…).
Es de un autor Español, elegí el libro sin saber de qué trataba pero cada página me envolvió de tal manera que me hizo pensar mucho en mi vida y quisiera compartirlo con usted …no sé si pueda leer en español, pero estoy seguro que sí; así que le dejo este fragmento a modo de despedida.
A veces creemos que hemos enterrado nuestro pasado, pero es nuestro pasado el que nos entierra a nosotros.
Las lágrimas son palabras que necesitan ser escritas.
El tiempo cura todas las heridas, pero también nos arrebata los momentos más preciosos.
«Una de las trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sentirlo. Para cuando la razón es capaz de entender lo sucedido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas».
«Las palabras con que se envenena el corazón de un hijo, por mezquindad o por ignorancia, se quedan enquistadas en la memoria y tarde o temprano le queman el alma»
«Nada da más miedo que un héroe que vive para contarlo, para contar lo que todos los que cayeron a su lado no podrán contar jamás»
Prisionero 78945xxx