El Silencio De Luna

—Ya es su segundo desmayó, es momento de llevarla de regreso —recalque con resistencia. —Pero amo Eriol, ¿cómo vamos a hacer eso? —exclamó Rubymoon. —Si está aquí es peligroso; esa niebla puede retornar y ya no tengo mucho poder de nuevo. En poco tiempo he gastado todas mis energías y necesito descansar. —Pero, pero... va a ser muy arriesgado dejarla sola. Aquí la podríamos ayudar —. —Confía en mí, ella sobrevivirá. Al parecer, hay veces que no podemos prevalecer ante el destino; no podemos cambiar lo que ella necesita aprender. —Además, mi maestra me ha dado algo que le ayudará, pero ella requiere que lo descifre. Cuando lo haga, Luna nos buscará y verás cómo está bien. Si no lo hiciera, jamás la volveríamos a ver. —Está bien, amo Eriol, no me interpondré en su decisión —replicó con inseguridad y decepción al instante. Nos dirigimos a mi cuarto y preparamos todo para teletransportar a Luna. Di la orden a mis guardianes que prepararan las velas y dibujaran el símbolo, porque yo ya no tenía fuerza para usar una de mis cartas. Pasaron un par de unos minutos anunciando que estaba todo listo. —Tendras que ir con Luna, Rubymoon: la acompañarás y le darás las instrucciones que te dare, ya que ella confiará más en ti que en mí. Aquellos intensos ojos dejaron de ser tristes; se llenaron de alegría al darle la indicación. —Mira, Rubimon, ese es el objeto que tienes que darle a Luna. —¡Oh, señor Eriol, tiene unas insignias o símbolos muy extraños! —exclamó Rubimon—. Jamás lo había visto. —Ni yo soy consciente de estas escrituras —respondi —, pero las instrucciones son claras: solamente alguien con un aura muy oscura puede abrir esta caja. —Le darás este anillo —le expliqué, mostrándoselo—. Dile que la transformará. Le dará un cuerpo temporal para que Lucius no pueda detectarla. La idea es que se vea lo más repulsiva posible, como una anciana decrépita. Así, será un disfraz perfecto para los más curiosos. —Llevaré a cabo la petición que me ha encargado, amo Eriol —respondió Rubimon con solemnidad. —Te quedarás con ella hasta que lleguen a la escuela —le indiqué. Inale aire para relajar el cuerpo. Entonces, me puse en posición de loto, cerré los ojos y empecé a conjurar. —Luz y noche se han de funcionar para forjar la nada y traer las pesadillas. Fragmentos del ayer y de los eones traen el futuro y abren este camino. El espacio y el tiempo se quebraron, como si un filo los hubiera rebanado. El portal se habia abierto. —Vamos, Rubimon, ¡pasa rápido a través de ese portal! No aguantaré mucho. Ella nos miró mientras cargaba a Luna y se metía a través del portal. Sus ojos no estaban llorosos; eran de alegría. Entonces, Rubimon dijo: —Los esperare en Howard. ¡Nos vemos! —Amo Eriol, entonces, ¿qué prosigue? —me preguntó Spinel. Le respondí: —Hay que ir a descansar. Le diré a Sirius que prepare las incubadoras mágicas. —Disculpe por mi ignorancia, amo Eriol, ¿qué son exactamente las incubadoras? —me preguntó Spinel. Le respondí: —Simplemente dormiremos ahí por 24 horas, pero equivale a un descanso de un mes. —¿Por qué tanto tiempo? —insistió Spinel. —Ya que tanto yo como tú hemos agotado nuestras energías en menos de seis días —le expliqué—, necesitamos una fuente que nos recargue lo más rápido posible. Toqué la campana cuatro veces. Llegaron los sirvientes y, prácticamente, les di una orden: —Díganle a Sirius que prepare las incubadoras. Le indiqué a mi guardián que nos dirigíamos al sótano y que no había —Espero que Rubimon tenga éxito y que nosotros también lo tengamos; en poco tiempo nos dirigiremos a Hogwarts.