Chapter 12: Ruby moon parte 1: Liberacion
16 de julio de 2025, 13:06
Había traspasado el umbral, dejando a mi amo Eriol. Estaba en el camarote de Luna y advertí que era de noche. Puse a Luna en su cama.
Me tomé un respiro en aquel asiento cómodo, pensando en cómo explicarle a la pequeña las indicaciones de mi amo.
Por un momento, cerré los ojos y me puse a reflexionar sobre todo lo que habíamos vivido en la mansión: el sobresalto de Sirius al reconocer el nombre de la pequeña, el hecho de que ella ya tuviera un aura muy oscura y cambiara de forma según sus emociones, y el gran esfuerzo que mi amo Eriol tuvo que hacer, usando todos sus poderes, para poder calmar el alma de esta niña.
Tantos sucesos en tan poco tiempo. Aquello debía tener una conexión entre esta pequeña y mi amo, quien, siendo una persona generalmente callada y dedicada a la lectura o la investigación, rara vez presta atención a otras cosas.
Lo que más me inquieta es que haya tenido que ir a ver a esa bruja, alguien que no me genera confianza, su maestra. Esa persona es muy extraña, siempre pide algo a cambio. ¿Qué habrá tenido que dar mi amo? ¿Y ahora qué es esta caja? No entiendo absolutamente nada. Mi única respuesta es que deben estar en Hogwarts, y yo solo debo concentrarme en mi misión.
Según mis cálculos, faltan dos días para llegar a la escuela. Se sentirá como una eternidad. Espero que Luna despierte pronto.
Estaba a punto de conciliar el sueño cuando unos quejidos empezaron a oírse.
—¡Ay, me duele mucho la cabeza! ¿Qué pasa? Todo me da vueltas. No puedo ver nada porque hay un zumbido en mis oídos.
—¡Has despertado! ¡Qué alegría! —dije, mientras unas lágrimas salían de mis ojos.
—¿Eres tú, Ruby Moon? —preguntaba, mientras con sus manos se frotaba los ojos.
—¡Claro, pequeña, soy yo! —contesté con inmensa alegría.
—¿En dónde estamos? Aún no puedo ver nada, tengo la vista un poco nublada y ¿por qué me siento tan adolorida? —preguntaba, mientras se frotaba los ojos como intentando recuperar la vista.
—Nos encontramos en tu camarote. Llevas dormida aproximadamente unas tres horas y es de noche.
—¿En mi camarote? Lo último que recuerdo es que estaba en una recámara y tenía puesto como un anillo.
—Hace apenas un par de horas, nos hallábamos en tu propio aposento dentro de la mansión de mi amo. Sin embargo, sucedieron cosas bastante intensas que necesitaré explicarte con calma más adelante. Por ahora, lo más importante es que recuperes tus fuerzas.
—Me siento muy adolorida. No creo poder conciliar el sueño; la cabeza me da vueltas —se quejó Luna, tocándose la frente para confirmar sus sensaciones.
Me acerqué a Luna y la abracé. Mis manos comenzaron a masajear su cuello, su espalda y su cabeza para aliviarle el dolor, mientras recitaba un pequeño hechizo.
—¡Mentiras aciagas, traigan el desorden bajo lunas y astros! ¡Que la niebla del vacío infinito se revele! —Una niebla densa de tono grisáceo comenzó a expandirse—. ¡Ven, sombría hada! —Una pequeña figura apareció, dando vueltas alrededor de Luna y lanzando un par de chispitas cerca de su cabeza—. ¡Infesta sus sueños y agita su adormecimiento!
—¡Ruby Moon, no me dejes sola! —apenas pudo murmurar esas pocas palabras con un ligero tarareo antes de caer profundamente dormida.
La acomodé en su cama, le puse las cobijas para que no sintiera frío. Me di cuenta de la luz de la luna que entraba por la ventana y, para mi sorpresa, ese colgante empezó a brillar. Vi su rostro, tan inocente, su piel suave y más blanca, parecía una muñeca. Tal vez esto fue lo que mi amo vio en ella.
—¡Vaya, ¿qué está pasando?!
El brillo del colgante de Luna empezó a hacerse más fuerte y se esparció por todo el camarote.
—¡Wow! ¿Pero por qué se están tornando en forma de mariposas?
De pronto, todo el camarote se llenó de inmensas mariposas.
—No parece la misma Luna; siempre emana una luz oscura, pero esta vez es lo contrario.
Entonces, esas mariposas comenzaron a converger, fusionándose hasta conformar una luz humanoide que adoptó la figura de una mujer de cabello muy plateado.
—¡Ayuda a mi hija, te lo ruego! Ella fue testigo de mi... muerte sanguinaria. —Su tono era etéreo, casi imperceptible, como un eco de otro mundo.
Me sorprendió cómo su tono lograba evocar la crudeza de su muerte.
—un payaso entro a mi casa y me despojo de todo,
—Tomo mi cuerpo y montó todo un espectáculo cirquero frente a mi niña; ella reía como si lo disfrutara, pero fue la malvada aura que evocaba de ese ser siniestro.
—Hizo bailar mi cuerpo sin cabeza, y mi niña aplaudía —el ser parecía triste mientras narraba el atroz suceso.
—Atada en hilos de seda, o quizás de sangre; como una marioneta, controlo cada parte de mi ser. Su risa se volvía más y más confusa para mi Luna.
Diriji mi mirada firme hacia el espectro: —Ya comprendo mejor los cambios de aptitud de Luna; fue traumatizada al presenciar la muerte de su madre frente a sus ojos.
—Así es,—el espectro mostraba signos de llanto.
—Mis fuerzas se agotan; ya no podré contener los cambios de su corazón. Te pido que la cuides con mi última energía. Aquel hombre logró burlar sus emociones al robarle el control sobre su alma... pero en mi último suspiro, evoque mi poder para protegerla y se convirtió en su aura blanca, un refugio de luz para contener lo que no debía ser visto.
Estaba desconcertada con todo lo que me había dicho, pero en mi mente resurgía una pregunta.
—Tu hija fue envuelta en un tipo de crisis nerviosa cuando nuestro compañero Sirius Black escuchó su nombre, y él entró en una paranoia.
El ser, con la cabeza agachada, respondió:
—Sirius Black es un amigo muy cercano a la familia y va a ser su padrino. —Sus ojos se humedecieron, y parecía temer que el mundo entero se desvaneciera. Él sería el maestro de mi niña, pues de ella surgió una magia muy distinta a la habitual.
—El collar que mi hija lleva es un obsequio de Sirius; su propósito es equilibrar sus emociones con su magia. Cuando cumpliera diez años, él se encargaría de enseñarle a usar sus habilidades.
—La prepararía para su ingreso a Hogwarts y, sobre todo, para que formara parte de la Orden del Fénix, de la que mi esposo y yo fuimos miembros. —El ser mostró una expresión de profunda desazón, y con un suspiro añadió: —Ya no me quedan fuerzas para protegerla.
—He podido ver cómo tú y tu pequeño amigo han cuidado a mi hija, a pesar de no conocerla.
—Mi amo Eriol ha hecho todo lo posible para combatir el aura negra que posee tu hija. —Le expliqué, intentando darle ánimo.
—Con la información que me has dado, él quedará satisfecho y tal vez se encuentre una solución. Aunque por ahora mi deber es darle este objeto y que ya tenga puesto el anillo.
—El conde Lucius Malfoy le tomó un gran interés a tu hija. El anillo le ayuda a que se camufle de él.
—¿Sabrás por qué él tiene tanto interés en tu hija? —Expresé con preocupación.
—Lucius fue un error que jamás debió cruzar mi vida.
—¿Cómo que un error? —Pregunté, mirándola fijamente.
—Cuando era parte de la Orden del Fénix, sucedió algo que no debió: andaba con dos personas al mismo tiempo: mi esposo y Lucius.
—Supongo que tenías tus motivos —Respondí un poco forzado.
—Era joven, muy indecisa, y la Orden no es precisamente un remanso de paz. Había que atajar las órdenes, y teníamos misiones que nos llevaban hasta un mes en completar. A veces uno solo quiere olvidar y tener un rato de ocio.
—¿Bueno, y qué tiene que ver eso con su hija? —Volví a preguntar.
—Yo quedé embarazada de mi esposo, pero Lucius se enteró. Entonces hubo un gran desencuentro entre él y mi esposo.
—Se batieron a duelo. No hubo ganadores, solo una riña absurda, y yo le dije a Lucius que este ser no era de él.
—Pero ya desde mi embarazo se sentía la magia abrumadora de mi hija.
—¿O sea, me estás explicando que tu hija ya venía con esta aura negra?
La mamá de Luna fijó su mirada sobre mí y con tristeza respondió:
—Así es.
—Fue tan fuerte la disputa que el caso se llevó a los tribunales de Wizengamot, la orden mágica más importante. —explicó la madre de Luna.
—Lucius Metío una orden para que se hicieran pruebas de que mi hija era suya.
—Cuando me presenté en la corte, todos me quedaron mirando. Sentían la gran presencia del ser que se estaba formando dentro de mí. Y entonces él recalcó que solamente alguien de su linaje era capaz de tal magnitud.
—En ese momento, Dumbledore era uno de los jueces. Entendió lo que yo estaba manifestando y puso una pausa, frenando así a Lucius.
—Cuando ella nació, se hicieron las pruebas correspondientes y, al final, mi hija era parte de mí y de mi esposo. Pero Lucius jamás lo aceptó; siempre Lucius dijo que había una pequeña corrupción y que Dumbledore manipuló las pruebas.
—Él solamente quiere el poder abrumador de mi hija. Es una energía tan fuerte que Aquel que No Debe Ser Nombrado se podría utilizar para traerlo de vuelta, en pocas palabras, revivirlo.
Cuando ella dijo "Aquel que No Debe Ser Nombrado", mi piel se puso tensa. Todo mi cuerpo se sintió frío, ya que ese ser, incluso mi propio amo, me había advertido jamás retarlo. Y ahora, esa misma amenaza se cernía sobre Luna.
—¡Ah! Entonces se han completado algunas piezas del misterio de tu hija. Estamos ante una niña cuyo poder puede ser tanto una maldición como una bendición, dependiendo del enfoque que le demos. —Asentí con la cabeza, reflexionando sobre sus palabras.
—Pero debo advertirte algo: antes de que mi hija naciera, una persona se me acercó y me advirtió. Era alguien con una gabardina muy brillante, un sombrero de copa, y pantalones y camisa negros pegados a la piel, como si fueran parte de ella. Tenía unos ojos con iris de gato, de color rojo intenso, y un cabello largo y ondulado.
Me mostré un poco perpleja cuando mencionó aquel tipo.
—¿Qué tiene que ver él en este caso?
—Esta persona solamente advirtió que le daría un regalo a mi hija, ya que ella lo necesitaría en el transcurso de su crecimiento. Dependiendo de las edades, él se manifestaría y le dejaría esos pequeños regalos a ella.
Con mucha duda, le manifesté que no entendía lo que ella decía:
—¿Cómo que "regalos" y "dependiendo de la edad"?
La mamá de Luna simplemente respondió:
—No sé la respuesta. Pero, a través de mi hija, pude sentir cuando encontró una armónica plateada, la misma que está en este cuarto.
Prácticamente mi cabeza empezó a moverse por todo el área para encontrar dicha armónica.
—¿Cómo y cuándo la encontró? ¡Hoy mismo habría sentido la presencia de esa armónica si tuviera algún poder misterioso! Yo sería capaz de sentirla.
—Solamente ella puede percibir dicho poder.
—¿O sea que, aparte de Lucius, este hombre también tiene interés en tu hija? ¿Pues qué clase de energía mágica tiene Luna para atraer tanta atención?
—Ni yo misma sé el motivo —dijo el ser, y sus ojos se llenaron de una profunda tristeza—. Pero mi pobre hija ha sufrido demasiado desde que nació. Siempre la mantuve lejos de todo para protegerla de estos seres oscuros. —Y entonces, el llanto del ser se intensificó; sus lamentos eran tan desgarradores que mis tímpanos crujían.
—Cuidaré a tu hija como me lo pides. Mi amo Eriol también me lo ha solicitado. Lo más sorprendente es que, al final, tu hija regresó a donde tú pertenecías: a la Orden del Fénix.
Entonces, la mamá de Luna empezó a desvanecerse lentamente.
—Ya no me quedan fuerzas. Te he dejado mi última voluntad: cuéntale esto a Sirius Black y prométeme que la llevarás a Hogwarts, ya que Dumbledore sabrá qué hacer.
Asentí con la cabeza.
—Informaré todo lo que me has contado para que tus seres queridos puedan estar en paz y sus dudas sean, por fin, resueltas.
El ser me miró con una expresión más seria y, en un último aliento, manifestó:
—Te advierto: a partir de que yo no esté con ella, perderá sus memorias. Entrará en una crisis de amnesia, olvidará a aquellos que ha conocido.
Quedé desconcertada con lo que me dijo y, con un poco de indignación, le dije:
—Pero, ¿cómo que va a olvidar todo? ¡Si la pobre niña ya tiene problemas, y ahora, además, va a olvidar todo lo que conoce!
El ser, con grandes lágrimas, simplemente exclamó:
—Yo me encargaba de que mi hija fuera lo más lúcida posible y su mente no se confundiera. Yo le hablaba en sueños o me manifestaba, yo la guiaba. Pero esta vez, sin mi energía, el aura oscura la va a dominar.
—Así que, perdóname que te lo vuelva a pedir, Ruby Moon: tenle paciencia a mi hija. Ella recuperará todo lentamente. Habrá ocasiones en que grite, se ponga frenética, de repente haga cosas sin sentido e inclusive tendrá recuerdos de eventos de los que ella no es consciente y podría entrar en pánico.
—Déjamelo todo a mí —aseguré, asintiendo con la cabeza para darle a entender que todo iba a estar bien.
—Te lo agradezco, podré retirarme en paz. Y una última cosa: aquel collar con la insignia de Luna perderá todo su poder; regrésaselo a Sirius, él sabrá qué hacer.
Entonces, me acerqué a la mamá de Luna, la abracé y por un instante sentí un poco de su calor. Ella me dijo, con su último aliento:
—Gracias.