ID de la obra: 341

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planificada Midi, escritos 253 páginas, 131.577 palabras, 23 capítulos
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Capítulo 20: Un regreso poco ortodoxo.

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El Expreso de Hogwarts silbó largo y fuerte mientras los estudiantes abordaban en la plataforma. Trenes mágicos, equipaje flotante, abrazos apresurados... y en medio de todo, una escena que no tenía nada de convencional. —¿Estás completamente loco? —preguntó Hermione, con los brazos cruzados y expresión de madre exasperada—. ¿Vas a cruzar el país en ese pedazo de chatarra voladora? El Ford Anglia, estacionado justo fuera de la estación —oculto bajo un par de hechizos ilusorios y un buen número de miradas discretas—, emitió un leve ronroneo mágico, como si estuviera ofendido. —No es chatarra. Es historia —respondió Mike, con una sonrisa peligrosa—. Además, lo arreglamos nosotros mismos. Ron asintió con entusiasmo desde el asiento del copiloto. —¡Y funciona perfectamente! Harry, Neville y yo le dedicamos semanas. Está mejor que cuando papá lo compró. Hermione lo fulminó con la mirada. —Y tú, Neville. ¿Qué excusa tienes para esta locura? Neville se encogió de hombros con una sonrisa tranquila. —Harry volverá a pasar el verano en mi casa. Tendríamos que ir juntos de todas formas. Al menos así será más divertido. —Y yo conozco el camino a la Madriguera como la palma de mi mano —añadió Ron—. No nos perderemos. Detrás de ellos, Kael graznó suavemente desde el interior del coche, ya instalado con dignidad fénix en una plataforma hechizada entre los asientos traseros. Mike se giró hacia Hermione. —¿Segura que no quieres venir? —Completamente segura —respondió ella de inmediato—. He leído suficientes mapas para saber que esto va a ser un viaje de doce horas con desvíos, sacudidas y una probabilidad del 90% de que Ron insista en que conoce "un atajo mejor". Prefiero el tren. Y conservar mi columna vertebral intacta. En ese momento, Susan Bones apareció con su baúl levitando tras ella. Su rostro estaba ligeramente sonrojado, aunque su postura era decidida. —¿Todavía hay espacio? Neville parpadeó, sorprendido. —¿Tú... quieres venir? Susan le dedicó una sonrisa tímida pero determinada. —Mi tía me dio permiso. Y... —hizo una pausa, mirando directamente a Neville—. Me gustaría pasar más tiempo contigo. Ron disimuló una sonrisa mientras fingía revisar el asiento trasero. Neville se puso colorado hasta las orejas. Mike ya estaba abriendo el maletero para guardar su equipaje cuando una voz suave y perfectamente controlada se oyó desde detrás. —¿De verdad van a intentar atravesar media Gran Bretaña en esa... antigüedad muggle? Todos se giraron. Daphne Greengrass estaba de pie, impecable como siempre, aunque su maleta flotaba a su lado con una soltura que indicaba que venía preparada. Su tono no era de burla. Era más parecido a curiosidad mal disimulada. —¿Vienes? —preguntó Mike, sin disimular la sorpresa. Daphne alzó la barbilla con elegancia. —Mi padre está de viaje de negocios, y mi madre considera que cualquier experiencia que me aleje de mi "zona de confort" será edificante para mi carácter. —Luego, con una expresión cuidadosamente neutral—. Además, nunca he viajado en transporte muggle. Podría ser... instructivo. Mike sonrió y le ofreció su mano a Daphne para ayudarla a subir al coche. —Bienvenida a bordo, milady. Justo en ese momento, Dobby apareció con una gran cesta flotante atada con listones. —¡Dobby hizo bocadillos mágicos, zumos y galletas especiales para el viaje del joven maestro Harry y sus valientes acompañantes! —anunció con una reverencia temblorosa—. ¡Y Dobby asegura que no se echan a perder aunque el coche dé vueltas en el aire! —Gracias, Dobby —dijo Mike con sinceridad, metiendo la cesta dentro del coche—. Eres el mejor. Hermione suspiró dramáticamente.. Mike la abrazó rápido antes de que pudiera protestar. Ron le dedicó un saludo exagerado. Neville se despidió de Hermione con un gesto respetuoso, y Susan simplemente dijo: "Nos vemos pronto, Hermione". Daphne asintió con una elegante inclinación de cabeza. —Granger. —Greengrass —respondió Hermione con una sonrisa sardónica—. Trata de no desmayarte a la primera turbulencia. El motor encantado rugió, las ruedas chirriaron... y el Ford Anglia se alzó al cielo como una promesa imposible. Desde la ventana del tren, Hermione los vio alejarse, despegando hacia el azul, con Kael planeando brevemente junto a ellos antes de regresar al interior. El coche zigzagueó, tembló... y luego se estabilizó con una velocidad impresionante. Cinco chicos volando hacia el verano. ………………………… El Ford Anglia sobrevolaba tranquilamente los campos verdes de Inglaterra. Mike manejaba con una confianza que sorprendía a sus acompañantes, sus manos moviéndose con naturalidad sobre el volante, cambiando de velocidad con el famoso coche encantado de los Weasley. —Todavía no entiendo por qué Daphne va de copiloto —murmuró Ron desde el asiento trasero, apretujado entre Susan y Neville—. Yo conozco el camino. —Porque tú no sabes dar indicaciones —respondió Mike sin quitar los ojos del horizonte—. Y porque alguien tiene que leer el mapa. —¡Oye! —protestó Ron—. Eso no es justo. Daphne, con el mapa mágico extendido elegantemente sobre su regazo, sonrió apenas. —Además, Weasley, desde aquí puedo vigilar que cierto conductor no haga locuras. —¿Cómo aprendiste a manejar esto, Harry? —preguntó Susan con curiosidad genuina—. ¿Los muggles realmente enseñan a los niños a controlar estas... máquinas? Mike intercambió una mirada rápida con Daphne y Neville a través del espejo retrovisor. Ella sabía la verdad sobre su vida pasada, pero Ron y Susan no. —Los muggles aprenden a manejar cuando son mayores —explicó Mike—. Pero yo... bueno, siempre me han interesado los coches. Leí mucho sobre ellos, y cuando tuvimos que reparar este después de que se estrelló, me dediqué a estudiarlo a fondo. —¿Estudiarlo? —preguntó Ron—. Harry, prácticamente lo desarmaste pieza por pieza durante todo el año. Neville sonrió. —Y volvió a armarlo mejor de lo que estaba. Conoce cada tuerca, cada cable. ………………………… Mike comenzó a explicar los controles básicos, demostrando cada función con movimientos precisos. Como si fuera una señal, decidió mostrar las capacidades del vehículo empujando la palanca hacia adelante y pisando el acelerador. El Ford Anglia se disparó hacia arriba como un cohete. —¡HARRY! —gritó Daphne, aferrándose al tablero—. ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?! —¡Demostrando la potencia del motor! —rió Mike, haciendo que el coche diera una vuelta completa en el aire. Los gritos desde atrás fueron unánimes. —¡HARRY JAMES POTTER! —rugió Daphne, golpeándolo con el mapa enrollado—. ¡BAJA AHORA MISMO! Harry obedeció, estabilizando el coche con una sonrisa orgullosa. —¿Vieron eso? Perfectamente controlado. —¡Estás loco! —jadeó Susan, aún aferrada al brazo de Neville. Daphne seguía fulminándolo con la mirada, pero Mike notó que estaba luchando por no sonreír. —Ustedes dos suenan como una pareja de casados —comentó Susan, recuperando algo de color—. "Harry, no hagas eso", "Daphne, relájate"... —¡Nosotros no...! —comenzó Daphne, sonrojándose. Mike decidió cambiar de tema antes de que la conversación se volviera más incómoda. —¿Alguien quiere parar a almorzar? Tres horas después, Mike aterrizó suavemente en el estacionamiento de un McDonald's a las afueras de un pequeño pueblo. —¿Qué es este lugar? —preguntó Daphne, observando el edificio con curiosidad mal disimulada. —McDonald's —respondió Mike con una sonrisa—. Comida rápida muggle. Pensé que sería educativo para ustedes probarlo. La experiencia fue todo un espectáculo. Daphne manejó su Big Mac con la elegancia de quien asiste a una cena de gala, mientras que Ron devoró su hamburguesa como si fuera su última comida. Susan hizo preguntas fascinadas sobre cada ingrediente, y Neville observaba las papas fritas con curiosidad científica. —Los muggles son más ingeniosos de lo que pensaba —admitió Daphne después de terminar su comida—. Crear algo tan... eficiente sin magia. —¿Eficiente? —se rió Mike—. Bueno la comida rápida si que es eficiente. Pero no la definiría asi poco nutritiva pero muy deliciosa, así la definiría. —Exactamente —sonrió Daphne, y por un momento Mike vio a la chica curiosa detrás de la máscara de pura sangre. ……………………………… Cuando el Ford Anglia finalmente aterrizó en el jardín de la Madriguera al atardecer, toda la familia Weasley los esperaba. Molly estaba en la puerta con los brazos cruzados y expresión de furia maternal, mientras Arthur prácticamente rebotaba de emoción al ver el coche. —¡Ronald Bilius Weasley! —gritó Molly antes de que hubieran salido del vehículo—. ¡Ocho horas! ¡Ocho horas esperando sin saber si estaban vivos o muertos! —Hola, mamá —dijo Ron débilmente. —¡No me "hola mamá"! ¡Y tú, Harry Potter! —se dirigió a Mike con una mezcla de exasperación y alivio—. ¿En qué estabas pensando? —¡Magnífico ejemplo de ingeniería muggle ! —interrumpió Arthur, ya rodeando el coche con ojos brillantes—. ¡Harry! ¿Cómo conseguiste que la suspensión funcione tan suavemente al aterrizar? —Arthur... —advirtió Molly, pero su esposo ya estaba perdido examinando cada modificación. Fue entonces cuando Ginny apareció desde atrás de la casa, con Charlie y Percy siguiéndola. Los gemelos Fred y George emergieron de algún lugar con sonrisas traviesas. —Así que mi pequeño hermano decide honrarnos con su presencia, con razón no te encontré en el tren —dijo Percy con tono pomposo—. ¿Y quiénes son sus... acompañantes? Mike hizo las presentaciones rápidamente. La reacción de la familia fue variada y reveladora. Charlie, bronceado por su trabajo con dragones en Rumania, saludó a todos con calidez genuina. Los gemelos inmediatamente comenzaron a bombardear a Susan y Neville con preguntas sobre pociones explosivas y plantas carnívoras. Percy evaluó a Daphne con mirada calculadora. —Greengrass... familia de abolengo. Conexiones importantes en el Ministerio —murmuró, como si estuviera catalogando información útil para su carrera. Pero fueron Molly y Ginny quienes mostraron las reacciones más interesantes. Ginny, que había crecido considerablemente desde el año anterior, miró a Daphne con una mezcla de curiosidad y algo que se parecía peligrosamente a los celos. Sus ojos se movieron entre Mike y Daphne, notando la familiaridad con la que habían descendido del coche. —Así que tú eres la famosa Daphne Greengrass —dijo Ginny con una sonrisa que no llegó a sus ojos—. He oído hablar mucho de ti. —Espero que hayan sido cosas buenas —respondió Daphne con cortesía diplomática. —Oh, por supuesto —la sonrisa de Ginny se volvió más afilada—. Especialmente sobre lo... cercana que te has vuelto a Harry este año. Mike sintió la tensión inmediatamente, pero fue Molly quien intervino antes de que pudiera responder. —Bueno, supongo que pueden quedarse a cenar —dijo Molly, su hospitalidad natural luchando contra su desaprobación obvia—. Aunque no esperábamos... tanta compañía. —Muchas gracias por recibirnos, señora Weasley —dijo Daphne con perfecta cortesía—. Si es mucha molestia, puedo regresar a casa inmediatamente. —¡No, no! —Arthur intervino rápidamente—. ¡Siempre hay lugar para más! Además, tengo tantas preguntas sobre el coche... Molly le dirigió una mirada que prometía una conversación privada más tarde. Susan, percibiendo la tensión, se acercó a Neville, quien automáticamente le ofreció su brazo. El gesto no pasó desapercibido para nadie. —¡Neville Longbottom! —exclamó Charlie con una sonrisa amplia—. Te has vuelto todo un hombrecito. ¿Es esta tu novia? Tanto Susan como Neville se sonrojaron furiosamente. —Nosotros... es decir... no somos... —balbuceó Neville. —Aún no —murmuró Fred con una sonrisa traviesa. —Pero pronto —añadió George, guiñándole un ojo a Susan. ……………………… La mesa de la cocina había sido extendida mágicamente para acomodar a todos. Molly había preparado una cena abundante, aunque Mike notó que servía porciones notablemente más pequeñas a Daphne que al resto. La conversación fluía en múltiples direcciones. Arthur bombardeaba a Mike con preguntas técnicas, Charlie contaba historias de dragones que tenían a Susan fascinada, y los gemelos entretenían a Neville con cuentos de sus últimas travesuras. Pero las tensiones subterráneas eran evidentes. —Así que, Greengrass —dijo Ginny con tono aparentemente casual mientras cortaba su pollo—, debe ser interesante ser la única Slytherin en el grupo de Harry. —Es... educativo —respondió Daphne cuidadosamente. —Me imagino —Ginny sonrió—. Especialmente considerando las diferencias tan obvias en... valores familiares. El comentario cayó como una piedra en agua tranquila. Percy tosió incómodo, Ron se atragantó con su jugo de calabaza, y Mike sintió que su paciencia comenzaba a agotarse. —En realidad —intervino Mike con voz controlada—, Daphne ha demostrado ser una amiga leal y valiente. Las casas no definen el carácter de una persona. —¡Por supuesto que no! —exclamó Arthur rápidamente—. ¿Sabías, Daphne, que algunos de los mejores empleados del Departamento de Mal Uso de Artefactos Muggles han sido Slytherins? Molly murmuró algo que sonó suspiciosamente como "que conveniente". Daphne mantuvo su compostura perfectamente, pero Mike vio el ligero endurecimiento alrededor de sus ojos. —Es reconfortante saber que el señor Weasley tiene una perspectiva tan abierta —dijo Daphne—. No todos comparten esa sabiduría. El comentario fue educado pero cargado, y Molly se sonrojó ligeramente. —Bueno —dijo Molly con voz tensa—, supongo que la juventud de hoy tiene ideas muy... modernas sobre con quién asociarse. —Las ideas modernas no siempre son malas, mamá —intervino Charlie diplomáticamente—. Yo trabajo con magos de todas las casas y orígenes. Lo único que importa es si puedes confiar en ellos cuando un dragón está tratando de incinerarte. —Los dragones no hacen distinciones entre casas —añadió Susan tímidamente—. Mi tía siempre dice que los prejuicios son un lujo que los aurores no pueden permitirse. Ginny no parecía dispuesta a rendirse tan fácilmente. —Debe ser difícil para Harry tener que dividir su atención entre tantas... amigas nuevas este año —dijo con una sonrisa dulce que no engañó a nadie. Esta vez fue Neville quien intervino, sorprendiendo a todos con la firmeza de su voz. —Harry ha sido un gran amigo para todos nosotros. Susan, Daphne y yo hemos tenido la suerte de conocer a alguien tan leal y valiente. —Aquí, aquí —murmuró Ron, alzando su vaso en un brindis medio sarcástico. Percy, siempre buscando una oportunidad para pontificar, se aclaró la garganta. —En mi experiencia como prefecto, he observado que las alianzas más exitosas surgen de la cooperación entre diferentes grupos. La diversidad de perspectivas puede ser muy valiosa. —Que profundo, Percy —murmuró Fred. —Verdaderamente inspirador —añadió George. Arthur, percibiendo que la tensión estaba escalando, decidió cambiar completamente de tema. —¡Harry! Tienes que contarme sobre ese sistema de enfriamiento modificado. ¿Realmente instalaste un intercambiador de calor secundario? Mike agradeció la distracción y se lanzó a una explicación técnica detallada que tuvo a Arthur completamente absorto y permitió que el resto de la conversación se relajara. …………………… Después de la cena, mientras Molly preparaba la chimenea para los regresos, la familia se dispersó. Charlie se llevó a Arthur afuera para examinar el coche más detalladamente, los gemelos arrastraron a Ron para mostrarle algunos de sus últimos inventos, y Percy desapareció con una pila de pergaminos del Ministerio. Ginny encontró un momento para acercarse a Daphne mientras Mike estaba en el baño. —¿Realmente te gusta? —preguntó directamente, sin su dulzura anterior. Mike la miró con expresión seria. —Ginebra, eso no es asunto tuyo. —Todo lo que concierne a Harry es mi asunto —respondió Ginny con una intensidad que lo sorprendió—. He esperado mucho tiempo a Harry. Y no voy a dejar que una serpiente engreída se interponga. Cuando Mike regresó, la compostura perfecta de Daphne tenía algunas grietas. —La... la señorita Weasley es muy... directa —comentó cuidadosamente. —¿Qué te dijo? —preguntó Mike con el ceño fruncido. —Nada importante —Daphne agitó una mano con desdén estudiado—. Solo me aclaró algunas cosas sobre... expectativas familiares. Mike iba a preguntar más, pero Molly apareció anunciando que era hora de las despedidas. Susan fue la primera en irse, no sin antes darle a Neville un beso tímido en la mejilla que lo dejó sonrojado y sonriendo como tonto. Su despedida a través de los Polvos Floo fue cálida y prometía más encuentros pronto. Daphne se acercó a la chimenea con su dignidad intacta, aunque Mike notó que sus hombros estaban más tensos de lo usual. —Gracias por la hospitalidad, señora Weasley —dijo con perfecta cortesía—. Y por la fascinante experiencia gastronómica muggle. —De nada, querida —respondió Molly con una sonrisa que no llegó a sus ojos. Antes de entrar en las llamas verdes, Daphne se dirigió a Mike. —Gracias por el viaje, Potter. Fue... educativo. —Cuando quieras, milady —respondió Mike con una reverencia, tratando de aligerar el ambiente. Daphne sonrió genuinamente por primera vez desde que llegaron. —Cuida de Neville. Y ten cuidado con los dragones galeses —añadió con una mirada significativa hacia donde Ginny había desaparecido. Y con eso, desapareció en las llamas verdes gritando "Greengrass Manor". ……………………… Mike y Neville fueron los últimos en irse. Mientras esperaban su turno en la chimenea, Arthur se acercó con expresión pensativa. —Harry, ¿puedo hablar contigo un momento? Se alejaron hacia el jardín, donde Arthur encendió su pipa con un hechizo. —Mi esposa... —comenzó Arthur lentamente—. Molly tiene sus ideas sobre lo que es mejor para ti. Para todos ustedes, en realidad. Mike asintió, sin saber muy bien qué decir. —No te pido que hagas nada específico —continuó Arthur—. Solo que entiendas que las familias son complicadas. La nuestra especialmente. Y que si decides... bueno, si decides explorar amistades que no son lo que mi esposa esperaba... tendrás todo mi apoyo. —Señor Weasley —dijo Mike cuidadosamente—. Solo somos amigos. Arthur sonrió, pero había sabiduría en sus ojos. —Por ahora, quizás. Pero tienes trece años, Harry. Las cosas cambian. Solo... ten cuidado. Con todos. Y especialmente con mi hija. No querría verla lastimada. Mike entendió la advertencia implícita y asintió solemnemente. Cuando finalmente llegaron a Longbottom Hall, Neville se acercó a Mike mientras caminaban hacia la casa. —¿Estás bien? —preguntó—. La cena fue... intensa. Mike suspiró. —Las familias son complicadas, ¿no? —Especialmente cuando hay sentimientos involucrados —respondió Neville sabiamente—. Susan me advirtió que Ginny podría estar... interesada en ti. —¿Y qué opinas tú? Neville se encogió de hombros. —Creo que tienes derecho a elegir a tus amigos sin que nadie más decida por ti. Y creo que Daphne manejó todo eso con mucha más gracia de la que yo habría tenido. Mike sonrió, agradecido por la perspectiva equilibrada de su amigo. —¿Y tú y Susan? El sonrojo de Neville fue respuesta suficiente, pero añadió: —Creo que... creo que podría haber algo ahí. Si soy lo suficientemente valiente para averiguarlo. —Lo eres —dijo Mike con certeza—. Definitivamente lo eres. Mientras entraban a la casa, Mike reflexionó sobre la complejidad de las relaciones humanas. El viaje había comenzado como una simple aventura, pero había revelado corrientes subterráneas de emoción, expectativa y tensión que prometían hacer el verano mucho más complicado de lo que había anticipado. Pero también había mostrado la fortaleza de las amistades verdaderas. Y eso, decidió, valía cualquier incomodidad futura. Después de todo, los mejores veranos siempre eran un poco complicados. ………………………………… Al dia siguiente el salón principal de la mansión Longbottom estaba inusualmente silencioso… demasiado silencioso. Mike y Neville, aún algo adoloridos de los entrenamientos de la mañana, cruzaron el umbral con una mezcla de resignación y precaución. Augusta Longbottom los esperaba de pie junto a la chimenea, su varita en la mano como si fuera un cetro de juicio ancestral. Andromeda Tonks, con los brazos cruzados y una ceja arqueada, estaba a su lado. El ambiente era tan denso que Kael, acurrucado en el hombro de Mike, emitió un leve trino de advertencia. Ambas mujeres se quedaron inmóviles al ver al pequeño fénix. Sus ojos se abrieron con una mezcla de asombro y reverencia. —Por las barbas de Merlín... —murmuró Augusta, bajando instintivamente su varita—. ¿Es eso un fénix? —Imposible —susurró Andromeda, acercándose con pasos cautelosos—. Los fénix no se vinculan con magos tan jóvenes. Son criaturas ancestrales, extremadamente selectivas... Kael irguió su pequeña cabeza dorada y emitió una nota musical suave, como si estuviera presentándose formalmente. Las plumas en su pecho brillaron con un resplandor cálido. —Se llama Kael —explicó Mike con cierto orgullo—. Nos encontramos con el por casualidad. Parece que... me eligió. Augusta se acercó lentamente, extendiendo una mano temblorosa hacia la criatura. Kael la observó con curiosidad antes de permitir que sus dedos rozaran sus plumas. —Extraordinario —murmuró—. En mis setenta años de vida, jamás había visto algo así. Los fénix son legendarios incluso entre las familias más antiguas. Que uno tan joven haya elegido a un mago de tu edad... —Sacudió la cabeza con incredulidad—. Esto cambia muchas cosas. —¿Qué tipo de cosas? —preguntó Neville, intrigado. —Los fénix no solo son símbolos de renacimiento y sanación —explicó Andromeda, sin quitar los ojos de Kael—. Son indicadores de un poder mágico y un carácter excepcionales. Su presencia legitimará cualquier acción que tomen de aquí en adelante. Augusta enderezó los hombros, recuperando su compostura habitual. —Siéntense —ordenó finalmente, aunque su tono había perdido parte de su severidad inicial—. Tenemos mucho que discutir. Ambos obedecieron sin discutir. —Madame Pomfrey me informó detalladamente de sus heridas —comenzó Augusta, aunque ahora su voz tenía matices de preocupación más que de reproche—. Costillas rotas, cortes profundos, fiebre mágica... ¿Qué estaban pensando al enfrentarse a un basilisco? —No fue exactamente un plan —dijo Mike con voz medida—. Era eso o dejar que Susan muriera. —¿Y avisarle a un adulto no era una opción razonable? —intervino Andromeda, aunque su mirada se suavizó al ver cómo Kael se acurrucaba protectoramente contra el cuello de Mike—. ¿O acaso pensaron que también podían enfrentarse solos a un dragón adulto si se presentaba la oportunidad? —No estábamos completamente solos —replicó Neville con la mandíbula tensa—. Teníamos un plan. Y ahora sabemos que Kael estuvo protegiéndonos de alguna manera. —Los planes improvisados siguen siendo la especialidad de los Gryffindor —gruñó Augusta, aunque con menos irritación que antes—. Y la razón por la que mi cabello encanece más cada año. Hubo un silencio tenso, roto solo por el leve crujido del fuego y el suave trinar de Kael. —Pero sobrevivieron —añadió finalmente, más baja—. Porque han estado entrenando seriamente. Porque respetan la magia antigua. Y porque, evidentemente, tienen un guardián que yo no había considerado. Estoy orgullosa... aunque me cueste admitirlo. Mike y Neville compartieron una mirada rápida. Era lo más cercano a un abrazo que recibirían de Augusta. —Abuela —dijo Neville con más cautela—. Hay algo más. El señor Greengrass se comunicó con nosotros. —¿Cyrus Greengrass? —preguntó Andromeda, frunciendo el ceño—. ¿El padre de Daphne? —Sí —intervino Mike—. Nos dijo que está dispuesto a ayudarnos a vender los restos del basilisco. Al parecer tiene contactos en el mercado de ingredientes alquímicos... y conoce bien el negocio de pociones. Augusta ladeó la cabeza, su expresión volviéndose calculadora. —Eso no me sorprende. La familia Greengrass tiene inversiones antiguas en comercio alquímico. No son tontos en los negocios. Pero tampoco son altruistas. —Por eso queríamos pedirte que nos ayudes con los términos —agregó Neville—. Queremos que todo esté en regla. Sin cláusulas engañosas. Augusta respiró hondo. —Haré que los duendes de Gringotts redacten un contrato formal. Y me reuniré personalmente con Cyrus. Pero ustedes dos estarán presentes durante todas las negociaciones. Este trato es suyo por derecho de conquista mágica. Pero también es su responsabilidad. Mike asintió con seriedad. En ese momento, una lechuza ministerial entró por la ventana abierta, portando un pergamino sellado con el escudo oficial del Ministerio de Magia. Augusta tomó la carta con escepticismo, rompió el sello con un movimiento preciso de varita y leyó en silencio. Sus cejas se alzaron significativamente. —¿Y ahora qué quieren? —murmuró. Andromeda se acercó para leer por encima del hombro de su prima política. —¿Una ceremonia oficial de condecoración? —Así es. —Augusta bajó el pergamino con expresión crítica—. El Ministerio desea entregar la Orden de Merlín, Tercera Clase, tanto a Neville como a Mike "por su extraordinario valor, ingenio mágico y dedicación inquebrantable a la defensa de Hogwarts y sus estudiantes". Neville parpadeó, boquiabierto. Mike se cruzó de brazos. —¿Están... bromeando? —No lo están —confirmó Andromeda, tomando asiento—. Cornelius Fudge está personalmente detrás de esto. Es una maniobra política calculada. Rita Skeeter hizo su trabajo demasiado bien: sus nombres están en primera plana de todos los periódicos mágicos. Las familias importantes están preguntando por ustedes. Y el ministro quiere apropiarse del mérito como si él los hubiera guiado y respaldado desde el principio. —¿Así que quieren usar nuestra victoria para mejorar su imagen pública? —dijo Mike, con tono ácido. —Exactamente —respondió Augusta sin rodeos—. Pero eso no significa que no puedan sacar algo valioso de este teatro político. Esta es una oportunidad única para establecer contactos influyentes, ganar respeto institucional... y posicionarse estratégicamente para futuros movimientos. Si van a participar en este juego, más les vale hacerlo excepcionalmente bien. —Y no estarán solos —añadió Andromeda con una sonrisa astuta—. Yo personalmente me encargaré de que luzcan apropiadamente. No vamos a permitir que parezcan dos estudiantes desaliñados en una ceremonia de esta magnitud. Kael soltó un trino melodioso de aprobación. Mike resopló una leve risa. Neville, por su parte, se acomodó en la silla con una mezcla visible de nerviosismo y orgullo. —¿Podemos rechazar la invitación? —preguntó Mike, más por formalidad que por convicción real. —Por supuesto —dijo Augusta—. Y sería la decisión más noble... y más políticamente estúpida que podrían tomar en este momento. Mike suspiró, aparentemente vencido por la lógica. —Entonces... ¿cuándo es la ceremonia? —Pasado mañana —respondió Andromeda, consultando el pergamino—. En el Atrio del Ministerio. Tiempo justo para conseguir túnicas ceremoniales adecuadas. Y preparar sus discursos de agradecimiento. Neville palideció visiblemente. —¿Tendremos que dar discursos? —Por supuesto. Si van a ser convertidos en símbolos públicos, al menos deben hablar como tales —dijo Augusta con una media sonrisa—. Pero no se preocupen. Los ayudaré a redactarlos. La ceremonia estaba a la vuelta de la esquina. Y aunque Mike aún no sabía exactamente cómo sentirse al respecto, comprendía perfectamente que esto era parte inevitable del precio de su victoria... y del comienzo de algo mucho más grande. ……………………… Los dos días previos a la ceremonia transcurrieron como una mezcla de ensayo teatral y entrenamiento político. Augusta Longbottom y Andromeda Tonks se turnaban para preparar a Mike y a Neville con la intensidad de una profesora de duelo y la elegancia de una embajadora. Mike se encontraba frente al espejo de cuerpo completo del salón, ajustándose por última vez su túnica ceremonial. Los meses de entrenamiento riguroso y los rituales mágicos habían transformado su físico de manera notable. Su cuerpo, antes delgado y juvenil, ahora mostraba músculos ocultos bajo la tela de su túnica negra con bordados dorados. Sus hombros se habían ensanchado considerablemente, dándole una presencia que hacía que muchos lo confundieran con alguien de quince años. Su cabello, antes siempre rebelde, ahora lucía un corte moderno: rapado en los lados y perfectamente peinado en la parte superior, lo que acentuaba sus facciones más maduras y sus ojos verdes intensos. Neville, a su lado, también había experimentado una transformación similar. Su rostro había perdido toda la redondez infantil, revelando una mandíbula fuerte y rasgos definidos. Su cuerpo, antes regordete y torpe, ahora mostraba la musculatura de alguien que había entrenado incansablemente durante un año. Su cabello castaño estaba perfectamente cortado en un estilo clásico y elegante que complementaba su túnica ceremonial verde oscuro con detalles dorados. —Recuerda, Harry —decía Andromeda con tono paciente mientras ajustaba por tercera vez la capa sobre sus hombros—: no mires directamente a los flashes. Parpadea suavemente y mantén una expresión neutra. Firme, pero no arrogante. Y por favor, no frunzas el ceño como si quisieras maldecir a los periodistas... aunque lo quieras. —¿Y si realmente lo quiero mucho? —preguntó Mike, resignado mientras Kael trinaba suavemente desde su percha. —Lo imaginas internamente. Jamás lo demuestras —intervino Augusta desde su sillón, sin levantar la vista de la copia del Profeta Dominical—. Y si algún político intenta arrastrarte hacia su agenda personal, recuerda que las sonrisas diplomáticas son armas perfectamente válidas en este tipo de guerra. —Pero ¿qué pasa si me preguntan algo que no quiero responder? —insistió Mike. —Simple —respondió Andromeda con una sonrisa astuta—. "Sin comentarios" o "Prefiero centrarme en el presente". Son frases mágicas que los reporteros odian pero respetan. Neville, practicando su postura, se ajustó la túnica una vez más. —¿Y qué se supone que digamos exactamente si nos preguntan por los detalles de la batalla contra el basilisco? —preguntó con nerviosismo evidente. —Que actuaron por deber cívico, no por gloria personal —respondió Augusta automáticamente, alzando finalmente la vista del periódico—. Que confiaron en su entrenamiento, en sus profesores, y en su instinto de supervivencia. No den detalles técnicos específicos. No mientan directamente, pero tampoco se delaten revelando información que podría ser peligrosa en manos equivocadas. —Y recuerden —agregó Andromeda, dando los toques finales—, están estableciendo su reputación pública. Cada palabra que digan será analizada, citada y probablemente malinterpretada. Piensen antes de hablar. ……………………… Cuando llegó el día de la ceremonia, el Atrio del Ministerio de Magia estaba transformado completamente. Estandartes dorados y púrpuras ondeaban suavemente gracias a encantamientos de levitación, creando una atmósfera casi real. Una plataforma elaboradamente decorada había sido erigida en el centro, con una larga mesa cubierta por un mantel de seda que exhibía orgullosamente el emblema oficial del Ministerio. Mike y Neville llegaron flanqueados por Augusta y Andromeda, su presencia física comandando respeto inmediato. Varios invitados hicieron dobles tomas al verlos, sorprendidos por lo maduros e imponentes que lucían para su edad. Antes de dirigirse al área principal, fueron escoltados a una sala privada donde Cornelius Fudge los esperaba con una sonrisa demasiado amplia. —¡Ah, nuestros jóvenes héroes! —exclamó, acercándose con brazos extendidos—. Debo decir que lucen... impresionantes. Muy dignos de la ocasión. —Ministro Fudge —respondió Mike cortésmente, pero con cierta frialdad que parecía imitar a cierta reina de hielo. —Siéntense, siéntense —gesticuló hacia las sillas elegantes—. Quería hablar con ustedes antes de la ceremonia oficial. Verán, esto no es solo una condecoración. Es una oportunidad para todos nosotros. Neville y Mike intercambiaron una mirada rápida. —¿Oportunidad? —preguntó Neville cautelosamente. —Por supuesto —continuó Fudge, su sonrisa volviéndose más calculada—. Ustedes son símbolos ahora. Representan esperanza, valor, el futuro del mundo mágico. Y yo... bueno, soy el Ministro que reconoce y apoya a esos símbolos. Mike sintió una punzada de irritación. —Ministro, con todo respeto, no actuamos para convertirnos en símbolos políticos. —¡Exactamente! —exclamó Fudge, como si Mike hubiera dicho algo brillante—. Esa pureza de motivos es precisamente lo que los hace tan valiosos. El público los adora, las familias importantes los respetan. Su apoyo hacia mi administración sería... muy beneficioso para la estabilidad del mundo mágico. —¿Nuestro apoyo? —preguntó Neville, frunciendo el ceño. —Nada directo, por supuesto —se apresuró a aclarar Fudge—. Simplemente... ser vistos en eventos ministeriales, quizás algunas declaraciones sobre la efectividad de nuestras políticas de seguridad... Mike se enderezó en su silla, y Kael emitió un trino bajo que sonó casi como una advertencia. —Ministro, agradecemos el reconocimiento, pero no somos políticos. Somos estudiantes que actuamos cuando fue necesario. —¡Por supuesto, por supuesto! —respondió Fudge rápidamente—. Solo piénsenlo. No hay prisa. Pero recuerden: el mundo mágico necesita líderes fuertes, y ustedes... ustedes podrían ser esos líderes algún día. Después de varios minutos más de conversación incómoda, fueron finalmente escoltados al área principal. La prensa los recibió inmediatamente con una verdadera ráfaga de flashes mágicos y preguntas atropelladas. Su presencia física imponente causó murmullos de admiración y sorpresa entre los asistentes. —¡Señor Potter! ¿Qué se siente ser conocido ya como el nuevo "Matabasiliscos"? —¡Neville! ¿Es verdad que sostuviste físicamente la cabeza del monstruo mientras tu compañero lo decapitaba? —¿Ese fénix es realmente suyo, señor Potter? Augusta levantó su varita con autoridad y neutralizó todos los micrófonos flotantes. —Distinguidos señores y señoras de la prensa mágica —declaró con voz firme—. Las preguntas serán atendidas apropiadamente después de la ceremonia oficial. La ceremonia procedió como estaba planeado. Fudge dio su discurso grandilocuente, claramente diseñado para asociarse con el éxito de los jóvenes. Mike y Neville recibieron sus medallas con la dignidad ensayada. Cuando llegó el momento de los discursos, Neville habló primero con sinceridad genuina sobre el valor y la amistad. Luego le tocó el turno a Mike. Se acercó al atril, su presencia física comandando atención inmediata. —Miembros distinguidos del Ministerio, señores y señoras de la prensa, compañeros ciudadanos del mundo mágico —comenzó con voz clara y firme—. Neville y yo no luchamos por reconocimiento público. Ni por medallas. Ni por aparecer en las portadas de los periódicos. Su mirada barrió metódicamente al público. —Actuamos porque éramos los únicos disponibles en ese momento crítico, y porque alguien tenía que hacerlo. Pero sobre todo, actuamos como futuros aurores. Aunque aún somos estudiantes, estamos entrenando dedicadamente para servir y proteger al mundo mágico. Hicimos lo que cualquier auror profesional habría hecho en nuestra situación: evaluar la amenaza, proteger a los civiles inocentes, y neutralizar el peligro usando todos los recursos disponibles. Hizo una pausa estratégica. —Neville y yo hemos decidido dedicar nuestras vidas al servicio público, a la protección de nuestra comunidad. Lo que ocurrió en Hogwarts no fue un accidente aislado. Fue una advertencia sobre fallas sistemáticas en nuestra vigilancia, en nuestros protocolos de seguridad, en nuestra comunicación institucional. Solo espero que este evento nos sirva de lección colectiva. Porque la próxima amenaza podría ser algo mucho más sutil, más peligroso, y más difícil de detectar. Los aplausos fueron entusiastas, aunque algunos funcionarios del Ministerio aplaudieron con reserva. Al terminar la ceremonia oficial, mientras se servían refrigerios elegantes, Mike y Neville fueron abordados por periodistas ansiosos. —Señor Potter —comenzó Rita Skeeter—, ¿puede confirmar los rumores sobre una relación romántica con la señorita Daphne Greengrass? —La señorita Greengrass es una compañera de clase talentosa y una amiga valiosa. No comentaré sobre mi vida personal más allá de eso. —¿Es verdad que ya han decidido especializarse en el programa de aurores? —preguntó otro reportero. —Estamos explorando seriamente esa opción —respondió Neville. Después de varios minutos más de preguntas, Amelia Bones se acercó al grupo. —Señor Potter, señor Longbottom —saludó con familiaridad—. Excelente trabajo hoy. Sus discursos fueron muy maduros, como esperaba de ustedes. —Directora Bones —respondió Mike—. Gracias por venir. —Siempre es un placer verlos —respondió Amelia—. De hecho, quería hablar con ustedes sobre esos programas de entrenamiento avanzado. Tengo algunos contactos que estarían interesados en trabajar con ustedes durante el verano. —Definitivamente nos interesa —respondió Neville. Mike aprovechó el momento. —Directora Bones, ¿sería posible que yo visitara a Sirius Black en Azkaban? Necesito escuchar de su propia boca por qué traicionó a mis padres. Para poder cerrar completamente ese capítulo de mi vida. Amelia lo estudió intensamente. —Es una petición inusual, pero comprendo la necesidad. Déjame investigar los protocolos legales. Veré qué se puede hacer. En ese momento, Cyrus Greengrass se acercó con paso calculado, su presencia irradiando autoridad política tradicional. —Señor Potter, señor Longbottom —saludó con una sonrisa que no llegaba completamente a sus ojos—. Permítanme felicitarlos nuevamente por su extraordinaria demostración de valores tradicionales: valor, honor, y deber hacia la comunidad mágica. —Lord Greengrass —respondió Mike cortésmente—. Gracias por venir. —Por supuesto —respondió Cyrus, su tono volviéndose más formal y calculado—. De hecho, quería informarles que el contrato para la venta de los restos del basilisco estará listo dentro de una semana. Mis contactos en el mercado alquímico están muy... entusiasmados con la oportunidad. Mike asintió. —Esperamos trabajar con usted, señor Greengrass. —Excelente —continuó Cyrus, y su sonrisa se volvió más genuina—. También quería mencionar que Daphne estará disponible para... actividades sociales durante el verano. Quizás podrían visitarnos en Greengrass Manor. Tenemos extensos jardines, una biblioteca considerable, y... muchas oportunidades para que los jóvenes pasen tiempo juntos en un ambiente apropiado. Mike captó inmediatamente las implicaciones, pero respondió diplomáticamente. —Sería un honor, señor Greengrass. Daphne es una compañía muy agradable. Cyrus asintió con satisfacción evidente. En su mente, ya estaba calculando.La alianza entre las familias Potter y Greengrass será... muy beneficiosa para ambas partes. —Perfecto —dijo en voz alta—. Estoy seguro de que encontrarán nuestro hogar muy... acogedor para el desarrollo de relaciones duraderas. Mientras las conversaciones continuaban, Augusta se acercó a Andromeda. —No se quebraron bajo la presión política —murmuró con orgullo—. Manejaron a los buitres perfectamente. —Ni siquiera se tambalearon —respondió Andromeda. Desde un rincón estratégico del Atrio, Lucius Malfoy observaba cada interacción con ojos calculadores. Y no era el único tomando notas mentales. Porque mientras el mundo mágico oficial celebraba a sus nuevos héroes, otros ya comenzaban a preparar sus próximos movimientos en el gran tablero político que se estaba reconfigurando. Fin del capítulo.
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