Capítulo 22: Fuga y recompensa.
18 de septiembre de 2025, 13:11
Habían pasado apenas tres días desde que Sirius había visto la fotografía de Peter en el periódico, pero esos tres días habían sido suficientes para que su mente fracturada encontrara un propósito que había estado ausente durante doce años.
Por primera vez en más de una década, Sirius Black tenía una razón para vivir que iba más allá de la simple supervivencia: Harry estaba en peligro, y él era el único que lo sabía.
Su mente, fragmentada por años de exposición a los Dementores, funcionaba ahora con una claridad maniaca. Los pensamientos se atropellaban unos con otros: Peter está vivo. Peter está con los Weasley. Los Weasley tienen hijos en Hogwarts. Harry está en Hogwarts. Peter puede llegar a Harry. Tengo que salir. Tengo que advertirle. Tengo que matar a Peter.
Sirius se transformó en su forma canina por centésima vez en esos tres días, sintiendo cómo su mente se tranquilizaba ligeramente en esa forma más simple. Durante todos estos años, su transformación animago había sido su salvación. Los Dementores afectaban menos a los animales, algo sobre la simplicidad de sus emociones que hacía sus recuerdos menos sabrosos para las criaturas.
En su forma de perro, podía pensar con mayor claridad, mantener algo de cordura en un lugar diseñado para destruir la mente humana. Era por eso que había sobrevivido cuando otros prisioneros se habían vuelto completamente locos en la mitad del tiempo.
Pero ahora esa habilidad le serviría para algo más que supervivencia.
Durante años, Sirius había notado algo que quizás otros prisioneros no habían observado: los guardias humanos de Azkaban eran notoriamente perezosos en sus deberes reales. Se apoyaban completamente en los Dementores para mantener a los prisioneros controlados, asumiendo que las criaturas sombrías eran suficientes.
Los guardias rara vez patrullaban los niveles más profundos donde estaban las celdas de máxima seguridad. ¿Para qué molestarse cuando los Dementores hacían el trabajo por ellos?
Era una debilidad en el sistema, y Sirius había sido Auror el tiempo suficiente para reconocer una debilidad cuando la veía.
La oportunidad llegó en su tercera noche de planificación obsesiva. Una tormenta particularmente violenta azotaba la isla, y los Dementores parecían estar menos activos, como si incluso ellos prefirieran refugiarse durante el clima más severo.
Sirius se había transformado en su forma canina y había comenzado a explorar su celda de maneras que nunca antes había considerado. Como perro, era más pequeño, más ágil, y podía examinar cada grieta y hendidura con mayor detalle.
Fue entonces cuando notó que uno de los barrotes inferiores de su celda tenía la base ligeramente corrida. Años de humedad constante habían debilitado el metal en su punto de anclaje. En su forma humana, nunca habría tenido la fuerza para moverlo, pero como perro, podía aplicar presión de manera diferente.
Después de lo que se sintió como horas de trabajo meticuloso, logró aflojar el barrote lo suficiente como para crear un espacio por el cual su forma canina pudiera pasar.
Por primera vez en doce años, Sirius Black estaba fuera de su celda.
El pasillo fuera de su celda era un territorio completamente desconocido. Durante todos sus años en Azkaban, nunca había salido de esa celda, nunca había visto más allá de lo que podía observar a través de los barrotes.
Ahora, moviéndose silenciosamente en su forma canina, se encontró en un laberinto de pasillos de piedra húmeda y escaleras descendentes. No tenía idea de hacia dónde iban, pero instintivamente se dirigió hacia abajo, siguiendo un instinto primitivo que le decía que la libertad estaba en los niveles inferiores, más cerca del mar.
Su mente, aunque más enfocada que en años, seguía siendo un torbellino de pensamientos fragmentados. Encuentra una salida. Encuentra una varita. Llega a Harry. Mata a Peter. No, expón a Peter primero. No, mata a Peter después de exponerlo. Harry tiene que saber la verdad.
Los pasillos se volvían más estrechos y húmedos mientras descendía. El sonido del mar se hacía más fuerte, confirmando que se dirigía en la dirección correcta. Los Dementores parecían evitar esta sección inferior, como si incluso ellos encontraran los niveles más bajos desagradables.
Fue en el nivel más bajo donde encontró lo que necesitaba.
Un guardia estaba dormido en una silla desgastada, roncando suavemente con una botella vacía de whiskey de fuego a su lado. Su varita descansaba descuidadamente en su regazo, brillando débilmente en la oscuridad húmeda.
Sirius se transformó silenciosamente de vuelta a su forma humana, sus movimientos de Auror entrenado tomando el control a pesar de su estado físico deteriorado. Sus años de entrenamiento no habían desaparecido completamente, aunque su cuerpo debilitado hacía que cada movimiento fuera más lento y menos preciso de lo que una vez había sido.
Con cuidado infinito, deslizó la varita de las manos flojas del guardia. El hombre ni siquiera se movió, perdido en su estupor alcohólico.
Por primera vez en doce años, Sirius Black tenía una varita en sus manos.
Su primer instinto fue aparecerse. Después de todo, había sido un Auror competente; la aparición debería ser segunda naturaleza para él. Pero cuando intentó concentrarse en un destino - Hogwarts, el Caldero Chorreante, cualquier lugar fuera de esta prisión maldita - se encontró con una resistencia mágica sólida como una pared de piedra.
Por supuesto. Las protecciones anti-aparición de Azkaban. Había sido un tonto al pensar que sería tan fácil.
Piensa, Sirius, piensa. Fuiste entrenado para esto. Los edificios tienen debilidades. Todas las fortalezas tienen un punto débil.
Su mente fragmentada luchó por recordar sus días de entrenamiento como Auror, los ejercicios de escape, las lecciones sobre cómo salir de situaciones imposibles. El agua. Las protecciones mágicas rara vez se extienden muy lejos bajo el agua. Es demasiado difícil mantenerlas estables.
Siguió el sonido del mar, bajando escaleras de piedra resbaladiza hasta llegar a lo que parecía ser un acceso de servicio en la base de la fortaleza. Una abertura en la roca llevaba directamente al mar embravecido.
Las olas se estrellaban contra la abertura con violencia suficiente para romper huesos, y la temperatura del agua del Mar del Norte en pleno invierno sería mortal para la mayoría de las personas.
Pero Sirius ya no era la mayoría de las personas. Era un hombre desesperado con un propósito maniaco.
Antes de lanzarse al agua, levantó la varita robada con manos temblorosas.
"Señálame, Harry Potter," murmuró, recordando el hechizo de su entrenamiento como Auror.
La varita giró en su mano, apuntando firmemente hacia el sur-sureste. Pensó en Hogwarts. Su ahijado debería estar allí, en algún lugar en esa dirección, posiblemente en peligro sin saberlo.
Sin más vacilación, Sirius se transformó en su forma canina y se lanzó a las aguas heladas.
El shock casi lo mató instantáneamente. Su cuerpo, debilitado por años de privación, gritó en protesta mientras el agua helada se filtró a través de su pelaje. Pero su forma canina era más resistente, más capaz de sobrevivir lo que habría matado a su forma humana en minutos.
Cada brazada era una batalla contra corrientes que intentaban arrastrarlo de vuelta a los acantilados rocosos. Su mente, ya fragmentada, se tambaleaba entre momentos de claridad desesperada y períodos de confusión total.
Nada. Sigue nadando. Harry te necesita. Peter debe pagar. James confió en ti. Fallaste antes. No falles ahora. Nada, maldita sea, nada.
Más de una vez estuvo tentado a rendirse, a dejarse hundir en las profundidades oscuras y acabar con el dolor. Pero cada vez que la desesperación amenazaba con vencerlo, veía la cara de Harry del periódico, veía la rata gorda en el hombro del niño Weasley.
Su furia mantuvo funcionando su corazón cuando el frío intentó detenerlo. Su propósito obsesivo lo mantuvo nadando cuando sus músculos quisieron rendirse.
Horas más tarde - no sabía cuántas, el tiempo había perdido significado en el agua helada - sus patas tocaron piedras. Una playa rocosa se extendía ante él, y más allá de esa, la libertad.
Se arrastró fuera del agua, transformándose de vuelta a su forma humana, todavía aferrando la varita robada como una línea de vida. Estaba temblando incontrolablemente, sus labios azules por el frío, pero estaba vivo.
Y, por primera vez en doce años, estaba libre.
Levantó la varita con manos que temblaban tanto por el frío como por la emoción.
"Señálame, Harry Potter," susurró de nuevo.
Esta vez la varita giró diferente, apuntando hacia el oeste-suroeste, una dirección completamente distinta a la que había señalado antes. Sirius frunció el ceño, confundido por un momento. Su mente fragmentada luchó por procesar la información.
¿Se había movido Harry? ¿Ya no estaba en la dirección de Hogwarts?
No importaba. Fuera donde fuera que estuviera su ahijado, él lo encontraría. Y mientras Harry estuviera en Inglaterra, mientras los Weasley estuvieran en Egipto según el periódico, Peter no podría llegar a él inmediatamente.
Sirius Black se puso de pie sobre piernas inestables, su mente oscilando entre la claridad maniaca y la confusión, pero con un propósito ardiendo en su pecho esquelético.
Tenía tiempo. No mucho, pero tenía tiempo para llegar a Harry antes de que los Weasley regresaran de Egipto con esa maldita rata.
Y esta vez, nada en el mundo lo detendría.
Con la varita firmemente en su agarre y una determinación que bordeaba la locura, Sirius Black comenzó su largo viaje.
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Mientras en las gélidas aguas del Mar del Norte, una figura solitaria nadaba desesperadamente hacia la libertad, huyendo de los horrores de Azkaban...
El sol de la tarde se filtraba a través de las nubes mientras el grupo se acercaba a las imponentes puertas de hierro forjado de Hogwarts. La comitiva era impresionante: Harry y Neville caminaban al frente, seguidos por Ted Tonks con su maletín de cuero lleno de documentos legales, Lord Cyrus Greengrass con su porte aristocrático característico, y detrás de ellos, un grupo de seis duendes de Gringotts especializados en la extracción y procesamiento de materiales mágicos peligrosos.
Los duendes llevaban equipos que Harry no había visto antes: contenedores especiales encantados con runas de preservación, herramientas de disección mágica que brillaban con un lustre plateado característico, y varios dispositivos que parecían diseñados específicamente para manejar venenos mortales sin riesgo de contaminación.
—¿Nervioso, Harry? —preguntó Neville mientras se acercaban a las puertas.
—Un poco —admitió Harry—. No es exactamente una visita social, ¿verdad?
Lord Greengrass, que había estado silencioso durante la mayor parte del viaje, finalmente habló.
—Recuerden, caballeros, aunque técnicamente tienen todos los derechos legales sobre esa criatura, la política y la diplomacia son tan importantes como la ley en situaciones como esta. Dumbledore no llegó a ser uno de los magos más influyentes de Inglaterra siendo solo poderoso mágicamente.
Ted asintió, ajustando su agarre en el maletín.
—Cyrus tiene razón. Manténganse firmes en sus derechos, pero sean diplomáticos. No queremos hacer enemigos innecesarios.
Las puertas se abrieron antes de que pudieran tocar, revelando la familiar figura gigantesca de Hagrid. Su rostro barbudo se iluminó con una sonrisa de pura sorpresa y alegría cuando los vio.
—¡Harry! ¡Neville! —exclamó con su voz atronadora, claramente no esperando verlos—. ¡Qué sorpresa tan agradable! ¿Qué hacéis aquí durante las vacaciones?
Su mirada se movió curiosamente sobre el grupo que los acompañaba: los adultos bien vestidos y especialmente los duendes con su equipo especializado.
—Hola, Hagrid —respondió Harry con una sonrisa genuina—. Hemos venido por los restos del basilisco. Tenemos todos los permisos necesarios.
Los ojos de Hagrid se abrieron como platos.
—¿El basilisco? —Su voz tembló con una mezcla de emoción y comprensión—. Por supuesto, es vuestro por derecho, después de todo lo que pasaron. ¡Venid, venid! Tengo que llevaros con el profesor Dumbledore inmediatamente. Le encantará veros.
Hagrid se apartó para dejarlos pasar, prácticamente rebotando de emoción mientras los guiaba hacia el castillo.
Hagrid los guió a través de los terrenos hacia la entrada principal, donde Dumbledore esperaba en los escalones, vestido con túnicas azul medianoche que parecían hacer que sus ojos brillaran aún más intensamente detrás de sus gafas de media luna. A su lado estaba la profesora McGonagall con su expresión habitualmente seria, y Severus Snape con su rostro perpetuamente desagradable.
—¡Profesor Dumbledore! —anunció Hagrid con entusiasmo—. ¡Miré a quiénes encontré en las puertas! ¡Harry y Neville han venido por el basilisco!
—¡Mis muchachos! —exclamó Dumbledore, aunque sus ojos ya se habían posado con reconocimiento en los dos adultos del grupo—. Qué agradable sorpresa verlos durante las vacaciones.
Su sonrisa se hizo más cálida cuando se dirigió a los adultos.
—¡Theodore! ¡Cyrus! —dijo con el afecto genuino que reservaba para sus antiguos alumnos—. Cuánto tiempo ha pasado. Aunque supongo que su presencia aquí no es coincidencia.
Sus ojos brillaron mientras examinaba al grupo completo, deteniéndose con particular interés en los duendes de Gringotts y su equipo especializado.
—Aunque debo admitir —continuó con una sonrisa suave—, puedo aventurar una suposición sobre el propósito de su visita.
Ted se adelantó, adoptando inmediatamente su postura profesional.
—Profesor Dumbledore, soy representante legal de los señores Potter y Longbottom. Hemos venido para reclamar legalmente los restos del basilisco que estos jóvenes mataron en defensa propia y en protección de una estudiante.
Dumbledore asintió gravemente.
—Por supuesto, por supuesto. Y tienen todo el derecho, naturalmente. Aunque debo expresar una pequeña preocupación...
Era entonces cuando Snape decidió intervenir, su voz goteando desdén habitual.
—¿Una pequeña preocupación? —se burló—. Estos... mocosos arrogantes... piensan que pueden simplemente venir y llevarse uno de los especímenes mágicos más raros y valiosos que hemos visto en siglos, ¿y todo lo que tienes es una pequeña preocupación, Dumbledore?
Sus ojos negros se fijaron en Harry con malicia familiar.
—Por supuesto, no debería sorprenderme. Potter siempre ha creído que las reglas no se aplican a él. Probablemente piensa que puede vender los restos al mejor postor sin considerar el valor incalculable que podrían tener para la investigación mágica.
Harry sintió que su temperamento comenzaba a elevarse, pero Lord Greengrass le puso una mano de advertencia en el hombro.
—Profesor Snape —intervino Dumbledore suavemente, aunque había una nota de reproche en su voz—. Estoy seguro de que los jóvenes han considerado cuidadosamente las implicaciones de su decisión.
Se volvió hacia Harry y Neville con expresión grandilocuente.
—Sin embargo, debo admitir que comparto algo de la preocupación del profesor Snape, aunque expresada quizás de manera menos... emotiva. El basilisco que mataron es realmente único. Un espécimen de mil años de edad con propiedades que podrían ser increíblemente valiosas para el avance de la investigación mágica.
Dumbledore hizo una pausa, permitiendo que sus palabras se asimilaran.
—La profesora McGonagall y el profesor Snape, como algunos de nuestros académicos más distinguidos, podrían hacer descubrimientos revolucionarios si tuvieran acceso a incluso una pequeña porción de los restos.
Snape se adelantó, claramente viendo una oportunidad.
—Una porción considerable sería necesaria para cualquier investigación seria —dijo—. Al menos un treinta por ciento de los restos, incluyendo una cantidad sustancial del veneno.
Harry casi se rió en voz alta ante la audacia.
—¿Treinta por ciento? —repitió—. ¿Por investigación que podría o no resultar en algo útil?
Ted se aclaró la garganta, su voz tomando el tono profesional que Harry había aprendido a asociar con malas noticias para quien estuviera en el extremo receptor.
—Con todo respeto, profesores, mis clientes no tienen ninguna obligación legal de proporcionar nada a la escuela. Mataron a la criatura en defensa propia después de que la escuela fallara en proteger a sus estudiantes adecuadamente.
Lord Greengrass asintió en apoyo.
—El Sr. Tonks tiene razón. Legalmente, Harry y Neville tienen derechos absolutos sobre el basilisco.
Dumbledore suspiró suavemente, como si estuviera profundamente decepcionado pero no sorprendido.
—Legalmente, por supuesto, tienen razón. Pero a veces, mi querido Theodore, lo que es legal y lo que es correcto no son exactamente lo mismo.
Sus ojos brillaron mientras miraba directamente a Harry.
—Por supuesto, también debo señalar que, aunque tienen todo el derecho legal a los restos, el acceso a la Cámara de los Secretos presenta... desafíos únicos.
Harry se dio cuenta inmediatamente del juego que Dumbledore estaba jugando. No era una amenaza directa, pero la implicación estaba clara: cooperen, o las cosas podrían volverse innecesariamente difíciles.
Decidió que dos podían jugar ese juego.
—Tiene razón, profesor —dijo Harry con una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. A veces lo que es legal y lo que es correcto son cosas diferentes. Y creo que es correcto que aquellos que casi murieron matando a esa criatura sean compensados adecuadamente por sus esfuerzos.
Hizo una pausa, permitiendo que la tensión se construyera.
—Pero también creo que es correcto apoyar la investigación mágica cuando es posible. Así que estoy dispuesto a ofrecer una donación al colegio para investigación.
Dumbledore se enderezó ligeramente, claramente interesado.
—¿Qué tipo de donación tenían en mente?
—Tres por ciento de los materiales procesados —dijo Harry firmemente—. Escamas, carne, huesos, algunos órganos. Suficiente para investigación sustancial pero no tanto como para impactar significativamente en nuestros propios planes.
Snape se indignó visiblemente.
—¡Tres por ciento! Eso es insultantemente inadecuado para...
—Y nada de veneno —continuó Harry, ignorando la protesta de Snape—. O quizás unas pocas gotas, cuidadosamente controladas. Pero no estoy cómodo poniendo grandes cantidades de un veneno mortal sin antídoto conocido en manos de alguien que claramente me desprecia.
El rostro de Snape se puso rojo de furia.
—¿Estás implicando que no se puede confiar en mí con materiales de investigación?
—No estoy implicando nada —respondió Harry calmadamente—. Lo estoy diciendo directamente. No confío en que alguien que me odia tenga acceso a un veneno que podría matarme con una sola gota.
Neville, viendo la tensión escalando y queriendo evitar más conflictos, se adelantó rápidamente.
—Pero para mostrar nuestra buena voluntad hacia Hogwarts —interrumpió diplomáticamente—, estaríamos dispuestos a añadir una donación adicional de dos por ciento del valor total en galeones directamente a la escuela.
La expresión de Snape cambió ligeramente, su furia siendo reemplazada por una consideración más calculada del valor combinado de la oferta.
Ted se adelantó antes de que Snape pudiera responder.
—Mis clientes han hecho una oferta extremadamente generosa —dijo firmemente—. Tres por ciento de materiales no venenosos más dos por ciento del valor en galeones representa cinco por ciento del valor total del basilisco. Considerando que no tienen derecho legal a nada, esto debería ser visto como el gesto extraordinario de buena voluntad que es.
Lord Greengrass asintió enfáticamente.
—En el mundo de los negocios, tal generosidad hacia una institución sin obligación legal sería considerada excepcional.
Dumbledore pareció considerar la situación cuidadosamente. Sus ojos se movieron entre Harry, Neville, y los duendes que permanecían silenciosamente observadores, pero claramente preparados para actuar si las negociaciones fracasaban.
—Tres por ciento de materiales más dos por ciento en galeones... cinco por ciento del valor total —dijo pensativamente—. Es considerablemente más generoso de lo que inicialmente parecía.
Se volvió hacia Snape, quien claramente luchaba por controlar su temperamento, pero parecía menos hostil ante la oferta mejorada.
—Severus, ¿tres por ciento de materiales no venenosos sería suficiente para comenzar investigaciones preliminares serias?
Snape apretó los dientes, pero la perspectiva de fondos adicionales para la escuela claramente había suavizado su posición.
—Sería... inadecuado, pero no completamente inútil —gruñó finalmente—. Y los fondos adicionales podrían permitir la adquisición de otros materiales de investigación o mejoras del equipo.
Harry sonrió, reconociendo la victoria cuando la veía.
—Excelente. Entonces tenemos un acuerdo. Tres por ciento de materiales procesados excluyendo veneno, más dos por ciento del valor total en galeones para la escuela.
Dumbledore asintió con evidente satisfacción, su sonrisa paternal brillando con orgullo genuino hacia sus antiguos estudiantes.
—Simplemente maravilloso. Cinco por ciento del valor total es una donación extraordinariamente generosa para la educación mágica.
La profesora McGonagall, que había permanecido silenciosa durante las negociaciones, finalmente habló.
—Y por supuesto, tendrán acceso completo a la Cámara. Aunque debo insistir en que un miembro del personal los acompañe durante todo el proceso, por razones de seguridad.
—Yo supervisaré personalmente la operación —añadió, con su tono habitualmente eficiente—. Como Subdirectora, puedo asegurar que todo se maneje apropiadamente.
—Perfecto —acordó Harry—. Siempre y cuando entiendan que están allí como observadores. Los duendes conocen su trabajo y no necesitan supervisión mágica.
Con los términos acordados y la supervisión decidida, Harry se volvió hacia Hagrid, que había estado observando toda la conversación con creciente fascinación y apenas contenía su emoción.
—Hagrid, ¿te gustaría venir con nosotros? Sé lo mucho que te gustan las criaturas mágicas, especialmente las más... únicas. Pensé que podrías querer ver al basilisco de cerca.
Los ojos de Hagrid se iluminaron como los de un niño en Navidad, y prácticamente tembló de emoción.
—¿Un basilisco real? ¿De mil años? —su voz se quebró de emoción pura—. ¡Harry, eso sería increíble! Nunca he visto uno en persona. Son criaturas absolutamente fascinantes, ¿sabes? Muy malentendidas... ¡Oh, esto va a ser mejor que cuando tuve a Norberto!
Dumbledore sonrió con verdadero afecto hacia su guardabosques.
—Por supuesto, Hagrid puede acompañarnos. Su experiencia con criaturas mágicas será invaluable, y francamente, su entusiasmo es contagioso.
Con los términos acordados, la supervisión decidida, y Hagrid prácticamente bailando de emoción, el grupo se dirigió hacia el castillo.
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El grupo se dirigió a través de los familiares pasillos de Hogwarts hacia los baños de Myrtle. Harry no pudo evitar sentir una extraña nostalgia mientras caminaban; estos pasillos habían sido su hogar durante poco tiempo, pero estaban llenos de memorias tanto buenas como malas.
—Nunca pensé que volvería aquí en estas circunstancias —murmuró Neville mientras se acercaban al baño fuera de servicio.
—Al menos esta vez no hay una estudiante petrificada esperando ser salvada —respondió Harry con una sonrisa tensa.
Ted Tonks, que había estado revisando algunos documentos mientras caminaban, guardó sus papeles en el maletín.
—Debo admitir que nunca pensé que mis servicios legales me llevarían a lugares tan... únicos —comentó con humor seco.
Cuando llegaron al baño abandonado, Harry se acercó al lavabo marcado con la pequeña serpiente. Los duendes observaron con interés profesional mientras él se concentraba.
—Ábrete —siseó en pársel.
El lavabo se hundió y desapareció, revelando la entrada circular que descendía hacia las profundidades del castillo. Harry miró hacia la oscuridad del túnel y frunció el ceño.
—La última vez nos tiramos por este túnel —explicó a los adultos—. Pero debe haber una manera más... civilizada de bajar.
Se acercó más al borde y habló nuevamente en pársel, probando diferentes comandos.
—Escaleras —siseó primero. Nada sucedió.
—Camino —intentó después. Tampoco hubo respuesta.
—Descender —probó con un tercer comando.
Esta vez, las piedras del túnel respondieron. Lentamente, escalones de piedra comenzaron a emerger de las paredes del túnel, formando una escalera en espiral que descendía hacia las profundidades.
—Impresionante —murmuró la profesora McGonagall—. Los encantamientos de Salazar eran verdaderamente sofisticados.
Ted silbó admirativamente.
—¡Increíble! Los fundadores realmente sabían lo que hacían. ¿Podéis imaginar la magia necesaria para crear algo así?
Cyrus observó la transformación arquitectónica con fascinación profesional.
—Como alguien que trabaja con contratos mágicos complejos, puedo apreciar la precisión de estos encantamientos. Mil años y todavía funcionan perfectamente.
Los duendes intercambiaron miradas de aprecio profesional. Claramente, la artesanía mágica de los fundadores había impresionado incluso a expertos en encantamientos complejos como ellos.
El descenso tomó varios minutos. La escalera en espiral los llevó profundamente bajo el castillo, mucho más profundo de lo que Harry había imaginado durante su caída dramática del año anterior. Finalmente, llegaron al fondo del túnel y se dirigieron hacia la entrada de la Cámara propiamente dicha.
La puerta circular con sus serpientes entrelazadas se alzaba ante ellos, tan imponente como Harry la recordaba.
—Ábrete —siseó Harry nuevamente, y la puerta se abrió con el mismo sonido rasposo que recordaba.
Cuando entraron a la Cámara, el grupo se detuvo colectivamente. La vasta caverna se extendía ante ellos, iluminada por antorchas que se encendieron mágicamente con su presencia. Las columnas talladas con serpientes se alzaban hacia el techo abovedado, y al final de la cámara...
—¡Merlín barbudo! —exclamó la profesora McGonagall, su compostura habitual completamente abandonada—. Es... es enorme.
El basilisco yacía exactamente donde Harry lo había dejado, su cuerpo masivo extendido a lo largo del suelo de la cámara. Incluso en la muerte, la criatura era verdaderamente imponente: más de 18 metros de serpiente pura, con escamas que brillaban verdoso bajo la luz de las antorchas.
Ted silbó impresionado.
—Y yo pensé que los dragones eran intimidantes. Esto es... esto es otra cosa completamente.
Hagrid prácticamente corrió hacia la criatura, sus ojos brillando de emoción.
—¡Es magnífico! —gritó—. ¡Absolutamente magnífico! Mirad el tamaño de esas escamas, la estructura de la cabeza... ¡Harry, Neville, no puedo creer matasteis a un espécimen tan maravilloso!
Los duendes, por otro lado, se acercaron con la eficiencia profesional que Harry había esperado. Inmediatamente comenzaron a desempacar su equipo, estableciendo estaciones de trabajo alrededor del basilisco. Sus movimientos eran precisos y practicados; claramente habían hecho esto antes.
El duende líder, un individuo de aspecto severo llamado Ironforge, se acercó a Harry.
—El proceso tomará aproximadamente seis horas —informó en su voz áspera—. Comenzaremos con la extracción del veneno, luego procederemos con la remoción de escamas, la disección de órganos valiosos, y finalmente el procesamiento de la carne y los huesos.
Harry asintió.
—¿Hay algo que necesiten de nosotros?
—Solo manténganse alejados del área de trabajo —respondió Ironforge—. Los materiales que manejamos son extremadamente peligrosos.
Con los duendes trabajando y Hagrid observando fascinado cada movimiento que hacían, Harry, Neville, Lord Greengrass, Ted Tonks y la profesora McGonagall se establecieron en una zona más alejada de la Cámara. Lord Greengrass había conjurado varias sillas cómodas, transformando el área en una especie de sala de espera improvisada.
—Debo admitir —dijo la profesora McGonagall después de acomodarse—, nunca esperé que mi día incluiría supervisar la disección de un basilisco de mil años en la Cámara de los Secretos.
—Los últimos dos años han estado llenos de sorpresas —respondió Harry con una sonrisa—. Al menos esta vez nadie está en peligro mortal.
Ted se acomodó en su silla, maletín a un lado.
—Bueno, técnicamente los duendes están manejando uno de los venenos más mortales conocidos por los magos —señaló—. Pero desde un punto de vista legal, todos los permisos están en orden, así que supongo que saben lo que hacen.
La profesora McGonagall los estudió a ambos jóvenes con su mirada penetrante.
—Hablando de cosas que deben hacer... aprovechando que ambos están aquí y no tendré que enviar lechuzas más tarde, ¿han considerado qué materias optativas tomarán el próximo año?
Harry y Neville intercambiaron una mirada. Honestamente, con todo lo que había pasado durante las vacaciones de verano, las materias escolares habían estado lejos de sus mentes.
—Eh... —comenzó Neville—. No realmente. Ha sido un verano bastante... ocupado.
Ted se rió entre dientes.
—Entre reorganizar las finanzas de los Potter y manejar asuntos legales, diría que 'ocupado' es quedarse corto.
—Entiendo perfectamente —dijo McGonagall con una sonrisa ligera—. Pero el próximo año es importante. Sus elecciones de tercero influirán en qué materias podrán tomar en sus EXTASIS, lo que a su vez afectará sus opciones de carrera.
Harry se enderezó, su interés inmediatamente despertado.
—¿Qué opciones tenemos? —preguntó.
—Aritmancia, Estudios Muggles, Adivinación, Cuidado de Criaturas Mágicas, y Runas Antiguas —enumeró McGonagall—. Pueden tomar desde una hasta todas, aunque no recomiendo sobrecargarse.
Lord Greengrass, que había estado escuchando silenciosamente, se unió a la conversación.
—Si me permiten la intrusión, desde una perspectiva práctica, tanto Aritmancia como Runas Antiguas son altamente valoradas en la mayoría de las carreras mágicas. Son la base de la mayoría de la magia avanzada.
Ted asintió en acuerdo.
—Como alguien que trabaja con contratos y leyes mágicas complejas, puedo confirmar que Runas Antiguas me ha sido invaluable. Muchos documentos legales históricos están escritos en runas.
—¿Y para ser Auror? —preguntó Harry directamente—. Profesora, usted conoce mis metas y ha visto mi mejora durante este último año. ¿Qué recomendaría?
McGonagall pareció complacida de que Harry hubiera pedido su consejo profesional.
—Para ser Auror, necesitarás EXTASIS en Defensa Contra las Artes Oscuras, Transformaciones, Pociones, y Encantamientos, obviamente. Pero las materias optativas que elijas pueden darte ventajas adicionales.
Se inclinó hacia adelante, claramente entrando en su modo de consejera académica.
—Aritmancia te ayudaría enormemente con la creación y detección de maleficios complejos. Runas Antiguas es invaluable para entender protecciones mágicas antiguas y neutralizar maldiciones históricas. Cuidado de Criaturas Mágicas podría ser útil dado que los Aurores frecuentemente enfrentan criaturas oscuras.
Hizo una pausa.
—Adivinación... bueno, algunos Aurores encuentran útil la habilidad de predecir patrones de comportamiento criminal, pero honestamente, Harry, no creo que sea tu fuerte. En cuanto a Estudios Muggles, dado tu trasfondo, probablemente sería redundante.
Harry consideró esto cuidadosamente. Su trasfondo como estudiante de ingeniería en su vida anterior le daba confianza en que podría manejar Aritmancia si realmente se trataba de matemáticas. Después de todo, las ecuaciones diferenciales y la termodinámmica habían sido mucho más desafiantes que cualquier cosa que el mundo mágico pudiera lanzarle en términos de números.
—¿Qué tan difíciles son Aritmancia y Runas? —preguntó—. Quiero ser realista sobre mi carga de trabajo.
—Ambas son matemáticamente intensivas y requieren memorización considerable —admitió McGonagall—. Pero has demostrado un gran mejoramiento en tus hábitos de estudio este último año. Si mantienes esa disciplina, creo que podrías manejarlas.
Harry asintió con confianza. Si Aritmancia era principalmente matemáticas, estaba bastante seguro de que podría destacar en ella.
Se volvió hacia Neville.
—¿Y tú, Neville? ¿Tambien quieres ser Auror?
Neville se enderezó un poco, mostrando más confianza que en el pasado.
—Bueno, realmente me gustaría seguir el mismo camino que Harry —dijo firmemente—. Quiero ser Auror también. Creo que después de todo lo que hemos pasado... quiero ayudar a proteger a otros de los magos oscuros.
McGonagall pareció genuinamente complacida por esta revelación.
—Una noble ambición, Longbottom. Y dados los eventos del último año, creo que has demostrado tener tanto la valentía como la determinación necesarias para esa carrera.
Ted sonrió con aprobación.
—Ambos han mostrado más coraje y madurez en estos últimos años de lo que muchos adultos muestran en toda su vida. Creo que serían excelentes Aurores.
—Para ser Auror, entonces tendrías los mismos requisitos básicos que Harry —continuó McGonagall—. Pero podrías elegir materias optativas ligeramente diferentes basadas en tus fortalezas naturales. Tu excepcional habilidad en Herbología podría ser una ventaja única en el campo. Muchas plantas mágicas tienen aplicaciones tanto defensivas como ofensivas.
Harry tomó una decisión.
—Creo que tomaré Aritmancia, Runas Antiguas, y Cuidado de Criaturas Mágicas —dijo finalmente—. Tres materias adicionales deberían ser manejables, y me darán una base sólida para la carrera de Auror.
Neville consideró sus propias opciones cuidadosamente.
—Yo también quiero prepararme bien para ser Auror, pero tal vez debería ser más conservador con mi carga de trabajo. ¿Qué es más importante para un Auror, Aritmancia o Runas Antiguas?
—Para trabajo de Auror día a día, probablemente Runas antiguas —respondió McGonagall—. Te ayudará más con la detección y neutralización de barreras o protecciones en tiempo real.
—Entonces tomaré Runas antiguas y Cuidado de Criaturas Mágicas —decidió Neville—. Dos materias adicionales me permitirán enfocarme realmente en mejorar mis materias principales también.
Lord Greengrass, que había estado escuchando la conversación con interés, se aclaró la garganta.
—Si me permiten, ya que estamos discutiendo materias optativas... aunque no es mi lugar como padre decidir por mi hija, Daphne ya me ha informado sus elecciones para el próximo año. Tomará Aritmancia y Runas Antiguas.
Se dirigió a Harry con una sonrisa ligera.
—Pensé que te interesaría saberlo, considerando vuestra... colaboraciones reciente.
McGonagall asintió cortésmente.
—Por supuesto, el profesor Snape se encarga de los horarios de Slytherin, pero es bueno saber que la señorita Greengrass ha elegido materias tan académicamente rigurosas.
Ted observó el intercambio con interés.
—Es bueno ver que los jóvenes están tomando decisiones educativas tan estratégicas. En mi experiencia, una educación sólida abre más puertas de las que uno inicialmente imagina.
—¿Estás seguro de no querer Adivinación? —preguntó Neville con una sonrisa traviesa—. Podría ser útil predecir cuándo vas a meterte en problemas otra vez.
Harry se rió.
—Con mi suerte, la profesora de Adivinación predecirá mi muerte cada semana. Prefiero evitar el estrés adicional.
McGonagall asintió con aprobación hacia ambos jóvenes.
—Decisiones muy sensatas de ambos. Me complace ver que están pensando estratégicamente sobre sus futuros.
En ese momento, Hagrid se acercó a ellos, prácticamente radiante de emoción.
—¡Tenéis que ver esto! —exclamó—. Los duendes están extrayendo el veneno ahora, y es absolutamente fascinante. ¡Nunca había visto nada igual!
Harry miró hacia donde los duendes trabajaban. Incluso desde la distancia, podía ver que habían establecido un sistema elaborado de tubos y contenedores alrededor de la cabeza del basilisco.
—¿Cuánto veneno crees que sacarán? —preguntó curiosamente.
—Ironforge me dijo que un basilisco de este tamaño probablemente produzca entre 190 y 380 litros —respondió Hagrid—. ¡Casi 400 litros de veneno de basilisco puro! ¡Es una fortuna absoluta!
Lord Greengrass silbó impresionado.
—A mil galeones por cada 30 mililitros... sí, definitivamente una fortuna.
Ted sacó una pequeña libreta y comenzó a hacer cálculos rápidos.
—Si asumimos el promedio, unos 285 litros... eso serían aproximadamente 9.5 millones de galeones solo en veneno —murmuró—. Por no mencionar las escamas, los colmillos, los órganos...
Harry sintió una sensación de satisfacción y algo de vértigo ante las cifras. No solo habían navegado exitosamente las negociaciones políticas en Hogwarts, sino que ahora estaban viendo los frutos tangibles de su victoria sobre el basilisco el año anterior.
—No está mal para un día de trabajo —murmuró, haciendo eco de sus pensamientos anteriores.
La profesora McGonagall lo miró con una expresión que mezclaba orgullo y exasperación.
—Potter, algo me dice que 'días de trabajo' interesantes van a ser una constante en tu vida.
Harry sonrió.
—Profesora, después de los últimos dos años, estaría decepcionado si no lo fueran.
Ted cerró su libreta con una sonrisa.
—Bueno, al menos ahora serán días de trabajo muy bien remunerados.
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Después de casi seis horas de trabajo meticuloso, los duendes de Gringotts finalmente completaron su tarea. El basilisco, que una vez había sido una criatura temible y majestuosa, ahora había sido completamente procesado con la eficiencia característica de los duendes.
Ironforge se acercó al grupo, limpiándose las manos con un trapo especial que parecía neutralizar cualquier residuo tóxico.
—El trabajo está completo —anunció con satisfacción profesional—. Hemos extraído 312 litros de veneno puro, 847 escamas utilizables, ambos colmillos intactos, todos los órganos principales preservados, y aproximadamente 2.3 toneladas de carne y huesos procesados.
Harry silbó impresionado ante las cifras.
—Eso es... considerablemente más de lo que esperábamos.
—Los basiliscos de esta edad son raros —explicó Ironforge—. La mayoría no vive más de 500 años. Este espécimen de mil años es verdaderamente excepcional en todos los aspectos.
Los otros duendes habían estado empacando metodicamente todos los materiales en contenedores especializados. Había más de una docena de recipientes de diferentes tamaños: algunos pequeños y fuertemente blindados para el veneno, otros más grandes para las escamas y la carne, y contenedores especiales con runas de preservación para los órganos más delicados.
—Estos contenedores serán transportados directamente a las bóvedas de alta seguridad de Gringotts —continuó Ironforge, dirigiéndose principalmente a Harry y Neville—. Allí serán almacenados bajo condiciones óptimas hasta que decidan qué hacer con cada porción.
Hizo una pausa y señaló hacia un contenedor más pequeño que había quedado aparte.
—Excepto este contenedor, por supuesto. Contiene el 3% de materiales acordado como donación para Hogwarts, excluyendo el veneno como especificamos. Esto incluye escamas seleccionadas, una porción de carne procesada, y algunos órganos menos críticos pero aún valiosos para investigación educativa.
Se volvió hacia Lord Greengrass.
—Señor Greengrass, como acordamos, puede comenzar las negociaciones preliminares con compradores potenciales. Tengo aquí una lista de mercados y clientes que han expresado interés en materiales de basilisco.
Le entregó un pergamino grueso.
—Recuerde, como discutimos, este será un negocio que se extenderá aproximadamente una década. Vender todo de una vez saturará el mercado y reducirá significativamente los precios. La estrategia será liberar los materiales gradualmente para maximizar el valor. Además, el 2% acordado en galeones para Hogwarts se irá transfiriendo proporcionalmente con cada venta que realicemos.
Lord Greengrass asintió mientras examinaba la lista.
—Perfectamente entendido. Comenzaré a hacer contactos discretos esta misma semana. La paciencia en estos asuntos generalmente se recompensa generosamente.
Ted, que había estado observando todo el proceso con fascinación profesional, se acercó.
—¿Qué tipo de documentación necesitaremos para las transacciones?
—Gringotts manejará toda la documentación de autenticidad y pureza —respondió Ironforge—. Cada lote vendrá con certificados completos. Su trabajo, Sr. Tonks, será asegurar que todos los contratos de venta cumplan con las regulaciones del Ministerio.
Con el trabajo completado y los planes futuros establecidos, el grupo comenzó a prepararse para partir. Los duendes, con su carga preciosa, serían los primeros en irse.
—Ha sido un privilegio trabajar con materiales de esta calidad —dijo Ironforge, estrechando las manos de Harry y Neville—. En mis cuarenta años procesando materiales de criaturas mágicas, nunca había visto un espécimen tan excepcional.
—El privilegio ha sido nuestro —respondió Harry sinceramente—. Gracias por su profesionalismo y experiencia.
Hagrid se acercó para sus propias despedidas, aún radiante de emoción por todo lo que había presenciado.
—¡Ha sido el día más emocionante que he tenido en años! —exclamó—. Ver un basilisco real siendo procesado... ¡esperad a que se lo cuente a Charlie Weasley! Se morirá de envidia.
La profesora McGonagall, manteniendo su compostura profesional pero con un brillo de satisfacción en sus ojos, se dirigió a los chicos.
—Bueno, señores, han manejado esto con notable madurez. Estoy orgullosa de cómo han navegado tanto los aspectos legales como diplomáticos de esta situación.
—Gracias, profesora —dijeron Harry y Neville al unísono.
—Y recuerden —añadió con una sonrisa ligera—, sus decisiones sobre las materias optativas están registradas. Espero verlos aplicar la misma determinación a sus estudios que han mostrado aquí.
Dumbledore, que había aparecido para ver la conclusión del proceso, se acercó con su característica sonrisa paternal.
—Una vez más, mis queridos estudiantes han demostrado que la valentía y la inteligencia pueden transformar incluso las circunstancias más peligrosas en oportunidades extraordinarias. Hogwarts está en su deuda.
Lord Greengrass estrechó las manos de Dumbledore y McGonagall.
—Ha sido un placer hacer negocios con Hogwarts. Espero que esta donación y las futuras transferencias contribuyan significativamente a la educación mágica.
—Sin duda lo harán —respondió Dumbledore—. La investigación que podremos realizar con estos materiales beneficiará a generaciones futuras de magos.
Con todas las despedidas hechas, Ted, Harry, Neville y Lord Greengrass finalmente salieron del castillo. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de naranjas y púrpuras.
—Bueno —dijo Ted mientras caminaban hacia las puertas de Hogwarts—, diría que ha sido un día extraordinariamente productivo.
—Y agotador —añadió Neville—. No me había dado cuenta de lo hambriento que estoy hasta ahora.
Harry se dio cuenta de que Neville tenía razón. Entre la emoción del día y la tensión de las negociaciones, ninguno de ellos había comido nada desde el desayuno temprano.
Lord Greengrass consultó su reloj de bolsillo.
—Me temo que debo despedirme aquí —dijo con una sonrisa cordial—. Tengo algunos asuntos que atender en Londres antes de que termine el día. Ha sido un privilegio trabajar con ustedes en esto.
Se volvió hacia Harry y Neville.
—Jóvenes, han demostrado hoy una sabiduría y madurez que los servirá bien en sus futuras carreras. Si alguna vez necesitan consejo sobre inversiones o negocios, mi puerta está siempre abierta.
Después de que Lord Greengrass se apareciera, Ted se dirigió a los chicos.
—Ahora que somos solo nosotros tres, ¿qué dicen si conseguimos algo de comida? Conozco un lugar cerca de mi despacho en Londres. Con las noticias que tenemos que compartir, sería una buena idea llevar cena para toda la familia.
—Suena perfecto —respondió Harry—. No hemos comido nada desde esta mañana.
Ted sonrió.
—Andromeda probablemente apreciará no tener que preocuparse por la cena después de un día tan memorable, y Augusta sin duda querrá celebrar cuando escuche las noticias.
Ted los llevó por aparición directamente a un callejón discreto cerca de su despacho en el Callejón Diagon. Desde allí, caminaron unos minutos hasta llegar al límite entre el mundo mágico y el mundo muggle.
—La ventaja de tener mi despacho aquí —explicó Ted mientras los guiaba por las calles muggles— es que tengo acceso a lo mejor de ambos mundos. Y esta pizzería en particular hace las mejores pizzas de todo Londres, mágico o no.
La pizzería que Ted había recomendado resultó ser un pequeño establecimiento familiar italiano, con el aroma reconfortante del pan recién horneado y tomates frescos llenando el aire. El propietario, un hombre mayor con acento italiano distintivo, claramente conocía a Ted bien.
—¡Ted! —exclamó cuando entraron—. ¿Qué te trae por aquí un viernes por la tarde?
—Hola, Giuseppe. Necesitamos comida para una celebración familiar —respondió Ted—. Algo grande, variado, y que viaje bien.
—¡Perfetto! Te prepararé mi selección especial —dijo Giuseppe, ya moviéndose hacia la cocina—. ¿Cuántas personas?
—Cuatro adultos, dos jóvenes, y mejor asumamos que todos tienen mucha hambre —respondió Ted con una sonrisa.
Mientras esperaban, se sentaron en una mesa cerca de la ventana. La atmósfera relajada del restaurante era un contraste bienvenido después de la tensión del día.
—Debo decir —comentó Ted—, están manejando todo esto notablemente bien. Muchos jóvenes de su edad se habrían dejado llevar por la emoción de tener acceso a tanta riqueza repentina.
Harry consideró esto.
—Honestamente, todavía no se siente completamente real. Las cifras son tan grandes que son casi abstractas.
—Esa es una perspectiva muy saludable —respondió Ted—. La riqueza real no es sobre números en una bóveda; es sobre las oportunidades y la seguridad que proporciona.
Neville asintió.
—Y sobre no tener que preocuparse por cosas básicas mientras perseguimos nuestras metas reales.
—Exactamente —concordó Ted—. El dinero es una herramienta, no un objetivo en sí mismo.
Giuseppe regresó con varias cajas de pizza humeantes y un par de ensaladas grandes.
—Aquí tienen: pizza Margherita, Quattro Stagioni, una especial con salchichas italianas, y mi creación personal con prosciutto y rúcula. ¡Perfecta para una celebrazione!
Ted pagó mientras Harry y Neville ayudaban a cargar las cajas, fascinados por la facilidad con la que Ted navegaba entre ambos mundos.
—Tan rápido como siempre y justo a tiempo—dijo Ted—. Augusta debe estar preguntándose dónde nos metimos, y Andy probablemente está ansiosa por escuchar cómo fue todo.
Regresaron al callejón discreto donde podrían aparecerse sin ser vistos y desaparecieron un suave pop característico de la aparición.