Capítulo 2. Mientras el héroe Duerme.
4 de julio de 2025, 22:16
Capítulo 2: Mientras el héroe Duerme
Me adelanté un paso. Mi voz tembló.
—Debe ser el Profesor Oak… tenemos que hablar. Sé que suena imposible. Pero… vengo de otro mundo. Y esto… esto es real.
Delia, que aún estaba sosteniendo la mano de la estatua de Ash, levantó la vista. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar, pero la sorpresa que reflejaba su rostro era inconfundible. Brock también miraba con curiosidad, mientras que Misty parecía escéptica, cruzando los brazos.
—¿Qué… qué quieres decir con "otro mundo"? —preguntó Misty, con desconfianza.
Pikachu, por su parte, no apartaba la mirada de la estatua, tocándola con su pequeña pata, como si intentara hacer algo para revivir a Ash.
—Creo que lo que Mike está tratando de decir es que hay cosas que necesitamos discutir, pero no podemos hacerlo aquí —intervino Brock, mostrando algo de comprensión. —Quizá deberíamos movernos a otro lugar.
—Tienes razón —respondí rápidamente. —Es algo muy delicado y no puedo hablar de ello frente a cualquiera. Hay cosas sobre los legendarios que no deberían conocerse tan fácilmente.
En cuanto mencioné la palabra "legendarios", el rostro del Profesor Oak se endureció. Su mirada, que antes era amable, se tornó seria y algo preocupada. Sabía exactamente lo que significaba esa información.
—¿Legendarios? —dijo Oak en voz baja, casi como si estuviera asimilando el peso de mis palabras. —Eso... eso es un tema muy delicado. No podemos hablar de eso aquí, no sin entender completamente las implicaciones. Es una información peligrosa, muy peligrosa, que podría alterar todo lo que conocemos.
El ambiente cambió al instante. Misty, que antes estaba más incrédula, ahora prestaba atención, aunque sus ojos aún mostraban desconfianza. Brock, por su parte, miraba a Oak como si esperara que él pudiera arrojar más luz sobre la situación.
—¿Y qué se supone que debemos hacer? —preguntó Misty, su tono ahora más serio, pero aún algo escéptico. —No me parece que alguien de fuera pueda saber algo de los legendarios. ¿Quién eres realmente, Mike?
Pikachu dio un pequeño grito, un "Pika!" desafiante, como si quisiera reanimar a Ash de alguna manera, pero la figura de su entrenador seguía inmóvil en piedra.
—Necesitamos ir al laboratorio —insistió Oak, ahora con firmeza. —Allí podremos hablar con más calma y también realizar las pruebas necesarias a Ash. Nadie más puede enterarse de lo que estamos discutiendo. Es un asunto que debe permanecer en secreto.
Pikachu, por su parte, no apartaba su mirada de la estatua, claramente preocupado por su compañero. La tensión en el aire era palpable.
La pequeña comitiva comenzó a caminar hacia el laboratorio del Profesor Oak, un lugar que parecía más adecuado para tratar asuntos delicados. Cada paso era un recordatorio del peso de lo que estaba a punto de revelarse. Nadie dijo una palabra más mientras avanzábamos, como si todos supieran que había algo más en juego, algo mucho más grande y peligroso de lo que imaginaban.
////////
El laboratorio del Profesor Oak era más grande de lo que imaginaba. Bajo la estructura de madera y tejas había una sección subterránea, discreta pero equipada con tecnología avanzada: monitores cardiacos, escáneres espectrales, cámaras térmicas, analizadores de energía… No parecía ciencia ficción, pero tampoco era lo que esperarías en un pueblo como Paleta.
Ash, inmóvil como una estatua de piedra, yacía en una camilla de soporte. Los escáneres pasaban lentamente sobre su cuerpo, mostrando datos incomprensibles para mí en pantallas flotantes.
—Sus signos vitales son… inexistentes —murmuró uno de los asistentes de Oak—. Pero el sistema no detecta muerte clínica.
Pikachu estaba sobre una mesa cercana, enroscado y temblando. No había querido separarse de Ash, pero no se acercaba a tocarlo tampoco. Lo miraba con ojos que brillaban por las lágrimas contenidas, como si aún esperara que su amigo despertara en cualquier momento.
Misty se acercó lentamente a él y le acarició la espalda. Pikachu no reaccionó. Brock se quedó de pie, en silencio.
—Esto es… más allá de lo que podemos tratar —dijo Oak mientras observaba la imagen 3D del cuerpo de Ash—. Es una forma de petrificación que no responde a ningún agente térmico, químico o de energía conocida. Es como si la materia hubiera sido reescrita.
—Fue Mewtwo —dije, sin pensarlo.
Oak levantó la mirada, en estado de alerta.
—¿Qué dijiste?
—Mewtwo fue quien hizo esto. Yo lo vi… y ellos también —señalé a Misty y Brock.
Misty asintió con fuerza.
—Era Mewtwo, no hay duda. Lo escuchamos decir que haría lo posible por traer de vuelta a Ash. Nos dijo que Mike tomaría su lugar...
Brock lo confirmó:
—Fue real, profesor. Nadie más podría hacer algo así. No era una ilusión ni un sueño.
Oak se apoyó en la mesa, como si la información le pesara. Su rostro, normalmente sereno, se contrajo en una mezcla de culpa y tristeza.
—Entonces… ha vuelto.
Delia, que había estado en silencio todo este tiempo con las manos apretadas contra su pecho, alzó la vista con los ojos cristalinos.
—¿Ha vuelto…? ¿Qué significa eso?
Oak dudó un momento. Luego habló con una voz tensa, áspera por el recuerdo.
—Mewtwo no fue creado por la naturaleza… fue creado por el hombre. Por mí —confesó, con la voz quebrada—. Junto al Doctor Fuji y Blaine. Jugamos a ser dioses… quisimos replicar al Pokémon más raro y esquivo de todos: Mew. Pero lo que creamos fue algo más allá de nuestro control. Un ser con poder inconmensurable y una mente compleja. Inteligente. Dolida. Furiosa.
—¿Por qué… por qué harías eso? —preguntó Delia, sin levantar la voz pero con un tono que atravesaba el aire como un cuchillo.
—Porque creíamos que podíamos… que debíamos. Queríamos comprender el misterio de la creación, del ADN Pokémon. Pero Mewtwo no era un experimento. Era… una vida. Un ser consciente, con pensamientos, emociones. Cuando se dio cuenta de lo que era, nos odió. Nos dejó… y desde entonces he vivido con ese arrepentimiento. Nunca debimos intentar jugar con la esencia de un ser así.
Delia se acercó lentamente a la camilla, posando su mano con suavidad sobre el brazo inmóvil de su hijo.
—Y aun así... dijo que va salvarlo.
Oak asintió en silencio. El laboratorio entero parecía contener la respiración.
—¿Y qué hará ahora? —pregunté—. ¿De verdad puede salvar a Ash?
—No lo sé —dijo Oak—. Pero si dijo que lo intentaría… hay una posibilidad. Mewtwo no suele hablar en vano.
Pikachu levantó ligeramente la cabeza ante ese comentario. Sus ojos seguían húmedos, pero había una chispa de esperanza ahí, escondida entre las sombras de su tristeza.
Oak me observó con atención, con un nuevo matiz en la mirada. Era como si de repente me estuviera analizando con más detalle.
—Y tú, Mike, cierto?… hablas de forma peculiar. Usas palabras que no reconozco, estructuras que no encajan del todo. No pareces de ninguna región conocida.
Tragué saliva y solo asentí con la cabeza. No estaba listo para decirlo aún, pero ese momento se acercaba, inevitable.
Oak no insistió. Volvió a enfocar su atención en los monitores, pero su expresión decía que ya estaba sacando sus propias conclusiones.
El silencio en el laboratorio era casi reverencial. El zumbido de los equipos médicos acompañaba la quietud, mientras Pikachu, aún cabizbajo sobre la camilla, no despegaba la vista de su entrenador petrificado. Misty lo acariciaba suavemente, pero su mirada estaba lejos, perdida en algún rincón de lo que acabábamos de vivir.
Entonces Oak se volvió hacia mí. Ya no con la mirada científica de antes, sino como alguien que observa una pieza de rompecabezas que no encaja.
—Mike… quiero que me digas de dónde vienes exactamente.
Tomé aire. No había forma de hacerlo sonar menos absurdo, pero ya no tenía sentido ocultarlo.—No vengo de
Kanto, ni Johto, ni ninguna región conocida por ustedes. Vengo de otro mundo completamente diferente. Uno donde todo esto... —hice un gesto hacia Pikachu, hacia Ash, hacia ellos— es ficción.
—¿Ficción? —repitió Misty, confundida.
—Sí. En mi mundo, ustedes son personajes de un anime, de videojuegos. Ash es... o era, el protagonista de una historia que millones de personas seguían cada semana. Todos los eventos que ha vivido, las batallas, sus rivales, sus amigos… todo eso es parte de una franquicia llamada “Pokémon”.
Brock entrecerró los ojos.—Entonces sabes todo sobre nosotros.
—No todo, pero mucho. En los juegos tomamos el rol de entrenadores, atrapamos Pokémon, ganamos medallas... incluso hay regiones que coinciden con lugares de mi mundo. Kalos, por ejemplo, es muy parecida a Francia. Y ahora que los veo de cerca… muchos de ustedes tienen rasgos asiáticos. Así que Kanto... puede ser una versión ficticia de Japón.
Oak alzó una ceja, visiblemente intrigado.—¿Estás diciendo que en tu mundo existe información sobre cada una de estas regiones?
—Sí. Hasta hay mapas, historias, y leyendas. Lugares como Alola, que se parece a Hawái; o Galar, con estética británica. Es como si nuestros mundos estuvieran entrelazados... pero en el mío, ustedes solo son parte de una historia que jamás creí real.
—¿Y qué hacías antes de llegar aquí? —preguntó Brock.
—Viajaba en un tren hacia la universidad. Estudio ingeniería… eléctrica y mecánica. Escuchaba música, viendo por la ventana… y entonces apareció Mewtwo. Y todo cambió.
Oak asintió, como si todo encajara lentamente en su mente.—Quiero revisar si existe alguna coincidencia en las bases de datos de entrenadores registrados. Quizá eso nos diga algo. Y si no estás registrado…
—No lo estoy —dije sin dudar.
—Entonces necesitaré tus datos para comenzar tu registro como entrenador. Será básico por ahora, pero si vas a caminar el camino de Ash, necesitarás una licencia. También podré verificar si existe alguna constancia... de tu mundo.
Me quedé en silencio. Todo parecía tan surreal. El profesor Oak, el gran experto Pokémon, hablándome de registros y bases de datos como si esto fuera completamente lógico… y, sin embargo, lo era. Estaba en su mundo, y tenía que adaptarme.
Oak se frotó el mentón y, tras unos segundos de silencio, habló:—
Chicos… ¿Estan seguros que lo que vieron fue a Mewtwo?
Brock fue quien respondió.—Sí, profesor. Era él.
Misty y yo también lo vimos. El… nunca había estado tan cerca de una Pokémon asi.
—Nos habló —añadió Misty con expresión tensa—. Nos dijo que... mientras Ash duerma, alguien más debe caminar en su lugar.
Todos dirigieron la mirada hacia mí. El peso de esas palabras me cayó encima como una losa.
Delia, que hasta ese momento había permanecido callada, se acercó lentamente.—Ash... no era un entrenador perfecto. Aprendía a medida que caminaba. N
unca fue el mejor al principio. Lo que lo hacía especial era su corazón.
Me miró con dulzura, pero también con una extraña determinación.—Tú estás aquí por algo, Mi
ke. Si ese ser... Mewtwo... te eligió, tal vez es porque vio en ti una chispa. No tienes que convertirte en Ash. Solo... intenta ser tú mismo, con el corazón en el lugar correcto.
No supe qué responder.
Oak cruzó los brazos, pensativo.—Caminar en su lugar… No es una petición simple. Pero si vamos a tomar ese camino, debemos hacerlo bien.
Asentí, con la garganta seca. Una parte de mí quería correr, esconderse, fingir que esto era una pesadilla. Pero otra… otra empezaba a entender lo que estaba en juego.
/////
La tarde cayó lentamente sobre Pueblo Paleta, tiñendo el cielo con tonos dorados y anaranjados. La tensión en el laboratorio había disminuido, pero el ambiente seguía cargado. Mientras Oak comenzaba a procesar algunos datos, Brock y Delia me ofrecieron una taza de té. Me senté en una esquina, observando a Pikachu, que se había vuelto a acurrucar al pie de la camilla de Ash.
Era difícil ver esa escena. Pikachu, el compañero inseparable de Ash, ahora lucía más pequeño que nunca. Su tristeza era palpable. Cada tanto, miraba de reojo en mi dirección, como si no supiera qué hacer conmigo. Como si mi sola presencia fuera una traición.
Me froté la cara con ambas manos.—Esto no tiene sentido —murmuré en voz baja—. No debería estar aquí. No soy entrenador, ni siquiera sé cómo funciona de verdad este mundo. Solo… jugaba con esto.
—¿Jugabas con esto? —La voz de Misty me sacó de mis pensamientos.
La miré, y ella me devolvió la mirada con una mezcla de incredulidad y enojo.—¿Eso es lo que para ti significa todo esto? ¿Un juego?
—No, yo… no quise decir eso así. En mi mundo, Pokémon es parte de la cultura. Son historias que enseñan cosas… sobre amistad, esfuerzo, madurez. Pero nada era real. Solo eran pantallas y fantasía.
Misty cruzó los brazos, claramente conteniendo sus emociones.—Y ahora, por alguna razón que no entiendo, estás aquí… caminando donde Ash debería estar. ¿Esperas que lo
acepte así como así?
—No —respondí, con honestidad—. Yo tampoco lo acepto. Ni siquiera sé por qué Mewtwo me eligió. No soy Ash. No tengo sus cualidades, ni su valor, ni su vínculo con sus Pokémon. Y sinceramente… no sé si podría lograrlo siquiera.
—Pikachu no confía en ti —añadió Misty con dureza—. Y Charizard… bueno, ni siquiera respetaba del todo a Ash. Imagínate cómo te va a ver a ti.
La sola mención de Charizard me hizo tragar saliva. Recordaba perfectamente su actitud rebelde en la serie. Ahora sería real. Y probablemente, peligrosa.
—No estoy aquí para reemplazarlo —dije al fin—. Solo… me obligaron a estar aquí. Pero si hay una mínima posibilidad de ayudarlo… entonces tal vez vale la pena intentarlo.
Misty bajó un poco la guardia, pero no del todo.—Si vas a hacerlo, hazlo bien. Porque él se lo merece.
Fue entonces cuando Pikachu levantó la cabeza. Se nos quedó mirando un momento. Caminó hacia mí con pasos lentos, se me quedó viendo desde el suelo… y luego se dio la vuelta, regresando a la camilla.
Era una señal clara: no estaba listo para aceptarme.
Y eso… dolía.
Brock se acercó entonces, colocando una mano firme sobre mi hombro.—No vas a convencer a nadie con palabras, Mike. Tendrás que demostrar con acciones que estás aquí por algo más que obligación. Pero te ayudaré en lo que pueda. No estás solo.
Lo miré con agradecimiento genuino.—Gracias,
Brock.
—Y no olvides lo que dijo Mewtwo —añadió él—. Mientras Ash duerma… tú debes caminar. Puede que no hayas pedido este destino, pero ahora te pertenece. Recuerda “los mejores hombres no fueron elegidos por estar listos, se obligaron a estar listos porque fueron elegidos”. Depende de ti si lo enfrentas o no.
Tragué saliva y miré hacia Pikachu una vez más.
Tal vez algún día, él también lo entienda.
/////////
La noche cayó sin prisa sobre Pueblo Paleta. Las luces tenues del laboratorio parpadeaban suavemente, y afuera solo se escuchaban los grillos y el crujir ocasional de las ramas bajo el viento. La conversación se fue apagando poco a poco, cada uno atrapado en sus pensamientos. El cansancio físico y emocional pesaba sobre todos.
Me quedé junto a una ventana, viendo la silueta de los árboles lejanos. No podía quitarme de la cabeza la imagen de Ash petrificado. Esa expresión congelada de alguien que dio todo de sí. Una parte de mí quería seguir creyendo que esto no era real. Que en cualquier momento despertaría en el tren, camino a la universidad.
Pero no despertaba.
Suspiré, dejando que mi cabeza golpeara ligeramente contra el cristal frío.
Delia se me acercó en silencio. Durante todo el día había estado tranquila, pero no indiferente. Ahora, con la noche como manto, dejó caer sus defensas.
—¿Estás bien, Mike? —preguntó con una voz baja y suave.
La miré. Era imposible no ver en sus ojos la tristeza profunda de una madre. Y al mismo tiempo, la extraña gentileza con la que me hablaba… como si intentara no hacerme sentir más ajeno de lo que ya me sentía.
—No lo sé —respondí con sinceridad—. No dejo de pensar en mi familia. En qué pensarán al no saber de mí. En si estoy desaparecido… o muerto. En si están buscándome ahora mismo.
Delia asintió, y sus ojos se llenaron de comprensión.—A veces, los caminos que no elegimos nos llevan a lugares donde más nos necesitan.
—Solo quería llegar a clase, hacer un examen de simulación eléctrica y luego volver a casa a cenar con mis padres. Ahora estoy aquí… con personas que solo conocía en una pantalla, y un niño convertido en piedra que todos esperaban que yo reemplazara.
Me llevé la mano al rostro, sintiendo el nudo en la garganta.—No sé si puedo con esto. No quiero que nadie me vea como una versión barata de Ash.
Delia colocó una mano sobre la mía.—Tú no eres una copia. Eres tú. Ash era especial… pero tú también puedes serlo, a tu manera. Él siempre creyó en dar oportunidades a los demás, incluso a Pokémon difíciles.
Pikachu, Charizard, bulbasaur, y todos los demas… nunca los forzó a seguirlo. Ganó su lealtad paso a paso.
La miré sorprendido, sintiendo que sus palabras calaban hondo.
—Él no empezó siendo un gran entrenador, Mike. Solo tenía un gran corazón. Si tú caminas con esa intención… quizás encuentres algo parecido en tu propio camino.
Cerré los ojos.—Ojalá pudiera volver atrás. No por cobardía… sino para prepararme. Para despedirme. Para saber que no dejé nada sin decir.
—Te entiendo —dijo Delia en voz baja—. Pero ahora… estás aquí. Y eso tiene un propósito. Lo que hagas con eso, depende de ti.
Nos quedamos en silencio un momento más. Y por primera vez, sentí que su cercanía no era solo un gesto amable. Era un puente. Una chispa de esperanza.
—¿Sabes? —dije—. Si esto fuera un videojuego, seguro habría una forma de revivir a Ash con un objeto raro… o con un legendario.
Delia sonrió con dulzura.—En este mundo, los milagros existen… pero rara vez vienen en forma de objetos.
—Tal vez debamos buscar a uno de esos milagros entonces. —Dije casi para mí mismo, viendo la oscuridad del bosque.
El silencio se instaló de nuevo. Y por primera vez desde que llegué, no me sentí del todo solo.
/////
En el laboratorio del Profesor Oak, las luces principales estaban apagadas. Solo una lámpara cálida iluminaba la mesa central donde Brock, Misty, Delia y el profesor se habían reunido en silencio, con tazas de té entre las manos. Mike ya se había ido a descansar, y ahora podían hablar con mayor libertad.
Oak fue el primero en romper el silencio.
—Su manera de hablar… sus expresiones, su conocimiento… ese joven no es de aquí —dijo mientras ajustaba sus lentes con un gesto cansado—. Y lo más inquietante es que no puedo encontrar ninguna referencia sobre su existencia en nuestros registros.
—¿Crees que está mintiendo? —preguntó Misty con una mezcla de escepticismo y rabia contenida—. Porque no quiero que alguien venga a reemplazar a Ash. No así.
Delia miró su taza sin beber. Su voz fue apenas un susurro:
—Él no está tratando de reemplazarlo. Lo vi en sus ojos… está tan perdido como nosotros.
—Y sin embargo —intervino Brock con tono pensativo—, Mewtwo lo eligió. O al menos, eso dijo. “Mientras Ash duerma, él debe caminar.” Eso no puede ser coincidencia.
—¿Crees en él? —preguntó Misty, clavando los ojos en Brock.
—No sé si creo. Pero lo que sí sé es que vi cómo Pikachu lo miraba. Hay dolor, sí… pero también algo más. Una chispa. Y eso… eso podría significar algo.
El profesor Oak tomó la palabra:
—Mike tiene conocimiento sobre nosotros, sobre los Pokémon, incluso sobre criaturas que son puro mito aquí. Si lo que dice es cierto, y su mundo tiene acceso a nuestra historia como una serie de ficción… debemos preguntarnos por qué. ¿Por qué alguien como él terminaría aquí justo cuando Ash... —la voz se le quebró un momento— ...cuando Ash lo necesita?
Delia levantó la vista.
—Porque quizás ese chico puede lograr lo que nosotros no. Quizás puede continuar el camino, no como un reemplazo, sino como un puente. Uno que nos ayude a traer a mi hijo de regreso.
Misty no respondió de inmediato. Luego, con voz baja, dijo:
—No voy a confiar en él tan fácilmente. Pero si Pikachu lo acepta… lo intentaré. Por Ash.
Oak asintió lentamente.
—Entonces debemos prepararlo. Si va a caminar en lugar de Ash… tendrá que estar listo para las batallas, para los desafíos… y para las decisiones difíciles.
—¿Y qué pasa si fracasa? —preguntó Brock.
El silencio fue la única respuesta por unos segundos… hasta que Delia lo rompió.
—Entonces lo habremos perdido a él también.
La conversación terminó sin necesidad de más palabras. Cada uno de ellos llevaba su propia carga, sus propias dudas… pero por primera vez desde el desastre, había una dirección. Una posibilidad. Una esperanza.
////
La luna estaba en su punto más alto sobre Pueblo Paleta. Desde la ventana de la habitación improvisada que el Profesor Oak me había ofrecido en el laboratorio, se veían algunas luces encendidas a lo lejos, pero el resto era oscuridad y silencio.
Me recosté sobre la cama, mirando el techo sin realmente verlo. No podía dormir. El peso de todo lo que había ocurrido, de todo lo que se esperaba de mí… me mantenía despierto.
Tomé mi celular de la mochila, todavía con un 28% de batería. Milagrosamente, seguía funcionando. Me pregunté por enésima vez cómo era posible que algo de mi mundo aún tuviera sentido aquí. Deslicé el dedo por la pantalla y abrí mi galería. Había fotos con mis amigos de la universidad, de mi familia… una selfie en el tren, justo antes de que todo cambiara.
Una punzada de tristeza me atravesó el pecho.
—¿Estarán buscándome…? ¿Pensarán que estoy muerto?
Apreté los labios, tratando de no dejar que las lágrimas se escaparan. No era justo. No para ellos. No para mí. Yo no pedí esto.
Con un suspiro largo, conecté mis audífonos Bluetooth. Aún estaban emparejados. Busqué entre mis playlists una canción que siempre me ayudaba a pensar, una que me reconectaba conmigo mismo: "Astronaut in the Ocean" de Masked Wolf. La ironía no pasó desapercibida. Me sentía justo así: fuera de lugar, flotando en un mundo que no era mío.
Mientras la música sonaba, cerré los ojos. Las imágenes del día regresaban en secuencias rotas: el rostro petrificado de Ash, los ojos de Pikachu cargados de confusión y tristeza, la voz de Mewtwo resonando en mi cabeza: “Mientras él duerma… tú deberás caminar.”
¿Qué clase de destino era ese? No era un elegido, no era un héroe. Era solo… yo.
Y sin embargo, estaba aquí.
Quizás no entendía el motivo. Quizás nunca lo haría. Pero si en algo podía ayudar, si de alguna forma podía devolverle la vida a Ash, o al menos honrar lo que él representaba, entonces… tal vez no estaba tan perdido como creía.
Antes de dormirme, miré la gorra que Delia me había dado. La dejé sobre la silla junto a la cama. Me recordaba que, aunque me sintiera solo, alguien creía en mí.
Apagué la pantalla del celular, dejé que la música siguiera sonando y, poco a poco, me fui quedando dormido con un pensamiento clavado en lo más profundo:
"No soy Ash… pero voy a caminar."
//////
….Al dia siguiente….
La mañana en Pueblo Paleta era tranquila, con esa calma que solo un pueblo pequeño podía ofrecer. La brisa fresca entraba por una de las ventanas abiertas del laboratorio, y el aroma del café recién hecho flotaba en el aire.
Me encontraba sentado en una de las mesas de la cocina improvisada que Oak tenía en el laboratorio, todavía medio dormido, con el cabello desordenado y una taza caliente entre las manos. No había dormido mucho. Las imágenes del día anterior volvían una y otra vez, como si mi mente se negara a soltarlas.
Delia se sentó frente a mí, con otra taza en sus manos. Estaba más tranquila, pero se notaba en su rostro que no había tenido una noche fácil.
—Dormiste algo, Mike? —preguntó con ternura.
Asentí apenas.—Lo suficiente… aunque sigo sintiendo que esto es un sueño del que no he despertado.
Ella bajó la mirada y luego sonrió levemente.—Eso mismo decía Ash, cuando
empezó su viaje juntos. Que todo parecía un sueño… hasta que Pikachu lo electrocutó por primera vez.
Solté una pequeña risa.—Sí, eso suena a algo que pasaría.
—A veces lo veo como si fuera ayer —continuó—. Él tenía un corazón tan grande. Tantas ganas de demostrar que podía ser alguien, aunque al principio no supiera nada de Pokémon.
Bebió un poco de su café y me miró con más seriedad.
—¿Tú crees que Mewtwo tenía razón?
Me detuve. Sabía que esa pregunta llegaría tarde o temprano.—No lo sé. Mewtwo… dijo que mientras Ash duerma, yo debía caminar en su lugar. Pero no soy él. Apenas estoy aprendiendo a entender este mundo. No tengo lazos con los Pokémon, no conozco las rutas, ni siquiera tengo una
Pokédex aún.
Delia se recostó un poco hacia adelante.
—A veces, caminar en el lugar de alguien no significa imitarlo, sino honrar su recorrido de una forma propia. No necesitas convertirte en Ash. Solo hacer lo que él hubiera querido: que el viaje continúe.
—Lo dices como si… como si eso fuera suficiente.
—Y lo es —respondió ella sin dudar—. El mundo no necesita una copia de mi hijo. Necesita a alguien que se atreva a seguir adelante… incluso si tiene miedo. Y si ese alguien eres tú, entonces estaré aquí para apoyarte.
Hubo un momento de silencio, y luego sacó algo de su bolso. Era una gorra roja con una insignia blanca. Ligeramente desgastada por el tiempo, pero cuidada con cariño.
—Esta fue una de las primeras gorras que usó Ash. Pensé en quedármela siempre… pero ahora creo que tú podrías necesitarla más.
Sentí un nudo en la garganta. La tomé con cuidado, como si se pudiera romper solo con tocarla.
—No sé si soy digno de esto…
—No se trata de dignidad, Mike. Se trata de intención. La gorra es solo una prenda. Lo que importa es lo que hagas mientras la lleves puesta.
La miré a los ojos y asentí.—Gracias… Delia. No voy a prometer que seré un héroe. Pero sí que haré lo mejor que pueda.
Ella sonrió, con ese brillo cálido que solo las madres pueden tener.—Eso es más que suficiente.
///////////
Tras un desayuno sencillo pero reconfortante, el Profesor Oak me pidió que lo acompañara a su oficina personal. En la pequeña sala había una mesa con papeles y un viejo ordenador portátil encendido. Me ofreció asiento y me puso un formulario frente a mí.
—Antes de cualquier otra cosa, necesito tus datos para poder darte una licencia de entrenador. Aunque no eres exactamente un caso común, todo debe hacerse como dicta la ley.
Tomé el bolígrafo y comencé a llenarlo con lo básico: nombre completo, edad, lugar de origen… ahí me detuve un momento.
—¿Qué pongo aquí, profesor? No existe un “México” en este mundo. ¿Pongo que soy de otra región?
Oak me miró en silencio por unos segundos, con la mirada fija y seria, hasta que asintió con un gesto de comprensión.
—Pon lo que consideres verdadero. Lo investigaré después.
Asentí en silencio. Era extraño, casi surrealista, que en un universo donde los Pokémon eran reales, lo que realmente lo hacía sentir “parte de todo” era llenar un formulario.
Mientras escribía, Oak hojeaba algunos documentos con notas garabateadas a mano. De pronto, me miró de nuevo, con una mezcla de interés científico y cierta picardía en el rostro.
—Dime, Mike… ¿qué tanto sabes tú sobre el entrenamiento Pokémon?
Lo pensé un momento.
—Lo básico de los juegos… tipo ventajas, ataques, que ganan experiencia y se hacen más fuertes.
—¿Y qué tanto crees que puedas aplicar eso en el mundo real? —preguntó, con los brazos cruzados.
—Supongo que… la teoría es útil, pero sé que no es lo mismo. Aquí los Pokémon pueden matarte si los provocas. No son las criaturas adorables del anime, aquí son de carne y hueso, incluso algunos son aterradores.
El profesor asintió, complacido con mi respuesta. Se levantó y caminó hacia una repisa donde tenía un libro grueso y bastante desgastado.
—Entrenar Pokémon no se trata sólo de decirles qué hacer. Tienes que entenderlos, conocer su naturaleza, sus reacciones, su instinto. Necesitas disciplina, creatividad… y mucha paciencia.
Abrió el libro y me mostró algunas ilustraciones: posturas defensivas, secuencias de entrenamiento básico, cosas que parecían ejercicios para fortalecer músculos o mejorar el equilibrio.
—También debes saber sobrevivir. En este mundo no hay centros Pokémon en cada esquina. Vas a acampar, cocinar con lo que tengas, distinguir plantas venenosas de comestibles… ¿Sabes armar una tienda?
—No, pero he ido de campamento una vez. Más o menos.
Oak soltó una leve carcajada.
—Eso no cuenta. Aquí una noche en el bosque puede significar encontrarte con un grupo de Beedrill o algo peor. Te enseñaremos lo básico: reconocer huellas, señales de alerta, cómo usar una Pokédex para más que escanear.
Se inclinó un poco hacia mí, ahora con tono más relajado.
—Ahora que estamos en confianza… dime, Mike. ¿Cómo evalúan la fuerza de un Pokémon en tu mundo?
—En los videojuegos usamos niveles. Mientras más combaten, más experiencia ganan y se vuelven más fuertes. Un número indica su fuerza, del 1 al 100. Así sabemos si un Pokémon puede con otro o no.
Oak arqueó una ceja, intrigado.
—¿Niveles? Como si fueran… estadísticas deportivas.
—Sí, y según eso, Pikachu debería ser como… nivel 80 o más. Con todo lo que ha enfrentado, ningún Pikachu normal en los juegos es así de fuerte.
Oak rió suavemente.
—Aquí no usamos niveles. No hay números flotando sobre sus cabezas. Pero lo que acabas de decir me ayuda a entender cómo piensas. Será útil para enseñarte. Aquí todo depende de tu lazo con ellos, de tu ingenio y tu voluntad.
Asentí, sintiéndome un poco más comprendido. Al menos no me veía como un completo idiota.
—Mike… hay algo más —dijo entonces, con tono más grave—. Mewtwo habló de un camino. Dijo que mientras Ash duerme… tú debes caminar.
Lo miré, inseguro. Delia, que había entrado a la sala sin que me diera cuenta, colocó suavemente su mano en mi hombro.
-Veo que estas usando la gorra que te di- dijo con una sonrisa
—Ash tenía varias. Esta… era la que le dejo su padre, nunca la uso mucho por miedo a perderla —dijo con una voz temblorosa, pero llena de cariño—. No te estoy pidiendo que lo reemplaces… sólo que no dejes que su historia termine así.
Oak asintió.
—Quizá… si sus Pokémon están de acuerdo, podrías continuar con ellos. Pero esa decisión no es nuestra. Es de ellos.
Sentí que el peso del mundo me caía encima. No sólo debía aprender a sobrevivir y entrenar… debía, de alguna forma, llenar los zapatos de alguien a quien nunca conocí, pero cuya sombra era imposible de ignorar.
Y así, con la gorra de Ash en mis manos y una mezcla de miedo, duda y determinación en el pecho, supe que el verdadero comienzo estaba cada vez más cerca.
Esta historia continuará……………………..