ID de la obra: 342

El Legado del Elegido

Het
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planificada Mini, escritos 153 páginas, 16 capítulos
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Capítulo 4. Entre hielo y destino.

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Capítulo 4: Entre hielo y destino. El amanecer llegó más temprano de lo que Mike hubiera querido. El cuerpo entero le pesaba como si hubiera cargado una mochila de piedras por días. No era dolor de heridas del combate contra Charizard—no había recibido ningún ataque directo—sino el agotamiento acumulado de semanas de entrenamiento intenso. Agujetas, cansancio muscular, sueño atrasado. Lo sintió al intentar levantarse. Y lo sintió aún más cuando se encontró con Misty, Brock, y el Profesor Oak esperándolo ya en la sala del laboratorio. Misty sostenía a su Togepi en brazos, como siempre. El pequeño Pokémon dormía plácidamente, ajeno a la tensión que flotaba en el aire. Pikachu, como era habitual, estaba fuera de su Pokébola y se mantenía cerca de Mike, lanzando miradas curiosas al resto del grupo. —Buenos días, Mike —dijo el profesor con una sonrisa amable, pero cansada—. Espero que hayas descansado… al menos lo suficiente para lo que nos espera hoy. —Lo intenté, profe. Pero tengo el cuerpo hecho trizas —respondió Mike con una media sonrisa, tomando asiento mientras se frotaba el cuello—. Aún no me acostumbro a esto de ser entrenador a tiempo completo. —Es normal. A Ash le pasó lo mismo al principio —comentó Brock con nostalgia—. Aunque tú empezaste con combates mucho más duros. Oak asintió y activó una pantalla holográfica frente a todos. Mostraba un mapa completo de la región de Kanto, con rutas marcadas y varios puntos resaltados en diferentes colores. —Como saben, la Liga Añil se celebra en dos meses. Ya tienes las ocho medallas de gimnasio, gracias al historial de Ash, que ahora está registrado oficialmente a tu nombre. Y eso incluye sus fondos y la propiedad legal de sus Pokémon. Conseguí que la Liga aprobara este cambio gracias a mi influencia… aunque me costó un par de favores. Mike asintió, en silencio. Le pesaba aceptar esos beneficios, pero sabía que eran necesarios. —Tienen tiempo para prepararse. Mi recomendación —continuó el profesor— es que completes tu equipo de seis Pokémon. Ahora tienes a Pikachu, Tauros, Kingler y… bueno, técnicamente Charizard, aunque aún no puedes contar realmente con él. —No todavía —murmuró Mike, mirando a Pikachu como buscando respaldo. El ratón eléctrico se limitó a cruzarse de brazos y asentir, serio. Oak empezó a señalar zonas del mapa. —En las últimas semanas, varias migraciones de Pokémon se han registrado por la región. Algunas inusuales, otras ya previstas por la temporada. Aquí en la Ruta 22 se han visto Absols, probablemente por cambios en la presión atmosférica. En las zonas heladas al norte, particularmente cerca de la antigua central de energía, se han avistado Snorunts. También se reportaron Gibles en las cuevas cercanas al Monte Luna, Phanpys cruzando el Valle Rocoso, y Trapinch en áreas arenosas al sur de Fucsia. La pantalla mostraba imágenes de cada especie mientras hablaba. Mike fruncía el ceño, concentrado. —Absol es siniestro puro —dijo, casi automáticamente—. Podría cubrir bien contra psíquicos, y no tengo nada que cubra eso ahora. Snorunt también serviría; tipo hielo ayuda contra dragones y voladores, pero tiene muchas debilidades. Gible es buena apuesta, línea evolutiva fuerte, pero seguro muy difícil de encontrar y entrenar... Misty lo interrumpió: —¿Siempre piensas así? ¿Como si fueran fichas en un tablero? Mike la miró sorprendido, pero antes de responder, Oak habló con voz calmada. —Es natural que al principio uses el conocimiento que tienes, aunque venga de otro mundo. Pero los Pokémon no son solo tipos o estadísticas. El verdadero mérito de un entrenador está en hacer fuerte a un Pokémon común. No siempre se trata de atrapar lo más poderoso… sino de forjar un vínculo, uno real. Mike bajó la mirada. No era una reprimenda dura, pero sí una llamada de atención. —Tienen varias rutas posibles —continuó Oak—. Casualmente… —su tono se volvió más lento— se ha reportado un extraño fenómeno cerca de meseta de la liga añil. Hay rumores de una pequeña manada de Riolus que apareció repentinamente en una zona donde nunca antes se habían visto. Un fenómeno muy inusual. Mike se enderezó. —¿Riolu? ¿En Kanto? —Exacto. No se sabe por qué están allí. Pero si planeas terminar tu viaje en la Liga, podrías dejar esa búsqueda para el final. Te queda de paso. Oak apagó la pantalla. —¿Qué opinas, Mike? ¿Qué camino quieres tomar? Mike miró a todos, luego al mapa, y finalmente a Pikachu, que seguía junto a él. —Vamos por Absol primero. Después podríamos ir a por riolu. Pero si el plan cambia, me adaptaré. Ya entendí que en este mundo los planes… rara vez sobreviven a la realidad. Todos sonrieron ante eso. Misty abrazó un poco más fuerte a Togepi, y Brock puso una mano sobre el hombro de Mike. —Entonces mañana partimos —dijo Oak—. Hoy es día de descanso, preparación… y empacar provisiones. Les explicaré cómo funcionará el sustento durante el viaje, y qué pueden hacer para mantenerse financieramente. Mike respiró hondo. El viaje estaba por comenzar de verdad. //////// La mañana transcurrió entre mochilas abiertas, frascos etiquetados y listas de verificación. Brock, con su eficiencia casi militar, se encargó de repartir raciones, repelentes, utensilios de cocina y otros implementos básicos. Misty, en cambio, supervisaba las Pokébolas, verificando que todo estuviera en orden. Mike, mientras tanto, ayudaba como podía, tratando de no estorbar… y, sobre todo, intentando asimilar todo lo que el Profesor Oak les estaba explicando en ese momento. —El sistema económico del mundo Pokémon es, digamos, bastante funcional —empezó Oak mientras hojeaba una tableta con gráficos—. A diferencia de lo que podrías conocer en tu mundo, aquí los entrenadores se integran como una parte fundamental del espectáculo regional. Mike alzó una ceja. —¿Espectáculo? —Así es. La Liga Pokémon es más que una competencia: es un evento masivo. Se vende mercancía, transmisiones, entradas… incluso apuestas legales en ciertas zonas. Todo eso genera ingresos para la Liga, y parte de esos fondos se redistribuyen a los entrenadores participantes, dependiendo de su avance. —¿O sea que mientras mejor lo haga, más dinero gano? —preguntó Mike, intrigado. —Exactamente. Además, existen misiones de asistencia, combates de exhibición, torneos locales, y tareas de exploración o ayuda a investigadores. También puedes ganar dinero registrando combates oficiales con espectadores, o vendiendo descubrimientos naturales como bayas raras o reportes de comportamiento de Pokémon salvajes. —Interesante. ¿Y ya tengo acceso a todo eso? —Sí —confirmó Oak—. Como mencioné ayer, oficialmente tú eres Ash Ketchum. Al menos en cuanto al registro de la Liga se refiere. Todos sus logros, su licencia, sus fondos e incluso sus Pokémon están legalmente a tu nombre. No hay mucho riesgo de que eso cause problemas. La mayoría de quienes conocían a Ash… ya saben lo que ocurrió. Y el resto, bueno… no lo recuerdan con precisión gracias a Mewtwo. Mike bajó la mirada. Todavía le costaba aceptar que estaba usando el nombre, los logros y hasta la cuenta bancaria de un chico que ahora estaba… convertido en piedra. —¿Y si alguien me reconoce? —No creo que suceda —intervino Brock—. Ash era bueno, pero aún no era una celebridad. Apenas estaba comenzando a hacerse un nombre. Además, con tu forma de hablar, nadie te va a confundir con él —añadió con una sonrisa burlona. Mike rió con suavidad. Era verdad. —Aun así… quiero hacerme mi propio nombre. Quiero ganarme lo que venga. Si voy a usar su legado, será para honrarlo, no para esconderme detrás de él. Oak asintió, satisfecho. —Entonces el primer paso es sencillo: sobrevivir al camino y fortalecer a tu equipo. Les he proporcionado provisiones para una semana. Raciones secas, medicamentos básicos, una tienda de campaña, y algunos fondos iniciales. Además, configuré tu Poképhone con una tarjeta de identificación bancaria conectada a tu nueva cuenta. —¿Puedo pagar con esto como si fuera una tarjeta normal? —Sí. También puedes cobrar combates, registrarte a eventos o comprar equipo. Solo asegúrate de cuidar el dispositivo… y de no gastarlo todo en pokécaramelos y hamburguesas como Ash —dijo con un suspiro. —Anotado —respondió Mike, divertido. Una vez todo estuvo empacado, el grupo salió del laboratorio y se dirigió a las afueras del pueblo. La brisa matutina era suave, pero prometía calor en las próximas horas. Frente al viejo cartel de “Bienvenidos a Pueblo Paleta”, Mike respiró hondo. Detrás de él, Pikachu trepó a su hombro. —Entonces… primero vamos hacia el norte. ¿Cuánto tiempo hasta la zona donde vimos los Absols? —Unos tres días de caminata —respondió Brock—. Hay un par de pueblos pequeños en el camino. Podremos reabastecernos si hace falta. —Y después, a por riolu —añadió Misty—. Aunque no será fácil, esa zona es fría y peligrosa. Tendrás que ganarte el respeto de absol si quieres atraparlo, es un pokemon muy solitario. —Perfecto —dijo Mike, ajustando el cinturón con sus Pokébolas—. Vamos a por ello. Oak los observó desde la colina junto al laboratorio. Al verlos partir, suspiró. No era solo nostalgia. Era incertidumbre. Había puesto muchas fichas en este joven. Un forastero con conocimientos extraños, pero con una mirada decidida. Y aunque nada podía reemplazar a Ash… tal vez Mike no había llegado para eso. Tal vez había llegado para forjar algo nuevo. //////// Con la información del Profesor Oak y un plan trazado entre todos, mientras el sol estaba en su punto más alto marcando el medio dia, el grupo partió con un rumbo claro: dirigirse hacia una zona montañosa y boscosa en el norte de Kanto, una región poco transitada y difícil de explorar, donde se habían avistado varios Absol en los últimos días. El trayecto tomaría tres días a pie, cruzando rutas secundarias, caminos forestales y algunos pueblos menores. Asi que no debían perder tiempo, caminaron hasta ver el atardecer y se fueron a dormir aun con la emoción que involucraba una nueva aventura. La mañana del segundo día comenzó con una niebla suave y un fresco característico de los valles del norte. Mike caminaba un poco más lento que los demás, sintiendo el peso del entrenamiento acumulado. Sus piernas ardían por el esfuerzo, y aunque no estaba herido, el cuerpo le pasaba factura por tantas jornadas intensas sin un verdadero descanso. Misty lo notó y le ofreció un poco de su bebida energética favorita mientras acunaba a Togepi entre sus brazos. —No estás acostumbrado a esta vida, ¿eh? —dijo Misty con una pequeña sonrisa, entre burla y genuina preocupación. —Para nada —respondió Mike con media risa—. Estoy acostumbrado a quedarme sentado jugando o estudiando, no a caminar doce horas al día con una mochila y un Charizard que apenas me tolera. Brock, caminando al frente, consultaba el mapa mientras revisaba la posición en el PokéPhone de Mike. El aparato estaba conectado a su red del profesor Oak, le permitía a Mike escanear a los Pokémon salvajes que se cruzaban en el camino y obtener información básica de ellos. Durante esos días, vieron varios grupos de Oddish, un par de Growlithe corriendo entre los matorrales, y un Mankey que intentó robarles algo de comida. —Ese Growlithe... es tipo Fuego —comentó Mike, alzando el PokéPhone—. Podría cubrir debilidades contra Bicho y Planta, pero ya tengo a Charizard, así que estaría redundante. —Sigues pensando como si estuvieras jugando un juego —interrumpió Misty, alzando una ceja. —Y tú sigues juzgándome como si llevara toda una vida aquí —le respondió Mike, con tono serio pero sin hostilidad. Brock decidió intervenir antes de que la tensión escalara. —Ambos tienen razón. En teoría, Mike, podrías cubrir tipos y debilidades, pero los Pokémon también se eligen por algo más que números. Y Misty, no olvides que él ha estado aprendiendo desde cero. No es fácil llegar a este mundo de golpe. Pikachu, que caminaba junto a Mike desde que inicio el dia, saltó al hombro del joven y frotó su mejilla contra la suya, sacando una leve sonrisa. —Gracias, amigo. —le susurró Mike con cariño, acariciando su cabeza. Durante el viaje, se detuvieron varias veces a combatir con entrenadores ocasionales. Mike enfrentó a una joven exploradora que usó un Vulpix muy ágil. Tauros le dio una batalla dura, pero logró ganar usando una estrategia basada en movimientos de carga rápida y cambios de ritmo. Kingler también tuvo su momento contra un Sandshrew, usando ataques de tipo Agua que le dieron ventaja inmediata. A cada combate, Mike ganaba confianza... y también algo de dinero. El tercer día de viaje los llevó a zonas más empinadas. El aire se volvía más fresco, y la vegetación densa. Absol había sido visto por última vez cerca de una antigua zona de minería abandonada, ahora convertida en un pequeño santuario natural. Usaron binoculares, colocaron cebos y hasta dejaron comida específica para Pokémon solitarios como Absol: frutos oscuros y carne seca. —Dicen que son sensibles a los cambios ambientales... tal vez si replicamos un patrón de huellas, o dejamos una zona despejada —comentó Brock. —No sabemos si está aquí aún —añadió Misty, abrazando a Togepi mientras miraba alrededor—. Tal vez ya se fue. —O tal vez ya nos está observando —murmuró Mike, escaneando con los ojos entre los árboles. Lo que nadie notó fue una pequeña figura triangular que los seguía a distancia, con ojos curiosos y pasos ligeros sobre la nieve esporádica que cubría parte del suelo en las zonas más altas. Un Pokémon solitario, delgado y con mirada hambrienta, empezaba a cruzarse en su camino... aunque aún no lo sabían. /////// Después de desayunar y empacar sus cosas continuaron con la caminata hacia las colinas del este. El terreno se volvía cada vez más escarpado, con zonas boscosas húmedas, niebla constante y caminos mal definidos. Los mapas que Brock traía eran antiguos y poco precisos, y ni siquiera el Poképhone de Mike lograba fijar bien la señal GPS en la zona. —¿Esto es común aquí? —preguntó Mike mientras consultaba la brújula digital que giraba sin parar. —Muy —respondió Brock—. Las variaciones geológicas, las tormentas subterráneas… todo esto son señales de que Absol podría estar cerca. Donde él va, el caos se adelanta. El grupo mantuvo un ritmo constante durante el día, sin detenerse mucho. Pasaron por un río turbio, cruzaron un viejo puente de madera que crujía más de lo aceptable, y vieron algunos Pokémon salvajes en la lejanía: un par de Phanpy cruzando la pradera, un Noctowl sobrevolando los árboles, y lo que parecía un espía: un Snorunt que los observaba desde la distancia y luego desaparecía. —Ese Snorunt nos ha estado siguiendo desde el bosque —dijo Misty con el ceño fruncido. —¿Tal vez está perdido? —preguntó Mike. —O está robando nuestros cebos —murmuró Brock, sin dejar de caminar. Esa noche colocaron señuelos con aromas específicos: hierbas aromáticas, feromonas sintéticas y fragmentos de comida que Mike acomodó con precisión casi científica. Pikachu ayudó, inspeccionando el área con las orejas bien altas. Pero al amanecer, una vez más, los cebos estaban revueltos, mordisqueados y algunos rotos. —No es Absol —dijo Brock mientras recogía los restos—. Absol no come esto. Ni actúa así. Este es otro problema. Mike no lo dijo en voz alta, pero ya se imaginaba a Snorunt como el responsable. Aun así… no podía enojarse con él. Había algo extraño en su presencia. Algo triste. ////////// Las caminatas del día siguiente los llevaron más alto. El bosque comenzó a abrirse, dejando paso a una especie de cañón cubierto de niebla que descendía hacia una zona de ruinas olvidadas. Las raíces de los árboles salían del suelo como dedos torcidos, y el viento ululaba en las hendiduras de piedra. Mike caminaba con el Poképhone en mano, revisando el sensor térmico. Captó un par de firmas pequeñas, erráticas… pero no eran Absol. Ese día no colocaron cebos nuevos, sino que rastrearon huellas, zonas de actividad, marcas en árboles, e incluso dejaron micrófonos escondidos para registrar sonidos nocturnos. Fue un día de estrategia, de paciencia… y de silencios tensos. Al anochecer, Mike se quedó solo con Pikachu en la cima de una colina baja. Veían el cielo volverse naranja entre la bruma. Sacó su Poképhone, abrió una app con sonidos de desastre (tormentas, crujidos de placas tectónicas, rugidos lejanos) y los reprodujo a bajo volumen. —¿Y si Absol aparece creyendo que algo malo está por pasar? —murmuró—. ¿Y si puede oler el miedo? Pikachu lo miró con los ojos entrecerrados, como si la idea le pareciera un poco exagerada… pero no imposible. Esa noche, mientras dormían, el Snorunt apareció otra vez. Esta vez no robó, solo se quedó cerca. Los observó. Mike, medio dormido, lo vio. —¿Estás buscando algo… o a alguien? Snorunt se estremeció, giró sobre sí mismo y desapareció otra vez. En el último día que estarían ahí, todos lo sintieron. Ese amanecer era distinto. No por algo que hayan hecho, sino por lo que se sentía en el aire: pesadez, electricidad, una ansiedad casi tangible. Hasta Misty lo dijo mientras se ataba el cabello en una coleta: —Hoy es el día. No sé por qué, pero lo siento. Avanzaron hacia la zona más profunda del cañón, donde los árboles eran más bajos y la niebla más densa. El suelo estaba agrietado. A cada paso, pequeñas rocas caían solas de las paredes cercanas. Fue Pikachu quien lo notó primero. Se tensó. Las orejas se irguieron. El cuerpo agachado, listo para actuar. —¿Qué pasa? —preguntó Mike. Y entonces lo vieron. Una figura elegante, blanca como la nieve, con ojos escarlatas y un cuerno curvado que parecía cortar la realidad. Absol emergió de entre la neblina como una sombra que brilla. Nadie dijo nada. Pero el suelo tembló. ¡TERREMOTO! Una onda sísmica repentina sacudió el terreno. Rocas comenzaron a desprenderse de la colina superior. El grupo se tambaleó, cayendo de rodillas. Misty gritó. Brock protegió su mochila. Mike se cubrió la cabeza. Y Snorunt… gritó. Estaba justo en el borde de un desnivel. La tierra cedió. Cayó. —¡SNORUNT! —gritó Mike, lanzándose sin pensar. Absol dio un paso atrás. Observaba, sin moverse. No huía. No ayudaba. Solo miraba. Mike resbaló por la pendiente y llegó hasta donde Snorunt se aferraba a una raíz fina que se partía poco a poco. El pequeño Pokémon lo miró con los ojos suplicantes. Temblaba. —Te tengo… ¡vamos! Mike se tendió sobre el suelo, lo sujetó con ambas manos. Tiró. Sus botas se clavaban en el barro suelto. Con un último impulso, logró arrastrarlo hacia él y rodaron juntos colina abajo hasta una zona segura. Cuando levantó la vista… Absol ya no estaba. La niebla lo había envuelto. Como un fantasma. Mike se quedó de rodillas, jadeando, con Snorunt apretado contra su pecho. —Tú… tú no lo provocaste, ¿verdad? —preguntó en voz baja. Snorunt negó con la cabeza. Estaba asustado. Hambriento. Solo. Y entonces Mike lo entendió: llevaba días buscando a Absol… pero a quien había encontrado realmente era a alguien como él. Alguien perdido. Desconectado. Sacó una Poké Ball vacía. Pero no la lanzó. Se la ofreció. —Tú decides. Si te quieres quedar… este es tu lugar. Snorunt lo miró. Luego, lentamente, colocó sus manitas sobre la Poké Ball. La luz roja lo envolvió con suavidad. No hubo pelea. No hubo drama. Solo aceptación. Clic. Mike apretó la esfera entre sus manos. Se quedó allí, de rodillas, sin decir nada durante varios segundos. Misty y Brock lo alcanzaron poco después. Misty lo miró en silencio. Brock puso una mano sobre su hombro. —A veces los desastres nos hacen encontrar lo que no sabíamos que necesitábamos. Mike no respondió. Solo acarició la Poké Ball y sonrió. —Bienvenido, Snorunt. //////// Tras la caída y la intensa emoción de haber elegido salvar a Snorunt sobre perseguir a Absol, Mike y el grupo se retiraron a un claro seguro. La niebla comenzaba a disiparse y la tierra parecía haberse estabilizado tras el temblor. Snorunt dormía dentro de su Poké Ball, pero Mike no dejaba de mirar la esfera en sus manos. —Brock… —dijo en voz baja mientras el experto preparaba una fogata—, ¿puedes revisarlo? Se ve muy mal. Estaba temblando todo el tiempo, se notaba débil. Brock asintió, sacó su bolso de primeros auxilios y pidió la Poké Ball. La abrió con suavidad. Snorunt apareció, encorvado y respirando con dificultad. Brock la examinó con cuidado, con manos firmes y una expresión profesional que pocas veces mostraba. —Está bastante desnutrida —explicó mientras tomaba notas y sacaba una pequeña luz para revisar los ojos del Pokémon—. Ha estado sola demasiado tiempo. Tiene los músculos atrofiados por falta de actividad, el pelaje está opaco, y sus niveles de temperatura corporal están por debajo del estándar para su especie. Mike frunció el ceño, preocupado. —¿Va a estar bien? Brock asintió lentamente. —Sí, pero va a tomar tiempo. Necesita una dieta alta en proteínas y calorías, descansos controlados, y sobre todo: cariño. Snorunt es muy sensible al abandono. Son Pokémon que tienden a vincularse fuerte con los humanos cuando se sienten acogidos. Si eres constante, se recuperará… y probablemente se vuelva muy leal. Mike se agachó junto a Snorunt y la acarició con suavidad. La criatura lo miró con sus grandes ojos vidriosos y trató de sonreír. Su cuerpecito temblaba un poco, pero no era de frío… sino de alivio. —¿Y sabes si es hembra o macho? —preguntó Mike, aún acariciándola. Brock sonrió con una ceja levantada, como si esa fuera la parte divertida de su trabajo. —Es hembra —dijo con confianza—. La forma del cuerno, el patrón sutil del pelaje y una diferencia casi imperceptible en la línea mandibular. Mike la observó de cerca. —¿Eh…? ¿Qué diferencia? Brock intentó señalarla, hacer comparaciones con dibujos, incluso sacó una tabla con esquemas anatómicos que tenía en su cuaderno de investigación. Pero después de cinco minutos, Mike, Misty y Pikachu lo miraban sin entender nada. —Olvídalo —dijo Mike—. Con que tú lo sepas, me basta. Snorunt bostezó y se recostó sobre su regazo. Fue la primera noche donde durmió tranquila. ///////// Los tres días siguientes de caminata fueron más tranquilos. El grupo se mantuvo cerca del sendero de roca que descendía hacia la región baja del valle. Mike ya se había resignado a no encontrar a Absol por ahora, pero el compromiso de buscar un Riolu seguía firme. Durante el viaje, Mike dedicó parte del día a alimentar y cuidar a Snorunt. Preparaba papillas con Bayas Sitrus y carne magra deshidratada, seguía las indicaciones de Brock al pie de la letra, e incluso improvisó un pequeño abrigo para ella pero en realidad solo era su bufanda que ya no necesitaba ya que se estaban alejando del clima helado. El vínculo entre ambos comenzó a fortalecerse. —Creo que deberías ponerle nombre —sugirió Misty una tarde mientras acampaban junto a un lago. Mike lo pensó un momento, pero negó con la cabeza. —No soy fan de los motes en los Pokémon. El grupo avanzó en silencio, disfrutando de la calma después del caos. Pikachu incluso subía al hombro de Mike por momentos, más cómodo con él. La confianza, poco a poco, comenzaba a echar raíces. En la mañana del décimo día, al pasar por una colina nevada, vieron algo inesperado en el horizonte: banderines de colores, humo de comida caliente, música… y mucha gente. —¿Qué es eso? —preguntó Mike. —Un pueblo —respondió Brock, sacando su mapa arrugado—. No aparece con nombre aquí, pero… espera. Sí, es Vientohelado. Un pueblo estacional. A veces hay festivales por el paso del invierno a la primavera. —¿Un festival? —dijo Misty con una sonrisa genuina por primera vez en días—. ¡Necesito una ducha, comida caliente y algo bonito que mirar que no sean mochilas llenas de lodo! Mike soltó una risa. —¿Y qué hay de Riolu? —No se va a ir a ningún lado —dijo Brock—. Vamos bien de tiempo. Además, tú también necesitas un respiro. Y así, sin haberlo planeado, el grupo llegó al pequeño pero animado pueblo de Vientohelado ///// El festival en Vientohelado no era masivo, pero poseía un encanto difícil de describir. Se trataba de una tradición antigua, celebrada cada año para honrar la resistencia de la gente y los Pokémon que habitan las regiones montañosas. Se le conocía como el Festival del Hielo y la Esperanza, y simbolizaba la unión entre humanos y Pokémon que sobrevivieron el invierno. Mike caminaba lentamente por las calles adornadas de guirnaldas blancas y azules, con Snorunt dormitando entre sus brazos, envuelta en la bufanda improvisada, mientras Pikachu iba sobre su hombro izquierdo, olfateando el aire con curiosidad. —Pika… pi? —dijo con interés, señalando con la cola un puesto de comida que vendía una especie de pastel de arroz relleno con crema dulce de baya Oram, cubierto de chispas azucaradas. Mike no lo pensó mucho. —Uno para mí… y uno para ellos. El vendedor, un anciano de sonrisa bonachona y gorro de lana con forma de Delibird, le entregó dos envoltorios envueltos en hojas calientes. —Son seguros para Pokémon —aseguró—. Mis Sneasel los adoran. Mike bajó un poco a Pikachu para que comiera más cómodo, y le ofreció un bocado. El ratón eléctrico le dio una mordida tímida y al instante sus orejas se agitaron de emoción. —¡Pika! —exclamó, tragando rápido y pidiendo más. Mike sonrió y partió un pedacito pequeño para Snorunt. La pequeña abrió los ojos adormilada, olfateó con desconfianza… y luego aceptó el trozo con un sonido suave y agradecido. —Están deliciosos —dijo Mike, mirando a ambos—. Y ustedes dos se los merecen. Misty los alcanzó poco después, con una corona de ramas con pequeñas flores heladas sobre el cabello. —¿Qué tal, familia feliz? —Pika pika —respondió Pikachu con la boca llena, saludando con la cola. —No está mal —respondió Mike, acomodando mejor a Snorunt—. Creo que necesitábamos esto. Brock los alcanzó también, cargando unas bolsas. —Compré provisiones nuevas. Aproveché que aquí venden suplementos vitamínicos para Pokémon. También tienen mantas térmicas de montaña. —Eres como un Poké-Mamá —dijo Misty con una risita. —Y tú eres como una niña en su primer baile de primavera —replicó Brock con una sonrisa. El grupo se sentó en una banca cercana a una fogata comunitaria, donde otros viajeros y pobladores descansaban, contando historias. Un anciano les habló de cuando un Absol descendió del monte durante una avalancha… pero no como una amenaza, sino como un aviso. Otra mujer narró cómo un Glalie una vez salvó a su hijo en una tormenta blanca. Mike escuchaba todo, mirando de vez en cuando a sus Pokémon. —Este mundo es tan… extraño. Tan real. A veces siento que no debería estar aquí —murmuró, como para sí. Pikachu le dio un golpecito suave en la mejilla con la cola. —¿Pika? Mike sonrió y le acarició la cabeza. —Gracias, compañero. Snorunt, acurrucada, ya respiraba con más calma. Sus mejillas habían recuperado un poco de color, y aunque su pelaje seguía apagado, sus ojos ahora tenían brillo. Ella también sentía que al fin pertenecía a algún lugar. //// El amanecer trajo consigo música de cuernos de madera, el aroma de pan caliente y una atmósfera vibrante. Mike, con Snorunt en brazos y Pikachu sobre el hombro, se unió a la multitud frente a la plaza del pueblo, donde un improvisado escenario había sido decorado con estandartes azules y blancos. —Damas y caballeros, entrenadores y entrenadoras —anunció un hombre con chaleco acolchado y barba blanca—. ¡Sean bienvenidos al Torneo Invernal del Festival del Hielo! La gente aplaudió. Misty y Brock se acercaron a Mike entre la multitud. —¿Vas a entrar? —preguntó Misty, alzando una ceja. —No estaba en mis planes, pero… —miró a Pikachu, que lo miraba con emoción— parece que Pikachu quiere probar suerte. —Será una buena forma de entrenar antes de buscar a Riolu —añadió Brock—. Además, escuché que el premio mayor incluye una MT rara y una Poké Ball especial. Mike alzó una ceja. Eso sonaba más que tentador. Un joven voluntario se acercó con una tabla de registro. —¿Nombre, entrenador? —Mike —respondió, ajustando a Snorunt con una mano para escribir. —¿Nivel de participación? —Competitiva. Nada de amistosos. El chico asintió con una sonrisa nerviosa. —Quedas registrado. Las primeras rondas serán de uno contra uno. A partir de semifinales, se permitirá usar hasta tres Pokémon. Mike se retiró hacia una zona tranquila para preparar su equipo. Charizard, dentro de su Poké Ball, vibraba ligeramente. Sentía la energía, la oportunidad de combatir. Pero Mike dudaba.Sabía que el dragón aún no le obedecía del todo. —Te sacaré si es necesario —murmuró mientras colocaba las Poké Balls en su cinturón. Snorunt ya se encontraba mejor, aunque aún estaba envuelta en una manta gruesa. Brock le había preparado una papilla de bayas y vitaminas, y la pequeña la había comido con gusto. Tambien se ofreció a cargar a Snorunt para que pudiera moverse con más libertad durante el evento. —Yo la cuido —dijo con una sonrisa amable—. Así puede ver cómo pelea su nuevo entrenador desde un lugar seguro y calientito. Mike asintió, agradecido, y acarició la cabeza de la pequeña Snorunt. —Volveré por ti cuando esto termine, ¿sí? Snorunt asintió levemente, acurrucándose en los brazos de Brock mientras Misty se acercaba para observar la ceremonia de apertura. En el escenario central, un anciano con una gran capa blanca anunciaba: —¡Bienvenidos al Torneo Invernal del Festival del Hielo! Los combates inician ahora mismo. ¡Buena suerte, entrenadores! /////// Primera ronda – 1 vs 1 Mike fue asignado a un combate contra un joven local con un Snover. —¡Pikachu, adelante! El ratón eléctrico saltó al campo con energía. El duelo fue rápido. Mike ordenó Ataque Rápido para cerrar distancia, luego un certero atactrueno debilitó al rival. La multitud aplaudió. Desde la barrera, Brock alzó un pulgar en señal de apoyo, mientras Snorunt aplaudía con sus manitas temblorosas. //////// Segunda ronda – 1 vs 1 El siguiente combate fue contra una entrenadora con un Delibird. Mike decidió usar a Tauros. El terreno nevado dificultaba un poco el movimiento, pero Tauros era fuerte. Embestidas rápidas y una cadena de Cornada + Pisotón bastaron para ganar. —¡Bien hecho, Tauros! —gritó Mike. Tauros soltó un bufido orgulloso. El juez levantó el brazo de Mike: clasificado a la semifinal. ///// Semifinal – 3 vs 3 El siguiente retador era un entrenador veterano, con fama en la zona. Su equipo: Sandslash de Alola, Beartic y Froslass. La batalla comenzó, Mike mando a pikachu al campo de batalla. Este salto enseguida de su hombro para posicionarse. El oponente inicio con su Sandslash exótico. Sandslash era veloz, pero Pikachu supo mantenerse en movimiento. Tras varios intercambios, un certero atactrueno debilitó al rival. Una victoria algo ajustada. El siguiente pokemon del rival fue Beartic. Beartic resistió bien los ataques eléctricos gracias al terreno helado. Pikachu, agotado, fue finalmente noqueado por un fuerte Puño Hielo. Mike sacó a Tauros. El enfrentamiento fue intenso. Beartic resistió bien los ataques normales, pero los embates veloces de Pisotón y Embestida terminaron por desgastarlo. Empate técnico: ambos Pokémon fueron retirados por fatiga. Tercera batalla: Charizard vs Froslass Mike arrojó la Poké Ball. —¡Charizard, te necesito! El dragón emergió envuelto en llamas, alzando el vuelo con majestuosidad. Froslass flotaba a su frente como un espíritu del hielo. —¡Usa Lanzallamas! Charizard no reaccionó. Giró la cabeza lentamente y escupió una pequeña llamarada al cielo, ignorando por completo las órdenes. —¡Charizard, en serio, ahora no! Froslass atacó con Viento Hielo, y aunque Charizard se movió por instinto, apenas respondió. Tras un segundo intento fallido, Mike apretó los dientes. —¡Charizard, vuelve! La Poké Ball lo absorbió, y el público quedó en silencio. Mike sacó un pañuelo y se secó el sudor. —Combate terminado. ¡Victoria para Froslass! —gritó el juez. Mike cerró los ojos, frustrado… pero también determinado. /////// Después del combate Mike se sentó con Brock, Misty y Snorunt, mientras anunciaban los finalistas. —No estuvo mal —dijo Brock—. Tomaste la mejor decisión con Charizard. —Sí… aunque no deja de doler. Snorunt trepó a su regazo y se acurrucó. Pikachu le dio un golpecito amistoso con la cola. ///// Después de la intensa semifinal, Mike descansaba en un banco junto con los demás., recuperando el aliento. Snorunt dormía en sus brazos, mientras Pikachu observaba los fuegos artificiales desde el hombro de su entrenador. El ambiente era cálido, cada vez se notaba más el fin del clima invernal. Una joven de la organización se acercó. —Mike, tu combate por el tercer lugar es el siguiente. ¿Estás listo? Mike respiró hondo. Aún estaba frustrado por el comportamiento de Charizard, pero miró a su alrededor y sonrió. Mike se puso de pie. Se volvió hacia Brock y le entregó cuidadosamente a Snorunt. —Cuídala por mí. Esta vez voy a ganar. ////// Combate por el Tercer Lugar – 1 vs 1 Su oponente esta vez era una chica de cabello rizado, vestida con ropa de montaña. Ella sacó su Pokéball con confianza: —¡Vamos, Phanpy! Mike sonrió. Un tipo Tierra. Ideal para Krabby. —¡Krabby, vamos! Krabby apareció con energía, alzando las pinzas y dando pequeños brincos. —¡Phanpy, Placaje! —¡Esquívalo y responde con burbuja! Krabby dio un giro y luego lanzo una serie de burbujas de agua con la fuerza para hacer rodar al pequeño elefante por la nieve. —¡Ahora krabby, agarralo con tus pinzas! ¡Ve con todo! Krabby levantó una ambas pinzas y sujeto con fuerza al pokemon rival, después lo levanto y procedio a arrojarlo al piso con tal fuerza que termino levantando nieve al golpear a Phanpy con el duro suelo. —¡Phanpy, Rizo Defensa y luego Ataque Rápido! Phanpy endureció su cuerpo y se lanzó en zigzag. —¡Krabby, resiste! ¡Bloquéalo con tus pinzas! Krabby se plantó firme, recibiendo el impacto, pero contraatacando con una serie de pinzazos, que desgastaron poco a poco al rival. A pesar del Rizo Defensa, los repetidos golpes lo hicieron tambalearse. —¡Finaliza con burbuja! Phanpy intentó reaccionar, pero el ataque a quemarropa de Krabby lo derribó por completo. —¡Phanpy no puede continuar! ¡Krabby y Mike ganan el tercer lugar del torneo! Los aplausos estallaron. Brock sonrió orgulloso, Snorunt despertó y miró confundida desde sus brazos, y Misty alzó un pulgar hacia Mike, genuinamente impresionada. —Bien hecho, pequeño —dijo Mike, alzando a Krabby con ambas manos—. ¡Ganaste! Lo hiciste increible. //////// Bajo las luces cálidas del festival, en medio de esculturas de hielo y faroles flotantes, se entregaron los premios. La presentadora habló con energía: —¡El tercer lugar es para Mike, quien nos sorprendió con la valentía y fuerza de su Krabby! Como premio, recibe… ¡10,000 Pokéyenes! Mike subió al escenario, agradeció con una reverencia y abrazó a su Krabby, que aún alzaba las pinzas como si no supiera cómo reaccionar a tanto aplauso. El segundo y primer lugar también fueron premiados, pero para Mike, lo importante era otra cosa: ver crecer a sus Pokémon con él, paso a paso. /////// Más tarde, mientras el cielo estallaba en fuegos artificiales y la música folclórica llenaba el aire, el grupo se reunió fuera del pueblo. Pikachu dormía sobre el hombro de Mike, y Snorunt roncaba suavemente en brazos de Brock. —No estuvo mal, ¿eh? —dijo Misty—. Y Krabby se lució. —Sí. Creo que todos crecimos un poco esta semana —respondió Mike, mirando la nieve iluminada por las luces del cielo. —¿Listos para volver al camino? —preguntó Brock. Mike asintió. Respiró hondo y dio el primer paso. —A partir de ahora, empezamos una nueva etapa. Vamos por ese Riolu. Esta historia continuará…….
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