Capítulo 10. El peso de los pasos prestados.
4 de julio de 2025, 22:31
Capítulo 10: El peso de los pasos prestados.
El estadio rugía como un volcán en plena erupción. Los asientos estaban repletos, y las cámaras enfocaban cada rincón del campo central. Había expectativa, emoción y un aire eléctrico que recorría las gradas. La batalla de cuartos de final estaba a punto de comenzar, y todos los ojos estaban puestos en Mike.
El comentarista principal, con voz enérgica, rompió el estruendo con su anuncio:
—¡Entrenadores, acérquense al centro del campo! ¡Ha llegado el momento de elegir el terreno para este combate crucial!
Mike caminó hacia su posición con la frente en alto y una media sonrisa en los labios. Su reciente victoria contra Ritchie lo había catapultado al centro de la atención, y lo sabía. Su forma de andar, la confianza con la que miraba al frente, incluso el leve gesto de saludo al público, todo reflejaba una creciente arrogancia. "Puedo con cualquiera", pensaba. "Ya estoy a su nivel. No, estoy por encima".
Frente a él, el nuevo rival se presentó. No era un rostro conocido del circuito, pero su porte, la calma de sus ojos y la firmeza con la que se plantaba dejaban claro que no era un novato. Llevaba una chaqueta oscura con detalles rojos y tenía una mirada serena, como si todo ya estuviera planeado.
El árbitro alzó la voz:
—El terreno elegido para este combate es… ¡campo salvaje de meseta! Este entorno cuenta con una extensa pradera, varias elevaciones rocosas de diferentes tamaños, algunos árboles aislados y un arroyo que atraviesa una parte del terreno. ¡Un campo donde la estrategia y el movimiento son esenciales!
El terreno se transformó en segundos, con plataformas móviles acomodando las elevaciones y el sistema holográfico activando los elementos naturales. Un terreno irregular, ideal para aquellos que supieran aprovechar su entorno.
Mike observó el campo con una sonrisa confiada.
—Perfecto —murmuró—. El tipo de terreno donde se lucen los que saben improvisar. Este combate es mío.
El árbitro volvió a hablar:
—Cada entrenador podrá usar hasta seis Pokémon. El combate terminará cuando todos los Pokémon de uno de los entrenadores hayan sido derrotado. ¡Entrenadores, preparen sus Pokémon!
Mike ya tenía todo planeado. No solo creía que podía ganar, sino que estaba convencido de que debía hacerlo. Era su momento, su historia… su destino.
Desde la sala de espectadores, Serena miraba la pantalla con expresión seria. No decía nada, pero sus ojos se mantenían fijos en Mike. Podía ver su energía… pero también algo más. Un exceso de confianza. Una presión invisible que se había convertido en armadura.
—Ten cuidado, Mike… —susurró—. No dejes que esa confianza te ciegue.
El sonido del silbato marcó el inicio. Mike y su rival lanzaron sus primeras Pokébolas al campo, y el combate dio comienzo.
—¡Infernape, adelante!
El rugido explosivo del simio de fuego rompió el aire al instante. Infernape cayó al campo con una voltereta acrobática desde su Pokébola, el fuego de su cabeza danzando como una antorcha viva. Adoptó posición de combate en cuanto tocó el suelo, ágil, firme, y con una energía que parecía chispear alrededor de su cuerpo.
Mike no dudó ni un segundo.
—¡Tauros, vamos allá!
La Pokébola se abrió y el poderoso buey de tres colas emergió con un bramido que sacudió el campo. Golpeó el suelo con sus pezuñas delanteras, levantando una nube de polvo antes de encarar a su oponente con furia contenida. Su fuerza era imponente. Su experiencia también.
—¡Empieza con Pisotón! —ordenó Mike de inmediato.
Tauros se lanzó al galope con velocidad bruta, zigzagueando entre las elevaciones rocosas. El terreno le favorecía; podía usar las colinas como rampas, las praderas para impulsarse, los árboles para bloquear la vista. El plan era claro: embestida y poder.
—Infernape, esquiva y usa Puño Fuego.
El cuerpo de Infernape se movió como si flotara sobre el césped. Sus movimientos eran fluidos, limpios, entrenados hasta el límite. Tauros intentó pisotearlo, pero el simio ya estaba detrás, y su puño envuelto en llamas impactó el costado del buey, obligándolo a retroceder.
—¡Cola de hierro! —rugió Mike, señalando una roca.
Tauros giró de inmediato, sus tres colas resplandeciendo con luz metálica. Golpeó la roca a su lado y lanzó fragmentos volando hacia Infernape como una lluvia de proyectiles improvisados. Pero el rival no se dejó sorprender.
—¡Acrobacia, ahora!
Infernape brincó entre las rocas, girando en el aire, esquivando los fragmentos de piedra como si danzara. Cayó de pie sobre una elevación, respirando sin esfuerzo. Tauros, jadeando, lo buscaba con la mirada.
Mike frunció el ceño.
—¿Qué pasa contigo, Tauros? ¡Ataca de nuevo!
Pero el problema no era Tauros. Era Mike.
Había subestimado al rival. Creyó que una fuerza bruta bastaría. Que después de vencer a Ritchie todo iría cuesta abajo. Pero este entrenador no era cualquier oponente. Desde los primeros movimientos, cada acción del rival había sido precisa, medida. Infernape no sólo era rápido: era letal.
—¡Movimiento Sísmico! —gritó el rival.
Tauros apenas tuvo tiempo de reaccionar. Infernape se deslizó por la ladera de una roca, encendió su puño con energía y levantó al buey por el aire. Con un salto tremendo, giró con Tauros sobre su espalda y lo estampó contra el suelo con una fuerza abrumadora.
Una nube de tierra y polvo cubrió el impacto.
El árbitro levantó su bandera.
—¡Tauros no puede continuar!
Mike bajó la mirada mientras regresaba a Tauros. La Pokébola se cerró con un pitido bajo. Sintió una punzada en el pecho… pero intentó ignorarla. Apretó los dientes.
—Aún tengo mucho más que dar —se dijo, como si quisiera convencerse a sí mismo.
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—¡Kingler, te necesito ahora! —gritó Mike, lanzando su Pokébola con fuerza.
La luz blanca se materializó en el campo con un chasquido húmedo, y el gigantesco cangrejo apareció golpeando sus tenazas entre sí con un fuerte ¡clang!. Dio un paso hacia adelante con sus patas laterales, y clavó su mirada en Infernape.
Mike respiró hondo. Tauros había caído con rapidez. Y aunque intentaba mantener el control, la humillación aún ardía.
—Tú puedes con esto, Kingler —murmuró para sí mismo, y luego alzó la voz—. ¡Burbuja de hielo!
—¡Esquívalo y usa Sofoco! —contraatacó el rival.
Kingler abrió su enorme pinza y disparó una ráfaga de burbujas gélidas que chispeaban con escarcha. Infernape las esquivó corriendo entre árboles y rocas, pero esta vez Mike había aprendido.
—¡Ahora usa Chorro de agua en el suelo, directo a su trayectoria!
Kingler apuntó al terreno, y una explosión de agua le lanzó barro y fragmentos de tierra a Infernape, que perdió el equilibrio justo antes de liberar su ataque. El Sofoco estalló fuera de dirección, carbonizando un tronco cercano. El rival entrecerró los ojos. Mike estaba volviendo a tomar ventaja y su confianza regresaba.
—¡Martillazo!
La pinza derecha de Kingler brilló intensamente y se estrelló contra el costado de Infernape. El golpe fue brutal. Infernape voló varios metros y rodó por el pasto, jadeando por el impacto.
Mike vio la oportunidad.
—¡Termina con Martillazo!
Kingler cargó con su pinza rodeada en energia. El rival reaccionó.
—¡Danza Espada y luego Puño Trueno!
Las dos órdenes fueron rápidas, encadenadas como un rayo. Infernape saltó, giró en el aire, y su cuerpo brilló momentáneamente con un aura rojiza. Aterrizó justo cuando Kingler lanzaba su ataque. Ambas técnicas chocaron con un estruendo, luz y fuerza física pura envolviéndolos en un pulso violento.
Ambos Pokémon cayeron hacia atrás.
Mike observaba con el corazón acelerado. Esta vez no podía perder, era el protagonista de esta historia. Esta vez tenía ventaja de tipo. Su mirada se afiló.
Infernape se puso lentamente de pie. Temblaba.
Kingler intentó hacer lo mismo… pero sus patas cedieron.
—¡Kingler no puede continuar!
Mike bajó la cabeza. Apretó los puños. Infernape estaba claramente herido, pero seguía en pie. Por dentro, Mike lo sabía: había sido una buena batalla. Pero no bastaba. No cuando tu rival todavía tenía a todos sus Pokémon completos y él ya había perdido a dos.
Respiró hondo.
—Pikachu… —dijo, casi con tono íntimo—. Es tu turno.
El pequeño ratón eléctrico dio un salto desde su hombro. Aterrizó sobre una roca y clavó la mirada en Infernape. No hubo orden. No hizo falta.
Ambos sabían que era ahora o nunca.
El árbitro bajó la bandera.
—¡Comienza el combate!
—Pikachu terminemos con esto. Ataque rápido.
Infernape esquivo el ataque y se alejo unos metros de Pikachu, pero esto era lo que quería Mike, Infernape ahora estaba parado donde anteriormente kingler había disparado su chorro de agua haciendo que hubiera algunos charcos de agua.
—Pikachu usa atactrueno, apunta a los pies de Infernape — nadie en la multitud entendio la orden hasta que vieron los resultados.
El rayo había tocado el agua y la empezó a recorrer a una gran velocidad, infernape trato de saltar, pero la electricidad lo alcanzo antes y debido al agua que mojaba su pelaje, la intensidad del ataque fue mayor de lo esperado. El pokemon rival no tardo en caer derrotado después de eso.
—¡Infernape no puede continuar! Pikachu gana— Grito el arbitro antes de que la multitud ovacionara tremendo despliegue de estrategia por parte de su novato favorito.
Mike sintió que al fin las cosas se acomodan, así debía ser el combate. En los últimos 2 partidos había tenido suerte su contrincante, hasta un reloj descompuesto puede dar la hora correcta dos veces al día. Ahora que había acabado con eso, era hora de remontar el partido y demostrar porque era el mejor…mejor que Ash.
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El rival saco a su siguiente pokemon en silencio. No parecía inmutado por la derrota de Infernape en absoluto.
Aegislash salió de su pokeball.
Pikachu y Aegislash se enfrentaron en silencio. El campo natural, con rocas dispersas, arbustos y un arroyo cruzando de lado a lado, ofrecía muchas posibilidades. Mike ya tenía una idea clara: este combate no lo ganaría por fuerza bruta.
—¡Clones de Sombra!
Pikachu creó una docena de copias y se mezcló entre ellas, moviéndose a toda velocidad entre los peñascos. Aegislash reaccionó rápido, lanzando un Sombra Vil que atravesó dos réplicas, pero el verdadero ya había cambiado de posición.
—Ahora, ¡Relámpago! —ordenó Mike.
Un destello de luz blanca cubrió el campo. Aegislash se cubrió con su escudo por reflejo. Pikachu lo embistió con Ataque Rápido desde un costado, directo al centro del cuerpo. Un impacto limpio.
El rival no dio señales de preocupación.
—Cambio de forma. Corte Sagrado.
Aegislash pasó a su modo ofensivo y desató un tajo luminoso. Varios clones desaparecieron. Pikachu apenas esquivó el ataque real. Cayó sobre una roca, respirando rápido.
Desde las gradas, Brock se inclinó hacia adelante.
—Ese Aegislash sabe cuándo presionar. Pikachu está forzado a moverse todo el tiempo.
—Pero Mike lo está haciendo bien —dijo Misty—. Está usando el campo para compensar la diferencia de poder.
—¡Cazador de Cabezas! —ordenó Mike.
Pikachu se ocultó bajo tierra. Aegislash se elevó levemente, atento. Había usado esa estrategia antes. Pero esta vez, Mike lo llevó más allá.
—¡Clones de sombra!
El suelo se abrió justo debajo del fantasma. Varias copias de Pikachu emergieron al mismo tiempo como un resorte y una de ellas golpeó con Cola de Hierro directo al cuerpo metálico. El impacto lo lanzó contra una piedra. Aegislash se reincorporó, pero con menor estabilidad. Había sido un buen golpe.
—¡Tacleada de Voltios!
Pikachu cargó energía y corrió a máxima velocidad. Aegislash intentó cubrirse con su escudo, pero el ataque lo empujó hacia atrás. A pesar de todo, resistió. La defensa del Pokémon rival era impresionante.
Mike apretó los dientes.
—Que no te vea, ¡Excavar!
Pikachu volvió a desaparecer. El rival no reaccionó de inmediato. Era la misma táctica. Pero no era un ataque, era preparación.
—¡De nuevo, Clones de Sombra! —gritó Mike.
Clones emergieron junto a varios puntos de tierra removida. Aegislash intentó adivinar cuál era el real. Mike esperó el momento.
—¡Atactrueno, arriba!
El verdadero Pikachu emitio un gran rayo de electricidad que salió disparado desde el centro de todos los clones. Golpeó con precisión, justo en el punto donde se unía el mango con la hoja. El impacto fue seco.
Aegislash retrocedió tambaleante mientras varios arcos de electricidad recorrían su cuerpo. Sus ojos parpadearon.
Pikachu aterrizó, jadeando. Ambos Pokémon respiraban con dificultad. La tierra estaba agrietada, y los clones ya se habían desvanecido. Solo quedaban ellos dos, uno frente al otro, agotados… pero de pie.
El entrenador rival dio un paso al frente.—Terminemos esto. ¡Sombra Vil!
—¡Tacleada de Voltios! —gritó Mike, alzando el brazo.
Pikachu se cubrió de chispas doradas y corrió a toda velocidad. Aegislash cargó una sombra oscura en forma de lanza. Ambos ataques se encontraron en el centro del campo. Hubo una explosión breve, seguida de un destello de energía que sacudió las hojas cercanas.
Por unos segundos, nada se movió.
Una figura seguía de pie.
Era Pikachu.
Aegislash cayó de espaldas, con su hoja clavada en el suelo. Su forma volvió lentamente a la de escudo.
—¡Aegislash no puede continuar! ¡Pikachu es el ganador! —anunció el árbitro.
Mike sonrió, y soltó un suspiro entrecortado. Todo iba de acuerdo a sus planes. Ahora estaba empatado con su rival. Dio un paso, pero antes de que pudiera moverse hacia su compañero para felicitarlo, notó que Pikachu tambaleaba.
—¿Pikachu…?
El pequeño Pokémon intentó mantenerse en pie, pero sus patas cedieron. Cayó hacia adelante, inconsciente.
Un murmullo recorrió todo el estadio.
El árbitro volvió a levantar la bandera.—Pikachu tampoco puede continuar.
Mike corrió y se arrodilló a su lado.—¡Pikachu! ¡Oye…! Lo hiciste genial. —Lo sostuvo con cuidado, acariciando su cabeza—. Gracias…
Desde las gradas, Misty respiró hondo.—Fue un empate… pero se sintió como una victoria para Mike.
Brock asintió.
—Ese choque final… fue una jugada valiente.
Y en casa, frente a la pantalla, Serena observaba en silencio. Sus dedos apretaban con fuerza el borde de una manta, conteniendo la respiración, con los ojos brillando por la intensidad del momento.
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Pikachu yacía en el suelo, inconsciente pero con una expresión de satisfacción. Había cumplido su deber… una vez más. Mike, agachado a su lado, lo levantó con sumo cuidado, presionando su frente contra la del eléctrico.—Gracias, amigo —susurró con la voz entrecortada—. Descansa.
Mientras lo acomodaba a su lado fuera del campo, Mike alzó la vista. Frente a él, el entrenador rival, serio, confiado, ya alzaba la mano hacia su Pokéball siguiente.
—¡Gardevoir, adelante!
El aura verde y elegante del Pokémon psíquico iluminó el campo apenas apareció. Su mirada era calmada, firme, como si supiera que el resultado ya estaba escrito.
Mike tragó saliva. Estaban tres a dos. Solo le quedaban Charizard, Bisharp y Snorunt. Pero aún quedaba una chispa de esperanza. Sabia que podía ganar fácilmente con Bisharp después de todo, tenia ventaja de tipo y era un entrenador de elite.—Vamos, Bisharp. Es tu turno.
El Pokémon acero/siniestro apareció con un estruendo metálico, imponente, su cuerpo brillando bajo el sol filtrado entre las nubes. Se golpeó los filos de sus brazos como preparación, su presencia era una declaración: “No me rendiré”.
El árbitro levantó una mano.—¡Comienza el combate!
Bisharp no esperó. Mike quería aprovechar la ventaja de tipo antes de que el rival hiciera cualquier otra cosa.—¡Cuchillada Nocturna!
Bisharp se lanzó como una sombra afilada, su hoja oscura brillando con una energía sombría. Gardevoir dio un salto ágil hacia atrás, eludiendo por poco el tajo.—Gardevoir, Doble Equipo —ordenó su entrenador.
Varias imágenes de Gardevoir comenzaron a rodear el campo. Mike apretó los dientes.—¡Cabeza de Hierro en espiral, ¡gira y rompe las copias!
Bisharp saltó, girando en el aire con los brazos extendidos como hélices, su cabeza envuelta en un resplandor metálico. Las ilusiones se deshicieron una a una hasta que solo quedó la verdadera Gardevoir.
—¡Ahora, Danza Espada!
Bisharp aterrizó con una postura firme y comenzó a brillar con una energía carmesí, incrementando su poder ofensivo.
Gardevoir retrocedió, y su entrenador alzó su pulsera con la piedra brillante.—¡Gardevoir, Mega Evoluciona!
Un estallido de luz llenó el campo. El cabello de Gardevoir se alargó, su vestido psíquico se expandió con elegancia, y un aura más densa envolvió el campo. La Mega Evolución estaba completa.
Mike no se dejo intimidar. En lo poco que había durando este combate bisharp se mostraba superior que su oponente. Podría ganar facilmente.
—¡Gardevoir, Energibola! —ordenó el rival.
Una esfera brillante surgió frente a Gardevoir, cargada con energía acumulada.—¡Esquiva! —gritó Mike— ¡Y contrarresta con Cuchillada!
Bisharp zigzagueó con rapidez. La esfera lo rozó, causándole daño, pero logró mantener el equilibrio y cortar el aire con un tajo certero. Gardevoir desvió el golpe con un campo de fuerza.
El intercambio se volvió vertiginoso. Bisharp atacaba con Cuchillada Nocturna y Cabeza de Hierro; Gardevoir respondía con Doble Equipo, Protección, e incluso poderes de onda que explotaban como bombas de fuerza en el suelo. Cada impacto levantaba polvo y eco. Bisharp logró herirla varias veces, pero era evidente que Mega Gardevoir se movía más rápido… más preciso.
Mike lo sentía. Como antes, cuando luchó contra Hitmonlee, su respiración se sincronizaba con la de Bisharp. Veía el campo con claridad, cada detalle, cada movimiento del rival.
¿Podemos entrar de nuevo en esa zona? —pensó— En ese estado no hay nadie que nos pueda detener.
Pero no. Esta vez, la presión era mayor. La claridad se tornaba borrosa por la duda, por la arrogancia de Mike. Bisharp intentaba mantenerse firme, pero Mega Gardevoir no daba tregua.
—¡Ahora, Energibola con impulso! —ordenó el rival.
La esfera impactó directamente contra Bisharp, lanzándolo contra una de las rocas del terreno mixto. El acero rechinó con el impacto. Bisharp se arrodilló, su respiración pesada.
Mike apretó los puños.—¡No caigas! ¡Danza Espada, ahora!
Bisharp se incorporó con esfuerzo. Su cuerpo brilló una vez más. Daba todo lo que tenía.
—¡Cabeza de Hierro!
Bisharp corrió, en un último embate.
—¡Gardevoir, Haz de Luz! —gritó el rival.
Una descarga de energía impactó justo antes del golpe. Bisharp lo resistió… y logró conectar con su Cabeza de Hierro, empujando a Mega Gardevoir hacia atrás, herida. Pero no fue suficiente.
Gardevoir se deslizó en el aire y con una explosión de poder cinético, liberó una segunda esfera reforzada. Bisharp, exhausto, ya no pudo esquivarla. La energía lo envolvió.
Una nube de polvo.
Silencio.
Bisharp cayó de rodillas… y se desplomó.
Mike no se movió por un instante. Solo observaba a Bisharp, caído, no podía creer que hubiera sido derrotado, no había manera si había estado dominando en la mayoría del combate. El rival debería estar haciendo trampa de alguna manera. Mientras regresaba al pokemon tipo acero, colocó la pokeball cerca de su rostro, y dijo.—Luchaste como un guerrero. Estoy orgulloso de ti.
Desde su casa, Serena se llevó las manos al pecho. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, no solo por la derrota, sino por la entrega total que acababa de presenciar.—Aún si pierde… está dando todo de sí —susurró.
El marcador ahora era 2-4. Mike solo tenía a Charizard y Snorunt. El rival aún conservaba a su Mega Gardevoir herida, y a tres Pokémon más sin daño.
La remontada parecía más lejana que nunca.
Mike apretó los puños. Tenía la sensación de que aún no todo estaba perdido. Gardevoir se veía debilitada, jadeando levemente tras el combate con Bisharp.—Aún hay chance… —pensó—. Solo necesito darle la vuelta a esto ahora. Puedo hacerlo.
Debo hacerlo.
El viento soplaba suavemente sobre el campo natural de batalla. La pradera seguía mostrando marcas del combate anterior: piedras partidas, ramas quemadas, tierra levantada. Mike levantó la cabeza, la luz del atardecer reflejándose en sus ojos. Apretó con fuerza la Pokébola y gritó:
—¡Charizard, te necesito!
El rugido del dragón llenó el estadio al salir. Se alzó al cielo de inmediato, desplegando sus alas con majestuosidad. Al frente, Mega Gardevoir ya esperaba, flotando apenas a centímetros del suelo, con su vestido blanco ondeando como si leyera el viento. Sus ojos brillaban con calma… y confianza.
Desde su casa, Serena observaba en silencio, sentada frente a la televisión. En el estadio, Misty cruzó los brazos con expresión seria.
—No me gusta cómo se ve esto…
Brock asintió, sin quitar los ojos del campo.
—Mike está peleando bien, pero está demasiado seguro. Se nota en cómo da las órdenes… no es el mismo que enfrentó a Ritchie hace unos dias.
—¡Charizard, empieza con Ataque Ala!
Mike quería imponerse desde el principio. Charizard descendió en picado como una bala, las alas cortando el aire con precisión. Gardevoir reaccionó sin inmutarse.
—¡Teletransporte! —ordenó su entrenador, con serenidad.
Gardevoir desapareció justo cuando Charizard estaba por golpear. Reapareció al otro lado del campo sin un rasguño.
—¡No la dejes respirar! ¡Lanzallamas ahora!
Charizard giró en el aire y lanzó una larga ráfaga de fuego que recorrió el campo como una lengua de lava. Las llamas chocaron contra árboles cercanos y encendieron parte del follaje seco, creando zonas ardientes que comenzaban a alterar el terreno.
—Buena esa… —dijo Mike para sí, confiado—. A ver si ahora se mueve tanto.
Gardevoir se deslizó elegantemente por el suelo con una mezcla de pasos y levitación. Las llamas no la alcanzaron, pero el campo estaba cambiando. Mike creía que lo tenía bajo control.
—¡Gardevoir, Brillo Mágico!
Una esfera cegadora estalló desde el pecho de la Pokémon hada. Charizard se cubrió el rostro, volando a ciegas por un segundo.
—¡Ahora Psíquico!
Gardevoir levantó una formación rocosa del campo y la lanzó contra Charizard. El impacto fue parcial, lo suficiente para desequilibrarlo y obligarlo a aterrizar con fuerza.
Mike se mordió el labio… pero sonrió.
—Eso fue bueno… pero no lo suficiente. Charizard se sacude estas cosas como si nada.
Desde el público, Brock murmuró con un tono preocupado:
—Ese es el problema… cree que puede con todo. No está analizando a su rival, está solo reaccionando.
Misty cruzó los brazos.
—Ojalá se dé cuenta a tiempo.
Charizard rugió, con las alas desplegadas. Mega Gardevoir, en cambio, mantenía su postura elegante, casi sin moverse.
La verdadera batalla apenas comenzaba…
Mike observaba el campo: las zonas de arbustos chamuscados, las rocas desparramadas, los árboles partidos… y las pequeñas llamas aún encendidas por el Lanzallamas anterior. Chasqueó los dedos.
—Vamos a jugar con el entorno… ¡Charizard, rodea el área y prende fuego al lado opuesto con Lanzallamas!
Charizard levantó vuelo de inmediato, lanzando fuego en dirección opuesta a Gardevoir. El fuego consumió el pasto seco, y en segundos una cortina de humo y calor envolvió parte del terreno. La visibilidad bajó drásticamente.
—Perfecto —susurró Mike—. Ahora estamos en casa…
—¿Está incendiando el campo para ocultarse? —preguntó Misty, alarmada.
—Quiere forzar un ataque por sorpresa —respondió Brock, entrecerrando los ojos—. Está usando bien el entorno, pero Gardevoir no se va a quedar quieta…
El rival mantuvo la calma, aunque apretó apenas los labios. Mike lo notó.
—¿Nervioso? ¡Charizard, entra entre el humo y prepárate!
Gardevoir comenzó a cargar energía en sus manos.
—¡Brillo Mágico a la izquierda!
Una explosión brillante barrió parte del humo, pero no alcanzó a nadie.
—¡Ahora por la derecha!
Otra ráfaga, otro fallo.
El rival frunció el ceño. Mike sonrió con arrogancia.
—¡Ataque sorpresa! ¡Charizard, Movimiento Sísmico desde el aire!
Charizard salió disparado desde el humo por encima de Gardevoir, atrapándola en el aire. La levantó con fuerza y comenzó a ascender.
—¡Eso es, vamos, vamos! ¡Ahora hacia el centro y…!
—¡Teletransporte, ya! —ordenó el rival con firmeza.
Justo cuando Charizard comenzó la caída para ejecutar el Movimiento Sísmico, Gardevoir desapareció de sus garras, haciéndolo golpear el suelo con una explosión de tierra y polvo. El ataque había fallado.
Mike dio un paso atrás.
—¿Qué? ¡No puede ser!
Gardevoir reapareció sobre una de las formaciones rocosas, ilesa. Desde allí, lanzó un nuevo Brillo Mágico que explotó sobre Charizard, aún recuperándose del impacto.
—¡Charizard, usa Giro de Fuego para bloquear el ataque!
El dragón giró sobre sí mismo y liberó una espiral de llamas a su alrededor, disipando parte de la energía del Brillo Mágico, aunque no del todo. Recibió daño, pero se mantuvo en pie.
Mike apretó los puños.
—Bien… bien. Solo necesito un momento más. Lo tenemos…
Pero en el rostro del rival no había preocupación. Solo paciencia. Y eso, poco a poco, empezó a inquietar a Mike, aunque no lo admitiría.
Charizard jadeaba. Sus alas batían con menor ritmo, y el sudor en la frente de Mike lo decía todo: ese último intento había fracasado.
Gardevoir descendió de la roca con gracia, rodeada por un aura luminosa que se intensificaba segundo a segundo. Sus ojos brillaban con determinación. Había dejado de defenderse: ahora atacaría con todo.
—¡Gardevoir, Canto Mortal!
Un círculo oscuro apareció a los pies de Charizard. Mike entrecerró los ojos. No tenía mucho tiempo. No podía pensar con claridad, no se dio cuenta de que estaba empezando a dar ordenes erróneas.
—¡Charizard, Garra Dragón!
Charizard cargó directo, su garra envuelta en energía. Gardevoir lo esquivó con una agilidad antinatural y contraatacó al instante con un Brillo Mágico que explotó en el aire como una estrella fugaz. Charizard fue lanzado hacia atrás.
—¡Vamos, Charizard! ¡No te dejes intimidar!
Mike intentaba sonar seguro… pero su voz temblaba.
—¡Ataque Ala, ahora!
Charizard zigzagueó por el aire a toda velocidad, rodeando a Gardevoir con embestidas rápidas. Pero la Mega se adelantó: con una lectura perfecta, desapareció de nuevo con Teletransporte… y reapareció justo a espaldas de Charizard.
—¡Psíquico!
Charizard fue detenido en seco en el aire, sacudido por una fuerza invisible que lo estrelló contra el suelo con violencia. El estadio entero contuvo el aliento.
Desde su sitio, el rival observó con una expresión seria. Entonces, alzó la voz:
—Eres un buen entrenador, Mike. Tus Pokémon te siguen porque creen en ti. Se nota que has entrenado. Incluso me has puesto en apuros…
Mike levantó la cabeza, sorprendido por esas palabras.
—Pero te lo diré claramente —continuó el rival—. Si no te hubieras confiado. Si no te hubieras creído invencible… podrías haber derrotado a Gardevoir. Incluso diría que no te hubiera tomando tanto esfuerzo.
Esas palabras golpearon más fuerte que cualquier ataque.
—Te cegó tu victoria anterior. Dejas que la arrogancia tome las decisiones, no el vínculo con tus Pokémon.
Mike apretó los dientes. No tenía respuesta. Solo frustración.
En el campo, Charizard se levantó lentamente, herido pero aún con fuego en los ojos.
—¡Charizard, Giro de Fuego al terreno! ¡Rómpe el maldito suelo!
Charizard giró sobre sí mismo, creando una espiral de llamas alrededor del área donde estaba Gardevoir. El fuego encendió el suelo, fundiendo parte del terreno, abriendo grietas y obligando a la Mega a retroceder levemente.
Un respiro. Una apertura.
—¡Ataque Ala!
Charizard emergió desde el humo como una sombra ardiente y embistió con todo. Gardevoir fue golpeada, por primera vez en varios minutos.
El público rugió.
Pero la Mega se mantuvo en pie.
—¡Ahora, Brillo Mágico con toda tu energía!
Una explosión cegadora envolvió a Charizard, quien cayó de rodillas, exhausto. Mike levantó el brazo, temblando.
—Aún no hemos terminado… —murmuró.
Pero en su interior, por primera vez, dudaba.
El aliento de Charizard era pesado, sus alas apenas lograban mantenerse abiertas. El calor del campo era sofocante por los restos de lanzallamas y las brasas esparcidas. Frente a él, Mega Gardevoir seguía en pie. Herida, sí, pero serena… dominante.
Mike tragó saliva. Su corazón latía como un tambor de guerra. Observo al orgulloso dragón, vio las heridas y el cansancio en su compañero que tardo tanto en confiar en él. Lo estaba decepcionando, al fin lo comprendía. Cerró los ojos un instante.
—Me he estado comportando como un pendejo… —susurró—. Quise ganar solo para probar que podía. Que era mejor que los demás, que el hecho de haber sido elegido, lo ponía por encima de los demás. Como si fuera el protagonista de una historia. Pero esto… esto no era solo de el, no peleaba solo por el, también peleaba y entrenaba por los demás; Pikachu, Ash, Delia, el profesor Oak, sus amigos Brock y Misty, y en ese momento en específico Charizard.
Charizard, como si pudiera oírlo desde lo más profundo, emitió un rugido ronco. Sus ojos ardían con una chispa renovada.
Mike respiró hondo y gritó desde el alma:
—¡Lo siento amigo! ¡Vamos a pelear como al principio! ¡Tú y yo, juntos!
Charizard rugió con fuerza, extendiendo las alas con lo último que le quedaba. El público contuvo el aliento. El ambiente cambió.
—¡Movimiento Sísmico Llameante!
El dragón alzó vuelo, rodeado de fuego. Mike no solo lo ordenaba… lo sentía. Charizard envolvió su cuerpo en un torbellino ígneo mientras ascendía, creando un espiral de llamas a su alrededor. Desde las alturas, se lanzó directo hacia Mega Gardevoir.
—¡Ahora! —gritó Mike— ¡Al centro del campo!
Charizard descendió como un meteorito. Mega Gardevoir apenas tuvo tiempo de alzar un Brillo Mágico defensivo.
¡BOOM!
La explosión sacudió todo el estadio. Polvo, rocas, fuego y energía psíquica se elevaron en un estallido colosal. Brock se cubrió los ojos.
—¡Ese fue su mejor ataque! ¡Eso fue…!
—¡Movimiento Sísmico Llameante! —respondió Misty con asombro—. ¡Pero eso… eso no fue todo!
A través del humo, una figura se alzaba.
Charizard, con el cuerpo cubierto de cenizas y heridas, miraba a Mike. El entrenador levantó la cabeza.
—Te queda una chispa más… ¿cierto?
Mike apretó los dientes. Era el momento de arriesgarlo todo.
—¡Vamos a inventar algo nuevo, tú y yo! ¡Uno que lleve todo lo que somos! ¡Ese fuego, esa fuerza, ese vínculo!
Charizard rugió.
—¡Fusión de Garra Dragón y Giro Fuego! ¡Dale forma con tus llamas y gíralas con tu vuelo! ¡Hazlo tuyo!
Las llamas se envolvieron en sus garras mientras el aire giraba a su alrededor. Una espiral ardiente que se retorcía en forma de un remolino en llamas. El ataque parecía vivo.
—¡Nombre nuevo, ataque nuevo…! ¡¡Espiral Dragón Ardiente!!
Charizard avanzó como un torbellino viviente, girando con una velocidad abrumadora hacia Mega Gardevoir, que preparaba su contraataque definitivo: Hiperrayo.
Las dos energías colisionaron con una violencia estremecedora.
Un estallido de luz cegadora envolvió el estadio.
…
Silencio.
Del centro del cráter, emergió la silueta de Gardevoir… temblando.
Y detrás de ella, Charizard cayó de rodillas… y se desplomó, exhausto.
El árbitro miró a los dos. Entonces levantó la bandera.
—¡Charizard no puede continuar! ¡Mega Gardevoir es la vencedora!
Mike cerró los ojos. Asintió. Caminó hasta su compañero y se arrodilló con respeto. Colocó una mano en su cuello.
—Gracias, Charizard. Diste más de lo que debías.
Volvió la mirada hacia el otro lado del campo. Mega Gardevoir había regresado a su forma normal debido a las heridas, podría seguir luchando pero estaba en sus límites. Ambos intercambiaron una mirada con Mike. No hubo soberbia. Solo respeto.
Mike bajó la cabeza… y escuchó una voz familiar.
—¡Pika...!
Giró. Pikachu corría hacia él desde el borde del campo, los ojos brillando. Se detuvo justo a su lado.
Mike tragó saliva. El mundo pareció difuminarse. Se arrodilló, y sin decir nada, abrazó al pequeño roedor.
—Perdón —murmuró, la voz rota—. Fui un pendejo, Pikachu. Me dejé llevar. Me creí especial, como si nada pudiera salir mal. Pero esto no es un juego… Y ustedes no son solo armas de batalla. Son mi familia.
Pikachu lo miró con ternura. Se acomodó en su pecho y le dio un golpecito suave con la cabeza.
—Pika.
El árbitro carraspeó a lo lejos.
—Entrenador Mike… le queda un Pokémon.
Mike se incorporó lentamente. Aún con Pikachu en brazos. Miró la Pokéball de Snorunt, colgada en su cinturón. La tocó con suavidad… y negó con la cabeza. Sabia que con gardervoir debilitada, Snorunt podria ganar fácilmente. Pero al otro entrenador todavía le quedaban 3 pokemon completamente sanos y si los 3 anteriores decían algo, serian igual de fuertes.
Mike confiaba en snorunt pero también sabia lógicamente que era la que menos acostumbrada a las batallas estaba, apenas había recibido unas pocas semanas de entrenamiento real y no podria arriesgarse a que se lastimara gravemente solo por su orgullo. Ya había cometido ese error el dia de hoy.
Caminó hasta el centro del campo.
—Me rindo el combate —dijo, con voz firme pero serena.
El estadio guardó silencio.
—Snorunt es joven… no está listo para esto. No lo mandaré a luchar solo por orgullo. No hoy.
Una parte del público aplaudió. Serena, desde su casa, se cubría la boca con una sonrisa triste.
Misty se cruzó de brazos en las gradas.
—Al fin volvió a ser él mismo.
Brock asintió.
—Sí… perdió el combate. Pero aprendió algo más importante.
Mike volvió la vista al cielo mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte. Con Pikachu aún en brazos y Charizard ya dentro de su Pokéball, dio media vuelta, sabiendo que lo que venía… sería aún más grande.
/////
La noche era silenciosa, apenas interrumpida por el murmullo del viento entre los árboles. En un claro apartado del complejo de la Liga Añil, Mike se sentaba solo sobre una roca, con la mirada perdida en el suelo. A su alrededor, Pikachu, Bisharp, Charizard, Tauros y Kingler lo rodeaban en silencio. Snorunt descansaba cerca de el. Ninguno de ellos hablaba, pero todos lo observaban con atención.
Mike respiró hondo y soltó el aire como si soltara un peso invisible.
—Perdón... —dijo finalmente, su voz rasposa por las emociones contenidas—. Perdón por haber sido un pendejo arrogante allá afuera. Por creer que ya lo sabía todo... por no escucharlos, por haber dejado que se lastimaran.
Pikachu bajó las orejas, dando un pequeño paso al frente.
—Ustedes... ustedes no fallaron. Yo les fallé a ustedes. —Mike cerró los ojos con fuerza—. Tomé malas decisiones, subestimé al rival, y me dejé llevar por una serie de victorias. Si hubiera hecho las cosas bien, podríamos haber ganado. Lo tenían todo para hacerlo... y yo lo arruiné.
Su voz se quebró.
—Tal vez... tal vez no merezco ser su entrenador. —Una lágrima rodó por su mejilla—. Después de todo, solo estoy suplantando a Ash. Ustedes eran de él... él era su verdadero entrenador. Yo solo... tomé su lugar.
Pikachu se le acercó y apoyó una patita sobre su rodilla. Lo miró con esos ojos grandes, llenos de comprensión, y negó suavemente con la cabeza. Charizard y Tauros resoplaron con fuerza, como si intentaran sacudir esa idea absurda del aire. Bisharp inclinó la cabeza en un gesto solemne. Kingler, torpemente, le dio un golpecito en la espalda con una de sus pinzas.
Mike alzó la mirada, sorprendido.
—¿Aun así... quieren seguir conmigo?
Pikachu asintió con fuerza. Charizard rugió con convicción. Bisharp colocó su espada en el suelo como jurando lealtad. Mike rió entre lágrimas, abrazando a Pikachu mientras los demás se acercaban.
—Gracias... de verdad.
Una voz grave y firme rompió el momento.
—Una escena conmovedora, chico... pero las lágrimas no borran los errores. Solo la acción lo hace.
Mike se giró. Desde las sombras emergía Agatha, la veterana miembro del Alto Mando. Llevaba su bastón como si fuera parte de ella, y sus ojos agudos lo atravesaban como bisturís.
—Tú eres el chico del que me habló Oak. El que tomó el lugar de su otro protegido... y también eres el tonto que perdió una batalla que tenía para ganar.
Mike se puso de pie de inmediato.
—Lo sé... lo arruiné. No tengo excusas.
Agatha asintió lentamente.
—Eso es un buen comienzo. El viejo cascarrabias de Oak me pidió que hablara contigo. Me habló de la situación... de Ash... de Mewtwo. Pero si quieres respuestas, no te las voy a regalar. Debes demostrar que las mereces.
Mike tragó saliva.
—¿Qué tengo que hacer?
Ella clavó su bastón en el suelo con fuerza.
—Derrotarme. No ahora... pero pronto, después de que termine todo este circo. Prepárate. Solo cuando vea que eres digno, que has aprendido de verdad, consideraré ayudarte… No eres ese otro chico Ash... y eso no es algo malo. Pero si vas a seguir el camino de un entrenador, más te vale empezar a caminar con tus propios pies.
Se giró para marcharse, pero se detuvo un momento.
—Tienes potencial, Mike. Pero el potencial sin humildad es solo arrogancia disfrazada. No repitas el error. Te veré pronto.
Y sin decir más, desapareció en la oscuridad.
Mike se quedó en silencio unos segundos. Luego miró a sus Pokémon.
—Tenemos mucho trabajo por hacer.
Pikachu asintió. Y esta vez, no como el Pokémon de Ash. Sino como su compañero. Empezaron a planear su entrenamiento para los siguientes días en lo que tardaría en terminar la liga.
Esta historia continuará……..