ID de la obra: 342

El Legado del Elegido

Het
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planificada Mini, escritos 153 páginas, 16 capítulos
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Capítulo 11. Más Allá de la Victoria.

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Capítulo 11: Más Allá de la Victoria. El cielo aún estaba teñido de azul pálido cuando Mike se sentó en una banca de piedra, acompañado por Misty y Brock. Habían salido temprano, buscando un momento de silencio antes de que comenzara la agitación de las semifinales. A su alrededor, los jardines de la Villa Liga ofrecían un respiro de calma: hojas cayendo lentamente de los árboles, el canto lejano de unos Pidgey, y el murmullo del viento entre las ramas. Mike mantenía la mirada perdida en el horizonte. —Aún me duele —confesó sin rodeos—. Saber que pude haber ganado si tan solo hubiera... sido mejor. Más humilde. Menos pendejo. Misty cruzó los brazos y asintió con seriedad. —Eso demuestra que estás creciendo. La Liga no es solo para encontrar al más fuerte, sino al que más puede aprender de sí mismo. —Exacto —añadió Brock, con su tono de hermano mayor sabio—. No se trata de llegar a la cima rápido. Se trata de descubrir quién eres en cada batalla, qué tan lejos estás dispuesto a llegar por tu equipo... y qué tan capaz eres de aceptar tus errores. Mike bajó la cabeza, dejando que la brisa agitara un poco su cabello. —Vi a Charizard darlo todo. Y a Pikachu. Bisharp, incluso Snorunt, aunque ni siquiera luchó. Todos confiaron en mí… y yo los decepcioné. Brock colocó una mano firme sobre su hombro. —Mike, ellos no te siguen porque seas perfecto. Te siguen porque crees en ellos, y porque están viendo a alguien dispuesto a cambiar. Eso vale más que cualquier trofeo. Misty sonrió, más suave esta vez. —Además… perder no te hace menos entrenador. Ash no ganaba todas sus batallas. Pero mira todo lo que hizo después. Hubo un largo silencio. Mike asintió lentamente, dejando que esa verdad se asentara en su interior. No podía borrar lo que pasó. Pero sí podía decidir qué haría con ello. —Gracias, en serio. Por no dejarme hundirme. —Para eso estamos —respondió Misty con una sonrisa burlona—. Aunque si vuelves a ser un idiota arrogante, te arrojamos al lago más cercano. Mike rió por primera vez en días. Una risa corta, sincera, como una chispa que encendía una nueva determinación. ///// Las Semifinales El rugido de la multitud estalló con fuerza cuando el comentarista anunció el inicio de la primera semifinal. El estadio estaba a reventar: entrenadores, periodistas, fanáticos de todas las regiones y hasta representantes de gimnasios venidos de lejos se habían reunido para presenciar a los cuatro mejores de la Liga Añil. Mike observaba desde las gradas más elevadas, con la gorra baja y los brazos cruzados. A su lado, Brock y Misty seguían con atención el combate que estaba por comenzar. —Ahí está —murmuró Mike, alzando la mirada hacia el campo—. Es él. El entrenador que lo había derrotado en cuartos de final se encontraba al otro lado del estadio, con su imponente Mega Gardevoir flotando a su lado, el cabello verde ondeando como un estandarte. Su oponente: una entrenadora vestida con ropas de combate de tipo dragón, una capa negra con bordes azulados, y un Salamence que irradiaba poder. —Los dos usan Megas —comentó Misty—. Esto va a ser brutal. —Sí —respondió Brock—. Pero esto ya no es sobre poder para nosotros, ¿cierto? Mike asintió. Su mirada no mostraba resentimiento. Solo respeto. La batalla fue una danza feroz de estrategias y poder. Salamence megaevolucionó con un rugido atronador, surcando el cielo con velocidad supersónica. Pero la Mega Gardevoir de su rival no cedía terreno. En cada movimiento se notaba la sincronía, la precisión absoluta. Fueron necesarios varios intercambios, cada uno más intenso que el anterior, hasta que Gardevoir logró encadenar una combinación perfecta de Campo Místico seguido por Explosión Lunar, derribando a Salamence en un estallido de luz rosada. El estadio vibró con los aplausos. Mike no se unió. —Él es fuerte —reconoció—. Muy fuerte. No fue casualidad que me venciera. Pero... —¿Pero? —preguntó Misty. —No es invencible. Brock sonrió al ver la chispa en sus ojos. —Así se habla, Mike. Las semifinales concluyeron con el paso del entrenador de la Mega Gardevoir a la gran final. Muchos lo veían como el favorito, el próximo campeón. //// La Final de la Liga Añil El cielo estaba despejado el día de la final. La tensión se sentía incluso en las calles, donde multitudes se agolpaban frente a pantallas gigantes. En el estadio, la multitud no cabía de la emoción. Mike, esta vez más sereno, observaba desde la misma grada alta donde había presenciado la semifinal. A su lado, Misty y Brock esperaban el desenlace de la Liga Añil. —¿De verdad no usa ninguna megaevolución? —preguntó Misty. —Ninguna —confirmó Brock—. Usa a su equipo original, el mismo con el que inició hace años en los torneos regionales. Algunos ni siquiera han evolucionado por completo. Mike observó con atención al joven entrenador de pelo castaño y actitud calmada que se encontraba del lado opuesto al rival que lo venció en cuartos. Su Pokémon insignia era un Lucario veloz, ágil, que se movía con una energía imposible de seguir con los ojos. El combate fue inmediato, sin tiempo para contemplaciones. Gardevoir volvió a megaevolucionar, resplandeciente, casi majestuosa. La presión del aura era tan intensa que algunos espectadores se cubrieron los ojos ante el resplandor. Pero el entrenador sin megas no titubeó. No trató de igualar la fuerza. Optó por la movilidad, por estrategias inesperadas. Aprovechó el terreno, provocó errores. Su Lucario se deslizaba como un rayo, encadenando fintas, patadas giratorias y cambios de ritmo que dejaban a Mega Gardevoir expuesta, obligándola a protegerse en lugar de atacar. Y entonces, sucedió. Con una finta y un doble rebote en las paredes de roca del campo, Lucario impactó con un Patada Salto Alta directamente en el punto ciego de Mega Gardevoir. El golpe fue tan limpio, tan preciso, que el silencio del estadio fue total cuando el cuerpo de la psíquica cayó al suelo con un sonido sordo. El árbitro levantó el brazo. —¡Gardevoir no puede continuar! ¡El ganador y nuevo campeón de la Liga Añil es… Teru de Ciudad Verdehoja! Estalló un rugido en la multitud. Pero no era solo emoción: era admiración, respeto, incredulidad. El campeón había ganado sin megaevoluciones, sin atajos. Solo con su vínculo, esfuerzo y estrategia. Mike aplaudió en silencio. —Lo logró... —susurró. —Ese chico… —dijo Brock, cruzándose de brazos—. Acaba de demostrar que el poder sin propósito no significa nada. Mike se permitió sonreír también. No por la derrota de su antiguo rival, sino por la victoria del espíritu que representaba esa batalla. Por la esperanza de que había muchas formas de llegar a la cima… y que él todavía podía encontrar la suya. //// El sol descendía lentamente tras los árboles que rodeaban la villa, proyectando una luz cálida sobre los campos secundarios de entrenamiento. Mike caminaba solo por uno de ellos, repasando mentalmente todo lo que había aprendido en la Liga. Pikachu caminaba a su lado en silencio. Ambos se detuvieron cuando una voz familiar los alcanzó. —Estás más tranquilo que antes... eso es bueno. Pero no es lo único que importa. Agatha apareció al borde del campo, apoyada en su bastón, con su expresión severa y su Poké Ball en mano. Mike se giró sin sorpresa; ya presentía algo. —¿Vienes a darme otra lección? —No. Vine a comprobar si realmente aprendiste algo de la última. Entonces… ¿estás listo? —preguntó con voz firme, aunque sin levantarla demasiado—. Este no será un combate de la Liga, ni contará en ningún registro oficial. Pero será más importante que muchos de ellos. Mike asintió, ajustándose la gorra. —Lo estoy. Gracias por darme esta oportunidad. Agatha entrecerró los ojos, escrutándolo con interés. —Las reglas son simples. Uno contra uno. Usaré a mi Pokémon más fuerte, el que ha combatido conmigo desde hace décadas. Si quieres saber si mereces continuar… tendrás que resistirlo. Mike no lo dudó. Tomó su Poké Ball. —Charizard, ¡adelante! Al principio, solo un par de entrenadores pasaban cerca y se detuvieron curiosos. Luego unos más, alertados por el rugido de Charizard o la inconfundible presencia de Agatha. En pocos minutos, una pequeña multitud se había reunido en los bordes del campo, susurrando entre ellos. —¿Ese no es el chico que llegó a cuartos? ¿El que tiene un Pikachu? —¿Está peleando contra Agatha? Un par de camarógrafos independientes, alertados por las notificaciones de entrenadores que transmitían en redes, se acercaron corriendo, seguidos de un par de reporteros de prensa local que cubrían la Liga Añil. Agatha no parecía molesta. De hecho, sonrió con cierta satisfacción. —Supongo que no hay forma de evitarlo. La juventud siempre quiere espectáculo —dijo, sin dejar de mirar a Mike—. No olvides que este combate no es para entretener. Es para demostrarme algo. Mike respiró hondo. —Lo sé. Y esta vez... no pienso fallarle a mi equipo. Agatha levantó lentamente su bastón y lo bajó como una bandera. —Comienza. —¡Charizard, abre con Garra Dragón! —ordenó Mike. Charizard se impulsó con fuerza, envolviendo sus garras en energía verde. Gengar desapareció con un parpadeo, como si su cuerpo se desvaneciera en humo. Charizard atravesó el aire sin tocarlo. —Demasiado directo —murmuró Agatha—. Bola Sombra. Desde una de las copas de los árboles cercanos, Gengar emergió, formando una esfera oscura que lanzó como un proyectil. Charizard giró en el aire y esquivó por poco. Mike apretó los puños. —¡Giro de Fuego! Charizard giró sobre sí mismo, invocando un vórtice de llamas que empezó a rodear el campo. Las hojas ardieron levemente a su paso, marcando un perímetro. El público observaba en completo silencio. En el campo, Mike y Charizard ejecutaban una secuencia rápida: Ataque Ala para cerrar distancias, seguido de un Lanzallamas a quemarropa. Gengar los esquivaba con elegancia, pero retrocedía. Agatha observaba en silencio, sin dar nueva orden. Estaba leyendo cada movimiento. —¡Charizard, Ataque Ala! —ordenó Mike. —¡Gengar, Bola Sombra! —respondió Agatha con frialdad. Charizard zigzagueó por el aire con velocidad, esquivando la esfera púrpura que rozó su ala. Impactó a Gengar con fuerza, lanzándolo hacia atrás. Pero Gengar no tocó el suelo: se desvaneció en una nube de humo. —¡Detrás de ti! —gritó Mike. Charizard se volteó justo a tiempo para bloquear otra Bola Sombra con sus alas cruzadas. —¡Garra Dragón! —exclamó Mike. El brazo de Charizard se encendió en un aura verdosa y rasgó el cuerpo etéreo de Gengar, quien resistió con una mueca burlona. —Rayo Confuso, Gengar —ordenó Agatha con calma. Los ojos del fantasma brillaron intensamente y una onda hipnótica envolvió a Charizard. El dragón se tambaleó, confuso, rugiendo de frustración. —¡Concéntrate, Charizard! ¡No pierdas la cabeza! Mike entrecerró los ojos. Estaba leyendo el ritmo, manteniéndose sereno. Agatha notó el cambio. —Ya no eres el mismo chico de hace unos días —murmuró para sí. —¡Giro de Fuego! —gritó Mike. Charizard giró sobre sí mismo creando un torbellino ígneo que disipó la niebla ilusoria. Gengar recibió parte de las llamas, retrocediendo un poco. De pronto, la sonrisa de Agatha se ensanchó. Deslizó su otra mano por debajo del manto. En su anillo brilló una gema púrpura. Mike la reconoció de inmediato. Una piedra activadora. —¿Vas a megaevolucionarlo…? —comento, mientras los murmullos del público se intensificaban. —Sí. Quiero ver si puedes mirar a la cima, aunque sea por un instante. ¡Gengar, Mega Evoluciona! La piedra brilló en sincronía con la Gengarita del fantasma. Una energía oscura y brillante lo envolvió, distorsionando el aire a su alrededor. Cuando la transformación terminó, Mega Gengar flotaba apenas sobre el suelo, con un aura espectral que parecía devorar la luz. Comenzó el verdadero combate. —¡Charizard, Ataque Ala! —¡Bola Sombra! Charizard se impulsó y atravesó la primera esfera oscura, golpeando a Gengar con sus alas. Pero Gengar desapareció como humo. Había usado Doble Equipo, ahora con una velocidad aún mayor. —¡Giro de Fuego, círculo defensivo! Charizard giró lanzando fuego a su alrededor. Tres copias se desvanecieron. El real atacó desde atrás. —¡Puño Trueno! El golpe envuelto en rayos impactó, pero Charizard lo resistió. Cayó hacia atrás, girando en el aire para estabilizarse. —¡Garra Dragón, con giro vertical! El dragón lanzó un tajo diagonal que Gengar esquivó apenas. La velocidad de Mega Gengar era abrumadora. —¡Hipnosis! —¡Contrarréstalo con un rugido y Lanzallamas! El fuego envolvió el campo, obligando a Gengar a replegarse. La multitud crecía. Algunos periodistas y camarógrafos ya filmaban. En el campo, la tensión crecía. —¡Pulso Umbrío! —¡Gira y asciende con Ataque Ala, luego Giro de Fuego hacia abajo! Charizard giró sobre sí mismo, ascendiendo mientras dejaba un rastro ardiente, y luego descendió como un meteorito de fuego. —¡Ahora! ¡Movimiento Sísmico Llameante! No era el tradicional Movimiento Sísmico. En lugar de agarrar, Charizard pasó girando cerca de Gengar, canalizando las llamas para crear una explosión centrífuga a ras del suelo, forzando a Gengar a subir para evitar el fuego envolvente. Agatha alzó una ceja. —Ingenioso... modificaste el ataque para que funcione incluso contra un fantasma. Gengar, aún en el aire, parecía disfrutarlo. —¡Psíquico! —¡Cúbrete con Giro de Fuego! Charizard giró sobre sí mismo en el aire, reduciendo parte del daño, pero fue lanzado de espaldas al suelo. Se reincorporó jadeante. —Esto aún no termina —dijo Mike. Ambos Pokémon no lucían peor por el desgaste. De hecho, para el ojo inexperto parecía que estaban igualados, pero nada más fuera de la realidad, cualquier buen entrenador sabría que Agatha y Gengar solo estaban jugando con los chicos. Agatha levantó la mano. —Ya fue suficiente. La sorpresa recorrió a todos. Mike retrocedió, confundido. —¿Terminó? Apenas estamos entrando en calor. Agatha caminó lentamente hacia él. —Podrías haber perdido. De hecho, habrías perdido si yo hubiera peleado en serio. Pero... vi lo que necesitaba ver. Ya no eres el niño arrogante que creía que el talento lo era todo. Peleaste con cabeza, con corazón. Tu Charizard peleó por ti, no por el recuerdo de otro. Mike bajó la mirada, asintiendo en silencio. No había arrogancia, solo respeto.Agatha prosiguió, bajando el tono de voz mientras lo guiaba a una parte más apartada, lejos de las cámaras. —Escucha. Hay una vieja leyenda sobre un ave que trae vida donde hubo muerte. Ho-Oh. Lo que voy a decirte es parte de una vieja historia. ¿Has oído hablar de la Torre Quemada, en Johto? Mike asintió levemente. —Allí, hace siglos, tres Pokémon murieron en un incendio. Ho-Oh, el ave del arcoíris, descendió desde el cielo y les devolvió la vida. Muchos dicen que ese acto es símbolo de esperanza. Y que donde Ho-Oh aparece, nace una nueva promesa. Mike respiró hondo. El nombre de Ho-Oh lo golpeó con fuerza. —¿Y sabes dónde podría estar? Agatha negó lentamente. —Lo único que he escuchado son rumores. Viejos relatos de una presencia alada sobre las Islas Naranja... aunque también han hablado de otro ave legendaria, una que parece dominar los mares... —su mirada se volvió distante—. Nadie sabe con certeza. Pero si buscas un milagro, ese es tu primer paso. De su túnica, sacó un pequeño estuche de terciopelo. —Esto es para ti. Cuando llegue el momento adecuado... sabrás qué hacer. Mike lo abrió. Una Piedra Alba brillaba en su interior. Sonrió, agradecido. —Gracias, Agatha. Ella se giró con una sonrisa pícara. —No me agradezcas todavía. Ese Snorunt será un gran aliado... si logras entrenarlo como se debe. Y otra cosa: Si algún día vuelves a pelear por vanidad… vendré yo misma a darte otra lección. Pero la próxima vez, no pararé el combate. Con un suave paso, Agatha empezó a desaperecer entre la multitud. Mike miró la piedra en su mano. Charizard, aunque exhausto, alzó la cabeza con orgullo. Pikachu, a su lado, lo miró con una expresión de reconocimiento. Y así, entre aplausos espontáneos de los presentes, Agatha desapareció entre la multitud. El rumor de lo ocurrido volaría por toda Kanto antes del anochecer. Mike respiró profundo. Ya no era el mismo. ///////// Despues de la retirada de Agatha. Mike estaba sentado en la hierba junto a Charizard y Pikachu, recuperándose, reflexionando. A unos metros, varios reporteros se retiraban, satisfechos con la historia inesperada que acababan de capturar. Cerca de ahí, Misty y Brock observaban desde una colina baja, alejados del bullicio. No se habían acercado, habían preferido ver todo desde la distancia, sin interferir. —Nunca lo había visto pelear así —comentó Misty en voz baja, con los brazos cruzados. Sus ojos brillaban, no por tristeza, sino por orgullo. —Ya no está buscando demostrarle nada a nadie —añadió Brock, asintiendo—. Peleó por respeto. Por crecer. Eso... eso era lo que Oak y Agatha querían ver en él. Misty esbozó una leve sonrisa. —Y eso fue lo que vio Pikachu también. A la distancia, Pikachu se acomodaba al lado de Mike, apoyando su cabeza contra su hombro. El joven entrenador acariciaba suavemente la frente de su compañero, sin decir nada. —Va por buen camino —dijo Brock—. Ya no es solo el chico que llegó a cubrir el vacío de Ash. Ahora… está construyendo su propio lugar. ///// Mientras tanto, en Kalos… En la ciudad de Vaniville, una joven de cabello miel observaba la repetición del combate en la pantalla de su cuarto. Serena apoyaba la barbilla sobre sus brazos cruzados en la mesa, sin dejar de mirar. —Vaya… —susurró—. No cualquiera pelea así contra una de los Alto Mando. Y sin rendirse. Su madre, desde la cocina, asomó la cabeza. —¿Estás viendo otro combate de ese tal Mike? Serena sonrió, levemente sonrojada. —Es interesante. Tiene algo… distinto. No quiso decir más. Algo dentro de ella, aún indefinido, se estaba gestando. No sabía si era admiración, curiosidad, o algo más profundo que no podía explicar todavía. Pero supo, con certeza, que ese no sería el último combate suyo que vería. La cámara de su Pokégear enfocaba el rostro de Mike en la transmisión. No estaba sonriendo. Solo miraba hacia el cielo, pensativo, con el reflejo del fuego aún brillando en sus ojos. Serena bajó la mirada, y pensó en voz baja: —Tal vez… sí me gustaría conocerlo algún día. //// La luna colgaba alta en el cielo, bañando con su luz plateada los campos ya silenciosos. El fuego que minutos antes había danzado con furia en el combate contra Gengar ahora se había extinguido, dejando tras de sí un leve aroma a tierra quemada y aire cargado de electricidad. Mike estaba sentado en un tronco caído, limpiando las escamas de Charizard con un paño húmedo. Pikachu dormía acurrucado cerca del fuego que habían encendido. Los pasos de Misty y Brock se acercaron con suavidad, sin prisa. —¿Ya se fue Agatha? —preguntó Misty, sentándose junto a él. —Sí —respondió Mike, con voz tranquila—. Como si nunca hubiera estado. Solo dejó esa piedra —levantó la mano para mostrar la piedra alba— y un montón de palabras que todavía estoy procesando. Brock se acomodó al otro lado, cruzando los brazos. —¿Qué fue lo que te dijo exactamente? Mike guardó silencio unos segundos, mirando las brasas. Luego suspiró. —Me habló de Ho-Oh… de la leyenda de la Torre Quemada. Que revivió a tres Pokémon con su luz. Cree que si alguien puede hacer lo mismo por Ash… podría ser él. Misty lo miró con seriedad. —¿Y sabe dónde está? —No exactamente —respondió Mike—. Pero mencionó que hay rumores sobre un ave legendaria vista en las Islas Naranja. Cree que podrían estar relacionados. O que Ho-Oh podría encontrarse allí. —Las Islas Naranja… —repitió Brock pensativo—. He oído historias sobre Lugia y un antiguo conflicto elemental en esa región. Quizá los rumores se cruzan entre sí. Mike asintió, apoyando los codos en las rodillas. —Lo sé. Puede que no sea nada. Pero es lo único que tenemos. Y si hay siquiera una mínima posibilidad de que Ho-Oh esté allá afuera… tengo que intentarlo. Los tres guardaron silencio por un momento, solo escuchando el chisporroteo del fuego. —Entonces —dijo Misty con una media sonrisa—, ¿es hora de volver a casa? Mike alzó la vista, sorprendido por la elección de palabras. —¿Casa? —Pueblo Paleta —respondió Brock—. El Profesor Oak debe estar esperándonos. Con todo lo que ha pasado, será mejor que tengamos un buen plan antes de irnos a cazar leyendas por el mundo. Mike miró a sus dos amigos, y por primera vez desde que había llegado a la Liga, sintió algo parecido a paz. —Sí —dijo al fin—. Vamos a casa. ///// Entrada trasera de la villa de competidores, al día siguiente Una pequeña carreta de tamales y chimichangas humeaba en una esquina poco transitada. Al frente, tres figuras disfrazadas de chefs callejeros sudaban bajo el sol. —¡¿Vendimos diez tamales esta mañana?! —exclamó Jessie, limpiándose la frente con frustración—. ¡Eso ni siquiera cubre el gas del carrito! —¡¿Y qué hay del Pikachu?! —añadió James, mirando por unos binoculares en dirección al campo donde antes fue el combate de Mike y Agatha—. ¡Con tanto trabajo de cocina ni lo vigilamos! —¡Eso es lo que intento decir desde anoche! —gritó Meowth, lanzando su espátula al suelo—. ¡Por andar vendiendo comida, se nos escapó Pikachu otra vez! Jessie apretó los dientes. —¡Maldito capitalismo opresor! Nos hizo olvidar nuestra verdadera misión. En ese momento, un hombre vestido con uniforme beige, gafas oscuras y una gorra con el logo de Salubridad Regional se acercó con una libreta en mano. —Buenas tardes. Soy el inspector Porras de la Oficina de Comercio Ambulante. ¿Me pueden mostrar su permiso de venta, por favor? Los tres se congelaron. Meowth fue el primero en reaccionar, poniéndose un bigote falso. —¿Permiso de qué? ¡Nosotros somos solo… uh… voluntarios! ¡Distribuyendo felicidad en forma de carbohidratos! —¿Voluntarios? —dijo el inspector, alzando una ceja—. Entonces no tendrán problema en acompañarme a la oficina para llenar un formulario de suspensión temporal de actividad… Jessie y James se miraron. James tragó saliva. —¿Plan de escape improvisado 34-B? —Demasiado tarde. ¡Vamos directo al 7-A! De un salto, los tres se quitaron los delantales y los arrojaron sobre el inspector. Meowth presionó un botón en su carrito que liberó una nube de humo rosa con olor a vainilla. —¡EL EQUIPO ROCKET SALE VOLANDO UNA VEZ MÁS! —¡Y ESTA VEZ SIN MULTAS NI FORMULARIOS! El inspector solo alcanzó a toser mientras la figura de un globo en forma de empanada se alejaba por el cielo. —¡No tienen vergüenza… ni licencia! —gritó entre la nube de humo. La voz de los tres resonó en lo alto: —¡Somos el Equipo Rocket en el negocio del fracaso!¡Con sabor, pasión… y una ligera violación administrativa! Esta historia continuará…………
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