Capítulo 14. Exploración y viejos conocidos.
4 de julio de 2025, 22:33
Capítulo 14: Exploración y viejos conocidos.
El sol brillaba con fuerza sobre el vasto azul del océano. Las olas se mecían suavemente mientras Lapras deslizaba su cuerpo con calma entre ellas, transportando sobre su lomo a tres entrenadores y su cargamento. Mike iba al frente, con la guitarra colgada al pecho; Misty y Brock acomodados detrás, con mochilas protegidas por fundas impermeables. El viento marino les despeinaba el cabello y traía consigo el canto distante de Wingull en vuelo.
—¡Creo que ya nos estamos acostumbrando a esto! —comentó Misty, estirando los brazos al cielo con una sonrisa.—Siempre y cuando no nos caigamos al agua —bromeó Brock, ajustando su equilibrio con cuidado.
Mike, relajado, rasgueó suavemente su guitarra. La melodía era tranquila, improvisada, como si acompañara el ritmo de las olas. Misty empezó a seguirlo con la voz, cantando versos simples inventados sobre la marcha. Brock se unió golpeando con los nudillos una pequeña caja de provisiones a modo de percusión.
El ambiente era alegre, casi íntimo. Hasta Lapras parecía disfrutar del momento, emitiendo un leve canto que armonizaba con la melodía humana.
—Oye, Mike —dijo de pronto Misty, inclinándose hacia él con curiosidad—. ¿No te molesta ese dron siguiéndonos todo el tiempo?
Brock asintió. —Sí, me preguntaba lo mismo. ¿No te preocupa que grabe algo que no deba?
El pequeño dron flotaba a unos metros sobre sus cabezas, girando en ángulos suaves mientras capturaba tomas amplias del grupo navegando por el mar.
Mike bajó un poco el volumen de su guitarra antes de responder. —Un poco incómodo, sí —admitió con sinceridad—, pero no me preocupa. Todo el sistema está enlazado directamente al laboratorio del Profesor Oak. Los videos no se publican automáticamente, siempre los reviso yo primero.
—¿Y si grabara algo peligroso? ¿Como... no sé, un Pokémon legendario o un combate secreto? —insistió Misty.
—Precisamente por eso el contenido pasa por mí y hace un segundo filtro con el profesor —explicó Mike—. Si capturara algo que pudiera causar revuelo o poner a alguien en riesgo, puedo decidir no subirlo o enviarlo directamente a la Liga. Lo mismo el profesor Oak. Si detecta algo que pase por alto, el se encargara. Es parte del acuerdo que tengo con Silph Co. Ellos tienen derechos de difusión, sí… pero también entendieron que esto no es solo entretenimiento. Hay cosas que no deben divulgarse a la ligera.
Brock pareció impresionado. —Es bueno saber que estás en control de eso. Muchos en tu lugar no se preocuparían tanto.
Mike se limitó a encogerse de hombros. —No quiero que este viaje se convierta en un circo. Si vamos a mostrar algo, que sea real... pero con criterio.
El grupo cayó en un breve silencio cómodo, roto solo por el leve crujido de la guitarra y el sonido de las olas. Más adelante, las primeras siluetas de una isla aparecieron en el horizonte, recortadas contra el cielo.
—¿Llegamos pronto? —preguntó Misty, incorporándose.
Mike miró su Poképhone y asintió. —Unos minutos más. Es la isla asignada por la Liga para la investigación. Dicen que hay Pokémon únicos rondando esta zona.
Lapras emitió un sonido suave, como si confirmara la dirección. Mike afinó una última nota en su guitarra, la guardo en su mochila y se preparó para el descenso.
El viaje apenas comenzaba.
//////
El oleaje se volvió suave cuando Lapras se acercó a la costa. La isla, rodeada por una barrera natural de arrecifes, parecía un fragmento oculto del paraíso. Arena blanca, una selva densa al fondo… y una visión extraña: varios Pokémon con tonalidades rosas se movían entre la vegetación y la costa.
—¿Vieron eso? —preguntó Misty, señalando una manada de Slowpoke descansando bajo unas palmeras. Eran más rosados de lo normal, con un brillo casi perlado.
—Y ese Oddish… también tiene un matiz distinto —añadió Brock.
Mike asintió, concentrado. —Definitivamente esta isla no es como las demás.
Lapras se acercó lo suficiente para que pudieran descender. Mike acarició su cuello con gratitud antes de guardarlo en su Pokéball especial. Luego, el trío activó sus mochilas tecnológicas: una simple presión de botones y los compartimentos se abrieron, liberando herramientas de campo, provisiones y pequeños drones de exploración, todo comprimido con la misma tecnología que usan las Pokéball.
—Nunca voy a superar lo prácticas que son —comentó Misty, ajustándose su visera.
—Bien —dijo Mike, consultando su Poképhone—. El profesor Oak pidió capturar Pokémon locales para analizar adaptaciones regionales y posibles mutaciones. Sobre todo, cualquier ejemplar que no encaje con los patrones típicos. La información se enviará directo al laboratorio.
—¿Y si todos son de color raro? —preguntó Brock, medio en broma.
—Entonces va a ser una larga jornada.
Comenzaron a internarse por un sendero natural entre la vegetación. La flora tenía tonalidades intensas: flores fucsias y hojas azuladas que reflejaban la luz de formas curiosas. En poco tiempo, observaron a varios Pokémon salvajes: un Nidoran♀ rosa pálido, un Gloom con pétalos púrpura oscuro, y un Parasect que caminaba más erguido que de costumbre.
Mike lanzó una Ultraball para capturar al Gloom y, tras un breve análisis de la Pokédex, lo liberó. Estaba claro que los colores eran una constante. Quizá algo en el ecosistema provocaba esa variación.
—Esto no es shiny —confirmó Brock, revisando el historial de registros—. Tiene que ser ambiental.
Pronto, el grupo empezó a explorar más la isla, las apariciones de Pokémon salvajes se volvieron más frecuentes: un grupo de Exeggcute rodando por la maleza, un Butterfree, y un par de Sandshrew trepando árboles con una agilidad poco común. Todos ellos compartían la característica de ser de color rosa.
Mike capturó a varios con movimientos limpios y cuidadosos, cuidando siempre no alterar el ecosistema ni dañar a los ejemplares. La mayoría eran analizados de inmediato por la Pokédex y luego liberados tras registrar sus datos, pero entonces…
Un rugido grave retumbó desde unos arbustos cercanos, seguido por el crujido de ramas rotas. Un Pokémon emergió entre la maleza: un Rhyhorn completamente rosa, más robusto y con un brillo opaco, casi como un mineral pulido. Su presencia imponía. Sus ojos estaban enfocados… en Mike.
—Ese sí que destaca —susurró Misty.
—Y no parece estar de buen humor —añadió Brock.
—¡Vamos allá! —exclamó Mike, avanzando unos pasos—. Pikachu, prepárate.
El Rhyhorn no esperó. Bajó la cabeza y cargó con furia.
—¡Doble Equipo! —ordenó Mike.
Pikachu se multiplicó en varias réplicas que se dispersaron por la zona, pero el Rhyhorn embistió con tal fuerza que la onda de choque destruyó varias al instante.
—¡Ataque Rápido y luego retrocede!
Pikachu zigzagueó entre los restos del ataque y golpeó al Rhyhorn de lado, pero apenas lo hizo retroceder. El Pokémon rugió y golpeó el suelo con una de sus patas delanteras, generando una pequeña onda que desestabilizó el terreno.
—Tiene una fuerza tremenda… —murmuró Mike, con una mezcla de preocupación y emoción—. Vamos a necesitar más.
—¡Pikachu, Cola de hierro! ¡Después retrocede y rodea!
El Rhyhorn fue golpeado directamente por el ataque superefectivo, el golpe fue tan fuerte que lo aturdio por un momento, lo justo para que Pikachu pudiera reposicionarse.
Mike sacó una Ultraball de diseño negro con detalles plateados. La sostuvo firme.
—Vamos a intentarlo. ¡Ultraball, ve!
La esfera voló, chocó con el Rhyhorn y lo absorbió en un destello de luz. Comenzó a sacudirse violentamente: una, dos, tres veces. El clic final sonó fuerte, pero la Ultraball vibró unos segundos más antes de estabilizarse del todo.
Mike se acercó, la recogió y la sostuvo en alto.
—Este se queda conmigo. Tiene algo especial… no solo el color. Tiene un gran espíritu. Eso no es común.
—¿Vas a hablar con el profesor? —preguntó Misty.
—Sí. Quiero que lo analicen bien. Quizá nos diga más sobre qué está pasando en esta isla.
Sacó su Poképhone y grabó un mensaje para Oak:
“Rhyhorn rosa capturado. Color anómalo y actitud inusualmente violenta. Requiere pruebas genéticas y de comportamiento. Envío datos iniciales con esta nota.”
—Si este es solo el comienzo… —dijo Brock, mirando a los lados—, ni me imagino qué más encontraremos aquí.
Mike guardó la Ultraball en su cinturón.
—Vas a terminar con una colección de raros —bromeó Brock mientras el grupo seguía avanzando—. El mundo te va a conocer como ‘el entrenador de los Pokémon extraños’.
Mike rió. —Mientras ayude a la investigación, no me quejo.
Pero mientras hablaban, lejos de su vista, en otro extremo de la isla…
alguien más también estaba capturando Pokémon.
///////
El calor húmedo de la isla se mezclaba con una brisa salada que venía del mar, y aunque la jornada apenas comenzaba, los tres entrenadores ya llevaban buen avance en su recorrido. Mike anotaba datos en su Poképhone mientras Misty tomaba fotos de un grupo de Paras con tonalidades ligeramente rosadas. Brock, con una sonrisa paciente, analizaba las hojas de una planta que parecía haber afectado la pigmentación de varios Pokémon del área.
—Esto es increíble —comentó Misty mientras observaba un Bellsprout que tenía pétalos de color lavanda claro—. No solo son más brillantes, ¡parecen estar perfectamente adaptados al ecosistema!
—El profesor Ivy tenía razón —asintió Brock—. Este tipo de mutaciones no son peligrosas, pero sí inusuales. Probablemente se deba a minerales únicos en el suelo o alguna propiedad específica del agua subterránea.
Mike se arrodilló junto a unas huellas poco profundas en el barro.
—Estas no son de Pokémon… parecen humanas. Y no son nuestras.
Los tres intercambiaron una mirada. Mike se incorporó, limpiándose las manos.
—No deberíamos estar solos en esta isla, ¿cierto?
—Solo nosotros y los investigadores de Silph, pero ellos no vendrían sin avisar —respondió Brock.
—Entonces... ¿quién más podría estar aquí? —preguntó Misty en voz baja.
Avanzaron en silencio por un sendero cubierto de raíces, cada uno más alerta que antes. A medida que se adentraban en la zona menos explorada de la isla, empezaron a notar señales inquietantes: ramas partidas, marcas recientes de pisadas, envoltorios de comida chatarra tirados entre los arbustos. Mike recogió uno.
—¿Helado de cebolla y pepinillos? —frunció el ceño—. Solo alguien verdaderamente demente comería esto.
—¿O con mal gusto... como ciertos delincuentes de los que ya hemos oído hablar? —sugirió Misty.
Entonces lo oyeron.
Un zumbido agudo, mecánico, no muy lejos. Entre los árboles, vieron pasar algo por el aire: un pequeño dron de color negro, con luces verdes intermitentes y una red colgando de su parte inferior. El aparato giraba en círculos sobre un pequeño claro, donde un grupo de Exeggcute de tonos rosados dormitaba desprevenidamente.
—¡Están secuestrando a los Pokémon! —susurró Brock, furioso.
—¡Sigamos ese dron! —ordenó Mike, y todos se pusieron en marcha.
Caminaron en paralelo al vuelo del dron, ocultos entre los arbustos. A medida que se acercaban, distinguieron un segundo dron que volaba hacia el norte con dos Hoppip atrapados en su red. Mike apretó los dientes.
Llegaron a una zona más abierta, una especie de campamento improvisado escondido entre la vegetación. Varios drones se cargaban en estaciones portátiles, y justo en el centro, dos figuras con batas blancas estaban revisando tablets y cajas con Pokéballs marcadas con números.
—Definitivamente, no son científicos del laboratorio —murmuró Misty.
Mike asintió. Dio unos pasos hacia adelante, saliendo de su escondite.
—¡Hey! ¡¿Qué creen que están haciendo?!
Las dos figuras levantaron la vista. Una de ellas dejó caer su tablet y soltó un suspiro dramático.
—Oh, no... nos descubrieron antes de terminar el inventario. ¡Siempre lo mismo!
—¡No les dijiste que cubrieran las huellas! —se quejó la otra voz, femenina, evidentemente irritada.
Misty y Brock salieron detrás de Mike, listos para enfrentarse a quien fuera necesario. Las dos figuras se miraron entre sí y, como si fuese una escena ensayada, se arrancaron las batas con un movimiento sincronizado. Debajo, brillaban los uniformes del Equipo Rocket.
—No puede ser —dijo Misty, ya con una mano sobre su Pokébola.
—¿Otra vez ustedes? —Brock suspiró.
Mike, aún sin conocerlos del todo, alzó una ceja.
—¿Ustedes están detrás de esto? ¿Quiénes son?
Las figuras se miraron entre ellas, suspirando como si aquello fuera una molestia innecesaria. La del centro se quitó las gafas con un gesto dramático.
—Oh, por favor. ¿Ni siquiera un “¡wow, qué bien se ven esos uniformes!”?
—¿No reconoces la magnificencia del disfraz? Qué decepción —añadió el segundo.
—Sí, y yo que quería estrenar mi pose de científico loco... —refunfuñó el tercero, dejando caer una caja con lentes de repuesto.
Un leve viento sopló, agitando sus cabellos con un dramatismo exagerado e innecesario. Mike arqueó una ceja, confundido. Misty se llevó una mano a la cara. Brock solo murmuró un cansado “ya empezaron otra vez...”.
Y como si se tratara de una maldición, comenzaron.
Con una sincronización impecable y poses exageradas, alzaron la voz con su característico lema.
Jessie dio un paso al frente, alzando una rosa que apareció no se sabía de dónde, con tono melodramático:
—¡Prepárense ahora para el desastre, que con estilo llega el desastre más nefasto!
James giró sobre sí mismo y apuntó al cielo con el dedo, como si diera inicio a una obra teatral:
—¡Y más vale que teman el mal, con todo su espanto y sarcasmo!
Jessie ladeó la cabeza, dejando que su melena brillara al sol:
—Para proteger al mundo de la devastación...
James asintió, con una mano en el pecho y la otra extendida dramáticamente:
—Y para unir a los Pokémon con nuestra noble organización...
Jessie dio una vuelta elegante y lanzó un guiño:
—¡Jessie! Con más elegancia que nunca.
James se inclinó como en una reverencia de ópera:
—¡Jamememes! El verdadero rostro de la sofisticación.
Ambos extendieron los brazos mientras detrás de ellos, una explosión pirotécnica perfectamente innecesaria iluminaba el fondo selvático:
—¡El Equipo Rocket despega a la velocidad de la luz!
Y entonces, saltando entre ellos con energía desbordante, Meowth gritó con entusiasmo:
—¡Ríndanse ahora, o prepárense a luchar hasta el amanecer — respondió Meowth, saltando desde una caja detrás de ellos—! ¡Y esta vez vinimos por premios rosas y ganancias jugosas!
Mike no podría creer lo que sus ojos acaban de ver, esto rompía completamente el tono serio y realista que tenía la historia. Antes de poder pensar mas y romper la cuarta pared.
Jessie giró sobre sí misma como una bailarina frustrada y lanzó su cabello hacia atrás con desdén.
—¡Interrumpen nuestro trabajo de recolección científica de Pokémon especiales, ignorantes!
—¡Son Pokémon de color raro, idiota! ¡Y valen el triple en el mercado! —corrigió Meowth, sin tacto.
James señaló con su dedo enguantado hacia el grupo.
—Y ustedes… no tienen invitación. Así que ¡larguense!
Mike cruzó los brazos.
—¿Así que ustedes son los que están detrás del secuestro de Pokémon salvajes?
—No lo digas así, suena feo —bufó Jessie.
—Preferimos “captura con fines comerciales” —dijo James, ajustándose el guante.
En ese momento, Rhyhorn salió de su Pokébola, rugiendo con un pisotón. Su cuerpo rosado brilló bajo la luz del mediodía.
Jessie se detuvo a mirarlo con una carcajada burlona.
—¿Eso es un Rhyhorn? ¿Lo pintaste tú mismo o venía en promoción con un Ditto artista?
James se llevó una mano al pecho.
—¡Es tan adorable que no puedo tomarlo en serio!
—¡Parece de mazapán! —agregó Meowth—. ¡Ay, qué miedo, que no me corra con tanto azúcar!
Mike solo sonrió de lado.
—Ríanse mientras puedan. Les va a doler el chiste cuando empiece la batalla.
Jessie y James tomaron sus Pokébolas. Meowth se estiró, como si se preparara para una función teatral.
—Entonces… ¿vamos a hacerlo?
—No hay escapatoria —dijo Jessie con una sonrisa torcida—. ¡Hora de darles una lección!
////
El ambiente, antes sereno, se había llenado de tensión. Pikachu se colocó delante de él, con las mejillas chispeando y el ceño fruncido, mientras Rhyhorn resoplaba con fuerza, su mirada clavada en los intrusos.
—¿Así que capturando Pokémon indefensos y burlándose de los demás? —dijo Mike con frialdad—. Eso no va a quedar así.
—¡Uuuh, qué miedo! —rió James con exageración—. ¿Tú y tu pony de fresa piensan detenernos?
—¡No es un pony, es un Rhyhorn! —replicó Misty, cruzándose de brazos.
—Y bastante valiente, por cierto —agregó Brock—. Más de lo que ustedes han demostrado jamás.
—¡Basta de charla! —exclamó Jessie, lanzando su Pokébola—. ¡Arbok, envenénalos de miedo!
El largo Pokémon morado salió de su Pokébola con un chillido intimidante, desplegando el patrón hipnótico de su capucha.
—¡Weezing, tú también, que se arme la podredumbre! —gritó James, lanzando su Pokébola con un giro innecesario.
El dúo flotante emergió girando en el aire, soltando una nube de gases pútridos apenas tocó el suelo.
—¡Weezing, usa tu nuevo ataque especial: ¡Aliento pozolero! —James dio un paso al frente, señalando con dramatismo.
Una nube verde espesa salió disparada de la boca de Weezing, avanzando como una ola de fétido vapor.
—¡Starmie, contrarresta con Hidropulso! —ordenó Misty.
La estrella giró y lanzó una esfera de agua a presión que impactó contra la nube, haciendo estallar el vapor en una cortina brumosa que envolvió a todos por un momento.
—¡Arbok, haz lo tuyo, mordida venenosa al Rhyhorn rosa!
—¡Rhyhorn, derribo! —gritó Mike.
Rhyhorn arrancó con fuerza, galopando con un estruendo poderoso. Arbok se lanzó hacia él como una flecha púrpura, colmillos por delante… pero subestimó al rival. El Rhyhorn rosa, furioso por las burlas, embistió con tal potencia que Arbok salió volando, rodando por el suelo.
—¿¡Qué clase de bicho es ese!? ¡Si parece de peluche! —chilló Jessie.
—¡Pues ese peluche te va a dejar plana! —exclamó Mike.
—¡Weezing, gas de tamal pasado! —gritó James, sin perder el estilo.
Weezing volvió a liberar una nube gaseosa, esta vez de un tono ocre dudoso, que hizo toser incluso a Meowth.
—¡¡Eso no estaba en el contrato!! —gimió el felino.
—¡Golbat, Ventisca Supersónica! —ordenó Brock.
Golbat aleteó con fuerza, generando un vendaval sonoro que disipó la nube de Weezing. El murciélago giró en el aire, empujando a Weezing contra un árbol cercano.
—¡Starmie, Giro Rápido otra vez! ¡Derríbalo!
La estrella giró con fuerza como un disco de metal, golpeando a Weezing por el lado y mandándolo contra Arbok.
—¡Rhyhorn, ahora usa Roca Afilada!
El Pokémon rosa resopló y alzó la cabeza. Desde el suelo emergieron piedras brillantes que salieron disparadas como proyectiles, estallando alrededor del trío enemigo.
—¡Ay, no! ¡Ese unicornio mutante otra vez! —gritó James.
—¡Nos están opacando con estilo y colores pastel! —añadió Jessie.
—¡Hora de la retirada con dignidad! —propuso Meowth, mientras todos se lanzaban hacia su globo.
—¡No tan rápido! —gritó Mike—. ¡Pikachu, Impactrueno!
—¡Pikachuuuuu! —chilló el roedor, liberando una descarga que iluminó el cielo.
El relámpago impactó el globo, que explotó con su clásico estruendo, enviando al trío al cielo en un destello de comedia.
—¡Esto fue demasiado colorido para ser ciertoooos! —gritaron al unísono mientras desaparecían entre las nubes.
Mike exhaló, cruzándose de brazos. Rhyhorn se acercó a él, dándole un leve empujón en la pierna.
—Buen trabajo, compañero —le dijo, sonriendo mientras acariciaba su áspero lomo—. Que digan lo que quieran… para mí eres más fuerte que muchos con cuernos más oscuros.
Misty y Brock se acercaron, mirando cómo los drones enemigos habían caído por la interferencia, liberando a los Pokémon capturados.
—Tenemos trabajo que hacer —dijo Brock con seriedad—. Hay que asegurarnos de que todos estén bien… y luego reportar esto.
Mike asintió, mirando el cielo donde el humo del globo aún flotaba.
—Y que este Rhyhorn rosa se vuelva leyenda.
////
El aire aún olía a ozono y a tierra revuelta cuando el grupo comenzó a caminar entre la vegetación, ahora acompañados por los que minutos antes habían sido víctimas del Equipo Rocket. Los drones, caídos y humeantes, yacían entre los arbustos, mientras algunos Pokémon salvajes se asomaban tímidamente a recuperar su libertad.
Misty se inclinó con cuidado para liberar a un pequeño Exeggcute rosa que temblaba dentro de una cápsula metálica. Lo sostuvo con suavidad mientras le hablaba con dulzura.
—Ya estás a salvo, pequeñín. Nadie más te hará daño.
Golbat sobrevolaba la zona, ayudando a detectar más cápsulas escondidas en la maleza. Starmie giraba sobre sí misma, escaneando con sus cristales la zona para asegurarse de que no quedaran rastros de energía extraña.
—Fue una buena estrategia la que usaron esos tipos… —murmuró Brock, analizando uno de los drones caídos—. Tecnología avanzada, más allá de lo común para ellos. Esto no es solo una travesura cualquiera.
Mike recogió una de las cápsulas vacías, girándola en sus manos con expresión seria. La estructura tenía pequeños sensores, una especie de tranquilizante interno, y estaba diseñada para atrapar sin dañar… pero claramente sin permiso. Era tecnología peligrosa si caía en las manos equivocadas.
—Silph Co. querrá ver esto —comentó, guardándola en su mochila de almacenamiento especial, que absorbió el objeto sin añadirle peso.
Rhyhorn caminaba a su lado, todavía resoplando con fuerza. Sus pasos dejaban huellas marcadas en el suelo húmedo, y aunque su cuerpo parecía tosco y pesado, su actitud era alerta y receptiva.
—Te portaste increíble allá atrás —dijo Mike, girándose hacia él con una leve sonrisa—. No dejaste que sus burlas te afectaran.
Rhyhorn soltó un bufido, golpeando el suelo con una de sus patas delanteras, como si quisiera dejar claro que nadie lo subestimaría sin recibir una respuesta.
—Sabes… algo me dice que lo de tu color no es solo estético —reflexionó Mike en voz baja—. Quizá haya algo más que valga la pena investigar. ¿Quién sabe qué efectos tiene este ambiente en los Pokémon?
—Podríamos tomar muestras de agua, suelo, hojas… —sugirió Brock—. Puede que encontremos trazas de minerales, nutrientes o algún tipo de radiación natural.
—Es fascinante —añadió Misty, que ya estaba sacando una pequeña libreta para apuntar detalles sobre los Pokémon rosados—. Nunca había visto un Poliwag con tonos fucsia tan vivos. Es como si esta isla tuviera su propia lógica ecológica.
Mike se detuvo un momento y miró alrededor. El canto de algunos Pidgey rosados se escuchaba a lo lejos. Todo parecía tranquilo nuevamente, pero ahora sabían que no estaban solos. Y eso implicaba más precauciones.
—Debemos asegurarnos de que esto no vuelva a pasar —dijo, más para sí mismo que para los demás—. No solo es parte de la investigación… Es lo correcto.
—Estoy de acuerdo —respondió Brock, apoyando una mano en su hombro—. No sabemos quién más podría estar detrás de estos ataques, pero al menos hoy, logramos impedir que se salieran con la suya.
—Y no estamos solos —añadió Misty, sonriendo mientras acariciaba a un Oddish que se había escondido entre sus botas—. Mientras trabajemos juntos, vamos a protegerlos.
Mike asintió. El viento movía suavemente las copas de los árboles. Los Pokémon recuperados empezaban a volver a sus hábitats, algunos agradecidos, otros aún nerviosos. Pero todos estaban libres.
El grupo volvió a reunirse, y comenzó a caminar hacia su improvisado campamento, aunque ahora cada paso estaba cargado con una renovada sensación de propósito. La misión científica no era sólo para recolectar datos, sino para proteger un equilibrio que, en este lugar tan especial, parecía colgar de un hilo.
////
Pasaron varios días desde el encuentro con el Equipo Rocket, y el ambiente en la isla volvió a sentirse en calma. Durante ese tiempo, Mike y sus compañeros se dedicaron a recolectar muestras de flora, agua y suelo, mientras documentaban con precisión el comportamiento de los Pokémon locales. Misty dirigía las observaciones acuáticas con entusiasmo, y Brock elaboraba hipótesis sobre los nutrientes únicos que podrían estar alterando la pigmentación de los Pokémon.
Mike, por su parte, aprovechó para entrenar con su equipo. Pikachu mejoró su coordinación con Snorunt y Bisharp en ejercicios de combate combinado; Rhyhorn, con su energía bruta, aprendió a controlar mejor su fuerza en el terreno irregular de la isla. Charizard y Lapras, aunque con naturalezas opuestas, colaboraron en un ejercicio de resistencia y desplazamiento aéreo-marítimo, algo que Mike anotó como una posible táctica para el futuro.
Una noche, al resguardo de su cápsula de acampada —que, gracias a la tecnología de sus mochilas, llevaban sin peso y desplegaban fácilmente—, Mike realizó un último reporte desde su Poképhone. En pantalla dividida, el Profesor Oak y el presidente de Silph Co. escuchaban atentamente mientras veían fragmentos seleccionados de las grabaciones. Las imágenes mostraban los Pokémon rosas en su ambiente natural, la batalla contra el Equipo Rocket y una toma aérea de la flora de la isla.
—En resumen —concluyó Mike—, creemos que compartir esta ubicación sería un error. Si esta isla aparece en la red pública, no pasará mucho tiempo antes de que los cazadores y traficantes lleguen.
El profesor asintió con gesto grave.
—Coincido. Esta isla será clasificada como zona de investigación restringida. Mike, tú y tu equipo fueron fundamentales para descubrir y proteger este lugar. A partir de mañana, un pequeño equipo llegará con apoyo de la policía Pokémon para continuar la investigación y garantizar la seguridad de los Pokémon locales.
—Gracias por el trabajo que han hecho —añadió el presidente de Silph Co.—. Nos aseguraremos de que toda esta información quede en manos responsables. Las grabaciones quedarán encriptadas y solo se usarán para propósitos científicos.
La llamada terminó, y Mike se recostó bajo las estrellas, con Pikachu dormido a su lado y el leve sonido del oleaje rompiendo contra la playa.
////
Muy lejos de allí, en una región costera aún más apartada del archipiélago, una figura solitaria se posaba sobre una roca en medio del agua. Era un Slowking, de pelaje limpio y ojos profundos, con la concha de su corona brillando con un tono tenue bajo la luna.
Con voz clara —demasiado clara para lo que se esperaría de su especie— murmuró hacia la brisa marina:
—El equilibrio se ha roto... el mar comienza a alterarse. Tres fuerzas se agitan, y el canto que duerme en el abismo ya ha comenzado a despertar...
El Slowking giró la mirada hacia el horizonte, donde las nubes se arremolinaban en patrones anormales. Un viento helado barrió la costa, mientras en el fondo del mar, una vibración sutil parecía recorrer las corrientes.
—El elegido aún no lo sabe… pero pronto tendrá que decidir.
Esta historia continuará….
Nota del autor: Estos son los ataques que conoce lapras y rhyhorn por si tenían curiosidad.
Lapras:
Rayo hielo
Chorro de agua
Voz encatadora
Golpe de cuerpo
Rhyhorn:
Ataque de cuerno (cornada)
Derribo
Roca afilada
Poder terrestre (tierra viva)