Capítulo 3: Jaula de Espejos
6 de julio de 2025, 22:12
Draco no recordaba haber dado permiso para que su vida se volviera un espectáculo para Potter, pero últimamente, no había un solo rincón donde pudiera sentirse realmente solo.
Al principio, pensó que era magia residual. Después, paranoia. Pero cuando la puerta de la sala común de Slytherin se abrió sola una noche, y Potter entró sin ser detenido, ya no pudo negarlo.
—¿Cómo entraste aquí? —preguntó Draco, retrocediendo un paso, instintivamente.
Harry lo miró como si fuera obvio.
—Aprendí el encantamiento hace meses. Quería asegurarme de que estabas bien.
—¿Y si no quiero que me vigiles?
Harry se acercó, lento, casi felino. Tenía esa expresión que usaba cuando no iba a ceder. Era la misma con la que enfrentó a Voldemort… pero ahora, era solo para Draco.
—No siempre sabemos lo que necesitamos —murmuró Harry, bajando la voz—. A veces… alguien más tiene que decidirlo por nosotros.
Draco sintió un escalofrío. Quiso gritarle, insultarlo, usar su varita.
Pero no lo hizo.
—¿Me estás diciendo que me estás controlando?
—No. —Una pausa peligrosa—. Te estoy cuidando.
Silencio.
Entonces Draco se dio cuenta. Su espejo estaba cubierto por una fina capa de niebla mágica. Un encantamiento de observación. Alguien lo había estado mirando.
—¿Estás loco? —preguntó en voz baja, sin aliento—. ¿Me espías?
Harry suspiró, y su mirada se suavizó… demasiado rápido.
—Solo cuando estás lejos. Cuando no me dejas estar cerca. Me preocupa que alguien más... que alguien más intente meterse donde no debe.
—¿Como Zabini?
La expresión de Potter se endureció. Por primera vez, Draco sintió miedo real.
—Blaise no te mira más. Ni se acercará otra vez. —La voz de Harry era baja, afilada—. Me aseguré de eso.
Draco retrocedió un paso, pero Harry lo siguió. No con violencia. Con algo peor.
Con devoción.
—Eres mío, Draco. Siempre lo has sido. Solo estoy quitando a los que no entienden eso.
Draco lo miró, el corazón golpeando en su pecho. Quería odiarlo. Quería gritar.
Pero lo único que pudo decir fue:
—Estás enfermo.
Harry sonrió, dulce y letal.
—Por ti. Solo por ti.