Capítulo 8: El Nombre que no Dijo Nadie
6 de julio de 2025, 22:17
Era tarde. Demasiado tarde para que alguien estuviera en la Torre de Astronomía, pero Draco estaba ahí, de pie, con el abrigo flotando por el viento y los ojos fijos en el cielo nublado.
Harry llegó sin que se lo pidieran. Como siempre.
—¿Pasa algo?
Draco no respondió de inmediato. Su silueta parecía de piedra, tensa, encerrada.
—Quiero que hagas algo por mí —dijo, al fin, sin mirarlo.
Harry entrecerró los ojos.
—Lo que sea.
Draco se volvió. Y por primera vez, sus ojos no temblaban. Había rabia. Dolor. Y algo más profundo: una decisión.
—Quiero que mates a Fenrir Greyback.
El nombre cayó como una maldición en el viento.
Harry no parpadeó. No preguntó por qué.
Pero Draco habló igual.
—Cuando la guerra apenas comenzaba, cuando mi familia… cuando todo se desmoronaba, Greyback estuvo en la mansión Malfoy. Dijo que era “invitado”, pero todos sabíamos lo que era. Un perro con hambre.
Y una noche, cuando Voldemort no estaba… él me encontró solo.
Harry apretó los puños.
—¿Te hizo algo?
—Me tocó —dijo Draco, con voz quebrada pero firme—. No me violó, pero… fue suficiente. Me dijo que olía a miedo. Que si algún día me convertía, quería ser quien me mordiera.
Harry cerró los ojos. La magia a su alrededor se sacudió, como si el castillo entero lo sintiera.
Draco se acercó.
—Tú dijiste que matarías por mí. Esta vez… quiero que lo hagas. Hazlo. Mátalo. Quiero que deje de existir. Quiero dormir sabiendo que ya no respira.
Harry levantó la vista. No había rabia en sus ojos.
Solo amor.
Amor monstruoso, fiel, absoluto.
—Dame dos días —dijo suavemente—. Y no volverás a oír su nombre.
Draco asintió.
Y en ese instante, bajo el cielo oscuro de Hogwarts, eligió su lado.
No
el de la luz.
No el de la sombra.
El de Harry.