Capítulo 9: Para Él
6 de julio de 2025, 22:18
Encontrarlo no fue difícil.
Fenrir Greyback no se escondía. No creía tener que hacerlo.
Vivía entre los márgenes, en los bosques del norte, rodeado de otros como él. Criaturas más bestia que hombre. Pero Harry no iba a por la manada.
Solo a por el alfa.
La noche era nueva, sin luna. Perfecta.
Harry caminó entre la maleza como una sombra. Nadie lo oyó. Nadie lo vio.
Hasta que estuvo justo detrás de Fenrir.
—¿Te acuerdas de Draco Malfoy?
Fenrir giró. Su sonrisa fue su último error.
Harry lo golpeó con un solo hechizo, silencioso, preciso, letal. Lo desarmó. Lo dejó paralizado. No muerto.
No aún.
—¿Tú sabes lo que hiciste, verdad? —susurró Harry, arrodillado frente al cuerpo inmóvil—. Lo tocaste. Lo marcaste. Te atreviste a ponerle las manos encima como si no fuera sagrado.
Fenrir gruñó, pero no podía moverse. Solo mirar.
—¿Sabes qué es lo que más me molesta? —Harry acariciaba su varita con calma, como si acariciara la garganta de una serpiente dormida—. Que él recuerda. No dijo nada durante años. Pero todavía lo siente. Todavía sueña contigo.
Harry levantó la varita. Y sonrió.
—Vamos a equilibrar eso.
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No fue rápido.
El primer Crucio fue solo el comienzo.
Harry no lo hizo por rabia. Ni siquiera gritaba. Solo observaba.
—¿Te duele? No es suficiente.
Fenrir temblaba. Sangraba de la boca, los oídos, las uñas. La magia de Harry era precisa, quirúrgica.
No quería matarlo aún. Quería que supiera lo que era tener miedo.
—¿Recuerdas cómo le dijiste que olía a miedo? —susurró—. ¿Te gustaría olerlo tú ahora?
Un encantamiento arrancó parte de la piel de su brazo.
—Esto es por su cuello.
Otro por su espalda.
Otro por el derecho a dormir tranquilo.
Al final, Harry se arrodilló a su lado.
—Podría matarte en un instante. Pero no lo haré. No hasta que me supliques.
Y Fenrir, con lo que le quedaba de voz, suplicó.
Cuando fue solo un cuerpo destrozado sobre la tierra… entonces sí.
Harry alzó la varita. No gritó el hechizo.
Solo lo pensó.
Y Fenrir Greyback dejó de existir.
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Harry volvió a Hogwarts esa madrugada.
Sus manos estaban limpias. Su mente, no.
Pero cuando vio a Draco esperándolo en la sala común vacía,
con una taza de té en las manos y los ojos abiertos como si no hubiera dormido en toda la noche,
Harry se acercó, se arrodilló ante él… y dijo solo una frase:
—Ya no tienes que temerle.
Draco no lloró.
Solo lo abrazó. Fuerte. Largo.
Como si ese acto oscuro hubiera sellado algo entre ellos.
Y lo habí
a hecho.
Ahora estaban ligados por la sangre.
No por la guerra.
Por elección.