Capítulo 10: No lo Llamaré Amor
6 de julio de 2025, 22:19
La lluvia golpeaba los ventanales de la Sala de los Menesteres.
Dentro, el fuego ardía bajo un hechizo silenciador. Harry estaba recostado en un sillón, con los ojos cerrados y el rostro en calma, como si pudiera dormir por primera vez en años.
Draco lo observaba desde el otro extremo de la sala.
Tenía la carta de su madre en el bolsillo, sin abrir. Sabía lo que decía. Sabía que le preguntaba si estaba bien, si Harry le había hecho daño, si quería que lo sacara de ahí.
Pero Draco no respondió. Porque Harry no lo lastimaba.
Harry lo protegía.
Harry lo entendía.
Y eso, en sí mismo, ya era peligroso.
Se acercó, lento. Se sentó junto a él sin hacer ruido.
Harry abrió los ojos. Sonrió al verlo tan cerca.
—¿Todo bien?
Draco no respondió de inmediato.
—¿Te arrepientes de lo que hiciste?
Harry lo miró a los ojos.
—No. Nunca.
Draco asintió, como si eso fuera lo que necesitaba oír.
—Yo tampoco —dijo entonces.
Harry entrecerró los ojos.
—¿A qué te refieres?
Draco lo miró. Realmente lo miró. Y por primera vez, no parecía quebrado, ni asustado, ni resignado.
Solo… honesto.
—No me arrepiento de haberte pedido que lo mataras. Ni de haber cruzado esa línea contigo. Porque nadie me habría creído. Nadie habría hecho lo que tú hiciste.
Draco bajó la mirada, como si las palabras le dolieran en la garganta.
—He estado pensando mucho, Harry. Y creo que… creo que estoy enamorado de ti.
Harry contuvo el aliento.
Pero Draco levantó una mano, antes de que hablara.
—No lo llamo amor porque sea bonito. No es limpio, ni puro. Es jodido, Harry. Es… oscuro. Como tú. Como yo.
Pero es lo único que tengo que me hace sentir que sigo siendo real.
Harry se movió, se arrodilló frente a él como si Draco fuera un altar.
—Dilo otra vez —susurró.
Draco lo miró, y esta vez, no tembló.
—Estoy enamorado de ti, Potter. Y lo odio.
Pero también… lo necesito.
Harry sonrió. No con triunfo, sino con alivio.
Como si al fin, al fin, Draco hubiera llegado a casa.
Se acercó. No lo besó aún.
Solo apoyó su frente contra la de él, y dijo:
—Entonces te juro algo.
Si tú me amas así…
yo te amaré más. Peor. Más profundo. Más oscuro. Hasta el final.
Y Draco cerró los ojos. Porque sabía que eso no era una promesa.
Era una sentencia.
Y él la aceptaba.