ID de la obra: 358

Obsesión y protección

Slash
NC-17
Finalizada
7
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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autor
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
178 páginas, 77 capítulos
Descripción:
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Capítulo 14: Que Todos Lo Sepan

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Era un viernes por la tarde cuando Harry lo decidió. No por impulso. No por rabia. Sino porque ya estaba harto de esconder algo que no era una vergüenza. Era una elección. Y él no pedía permiso por las cosas que amaba. --- El Gran Comedor estaba lleno. El bullicio habitual. Los cuchicheos. Los ojos siempre sobre él, como siempre. Pero ese día, Harry no se sentó con Gryffindor. Atravesó el pasillo central con paso firme, como si cada piedra del castillo reconociera su peso. Y se detuvo junto a Draco. El murmullo fue inmediato. Pansy dejó de hablar. Blaise lo observó con atención. Incluso Snape, desde la mesa de profesores, alzó una ceja apenas. Draco alzó la mirada. No se movió. No dijo nada. Pero sus ojos estaban muy abiertos. Harry se inclinó hacia él, sin romper el contacto visual, y dijo con claridad: —Hazme espacio. Draco se corrió, en silencio, y Harry se sentó a su lado. El comedor entero se quedó mudo. Hermione se levantó a medias. Ron se quedó boquiabierto. Y entonces, sin aviso, sin preámbulo, Harry tomó la mano de Draco sobre la mesa. No como un gesto romántico. Sino como una declaración de guerra. —Por si a alguien le quedaba duda —dijo con voz clara—: Draco Malfoy está conmigo. Y si alguien tiene un problema con eso… puede decírmelo en la cara. Nadie se movió. Solo Snape, que bajó la mirada con una exhalación cansada. Draco se giró hacia él, la mandíbula apretada. —¿Estás loco? Harry entrelazó sus dedos con los suyos. —Un poco. Pero ya no voy a esconder lo que es mío. Y en ese momento, algo en Draco se quebró. No en miedo. Sino en rendición. Porque por primera vez, alguien lo eligió sin vergüenza. Sin condiciones. Sin esconderse. Y lo hizo frente a todo el mundo. --- Más tarde, cuando estuvieron solos en la Sala de los Menesteres, Draco lo empujó contra la pared y lo besó como si fuera un castigo y una recompensa al mismo tiempo. —Podrías haber hecho que todos te odiaran más —susurró contra su boca. Harry sonrió. —Ya me odian. Prefiero que sea por algo que valga la pena. Draco lo miró. Sus dedos enredados en su camisa. Su corazón desbocado. —Y tú crees que yo valgo la pena. Harry le mordió suavemente el labio inferior. —Creo que eres lo único que vale la pena. Y Draco, por fin, dejó de re sistirse. Porque ya era suyo. Y él también era de Harry. Pase lo que pase.
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