Obsesión y protección

El día comenzó con una carta. Un pergamino lacrado con el sello del Ministerio. Draco la leyó con las manos temblorosas. Harry la arrancó de sus dedos apenas la vio.

"Draco Lucius Malfoy. Se le convoca a una audiencia inmediata por colaboración indirecta en crímenes durante la guerra. Acusaciones en proceso.

Será escoltado por dos Aurores a Azkaban en calidad de preventivo."

Draco no habló. No pudo. Pero Harry… sí. --- La entrada de Hogwarts se cubrió de nubes negras esa tarde. Dos Aurores esperaban con túnicas rojas. Uno de ellos, Dawlish. El otro, un rostro nuevo. Varitas en mano. —Draco Malfoy —anunció uno—. Queda bajo custodia oficial. Cooperar es su única opción. Draco, pálido, dio un paso atrás. Pero fue Harry quien habló. —Toquen a Draco y mueren. Ambos Aurores vacilaron. —Harry Potter —dijo Dawlish, con una sonrisa nerviosa—, esto viene directamente de Dumbledore y del Ministerio. No te metas en esto. No sabes lo que está en juego. Harry alzó la varita. Y por primera vez, no hubo advertencia. —Avada Kedavra. Una luz verde. Un cuerpo cayó. El segundo Auror intentó reaccionar. Pero Harry ya estaba en su mente. —Crucio. Los gritos hicieron eco hasta la torre oeste. Cuando terminó, el Auror estaba inconsciente. O quizás muerto. Harry no se molestó en comprobarlo. --- Las puertas del despacho de Dumbledore explotaron con un hechizo no verbal. El director se levantó de golpe. —Harry… Pero no tuvo tiempo de hablar más. —¡Crucio! Dumbledore cayó al suelo. El hechizo fue corto, pero preciso. Lo suficiente para sentir quién mandaba ahora. —¿Qué demonios crees que estás haciendo? —rugió Harry. Dumbledore jadeó, levantándose como pudo. —Intento salvarte. —¿De qué? —espetó Harry—. ¿Del único que no me ha traicionado? ¿Del único que me ve entero? —Draco está manchado, Harry. Tú lo sabes. No puedes— —¡Cállate! El aire estalló con su grito. —Draco está bajo mi protección. Y si alguien —tú, el Ministerio, o incluso Merlin mismo— vuelve a intentar separarnos… Harry bajó la voz, oscura como la noche sin luna: —lo que hizo Voldemort parecerá un juego de niños  comparado con lo que yo haré. Dumbledore lo miró. Por primera vez… con miedo. Y Harry, sin girarse, concluyó: —Tú me hiciste un arma. Ahora ruega por quien toque lo que es mío. Porque los mataré sin pensarlo Se fue, dejando al viejo mago temblando entre ruinas y sangre. --- Draco lo esperaba al pie de las escaleras. Manchado de polvo. Con lágrimas que no sabía si eran de alivio… o de terror. Harry lo abrazó. No con ternura. Con posesión. Con promesa. —Nadie te va a sacar de mi lado. Nadie. Draco cerró los ojos, su frente contra el cuello d e Harry. —¿Qué hiciste? Harry le susurró: —Lo necesario. Y Draco, por primera vez… no quiso correr.