Capítulo 19: El Amo de la Bestia
6 de julio de 2025, 22:28
Harry: ha pasado de ser el "chico que vivió" a un arma peligrosa que solo se rinde ante Draco Malfoy.
Para todos los demás, es intimidante. Para Draco… es un amante, un protector y, ahora, alguien que haría cualquier cosa que él le pida sin rechistar.
Los demás empiezan a preguntarse: ¿quién tiene realmente el control?
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Desde el incidente con los Aurores y el hechizo Cruciatus a Dumbledore, Hogwarts ya no era el mismo.
El aire olía a miedo, y los pasillos se vaciaban cuando Harry Potter caminaba.
Solo había una persona que podía detenerlo.
Una persona ante la cual Harry no gruñía, no atacaba, no amenazaba.
Solo obedecía.
Draco Malfoy.
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—Quiero que me consigas pastel de limón de las cocinas —dijo Draco una mañana, estirándose perezosamente en su cama de la Sala de Menesteres.
Harry, ya vestido y con varita en mano, asintió.
—En diez minutos lo tendrás.
—Y café —añadió Draco, sin mirarlo.
—¿Con canela?
—Obviamente.
Harry desapareció sin decir más.
Cuando volvió, no solo traía el pastel y el café…
Traía al elfo que los preparó, solo para que Draco pudiera aprobar el sabor en persona.
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Durante las clases, los profesores se esforzaban por mantener la normalidad, pero era imposible.
Harry se sentaba junto a Draco.
No hablaba con nadie.
No respondía a Hermione.
Ignoraba a McGonagall.
A cada alumno que lo miraba demasiado, les devolvía una mirada afilada como cuchilla.
Pero cuando Draco le pedía algo —una pluma, un libro, que le abrochara el cuello de la túnica—, Harry lo hacía en silencio. Sin un solo gesto de molestia.
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—¿Qué demonios le pasa? —susurraban los alumnos en el Gran Comedor.
—¿Viste cómo le ató los cordones ayer?
—¿Y cuando le besó la mano antes de que Draco bajara las escaleras? ¡Como si fuera un maldito príncipe!
—Yo creo que está bajo un hechizo… o loco.
Los rumores crecían.
Pero nadie se atrevía a decirlo en voz alta cuando Harry estaba cerca.
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Un día, Pansy Parkinson se atrevió a hablar con Draco en la biblioteca.
Solo eso.
—Hola, Draco, ¿podemos hablar de—
Harry apareció detrás de ella, tan silencioso como una sombra.
—Cinco segundos más mirándolo y te saco los ojos.
Pansy huyó llorando.
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Draco, mientras tanto, fingía indiferencia.
Pero por dentro…
Sabía que Harry ya no le pertenecía solo como pareja.
Le pertenecía como un devoto.
—Harry —le dijo una noche, mientras se recostaban juntos—. ¿Harías cualquier cosa por mí?
Harry lo miró con absoluta serenidad.
Y sonrió.
—Cualquier cosa.
Sin preguntar.
Draco sintió un escalofrío.
No de miedo.
De poder.
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Y así, Hogwarts comenzó a aprender lo que significaba mirar a Draco Malfoy:
No era solo verlo.
Era entender que él controlaba a Harry Potter.
Y que si Draco lloraba…
EL MUNDO SANGRARÍA.