"Draco,
Recibí tu carta. Agradezco tus palabras más de lo que puedo decir. Si no es una imposición… ¿podría visitarte?
Me gustaría verte. Conocer la vida que estás construyendo. Y al joven que, según tú, te cuida como yo no supe hacerlo.
Narcissa."
Draco se quedó muy quieto. Harry lo observaba desde la cocina, sin interrumpir. —¿Querés que venga? —preguntó con calma. Draco dudó. —Sí. Pero no sé si estoy preparado. —Entonces la vemos juntos. Yo voy a estar contigo, Draco. En cada palabra. En cada silencio. --- Esa misma tarde, Draco respondió con una nota breve."Puedes venir mañana. Pero no vengas como una Black.
Ven cómo una madre."
"D.L.M.B"
--- Cuando Narcissa Malfoy llegó a Grimmauld Place al día siguiente, no vestía túnicas de gala. Llevaba una capa gris sencilla, y el rostro sin maquillaje, cansado pero sereno. Harry la esperaba en la entrada, de pie. Ella lo miró directamente. Y por primera vez… inclinó la cabeza. —Gracias por proteger a mi hijo —dijo sin rodeos. —Gracias por no venir a quitármelo —respondió Harry con sinceridad. Draco los observaba desde el pasillo. En silencio. La distancia entre él y su madre era más emocional que física. Pero cuando Narcissa extendió la mano con un gesto tembloroso, Draco no la rechazó. No la abrazó. Pero tampoco cerró la puerta. --- El almuerzo fue incómodo al principio. Silencios largos. Tazas de té que se enfriaban. Pero con el tiempo, las palabras comenzaron a fluir. Lentamente. Como un hechizo que lleva tiempo romper. Y por la tarde, cuando Narcissa se levantó para irse, Harry vio algo que no esperaba: Draco la acompañó hasta la puerta. Y la besó en la mejilla. Solo una vez. Pero fue suficiente. --- Esa noche, mientras Harry leía en la biblioteca, Draco se le sentó en el regazo, sin decir nada. Se abrazaron. —Gracias por quedarte —susurró Drac o. —Gracias por dejarme entrar —respondió Harry. Y, por primera vez en muchos años, durmieron sin pesadillas.