Capítulo 31: Silencios Compartidos y Latidos Nuevos
6 de julio de 2025, 22:49
El invierno llegó sin aviso, cubriendo Grimmauld Place con una fina capa de escarcha que crujía bajo los pasos y pintaba los ventanales con formas abstractas.
Pero dentro, la casa brillaba con una calidez distinta.
Entre tazas de chocolate caliente, libros abiertos en el suelo, y hechizos lanzados a medias entre risas, Harry y Draco aprendieron a vivir juntos realmente. No como fugitivos del pasado.
Sino como dos hombres que, a pesar de todo, se habían elegido.
---
Aquel jueves por la tarde, estaban acurrucados en el sofá de la biblioteca.
La chimenea ardía suave.
Harry leía, con los anteojos deslizándose por la punta de la nariz.
Draco tenía la cabeza en su regazo, acariciando distraídamente la mano de Harry mientras dejaba que sus dedos jugaran con la manga de su suéter.
—¿Sabés qué es lo mejor de ti? —murmuró Draco, medio dormido.
—¿Mi heroísmo trágico y sentido de la justicia? —bromeó Harry sin mirar el libro.
Draco rió por lo bajo.
—No. Que dejás que yo exista. Sin esperar que cambie. Sin exigirme ser otra cosa.
Eso… no lo hizo nadie antes.
Harry cerró el libro y lo miró.
—Yo no quiero que cambies. Quiero que seas feliz.
Conmigo, si me seguís eligiendo.
Draco se incorporó lo justo para besarlo. Despacio. Con los ojos cerrados.
—Siempre te voy a elegir.
---
Pasaron los meses así.
Rituales simples.
Magia silenciosa.
Bromas en la cocina.
Caricias entre libros y sábanas.
Y noches de pasión que no eran solo físicas, sino profundamente íntimas. Una entrega mutua, sin máscaras ni roles.
---
Pero algo cambió.
Primero fue el cansancio. Draco dormía más. Se mareaba en las mañanas. Perdía el apetito por cosas que antes amaba.
Harry lo notó, aunque no dijo nada al principio. Pero cuando Draco vomitó una mañana en el baño y se desplomó en el sofá, visiblemente irritado y con la piel pálida, Harry se preocupó.
—Draco… ¿cuándo fue la última vez que tomaste una poción reguladora? —preguntó, sentándose a su lado.
Draco frunció el ceño.
—No he necesitado una desde…
—Se detuvo—. Esperá…
Su rostro cambió.
—¿Creés que…?
Harry ya estaba buscando su varita.
Con un hechizo diagnóstico, proyectó una luz suave sobre el abdomen de Draco.
Ambos miraron en silencio.
El resplandor se volvió azul pálido.
Y luego dorado.
Y finalmente… una chispa.
Un latido.
Draco abrió los ojos, sin respirar.
—No puede ser…
Harry no dijo nada.
Solo tomó su mano.
Y sonrió.
—Sí puede.
Draco se tapó la boca. Su cuerpo temblaba, pero no de miedo.
De algo mucho más profundo.
—¿Estoy… embarazado?
Harry le acarició el rostro, dejando un beso en su frente.
—Vamos a estar bien. Los tres.
Y por primera vez, la casa entera pareció latir con ellos.
Una nueva vida.
Un nuevo comienzo.