Capítulo 38: Recepción y Reconocimiento
6 de julio de 2025, 23:02
El banquete de bodas se realizó en los terrenos encantados del antiguo invernadero de Grimmauld Place, , restaurado especialmente para la ocasión con ayuda de los elfos.
El lugar parecía un bosque de cristal. Lianas luminosas colgaban del techo abovedado, y las mesas flotaban suavemente, girando alrededor del centro de la pista de baile. Cada rincón estaba encantado para mostrar recuerdos animados de la historia compartida entre Harry y Draco: desde su primer enfrentamiento en primer año hasta el momento en que se tomaron de la mano bajo la nieve.
Los invitados, todavía con lágrimas en los ojos tras la ceremonia, no podían dejar de mirar a la pareja con una mezcla de asombro y ternura.
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El primer baile
Cuando la música suave comenzó, Harry extendió la mano hacia Draco.
—¿Me concedes este baile, Dragón?
Draco le sonrió con esa expresión arrogante y enamorada tan suya.
—Siempre.
Ambos se movieron con una gracia inesperada, como si cada paso estuviera guiado por la magia misma. La túnica de Draco giraba en ondas plateadas, y la capa de Harry flotaba como alas oscuras. El salón se silenció. Era imposible mirar a otro lado.
En un rincón, Pansy murmuró con una copa en la mano:
—Quién diría… que el Niño Que Vivió bailaría como si su vida dependiera de ello con un Malfoy.
Y Blaise respondió, seco:
—No baila con un Malfoy. Baila con su Malfoy.
Al terminar la canción, Draco acarició el rostro de Harry y lo besó suavemente, sin vergüenza, sin temor. La ovación fue inmediata. Incluso Snape, escondido en una sombra, levantó una ceja en algo que bien podría haber sido... orgullo.
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Palabras de Narcissa
Más tarde, Narcissa se levantó para dar unas palabras.
—Cuando mi hijo me confesó que amaba a Harry Potter… no supe qué pensar. Pero con el tiempo… vi la manera en que lo miraba, vi cómo Harry cuidaba de él, incluso en la oscuridad. Hoy, no tengo dudas: este vínculo está tejido con hilos de fuego. Y no hay nada que desee más… que lo que han creado dure para siempre. Mi querido Dragón… y mi nuevo hijo, Harry: que la vida los bendiga… incluso cuando el mundo no pueda comprenderlos.
Draco la abrazó. Harry, con los ojos vidriosos, la tomó de la mano y la besó como si fuera su madre.
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Al día siguiente — Ministerio de Magia
La oficina del Registro de Uniones Mágicas estaba inusualmente silenciosa cuando Harry entró con Draco a su lado. El acta de matrimonio brillaba con tinta encantada, y ambos llevaban aún los anillos resplandeciendo con magia vinculante.
La bruja encargada, al verlos, se levantó de golpe.
—¡Señor Potter! ¿Y esto es...?
Harry colocó el pergamino sobre el escritorio.
—La oficialización de mi matrimonio con Draco Malfoy-Potter. Exijo que quede registrado hoy mismo.
La bruja asintió, atónita, y tocó el documento con su varita. Un sello mágico se imprimió al instante: Matrimonio Oficial Validado. Ministerio de Magia de Gran Bretaña.
Draco, con una sonrisa ladina, susurró:
—¿Felices?
Harry lo miró como si lo hubiera conjurado de un sueño.
—Ahora sí. El mundo puede v
erlo. Eres mío. Legal, eterno… y absolutamente irremplazable.