Capítulo 43: La Primera Noche
6 de julio de 2025, 23:11
El aire en Grimmauld Place se sentía distinto.
No era la casa antigua de siempre. Esa noche, la mansión respiraba otra cosa: calor, vida… y un nuevo comienzo.
Cuando Harry y Draco atravesaron la puerta con James dormido en su regazo y Scorpius llorando en el de Draco, Kreacher casi se desmayó de la impresión.
—Dos… dos crías… ¡del amo Potter y el amo Malfoy!
—Nietos tuyos, técnicamente —gruñó Draco, acomodando a Scorpius contra su pecho—. Así que los tratás con respeto o te mando al Bosque Prohibido a juntar ortigas.
Kreacher asintió con un sonoro “sí, amo”, y desapareció para preparar la habitación.
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El recibimiento
La habitación de los bebés ya los esperaba, suave y encantada. Las cunas flotaban levemente sobre la alfombra de estrellas, y la temperatura estaba regulada para el máximo confort mágico.
Harry se detuvo en la puerta con James en brazos, y por un momento no se movió. Lo miró dormir, tan pequeño, con el ceño fruncido igual que él.
—¿Piensas entrar o vas a quedarte llorando ahí toda la noche? —susurró Draco desde adentro.
Harry rió bajito.
—No estoy llorando… pero lo haré adentro.
Ambos acostaron a los bebés en sus cunas, y por primera vez, la habitación se llenó de un silencio nuevo y dulce. Los arrullos flotantes comenzaron a sonar, y los móviles mágicos giraron lentamente, proyectando dragones y ciervos en el techo.
—¿Esto es real? —preguntó Harry, bajando la voz como si tuviera miedo de romper el momento.
Draco, de pie junto a él, se apoyó cansado contra su hombro.
—Lo es. Estamos en casa. Y ellos… son nuestros.
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Caos nocturno
Duró poco.
A las 02:37 AM, James comenzó a llorar como si alguien le hubiese lanzado un Petrificus a su biberón.
Harry se levantó corriendo. Conjuró una botella tibia. Intentó levantarlo… y lo mojó todo: túnica, brazos, cuna y dignidad.
—¡Draco! ¡Se me resbaló como una anguila húmeda!
—¡Y gritás como si lo hubieras lanzado por la ventana! —Draco apareció tambaleándose, con el cabello desordenado, en bata y sin paciencia.
—¡Lo tengo! ¡Lo tengo! ¡Pero se retuerce como un maldito boggart!
Draco lo tomó con una mano experta, lo acomodó en su pecho, le dio golpecitos en la espalda y... el llanto se detuvo.
Harry lo miró, asombrado.
—¿Cómo hiciste eso?
—Instinto Malfoy. Sirve para callar bebés… y a Potter asustados.
Harry suspiró. Luego se rieron juntos, en voz baja, mientras James volvía a dormirse.
—Te juro que no sé cómo voy a sobrevivir a esto —susurró Harry.
—Conmigo a tu lado, tal vez.
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El susto
A las 04:10 AM, fue el turno de Scorpius.
Pero esta vez, no lloró. Draco lo encontró caliente, tembloroso y con las mejillas muy rojas.
—Harry… algo no va bien.
Harry no pensó. Corrió por la poción que Snape les había dejado “por si acaso”, y volvió con ella en segundos.
Le dio unas gotas, y conjuró un hechizo de estabilización que envolvió el cuerpito de Scorpius en un aura cálida y azulada.
El bebé suspiró… y volvió a dormir, relajado.
Draco se desplomó sobre la mecedora, agotado.
Harry se arrodilló frente a él, puso la cabeza entre las piernas de Draco y simplemente… respiró.
—No podría hacer esto sin ti.
Draco, aún temblando, apoyó la mano en su cabeza.
—Ni yo sin ti.
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Primer amanecer
El sol apenas despuntaba cuando los dos se sentaron en el sofá frente a la chimenea, cada uno con un bebé dormido en brazos. Ninguno decía nada. El fuego chispeaba, y la casa entera estaba en silencio.
—¿Creés que lo haremos bien? —murmuró Draco, mirando a Scorpius.
Harry besó la frente de James.
—No tengo idea. Pero sé que los vamos a amar como nadie más podría.
Draco lo miró. Estaba despeinado, tenía ojeras, una mancha de vómito en el hombro… y aún así, era el hombre que amaba.
—Potter…
—¿Mmm?
—Eres buen papá.
Harry lo miró, y por un momento se le llenaron los ojos de lágrimas.
—Tú también, Dragón. Tú más que nadie.
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Afuera, el mundo mágico aún no sabía que James y Scorpius Malfoy-Potter ya dormían en su cuna. Pero en ese rincón de Londre
s, en una vieja casa con historia oscura, dos nuevos latidos de luz habían comenzado a brillar.
Y nada sería igual.