Capítulo 44: Dos Herederos, Un Legado - La Presentación en la Mansión Malfoy
6 de julio de 2025, 23:13
La Mansión Malfoy relucía como nunca. Las antiguas columnas de mármol fueron adornadas con flores encantadas que flotaban lentamente por el aire, y hechizos de luz envolvían cada rincón con un suave resplandor dorado. Un delicado hilo musical flotaba como susurros de arpas celestiales.
Era la primera vez que la familia Malfoy-Potter abría sus puertas al mundo mágico. Y todo era por ellos: Scorpius Hyperion y James Sirius Malfoy-Potter.
---
La llegada de los invitados
Narcissa supervisaba los últimos detalles del salón principal mientras Andrómeda acunaba a Teddy, que jugueteaba con su cabello que hoy había decidido teñirse de un azul chispeante.
—¿Estás lista, hermana? —preguntó Andrómeda, sonriendo con ternura.
—Más que nunca. Esta vez… mis nietos serán celebrados, no ocultandos.
Los invitados comenzaron a llegar uno por uno:
Hermione, elegante y sobria, vestida con una túnica de tonos borgoña con bordados sutiles de libros abiertos.
Neville, con una corbata torcida y flores en la mano (por si acaso).
Fred y George, que no tardaron en encantar una bandeja de dulces para que bailaran sobre la mesa.
Luna, con un vestido etéreo y una diadema de plumas plateadas. Saludó a los bebés con un colgante de runas que colgó sobre sus cunas como “protección lunar”.
Pansy, Blaise y Theo, todos en negro satinado, como si estuvieran en una gala de moda parisina. Pansy fue la primera en acariciar la cabecita de Scorpius y decir con una sonrisa:
—Éste va a romper corazones desde la cuna.
Hagrid entró con paso tembloroso, cargando un peluche encantado que rugía…
—Para que duerman con algo que los proteja, ¿eh? Es blandito… más o menos.
McGonagall, digna como siempre, fue la única que no lloró… hasta que James le cerró la manita alrededor del dedo.
Snape, de negro impecable, solo dijo:
—Ambos respiran. Bien hecho.
---
Harry y Draco: La entrada de los padres
Vestidos con túnicas formales de gala:
Harry, de color esmeralda profundo, con bordados dorados que formaban la silueta de un ciervo.
Draco, en blanco perla con toques plata, con pequeños dragones cosidos en hilo encantado sobre los puños y cuello.
Caminaron juntos hacia el centro del salón, cada uno con un hijo en brazos. Un silencio reverente cayó sobre los presentes.
Draco sostuvo a Scorpius con orgullo, y Harry besó la frente de James antes de conjurar un hechizo suave que hizo que ambos bebés floten un momento sobre el aire, envueltos en luz.
—Hoy presentamos al mundo a Scorpius Hyperion y James Sirius Malfoy-Potter —anunció Draco con voz clara—. Dos nuevos corazones. Dos herencias unidas.
—Y dos razones más para que este mundo valga la pena —añadió Harry.
Los aplausos fueron lentos al principio, luego crecieron. Narcissa lloraba abiertamente. Hermione sonreía con los ojos brillosos. Incluso McGonagall aplaudió con suavidad, y Snape… asintió apenas.
---
Momentos especiales
Luna colocó una pulsera encantada a cada bebé con runas protectoras de amor, hogar y magia blanca.
Fred y George les regalaron una caja de “juguetes mágicos seguros” con un cartel: No abrir hasta los 3 años (o bajo su propio riesgo).
Neville les obsequió semillas de una flor encantada que sólo florece si quienes la cuidan se aman profundamente.
Pansy dio un discurso breve y encantador, agradeciendo “a Harry por salvar a Draco… y a Draco por ser lo bastante terco para sobrevivir a Potter”.
---
La noche avanza
Ya de madrugada, cuando la mayoría de los invitados se había retirado y los bebés dormían, Draco y Harry salieron al jardín iluminado con luciérnagas mágicas.
—¿Todo salió como lo imaginabas? —preguntó Harry, con una copa en la mano.
Draco, con los brazos cruzados y los ojos puestos en el cielo, asintió.
—No. Fue mejor.
—Somos padres. Públicamente. Nadie podrá negarlo.
Draco se volvió hacia él.
—Y si alguien intenta hacerlo, que recuerden esto: somos Malfoy y Potter. Nuestra magia… es familia.
Harry lo abrazó por la cintura y apoyó la cabeza en su hombro.
—Gracias por darme una familia, Dragón.
—Gracias por protegerla, ciervo mío.
Y bajo las estrellas, mientras los ecos de la música se apagaban lentamente, supieron que ese era el inicio de algo mucho más grande que ellos.
Una nueva generación acababa de comenzar.