—“Estimado señor James Malfoy-Potter. Nos complace informarle que ha sido aceptado en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería...”
Scorpius lo imitó enseguida, aunque con voz más contenida. Harry los atrajo a ambos en un abrazo apretado mientras Draco los besaba en la cabeza. —Ya son grandes —susurró Draco, sin poder evitar que se le escapara una lágrima. --- Callejón Diagon Días después, la familia apareció en el Callejón Diagon entre luces cálidas, estanterías desbordantes de libros y el murmullo animado de familias que compraban para el nuevo curso escolar. Era una tradición, pero para Harry y Draco, tenía un sabor distinto: ahora eran ellos quienes guiaban a sus hijos en esta travesía mágica. —Primero, túnicas —dijo Draco, arrastrando a los gemelos a Madam Malkin. Scorpius eligió unas túnicas negras con detalles verde esmeralda sutiles, mientras James pidió que le bordaran en secreto un rayo diminuto cerca del puño izquierdo. —Es por ti, papá Harry —susurró. Después, en Flourish & Blotts, los gemelos se separaron al instante. James se lanzó sobre los libros de Defensa Contra las Artes Oscuras, mientras Scorpius se detuvo ante una sección de pociones avanzadas, muy parecido a Draco. —Se nota de quién sacaron cada cosa —murmuró Harry, divertido. —Lo que me preocupa es lo que sacaron de los dos al mismo tiempo —respondió Draco, sin quitar la vista de sus hijos. --- —Ah, los Malfoy-Potter… —dijo el joven Ollivander, nieto del original, al verlos entrar. James fue el primero. Tras probar cinco varitas, finalmente una de madera de roble inglés y fibra de corazón de dragón brilló en su mano con chispas doradas. —Explosiva… con voluntad propia. Bastante parecida a ti —comentó Draco. Scorpius, en cambio, conectó a la primera con una varita de madera de cerezo y núcleo de pelo de unicornio. Su luz era suave, rosada, con un eco musical. —Pura, delicada pero poderosa. Va a dar que hablar —murmuró Harry, con orgullo. --- Últimas compras y despedida Compraron calderos, frascos. (aunque James pidió una Meteorix que Draco se negó a comprar… por ahora), y caramelos mágicos de Honeydukes “para compartir… o chantajear entre hermanos”, según Scorpius. Antes de regresar, se detuvieron frente a la estación del Expreso de Hogwarts. —En unas semanas, ustedes van a cruzar por ahí —dijo Harry, arrodillado ante ellos—. Van a iniciar su propia historia. —Y la mejor parte —añadió Draco— es que lo harán juntos. James y Scorpius se miraron con ojos brillantes, una mezcla de emoción y nerviosismo. —¿Vamos a estar en la misma casa? —preguntó James. —Quizás no —dijo Scorpius—. Pero vamos a escribirnos todos los días. —O hacer magia para hablar entre paredes. Draco y Harry se miraron, orgullosos. Ellos también habían recorrido ese camino. Pero ahora les tocaba a sus hijos. Y estaban listos.Capítulo 52: Rumbo a Hogwarts
6 de julio de 2025, 23:25
El verano había llegado cálido y radiante a la Mansión Malfoy-Potter, con sus jardines encantados en plena floración y el aire lleno de promesas. Era el primer día de agosto, y aunque Grimmauld Place seguía siendo su residencia oficial, Harry y Draco habían llevado a los gemelos al campo por unos días.
James y Scorpius corrían por el césped descalzos, lanzando hechizos básicos de práctica que aprendían de forma extraoficial con ayuda de Harry, Draco y hasta un par de lecciones privadas de la profesora McGonagall.
Esa mañana, sin embargo, no era como cualquier otra.
—¡Papá Harry! ¡Papi Draco! —gritó James desde la entrada, agitando dos sobres amarillentos con un sello rojo muy familiar—. ¡NOS LLEGARON!
Draco salió del estudio corriendo y Harry apareció por la cocina como si esperara esa noticia desde hacía once años.
—¿Es lo que creo? —preguntó Draco, con una sonrisa ansiosa.
Scorpius abrió su carta con manos temblorosas, mientras James ya leía la suya en voz alta: