ID de la obra: 358

Obsesión y protección

Slash
NC-17
Finalizada
7
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
¡Vote por el trabajo que más le guste! Puede votar una vez al día.
Promocionada! 0
autor
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
178 páginas, 77 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
7 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 58: En la Oscuridad, el Odio Susurra

Ajustes de texto
El primer sonido que escuchó Draco al recobrar la conciencia fue el eco de un goteo constante. El lugar estaba oscuro, húmedo, y olía a piedra vieja mezclada con olor rancio. Cuando intentó moverse, un tirón agudo lo detuvo. Las cadenas que lo sujetaban a la pared crujieron y brillaron con un fulgor violáceo. No eran comunes. Estaban encantadas. Antimagia. Antiaparición. Antiesperanza. Draco Malfoy-Potter, aún mareado, levantó el rostro y sintió la sangre seca sobre su mejilla izquierda. Tenía un corte sobre la ceja y otro en el labio. Su túnica estaba rasgada, sus dedos hinchados y entumecidos. Alguien lo había golpeado. —¿Dónde... estoy? La voz apenas era un susurro. El eco respondió con un murmullo frío. Una puerta chirrió. Draco forzó la vista en la penumbra y entonces los vio. Tres figuras. —¿Ronald...? —la incredulidad en su voz fue como un cristal hecho trizas. Ronald Weasley entró con una mirada sombría, los ojos cargados de odio rancio. Detrás de él, Ginevra, el cabello recogido con firmeza, la expresión helada, inhumana. Y entre ambos... caminando con paso lento, la figura más desconcertante de todas: Albus Dumbledore. —No puede ser... —susurró Draco, apenas audible Dumbledore sonrió. Pero no era la sonrisa amable de un mentor, sino la sombra manipuladora de un titiritero que nunca dejó de mover los hilos. —Algunos espíritus nunca se van del todo, querido Draco —dijo con suavidad, su voz resonando con un eco antinatural. —¿Por qué...? —Draco apenas podía sostener la cabeza erguida—. ¿Qué quieren de mí? Ron apretó los puños. —Queremos recuperar a Harry. Ginny lo miró con desprecio absoluto. —Y tú eres el veneno que lo tiene atrapado. —Él me ama —dijo Draco con dificultad, escupiendo sangre en el suelo—. Me eligió. Ustedes nunca lo entendieron. —Lo manipulaste —escupió Ron—. Siempre fuiste una serpiente, y ahora estás criando a sus hijos como si fueran tuyos. Pero él es uno de nosotros. Y lo vamos a “liberar”. Dumbledore dio un paso adelante, contemplando a Draco con una calma aterradora. —Harry tiene un propósito más grande que jugar a la familia contigo. Él es la esperanza del mundo mágico. No su debilidad. —Ustedes... están enfermos —jadeó Draco—. Harry no va a descansar hasta encontrarme. Los va a destruir. Ginny se agachó frente a él, la varita apuntando directamente a su pecho. —¿Sabés lo curioso? Él ya se destruyó por ti. Dumbledore levantó la mano. —No. Aún no. Vamos a darle una oportunidad... de elegir. El plan era claro. Usarían a Draco como carnada, como herramienta de chantaje emocional. Buscaban quebrar a Harry. Doblegarlo. Arrastrarlo de vuelta a una versión que ellos creían “correcta”. Pero ellos no sabían lo que Harry había llegado a ser. Ni hasta dónde llegaría. --- En la soledad posterior, Draco se recostó contra la pared, temblando por dentro pero con la mente ya activa, calculando, memorizando el ritmo de los pasos, los hechizos, los silencios. —Aguantá —se dijo a sí mismo, apretando los dientes—. Mi León no se rinde. —Harry... ven por mí. Y desde alguna parte del mundo, como si sus corazones aún estuvieran conectados, Harry Malfoy-Potter despertaba con una sensación ar diente en el pecho. Draco estaba vivo. Y necesitaba ser rescatado.
7 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)