ID de la obra: 358

Obsesión y protección

Slash
NC-17
Finalizada
7
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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autor
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
178 páginas, 77 capítulos
Descripción:
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Capítulo 59: Días sin Nombre

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El tiempo perdió su forma desde el momento en que Draco desapareció. Ni Harry, ni James, ni Scorpius sabían ya cuántos días habían pasado. Sólo sabían contar por la falta. Por el plato intacto que Kreacher dejaba en la mesa cada noche. Por el cepillo de Draco que seguía sobre el tocador. Por la ausencia de su voz, de su perfume discreto, de su paso firme en los pasillos. Grimmauld Place, antes lleno de vida, se había convertido en un mausoleo de recuerdos. --- Harry no dormía. Había convertido el despacho en un centro de operaciones silencioso, donde el reloj mágico marcaba siempre la misma hora: la del dolor. Había interrogado a cada informante del submundo mágico. Había utilizado todas las conexiones que le quedaban en el Ministerio. Había recurrido a retratos, rastros mágicos, encantamientos prohibidos. Nada. Nadie había visto nada. Nadie recordaba nada. Nadie sabía nada. —Desaparecido en el maldito corazón del Callejón Diagon —gruñó Harry, los ojos inyectados—. Es imposible. Scorpius, sentado en una esquina, con el rostro tan pálido como el de su padre, apenas se movía. Pasaba las horas hojeando libros que hablaban de desapariciones mágicas, secuestros oscuros, rastreadores ilegales. No comía. No hablaba. Sólo anotaba. Pensaba. James, en cambio, caminaba sin cesar. Patrullaba los pasillos como si pudiera encontrar una grieta en la realidad que le revelara el paradero de su padre. Golpeaba cosas. Maldijo. Lloró una noche, escondido en el baño. Harry lo escuchó. No dijo nada. --- Una noche, al borde del colapso, Harry entró en el cuarto que compartía con Draco. No había tocado nada. La cama seguía hecha. Las túnicas colgadas. Las cartas que Draco solía escribir —siempre con tinta verde esmeralda— estaban aún en su escritorio. Una pluma todavía tenía una gota de tinta fresca, como si hubiera estado por escribir algo... antes. Harry se sentó, temblando. Apoyó la cabeza contra la almohada de Draco y cerró los ojos. Olía a él. —Por favor... —susurró—. Dame una señal. Lo que sea. Pero no hubo respuesta. Ni susurro. Ni magia. Ni esperanza. --- El mundo mágico comenzaba a murmurar. Rumores que iban desde un secuestro por venganza hasta que Draco había huido por voluntad propia. Las redes de comunicación mágicas especulaban sin vergüenza. Nadie decía la verdad. Porque nadie la sabía. Y Harry no respondía a nadie. Solo repetía, cada noche, como un mantra: —Voy a encontrarte. Y James y Scorpius, desde diferentes rincones de la casa, respondían con silencio, con furia contenida, con amor. Esperando. Resistiendo. Porque la familia Malfoy-Potter no se rendía. Nunca.
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