ID de la obra: 358

Obsesión y protección

Slash
NC-17
Finalizada
7
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
¡Vote por el trabajo que más le guste! Puede votar una vez al día.
Promocionada! 0
autor
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
178 páginas, 77 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
7 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 60: Lo que no pueden romper

Ajustes de texto
El frío era constante. Era un frío que se metía entre los huesos y se instalaba en el alma, uno que no se curaba con fuego, porque no era un frío físico: era soledad, era terror. Era la ausencia absoluta de consuelo. Draco Malfoy-Potter estaba encadenado a una pared de piedra, en una celda que olía a humedad, óxido y magia sucia. Llevaba... no sabía cuántos días. No había luz natural. No había relojes. Solo silencio, hasta que el crujir de una puerta interrumpía su espera. Y cuando la puerta se abría, llegaba el dolor. —¿Sabés qué es lo peor? —la voz de Ron Weasley era una mezcla de desprecio y resentimiento—. Que él te eligió. A ti. Draco no respondió. No podía. Tenía los labios partidos, la garganta seca, los músculos agarrotados de haber estado colgado por horas... o días. Pero no diría una sola palabra. No a él. —¿Piensas que es amor? —continuó Ron, caminando despacio por la celda con su varita girando entre los dedos—. Harry está hechizado. Tú lo convertiste en una sombra de lo que era. Un monstruo que se arrastra por ti. Draco levantó la cabeza, apenas. —No se arrastra por mí —murmuró, con voz áspera—. Pelea por mí. Ron apretó la mandíbula. Sin pensarlo, levantó la varita. Un rayo de magia lo golpeó en el abdomen. No fue el peor hechizo, pero sí uno doloroso, que lo dejó sin aliento, colgando de las cadenas, jadeando con lágrimas involuntarias rodando por su rostro, y haciéndolo escupir sangre. —No importa cuánto me duela —susurró Draco entre espasmos—. No vas a romperme. Ginny entró detrás de él, cruzada de brazos. Su mirada era de hielo. —¿Por qué no lo matamos y ya? — Porque matarlo sería misericordia para esta basura. En cambio lo romperemos, quebraremos su orgullo, lastimaremos su cuerpo—respondió Ron—. Tiene que aprender a que el mundo no gira a su alrededor y que Harry jamás vendrá por él.—dijo mirando a Draco con asco. --- Draco no recordaba la última vez que había comido algo sólido. Sus costillas estaban marcadas, sus muñecas sangraban donde las cadenas mágicas le rozaban la piel. A veces pensaba que su cuerpo ya no le pertenecía. Que se estaba deshaciendo. Pero su mente... su mente era otra cosa. En los momentos más oscuros, cuando el dolor le robaba el aliento, cuando sentía que no iba a resistir otro día más... cerraba los ojos. Y los veía. A James, riendo mientras le robaba dulces a su padre. A Scorpius durmiendo con la boca abierta sobre sus libros de alquimia. A Harry acariciándole el vientre cuando estaba embarazado, hablándole a sus hijos con una ternura que aún le hacía temblar el corazón. Lo recordaba llorando el día que se casaron. Lo recordaba prometiéndole que jamás lo dejaría solo. "Te amo, Dragón. Y nadie nunca va a separarme de ti." La voz de Harry era lo único que lo mantenía cuerdo. --- Una noche, cuando creyó que lo habían dejado descansar, Draco despertó sobresaltado por una explosión de dolor en la espalda. Alguien lo había golpeado. —¿Todavía piensas que vale la pena? —Ron le susurró al oído, mientras lo sujetaba del mentón—. ¿Todavía pensás que alguien vendrá por ti? Draco escupió sangre a sus pies. —Harry no solo vendrá... —su voz fue apenas un hilo—. Los va a destruir a todos. Ron lo empujó con furia haciendo que la cabeza de Draco golpeará contra la pared, haciendo que de la herida brotará sangre, pero no volvió a hablar. Sólo miró con una sonrisa cómo la sangre corría por la cabeza de Draco. --- Draco lloró esa noche. No por él. No por el dolor. Lloró por James y Scorpius. Por los días que no podría verlos crecer. Por no poder abrazarlos cuando llegaran de Hogwarts. Por no poder decirles que todo estaría bien. Porque sabía, en su corazón de padre, que ellos también estaban sufriendo. Pero en su pecho también ardía una chispa que no podían extinguir: esperanza. Porque sabía que su esposo, Harry Potter, jamás dejaría de buscarlo. Y cuando lo encontrara… no quedaría piedra sobre piedra.
7 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)