ID de la obra: 358

Obsesión y protección

Slash
NC-17
Finalizada
7
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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autor
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
178 páginas, 77 capítulos
Descripción:
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Capítulo 65: Cautiverio en la sombra

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Las paredes de piedra de la celda parecían absorber cada suspiro, cada latido, cada fragmento de esperanza que Draco aún guardaba en su corazón. Tres meses. Tres meses desde que la luz de su vida, Harry, quedó lejos de su alcance y el mundo entero se redujo a ese espacio frío y oscuro. El aire era denso, cargado con el aroma a humedad y magia estancada. Las cadenas mágicas que lo sujetaban a la pared eran implacables, no solo restringían sus movimientos, sino que drenaban su energía, su voluntad, su fuerza. Cada intento de liberarse le recordaba el precio de su captura: dolor punzante y fatiga creciente. Draco apoyó la cabeza contra la fría roca y cerró los ojos. Imágenes y sonidos lo invadieron: la risa de James y Scorpius, la calidez de la mano de Harry, las palabras de amor susurradas en la oscuridad de Grimmauld Place. Pero más allá de ese refugio mental, la realidad era cruel. Había días en los que la desesperación amenazaba con consumirlo. La soledad era un monstruo silencioso que se arrastraba en la penumbra. Pero más terror le daba pensar en Harry, en sus ojos oscuros y furiosos, en su voz cargada de promesas y advertencias. Sabía que Harry lo estaba buscando con una intensidad que estremecía hasta las piedras. Y eso le daba fuerza. --- Las noches eran las más difíciles. La ausencia de luz y calor era un enemigo que atacaba con garras invisibles. Cuando la luna llenaba el cielo fuera de esa prisión, Draco podía imaginar la belleza del mundo, la vida que lo esperaba. Pero en la celda, solo quedaba el silencio, roto a veces por los pasos de quienes lo vigilaban. Entre esos pasos, la figura de Ginevra Weasley aparecía con frecuencia. Sus palabras eran cuchillos que intentaban quebrar su espíritu, pero Draco había aprendido a protegerse. —Pueden dañar mi cuerpo —pensaba—, pero no mi alma. Mientras Harry me espere, mientras mis hijos me recuerden, soy invencible. --- El desgaste físico era evidente. Sus manos, alguna vez cuidadas y firmes, estaban rasgadas y magulladas. La piel pálida se tensaba sobre los huesos, pero su mirada mantenía la dignidad. Cada vez que podía, meditaba sobre su amor, sobre el futuro que construirían, sobre los hijos que los unían más allá de cualquier tormenta. Y entonces, una chispa de esperanza lo invadía. Porque sabía que, aunque atrapado, nunca estaría solo. Harry estaba ahí afuera, moviendo cielos y tierras por él. Y eso era más poderoso que cualquier cadena.
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