Obsesión y protección

Azkaban había conocido horrores, pero jamás había sentido la presencia de una madre herida. Cuando Narcissa Malfoy cruzó las puertas de la prisión, el mar pareció calmarse. No gritó, no exigió. Solo caminó. Y el mundo se hizo a un lado. Vestía de negro profundo, su cabello perfectamente recogido, su varita al alcance, aunque no la necesitaba. Lo más peligroso que llevaba era su dignidad intacta y el dolor afilado de una madre. Llegó a la celda. Frente a ella: Ronald Weasley, Ginevra Weasley y Albus Dumbledore, en silencio. —No se pongan de pie —dijo con suavidad helada—. No son dignos. Ginny desvió la mirada. Ron apretó los puños. Dumbledore solo la observó, sin atreverse a hablar. —¿Saben lo que es criar a un hijo en medio del miedo? —empezó, su voz sin temblor—. Verlo sufrir. Ver cómo lo arrastran, lo encadenan, lo torturan… y no poder estar ahí para protegerlo. Se detuvo frente a Ginny, y su mirada azul penetró como una daga. —Fuiste la peor clase de cobarde. Siempre tuviste celos de él. De su belleza, de su inteligencia, de su lugar en el corazón de Harry. Usaste ese veneno como excusa para destrozarlo. Ginny no pudo sostenerle la mirada. Narcissa giró hacia Ron. Caminó lento. Muy lento. —Siempre tan vulgar, tan predecible. Quisiste hacerle pagar a Draco por tu mediocridad. Porque Harry lo eligió a él. Porque tu propia alma era demasiado pequeña para aceptar que alguien como mi hijo podía ser amado... sin condiciones. Ron se removió en su banco de piedra, impotente. Finalmente, Narcissa se detuvo frente a Dumbledore. —Usted fue quien más me decepcionó —susurró—. El símbolo de la justicia, de la paz… y usó todo su poder para llevar a cabo el secuestro de un joven padre, esposo, hijo. Usted rompió su alma… y eso, Albus, no lo va a borrar ni la historia ni la edad. Sacó un pequeño relicario de su bolsillo. Lo abrió. —Aquí está el primer mechón de cabello de Draco cuando era bebé. ¿Ve eso? Él era mío antes que del mundo. Y si creen que esto ha terminado… no lo conocen a él. Ni me conocen a mí. Dejó el relicario en la piedra, como una advertencia sagrada. No habrá olvido. No habrá redención. —Draco se levantará —dijo con firmeza—. Y ustedes seguirán aquí, pudriéndose en su vergüenza. Porque el peor castigo… es que el mundo entero vea que perdieron. Que nunca podrán tocarlo de nuevo. Y sin una sola lágrima, sin una sola maldición, Narcissa se marchó. Porque la venganza verdadera… es ver a tu enemigo ahogarse con su propia miseria. ---- Cissy siempre tan elegante y mordaz 🥹