Capítulo 75: El hogar responde
6 de julio de 2025, 23:51
Grimmauld Place estaba silenciosa, pero no vacía.
Las paredes antiguas parecían haber absorbido tanto dolor como esperanza, como si la vieja casa supiera que esta vez no albergaba solo sombras, sino amor profundo, incondicional. Draco estaba recostado en uno de los sillones grandes de la biblioteca, arropado con una manta verde esmeralda, sus mejillas aún pálidas, pero sus ojos... brillaban con vida otra vez.
La puerta se abrió suavemente. James y Scorpius entraron primero, seguidos por Harry, que traía consigo una bandeja con té y pociones suaves para la recuperación.
—¿Cómo te sientes hoy, Dragón? —preguntó Harry, acariciando su cabello con delicadeza.
—Como si por fin pudiera respirar —susurró Draco, mirando a sus hijos con un orgullo imposible de medir.
James se sentó a su izquierda, Scorpius a su derecha. Lo abrazaron con fuerza, y Draco los rodeó con los brazos. Por un instante, el mundo se detuvo.
—Fuiste muy valiente, papi —murmuró Scorpius, hundiendo el rostro en su pecho.
—No tan valiente como ustedes —respondió Draco, tragando con esfuerzo el nudo en su garganta—. Me defendieron incluso cuando yo ya no podía más.
Harry se agachó frente a él, tomó sus manos entre las suyas y las besó.
—No voy a dejar que nadie te toque otra vez. No mientras yo respire.
Ese fue el juramento silencioso que se selló en ese momento.
Esa noche, decidieron hacer una cena íntima. Sin invitados, sin formalidades. Solo ellos cuatro… y Narcissa, quien llegó con una cesta de pan fresco y dulces preparados por ella misma.
La mesa fue sencilla pero hermosa: velas cálidas, servilletas con bordes dorados, y el aire lleno de una paz que parecía milagrosa.
Durante la comida, Scorpius relató —entre risas y lágrimas— cómo había hecho temblar a Ginny con solo una mirada. James bromeó diciendo que pensó en lanzar un rictusempra solo por deporte.
—Estoy orgullosa de ustedes —dijo Narcissa—. Y tu padre, Draco, lo estaría también. Porque ustedes protegieron lo más preciado… no con odio, sino con amor.
Draco bajó la mirada, con los ojos brillando.
—Gracias por no rendirse.
Harry alzó su copa.
—Por la familia que construimos. Por el amor que nos salvó. Y porque nunca más estarás solo.
Chocaron sus copas. Sonrieron. Y por primera vez en mucho tiempo… rieron sin culpa.
Esa noche, Harry y Draco durmieron abrazados, sin sobresaltos, con los gemelos acurrucados en el sofá frente al fuego. En silencio. Juntos.
El hogar finalmente había respondido.