¿Quién hubiera imaginado que a finales de la década de 1989, en el centro de investigación científica CERN, en Ginebra, Tim Berners-Lee inventó la World Wide Web y comenzó a desarrollar el Lenguaje de Marcado de Hipertexto llamado HTM, cuya única intención era conectar en red los ordenadores del CERN para compartir información y datos dentro de la organización y dando paso a la creación del primer servidor web?
Nadie en realidad.
Sin embargo, con esta iniciativa que condujo al lanzamiento de la World Wide Web en el CERN en 1991 había hecho posible lo imposible.
El 6 de agosto de 1991, Berners-Lee anunció por primera vez el software de la Web al mundo exterior. Lanzó el navegador/editor para NeXT, el navegador de línea y "el servidor básico para cualquier máquina" a través del grupo de noticias alt.hypertext . El mensaje terminaba con una nota esperanzadora:
El proyecto WWW se inició para que los físicos de altas energías pudieran compartir datos, noticias y documentación. Nos interesa mucho expandir la web a otras áreas y contar con servidores de enlace para otros datos. ¡Bienvenidos los colaboradores! Publicaré un breve resumen en un artículo aparte."
Alice miro con aire de aprobación el artículo de Edward. Era el mejor de todos los borradores que había corregido y ciertamente se sentía como si ambos compartieran parte de ese mérito. Alice había programado una cita con Tim Berners-Lee para, según la excusa pobre y vacía que le dio al director para que colaborara con los gastos de pasajes de avión, ser los pioneros de esta entrevista revolucionaria que los catalogaría como una editorial futurista. Le dio una palmada a Edward en el brazo y le sonrió aún más cuando le tendió el brazo, cual caballero, para ir juntos a la guarida del troglodita de su jefe y esperar, tan emocionados como ellos, que saliera en primera plana el titular “WWW LA ERA DEL INTERNET” Así que los dos estaban estupefactos cuando el director les arrojo el borrador en la cara, les gritoneara un buen rato si acaso querían que la empresa se fuera al carajo y después les dio una patada en el trasero, metafóricamente. La noticia de la primera plana se centró exclusivamente en el asesinato en París del antiguo ministro iraní Shapur Bajtiar por agentes de la república islámica. No era que esperara un ascenso de su trabajo mediocre ni mucho menos una palmadita en su cabeza pero en definitiva no quería pasar la noche bebiendo en un bar con Edward patéticamente mientras su mente divagaba sobre lo que Judith tuvo que hacer para tener la primera plana. Ahora tenía claro porque su falda estaba mal colocada el viernes anterior después de salir del despacho del director. ─ Que se jodan los dos – escupió Edward, su compañero más novato recién transferido de otra sucursal de Tersia en Londres. Alice levanto su vaso en acuerdo y siguió bebiendo, de vez en cuando evitaba los escupitajos de Edward. Habían transcurrido dos años después de haber visitado a su padre en Little Whinging y haber tenido una pequeña disputa sobre la ceremonia que planeaba hacer a su madre, lo que incluía que el señor Harrington tuviera que estar presente inexplicablemente. Nunca le había preguntado a su padre si sabía quien era el amante de su madre y tampoco había surgido el tema hasta ese día en que las cosas escalaron y Alice, presa del nudo en su corazón y la rabia quemando en sus entrañas , le grito a su padre , de la misma forma que a su madre, lo que ella había visto. Su padre, naturalmente, desconfió de sus palabras, le grito de vuelta las locuras que decía y después la había corrido de la casa. Después de eso, sus comunicaciones fueron mínimas, dos llamadas a la semana y luego una cada tres meses, sospechaba que era porque su padre quería averiguar si aun seguía con vida. O cuerda. Sin poder ir a otro de sus lugares seguros, se enfoco de lleno en conseguir en ascenso de la editorial Tersia, incluso utilizando las tácticas lamebotas de Justin pero lo único que consiguió fue poner mas carga sobre sus hombros sin verlo reflejado en su nomina. Ya empezaba seriamente a considerar postularse en alguna vacante en Londres pero la demanda, según Edward, era tan alta que no lograría ni estar en el 3 % de los rechazados en la primera fase de selección. Salieron del bar, recargándose uno del otro para mantener el equilibrio lo que, significaba que cargaba peso muerto en su pierna mala que empezaba a doler como el infierno mismo. Tuvo la vena malvada de dejar tirado a Edward en la calle pero era un buen compañero, fue el quien detuvo la carga laboral en ella al confrontar a su jefe con una sonrisa picara y un chisme jugoso del sindicato así que Alice le debía ese enorme favor al convertirse en el segundo empleado más odiado del director. Incluso Clara se había vuelto al lado oscuro y la había dejado sola pero su pérdida no era nada , siempre supo que las relaciones terminaban así de abruptos. Para cuando llego a su departamento, la esperaba el sillón semi nuevo y la cómoda cama que había logrado pagar en parcialidades y una taza de café frío que dejo en la mañana. No se molesto en mirar el ordenador – cortesía de su tía bisabuela al tener que tomar una pequeña parte de la herencia para adquirirla - y que ahora, sospechaba, tendría que reemplazar en unos años gracias a Berners- Lee. La humedad empezaba a filtrarse poco a poco en las paredes señal del tiempo que pasaba fuera de su departamento. Abrió la ventana lo suficiente para dejar pasar el aire fresco , observo el desorden que dejó esa mañana por las prisas de revisar hasta el último detalle de su "éxito asegurado" y dejo escapar primero un suspiro, se cubrió los ojos con el dorso de su mano y después soltó una risa baja, incrédula, hasta convertirse en una verdadera carcajada amarga. Aún riéndose de su propia estupidez, pateó hasta su habitación las prendas esparcidas y se sentó en la cama. Se quitó los pantalones de sastre gris con cierta dificultad y se colocó la rodillera ortopédica y encima un pantalón holgado que había convertido en su pijama de dormir. Hizo lo mismo con su blusa y saco, se colocó una playera de mangas largas y encima una playera gris con pequeños agujeros, producto del tiempo que llevaba con ella . Con cansancio se colocó cerca de la ventana y simplemente se quedó allí observando la poca visión que tenía hacia afuera, hasta quedarse dormida. Cómo todas las noches, se despertó al escuchar el grito ahogado de su madre mientras tiraba de ella al cráter de la explosión. Y una idea terrible cruzó su cabeza ¿Qué tan dispuesta estaba para conseguir un ascenso? Tal vez eso fue lo que su madre había intentado conseguir al descubrir que sus finanzas peligraban si ella no mejoraba. Su cuerpo, maltrecho y poco atractivo objetivamente hablando, no sería un buen señuelo, tal vez una distracción temporal hasta que descubrieran la locura en ella.Jueves 10 de octubre de 1991.
La Organización de Liberación del Pueblo Irlandés (IPLO) mató a tiros a un civil protestante durante un ataque con armas de fuego contra un bar en Shankill Road, al oeste de Belfast.Horas después, los Luchadores por la Libertad del Ulster (UFF), seudónimo de la Asociación de Defensa del Ulster (UDA), mataron a tiros a un civil católico cerca de Oldpark Road, al oeste de Belfast.
Los titulares de los periódicos en los puestos cambiaban de letra y de fondo a medida que caminaba por la calle con ese paso marcado que la caracterizaba Su cumpleaños llegó con la misma emoción que tenía por ir a trabajar. En su bandeja estaba un regalo pequeño firmado por E.M , era una pulsera con figuras intricadas con una calabaza sonriente. Guardó la caja y se colocó la pulsera. Edward sabía bien que no le gustaba su cumpleaños así que agradeció el gesto de la calabaza profundamente. Cuando llegó el aniversario luctuoso de su madre, el 1 de noviembre, pareciera que no habían pasado diez años desde entonces. Uno de los hijos del señor Harrington, ya mayor y con el carisma nepotista de su padre, dejo unas rosas y dedicó unas palabras simples pero que para ella hurgaron en su interior como cuchillos desdentados. — Fue una mujer maravillosa. La recuerdo con cariño porque siempre procuraba que mi ánimo estuviera en las nubes después de que perdiera un partido de fútbol. Cada vez que miró las fotos donde festejó mi cumpleaños, siempre estaba allí, abrazándome con amor. La amaba como una madre y su pérdida siempre perdurará en mi corazón y en aquellos que tocó con su gentileza y amor. El hijo del señor Harrington bajo del estrado de la iglesia y le dió un apretón en el hombro de su padre. Noto como su padre estaba rígido y no mostró ningún gesto de agradecimiento o que estuviera conmovido por las palabras. Alice evitó que se acercara a ella caminando con paso decidido y apoyandose en su bastón, al estrado para decir unas pocas palabras en honor a la memoria de su madre. — Fueron unas palabras hermosamente ciertas, Anthony. Gracias. Mi madre fue ... generosa con dar al prójimo su ayuda. Siempre fue atenta a los problemas de los demás y por supuesto, no le importaba compartir su amor de madre con otros. —Tanto amor compartió con hijos que no eran de ella que se olvidó que ella la necesitaba. Pensó amargamente Alice . Anthony inclinó la cabeza con dolor como si de repente fuera el quién perdió a su madre y no ella. Y tal vez fue por eso por lo que Alice fue venenosa con sus palabras. – Tal vez deberías de compartir algunas de tus fotos conmigo, Anthony. Me gustaría ver a mi madre presente en un cumpleaños ... claramente no el mío porque siempre estaba ocupada cargando tanto en sus hombros – se sentía como si una vez que empezará a decir el rencor que guardaba a su madre nadie la iba a parar. Su padre le lanzó una mirada de advertencia y negó levemente con la cabeza. No era el momento, era lo que decía sin palabras. Estaba harta de aparentar ser la hija loca de una mujer trabajadora, ama de casa y esposa devota , que se cortó las palmas de las manos con sus uñas al mantenerlas cerradas en puños con fuerza. Los presentes no notaron el doble filo de sus palabras, soltaron una risita como si hubiera dicho una broma y dijeron con nostalgia” Era tan buena que ponía a todos siempre por delante " . Alice sonrió, compartiendo la broma, aunque no el sentimiento. — Te amo mamá, siempre lo haré – sus palabras salieron huecas – Encuentra la paz donde quiera que estés para que tu luz guíe los corazones de quienes tocaste con tu amor. Descansa en paz, Adeline Walker. Miró a su padre una vez más con la sinceridad que tenía en esos momentos. La mirada que le dedicó era igual de vacía que la de ella. No recibió invitación ese año para pasar la navidad con su padre. Lo esperaba, pero era doloroso igual. Esperaba que el regalo que mando por paquetería con anticipación no terminara en la basura. Había logrado devolver dos tercios del dinero que su padre invirtió en su coche y lo había mandado en esa caja de regalo junto a una carta de disculpa y una caja de galletas. Sus favoritas.Finales de agosto de 1992
"Hugh McKibben entonces miembro de la Organización de Liberación del Pueblo Irlandés (IPLO), fue asesinado a tiros en el club social de la Asociación Atlética Gaélica (GAA) Lámh Dhearg, a las afueras de Belfast. Fue asesinado por la Brigada de Belfast de la IPLO durante una disputa interna. Otros dos hombres resultaron heridos en el ataque.
La muerte de McKibben no fue un evento aislado, sino que se produjo en un contexto de violencia sectaria y paramilitar .La IPLO, como organización paramilitar republicana, estaba involucrada en la lucha por la reunificación de Irlanda, pero también en conflictos internos y luchas de poder que a menudo desembocaban en violencia."
Durante días, en los canales de radio y televisión, no paraban de discutir sobre el mismo tema. Alice ya no prestaba atención al ruido de fondo, en vez de sobrecargar su cerebro con las repercusiones del asesinato, se enfoco solamente en ordenar sus maletas para tomar sus días libres mañana. Después de un intercambio acalorado con el director de Tersia y recordarle sutilmente que su adorable esposa había reservado una cita con el abogado más respetado de la ciudad, Alice se había librado momentáneamente del trabajo. Mañana visitaría las costas de un pueblo, donde parecía que la civilización no llegaba del todo y es que últimamente se sentía caer al borde del abismo continuamente y necesitaba un respiro. Su mente ya no prestaba atención a las fechas, sabía en que día estaba gracias a las noticias pero de allí en fuera, lo demás se desdibujaba. Supo que debía descansar , cuando empezaba a escribir palabras en su ordenador que no tenían sentido alguno y cuando trataba de recordarlas, le producía cierto efecto de somnolencia. Visitar a su padre para pasar sus días sería igual que estar en un cementerio, con recuerdos felices sepultados y silencios prolongados. Miro el reloj de la pared, pasaban más de las diez de la noche. Decidió acostarse temprano, conduciría en su coche hasta las costas y requiria estar completamente descansada para su viaje de 6 horas. El sonido del teléfono la despertó, miro el reloj y eran las 5 de la mañana. Contesto con el sueño aún presente solo para que la voz de su jefe, con tono urgente le pidiera que se dirigiera a la editorial y recogiera unos papeles que debía entregar ese mismo día antes del mediodía. Alice sonrió contra el teléfono, estaba a punto de mandarlo a que se perdiera en un puente y se lanzara cuando le menciono que les prometía que su noticia estaría en primera plana . Alice reconsidero sus opciones, si el director cumplía y se aseguraría que así fuera, ella podría agregar en su curriculum esta ventaja y salir de Tersia e ingresar a otra editorial más grande pero ya no como asistente editorial sino como editora de sección en el área de salud o educación. Con los cambios alterando todo su plan, se vistió lo mas rápido que pudo y salió a prisa a su coche, giro la llave de contacto y su coche hizo un sonido espeluznante antes de que empezara a salir humo del cofre. Maldiciendo entre dientes, abrió el cofre, trato de mitigar el humo y ver si podía arreglarlo aunque no sabia ni una piza de mecánica. Miro su mano izquierda, la pulsera de calabaza se balanceaba y el reloj le indicaba que eran las 6 de la mañana. No tenía tiempo. Corrió hasta alcanzar un taxi, con sus tacones haciendo un sonido desigual y apretando los dientes por su pierna derecha, llego a su trabajo, subió las escaleras y tomo el sobre con los papeles que Judith le entrego con una sonrisa burlona en su cara. Aparentemente era una sádica la perra, si le gustaba ver el sufrimiento ajeno, su pierna temblaba y respiraba agitadamente. Internamente se maldijo por ser tan terca de llevar su bastón consigo para así, darle en la cara Judith el golpe que se merecía. Solo logro que el taxista la dejara en la estación de King Cross en vez de dejarla directamente en el edificio de correos. De allí podría transbordar hasta el lugar pero significaba que el tren saldría en los próximos diez minutos. Admitio que el taxista tenia nervios de acero al manejar velozmente por entre el tráfico. Tenia un minuto para que saliera el tren y Alice ya corría en los andenes , saltando como un saltamontes herido, buscando el vagón hasta que por el rabillo del ojo el ulular de una lechuza la distrajo. Siguió con la mirada a dos pequeños niños salir empujando un carro de carga con una lechuza enjaulada. Alice los ignoro, sus padres son los que deberían estar al pendiente de sus hijos. El tren cerro sus puertas y Alice se quedo allí, viendo como se marchaba porque no había llegado a tiempo. Respiro entrecortadamente, ideando miles de maneras para llegar a entregar un sobre de su trabajo justo cuando empezaban sus vacaciones. Recordó entonces que había una salida, la misma por donde los niños salieron, que daba a una calle lateral donde se formaban más taxis. Emprendió la marcha con cierta dificultad, el calor de haber corrido como maniaca zombi hacia que su caminar fuera lenta. El sudor ya le empapaba la playera y le daba un aspecto desfavorable. Apenas tenía un metro avanzado de la salida cuando un auto que no estaba allí segundo antes apareció frente a ella, flotando. Fue capaz de distinguir el cofre azul de ese viejo auto y dentro estaban los mismos niños que parecían tener dificultades para manejarlo. Sintió el aire cálido que desprendía el coche cerca de su rostro, se hizo hacia atrás para evitar que retrocediera y la embistiera a ella y observo como el coche se elevaba más y más en el aire, apareciendo y desapareciendo intermitentemente hasta desaparecer en el cielo. Alice no pudo más, se dejo caer. Las manos le temblaban y el sudor frío le calaba en los huesos. Miro el cielo nuevamente, capto levemente un destello brillar por los rayos del sol. Soltó una carcajada. Nada de eso le parecía gracioso. Nada le parecía real Miro el sobre en sus manos, y con la sensación de que pronto olvidaría esto, camino al taxi para pedirle que la dejara en las puertas del edificio de correos. No confiaba en su orientación. Tenia que entregar un trabajo importante y no quería perder su trabajo gracias a las lagunas mentales que experimentaba después de ver sucesos paranormales. No pensó en lo que había visto, no lo platico al taxista. Busco sus pastillas en su bolso de mano y se reprendió a si misma por haberlas dejado en su bolso de viaje. Cuando llego al edificio, y pago al taxi su tarifa, ya pasaban más del mediodía. Estaba a punto de ofrecer disculpas por la tardanza pero en su lugar, la recepcionista atendía a una mujer que estaba al borde de la histeria mientras se aferraba al hombre a su lado que estaba pálido como el papel, y señalaba frenéticamente al cielo. Balbuceaba palabras como “coche volador” La recepcionista le dio pase libre para que ella dejara la correspondencia personalmente al jefe de área Stevenson. Alice espero tranquila el ascensor, se aliso su ropa y cabello mientras subia los pisos, e intentaba que sus manos no temblaran. Resulto que su tardanza ni siquiera tuvo que justificarla, Stevenson estaba demasiado atareado que no le presto atención y Alice ya se encontraba saliendo del edificio. La pareja de antes, estaban sentados en un sofá con vasos de agua en sus manos. Alice se acercó a ellos, movida por la curiosidad y porque quería comprobar que no había sido la única en ver un Ford Anglia volador. Las respuesta que logro sacar de la pareja, la calmaron y cuando ella les explico que trabajaba en una editorial de periodismo, se mostraron cooperativas de proporcionarles sus números telefónicos en un trozo de papel para una futura entrevista. El camino a casa era más tranquilo de lo que esperaba. Evito mirar el cielo porque no quería sugestionarse de más y para cuando llego, ya tenia en sus brazos la cena de ese día. Dejo el pedazo de papel con el número de Ben y Stacy, la pareja de esa mañana, dentro del libro Manufacturing Consent y programo su reserva en la cabaña de las costas para el día siguiente. Telefoneo a Edward para contarle el trato con el director de Tersia, le platico la hazaña de ese día sin mencionar el auto volador y se fue a dormir. Por la mañana, no recordaba si había cerrado la ventana pero fue el frío que la despertó temprano. Frunció el ceño, haciendo memoria si de verdad estaba tan cansada de correr como loca en King´s Cross como para no cerrar su ventana durante la noche. Aunque vivía en el cuarto piso y era imposible que alguien entrara, le dio la sensación a Alice de que alguien más estuvo en su casa. Alisto sus cosas para irse a las costas, una leve migraña se construía en su cerebro. Su vista se deslizo por su apartamento, una última vez antes de salir, y se detuvo en el pequeño librero. Había algo que guardaba pero no recordaba que era. Y entonces recordó que debía llevar su coche con el mecánico antes de salir y las migrañas se intensificaron imaginando lo que le pesaria a su bolsillo .