ID de la obra: 361

El Gran Lobo Feroz - Dramione

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En progreso
1
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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planificada Midi, escritos 50 páginas, 20 capítulos
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Capítulo 4: Convivencia, catástrofes y control (cero control)

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Día 2 en Caldercross.
 Aparentemente, los hechizos de temperatura no funcionan del todo bien aquí. O eso dice Granger mientras roba mi manta en plena noche. Me despierto con frío. Porque la mitad de mi edredón ha desaparecido. Miro a la izquierda. Hermione Granger, envuelta como un burrito de verbena y superioridad moral, duerme en paz. O finge. No estoy seguro. —¿En serio? —susurro. Ella no responde. Solo se acurruca más. Intento jalar un poco la manta.
Granger hace un sonido. Un gruñido pequeño.
¿Está soñando con debatir? —Esto es acoso textil —le murmuro. Nada. Así que me levanto y lanzo un Calefactum de bajo nivel. Funciona. Hasta que la chimenea decide encenderse sola con un estallido, el colchón se hunde mágicamente y la cama se transforma en una sola. Una. Cama. Hermione abre un ojo. —¿Qué hiciste? —¡Nada! ¡Fue el hechizo! ¡La posada está encantada! —Encantada de jodernos, aparentemente —dice, rodando hacia su lado. —¿Puedes dormir sin invocar desastres arquitectónicos? —¿Puedes dormir sin saquear textiles ajenos? —¿Quieres que vuelva a lanzar la toalla? —¿Quieres que ladre? Silencio. Y entonces, ella se ríe. Suave. Real. Yo también. Porque esto ya ha pasado la línea del ridículo y estamos a un error de encantamiento de terminar empotrados en la pared. Desayuno. Bajamos a la sala común.
La posadera nos mira con cara de “estos dos definitivamente compartieron cama”.
Granger le devuelve la mirada con la expresión estoica de quien ha sobrevivido a cosas peores. Yo intento no oler su cabello en público. Nos sirven algo que parece avena pero podría ser sustancia mágica gelatinosa. Hermione lo prueba. Yo la miro con horror. —¿Estás loca? —¿Quieres que el Ministerio nos acuse de discriminación rural? —¿Y si es carne de trol molido? —Entonces contiene más proteína que tu desayuno habitual de sarcasmo y ego. Después del desayuno, tenemos que analizar el primer sitio de anomalía mágica en el bosque. —¿Lista? —pregunto. —Siempre —responde. Y claro, sale caminando delante de mí.
Cabello al viento. Pasos decididos. Cintura insultantemente bien definida. Y yo, que solo quiero hacer mi trabajo, estoy teniendo un problema fisiológico. Durante el análisis, ella se agacha a inspeccionar un círculo quemado en la tierra. —Parece una runa inestable. ¿Lo ves? —me dice, señalando. Yo solo veo su cuello. Y su espalda. —Ajá —respondo. Me obligo a mirar la tierra. Huele a ceniza, a magia antigua, a…
Ella. Otra vez ella. —¿Por qué estás temblando? —pregunta. —Porque esto podría ser una trampa mágica. O porque hace frío. O porque estoy teniendo una reacción alérgica a tu presencia. —¿Quieres regresar a la posada? —¿Y perderme la posibilidad de morir contigo en un bosque encantado? Jamás. Ella sonríe. Y yo siento que se me desincroniza el pulso. Regreso a la habitación. Granger está tomando notas. Yo intento hacer lo mismo, pero mi hoja termina con lo siguiente: “Hermione Granger tiene una voz que podría usarse como arma mágica.” “También como método de tortura emocional.” “¿Y si muerde ella primero?” Tacho. Tacho fuerte. Por la noche, el hechizo de la cama vuelve a fusionarla. Hermione se queja, pero no lanza un hechizo para separarlas. Yo tampoco. Nos acostamos. De espaldas. En silencio. En algún punto de la noche, ella se mueve y su rodilla toca mi pierna. No se aleja.
Tampoco yo. Mi respiración cambia. El lobo dentro de mí ronronea. Yo no. Yo contengo el aliento. Y me digo a mí mismo que no va a pasar nada. Por ahora.
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