ID de la obra: 361

El Gran Lobo Feroz - Dramione

Het
R
En progreso
1
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
¡Vote por el trabajo que más le guste! Puede votar una vez al día.
Promocionada! 0
Tamaño:
planificada Midi, escritos 50 páginas, 20 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 6: Sincronía Salvaje

Ajustes de texto
El segundo ataque no nos toma por sorpresa. Nos encuentra listos. Cansados. Pero listos. Y por primera vez desde la guerra… peleamos juntos. La criatura aparece al anochecer. No es la misma.
Es más grande.
Más rápida.
Y trae amigos. Granger y yo estamos en medio del bosque, inspeccionando otra zona afectada, cuando los sentimos. Tres. Tal vez cuatro. —Formación clásica o improvisamos? —pregunta ella, con la varita en alto. —¿Desde cuándo improvisas tú? —Desde que mi compañero de misión ruge en vez de dar instrucciones. La criatura salta. Yo también. La pelea no es elegante. Es salvaje. Granger lanza hechizos con precisión quirúrgica, y yo me muevo entre sombras como si el bosque fuera mío. Hay un momento —solo uno— en que ella cae. Y algo en mí grita. No de miedo. De posesión. No toques lo mío. Eso pienso. Eso siento. Eso soy. Lanzo un hechizo no verbal que no debería conocer. Parte del suelo explota, los lobos caen, y Granger se pone de pie cubriéndome con un Protego Maxima mientras yo me sangro las encías de tanto contener el grito. Cuando todo termina, hay cuerpos mágicos inertes en el suelo. El bosque huele a ozono, sangre y sudor compartido. Hermione me mira, respirando agitada. Yo no puedo hablar. No sin mostrar colmillos. En la habitación. Ella se quita la chaqueta manchada de barro. Yo estoy sentado en la cama, sin camisa, herida nueva. Otra más. —¿Estás bien? —pregunta. —Define "bien". Ella se acerca con el botiquín. Y esta vez, no hay distancia emocional. Ella me limpia la herida en silencio. Su mano tiembla. Apenas. —No deberías curarme —murmuro. —¿Por qué no? —Porque cuando me tocas… no soy razonable. Silencio. Ella no deja de curar. —¿Y si yo tampoco quiero serlo? Esa frase. Otra vez. Me congela. Ella está tan cerca. Su cuello a centímetros. Su respiración mezclada con la mía.
La cicatriz en mi costado arde, pero el verdadero incendio está en mi garganta. —Granger, no lo hagas. —¿Qué? —No me tientes. —¿Y si ya lo hice? Mi mano está en su muñeca antes de darme cuenta. Nuestros ojos conectan. Y en ese instante exacto, yo la huelo como si fuera luna llena. Mi cuerpo se inclina. Ella no se aleja. Mis labios rozan su mandíbula. Y mis colmillos bajan. Un milímetro. Dos. Ella exhala. —Draco… Eso me salva. Ese sonido. Su voz. Su nombre.
Mi nombre en su boca. Contengo el impulso. Retrocedo. Como si me hubiera quemado. Me dejo caer hacia atrás. A la cama. —Lo siento —susurro. Ella me observa. Luego se acuesta a mi lado. No me toca. Pero tampoco se va. Pasamos la noche sin hablar. Y sin dormir. Y en algún momento, cuando el fuego baja y el instinto se calma, me doy cuenta de que el verdadero peligro no es morderla. Es desear quedarme.
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)