Capítulo 7: ¿Qué pasa si no me controlas?
7 de julio de 2025, 12:24
La mañana es silenciosa.
Demasiado.
Y cuando Hermione Granger está en silencio, algo se está cocinando.
Spoiler: soy yo.
Ella no menciona la casi mordida.
No hace preguntas.
Solo se arregla el cabello, se pone un suéter azul que debería ser ilegal y dice:
—Vamos. La posadera dice que alguien quiere hablarnos. Un experto local.
—¿En qué? ¿Criaturas salvajes o situaciones emocionalmente explosivas?
—Ambas, probablemente.
El experto local no es un anciano ni un druida.
Es una niña.
Doce años.
Se llama Lyra y tiene una cicatriz que brilla como runa viva.
Nos espera en el claro norte, sentada sobre un tronco.
Cuando la vemos, Hermione frena.
—¿Estás segura de que…?
—Sí —dice la niña. Como si supiera lo que íbamos a preguntar.
—Tú lo hueles, ¿verdad?
La miro.
Ella me mira.
Y en sus ojos, veo lo mismo que hay en los míos cuando el control se va.
Instinto.
Pero también inteligencia.
—Tú también —le digo.
Ella asiente.
—Pero yo nací así. Tú... fuiste marcado.
Hermione observa todo sin hablar, pero su energía cambia.
No es miedo.
Es curiosidad peligrosa.
Lyra se levanta.
Camina hacia mí.
Y dice, como quien dice la hora:
—Ella es tu ancla.
Yo parpadeo.
—¿Perdón?
—La forma en que la miras. El cambio en tu aura. Tu energía se estabiliza cuando está cerca. Eso no es solo deseo. Es vínculo. Es raro. Y es poderoso.
Hermione da un paso atrás.
Yo no.
No puedo.
—¿Por qué nos cuentas esto? —pregunto.
—Porque si no lo sabes, alguien más podría usarlo. Y si no lo controlas... ella va a salir herida.
Se va.
Así.
Como si nos hubiera dejado una bomba emocional sin detonar.
Esa noche, Hermione no se calla.
—¿Vínculo mágico?
—No lo sé —respondo.
—¿"Tu energía se estabiliza cuando está cerca"? Eso suena como algo que deberíamos discutir. Tal vez... en voz baja. Tal vez... con más ropa puesta.
—Estoy literalmente vestido, Granger.
—No lo estás lo suficiente.
Estamos en la habitación.
De nuevo.
El hechizo de la cama no se rompió.
Tampoco el hechizo entre nosotros.
Ella se acerca.
Yo estoy recostado, observando cómo se mueve.
Cada paso suyo es un hechizo que me quiebra el control.
Y lo sabe.
—¿Te molesta si me acerco? —pregunta, sin inocencia alguna.
—Depende.
—¿De qué?
—De cuánto quieres jugar con fuego esta noche.
Ella se sienta a mi lado.
Me mira.
Y dice:
—¿Qué pasa si no me controlas?
Boom.
No hay palabras para lo que eso provoca en mí.
Mi respiración cambia.
Mis colmillos amenazan.
Y mi cuerpo... reacciona.
Ella lo ve.
Y no se aleja.
Al contrario.
Se inclina. Deja su rostro a centímetros del mío.
—¿Vas a morderme, Malfoy?
—¿Quieres que lo haga?
—Quiero saber si puedes no hacerlo.
Es un duelo sin varitas.
Mi pulso ruge.
Mi garganta duele.
Y mi boca quiere abrirse en instinto.
Pero no lo hago.
No esta vez.
No porque no quiera.
Sino porque lo quiero demasiado.
Me separo.
Lento. Como si me arrancara algo.
—No hoy —susurro.
Ella sonríe.
Triunfante.
Cruel.
Hermione Granger no necesita magia para destruirme.
Ya lo está haciendo.