Capítulo 18: Literalmente acabamos de acostarnos y ya somos una amenaza nacional
7 de julio de 2025, 17:04
El beso todavía estaba en mi boca.
El sabor de Hermione.
El calor de su cuerpo.
Su magia.
Y luego, la lechuza estalló contra la ventana.
Literalmente.
No tocó.
No graznó.
Explosión mágica de nivel 3.
Plumas.
Sello oficial.
Y un mensaje en mayúsculas flotantes:
“ASISTENCIA URGENTE. NIVEL ALARMA AMBAR. APARECERSE INMEDIATAMENTE. —DEPARTAMENTO DE CONTROL DE ALTERACIONES MÁGICAS URBANAS.”
Hermione lo leyó.
Suspiró.
Se tapó la cara.
—Literalmente acabamos de acostarnos y ya somos una amenaza nacional.
Yo me puse los pantalones.
Ella la varita.
Y el vínculo zumbó como si también tuviera resaca post-sexo y ahora tuviera que trabajar.
Nos aparecimos en el atrio del Ministerio.
Caos.
Gente corriendo.
Magos revisando tableros que parpadeaban con símbolos extraños.
Alarmas que chillaban con tono irónicamente sexy: una mezcla entre campanita y grito lejano.
—¿Qué pasa? —pregunta Hermione.
Un funcionario con túnica verde nos escanea.
Nos mira.
Y blanquea.
—Ustedes. Están en la lista.
—¿Qué lista?
—De los posibles epicentros.
Boom.
Nos llevan a una sala sellada.
Nos hacen sentar.
Yo no dejo de mirar las runas flotando sobre la mesa.
Hermione no deja de mirarme a mí.
—¿Qué hicimos? —susurro.
—Yo sé lo que hicimos. La pregunta es: ¿por qué dejó un eco mágico urbano?
—¿Crees que fue el sexo?
—No.
—¿Segura?
—No.
Llega una bruja alta, con túnica escarlata y expresión de “he visto demasiado en esta vida”.
Directora Talwyn.
División de Anomalías Mágicas Urbanas.
Nos mira sin sentarse.
—Anoche a las 02:16 AM, se registró un pulso mágico anómalo en Londres. Curva ascendente. Energía mixta. Nivel 6 en escala Líturgica. Activación de runas espontáneas en tres distritos. Dos gatos hablando latín. Una tetera levitó y se negó a dejar de cantar arias.
Yo trago saliva.
Hermione cruza las piernas como si pudiera contener la magia con postura profesional.
—Tenemos razones para creer que este pulso —continúa Talwyn— se originó en el punto exacto donde ustedes estaban... teniendo... contacto mágico.
Hermione responde antes que yo.
Obvio.
—¿Tiene pruebas?
—Tenemos el eco de tu firma mágica, Granger. Y la de Malfoy... fusionadas.
Yo casi me desmayo.
Ella no pestañea.
—Eso no prueba que sea el vínculo.
—No. Pero lo haría un jurado.
Silencio.
Talwyn abre un pergamino.
Nos lo desliza.
"Protocolo de Observación y Aislamiento Mágico Temporal — Parejas Vinculadas de Riesgo."
—¿Esto es una broma? —digo.
—Es un protocolo —responde.
—¿Vamos a ser observados?
—Van a ser asignados a un sitio controlado para análisis de interacción mágica no destructiva.
—¿Una celda?
—Un chalet rústico fuera del perímetro urbano, sin testigos, con sensores mágicos y cero privacidad.
Hermione carraspea.
Yo me hundo en la silla.
—¿Nos están mandando... a convivir? —pregunto.
—Lo llamamos Cohabitación Supervisada para Control de Vínculo Experimental.
—Suena como una luna de miel con cámaras.
—Bienvenidos a la burocracia romántica.
Firmamos.
Porque no hay opción.
Y mientras salimos, Hermione me mira.
Con esa cara de “te lo dije, el sexo mágico es problemático”.
Y yo solo digo:
—¿Tu sabías que éramos tan potentes?
Ella me empuja.
Yo me río.
Y el vínculo zumba.
Feliz.
Próximo destino:
Un chalet en medio de la nada.
Cero privacidad.
Y probablemente más gatos parlantes.