ID de la obra: 371

Gabrielle quiere mostrar independencia

Het
R
En progreso
3
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Maxi, escritos 81 páginas, 27.607 palabras, 4 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 2

Ajustes de texto
Para Gabrielle, ir de Shell Cottage al departamento del que pagaba renta (renta de un mes que pagó el domingo de la semana anterior al arrendador en el bar, con ayuda de lo ahorrado por Gabrielle durante meses y con la pequeña donación de dinero que sus padres le proporcionaron antes de salir de Francia), no fue difícil. Las únicas pertenencias que se trajo Gabrielle de Francia (además de dinero, por supuesto) fueron: su varita (obvio), su ropa, su bolso y los productos de higiene personal que ella estaba acostumbrada a usar. El departamento en el cuál Gabrielle se estaba quedando, estaba completamente vacío, el arrendador no mintió cuando dijo que lo único que estaba a disposición de Gabrielle era el inmueble. Gabrielle se movió al departamento el martes, Fleur le preguntó a Gabrielle si le gustaría que su familia la acompañara al departamento, Gabrielle le dijo a Fleur que después los invitaría a pasar, que primero tenía que arreglar unas cosas. Gabrielle en realidad estaba retrasando lo inevitable: que Fleur, Victoire y Bill se dieran cuenta de las condiciones en las que ella iba a vivir.   Antes, cuando Gabrielle vivía con sus padres, veía a los muebles como los sillones, el sofá, mesas y demás como una necesidad; ahora que estaba tratando de mostrar independencia y que no necesitaba ayuda de sus padres y tampoco de Fleur, veía los muebles como un lujo innecesario, (qué excusa tan poco creíble, a decir verdad, Gabrielle sacó cuentas y vio que le era más provechoso gastar su dinero en comida que en muebles). Faltaban varios días para que Madame Malkin le diera su sueldo, Gabrielle debía administrar bien el dinero que le quedaba.   Ese miércoles por la noche, en su primera noche en ese departamento, un pedazo de madera, lo transformó en un colchón con ayuda de su varita mágica y la pronunciación del conjuro adecuado, asimismo, una de sus blusas la transformó en una cobija para poder abrigarse del frío. Gabrielle se acostó en el colchón transformado, aquella noche, Gabrielle Delacour cuestionó varias de sus decisiones ¿por qué ella estaba haciendo esto? Ah, claro, ella se acordó que estaba haciendo esto para demostrarle a terceros y así misma que podría lograr lo que se propusiera sin ayuda de sus padres, esforzándose en cumplir sus metas, pero por momentos Gabrielle se preguntaba: “¿vale la pena pasar carencias?” Inhibir su “belleza de veela” le estaba saliendo muy caro, inhibirla pensándolo otra vez, no le estaba beneficiando en nada, inhibir su “belleza de veela”, la hacía sentir: malestar, incomodidad, ardor.   Gabrielle se dio cuenta cuando vivía en Francia, que mientras más inhibía su “belleza de veela”, más hambre le daba, por eso ahora también el dinero le estaba escaseando, porque necesitaba comprar comida para consumirla y recuperar energías. Esas semanas que se estuvo quedando Gabrielle en Shell Cottage, cuando tenía la oportunidad de salir e ir al Callejón Diagon, Gabrielle aprovechaba para comer hasta saciarse, porque Gabrielle sospechaba que, si Fleur la atrapaba comiendo el doble en vez de las porciones que Fleur acostumbró a ver a su hermanita comer cuando vivían juntas en la Mansión Delacour, previsiblemente Fleur se daría cuenta que algo estaba fuera de lo usual. Gabrielle no tuvo esos problemas en Francia cuando vivía con sus padres; Gabrielle en la Mansión Delacour, de vez en cuando, cuando decidía inhibir su “belleza de veela” como práctica, no comía en la mesa al mismo tiempo que sus padres, entonces cuando ellos hubieran desocupado la mesa y estuvieran atendiendo otros asuntos, Gabrielle aprovecharía para comer sin que la vieran. Como sus padres tenían mucho dinero y la mayor parte del tiempo estaban ocupados con otros asuntos, parecía que a ellos no les importaba que la comida se acabara tan rápido, solo compraban más y asunto arreglado. Oh, pero Gabrielle quería demostrar que podría conseguir las cosas de manera justa si así quisiera.   ——-oOo——-   Fleur estuvo mandando cartas en la semana, insistiendo para visitar el departamento del cuál Gabrielle era inquilina. Gabrielle no quería que Fleur visitara el departamento; Gabrielle no se había hecho un espacio para remodelar y decorar el Interior de ese lugar. Gabrielle estaba dudosa de enseñarle el interior del departamento a Fleur; Gabrielle era consciente de lo delicada y criticona que era su hermana, sin embargo, así la quería Gabrielle y Gabrielle no iba a negar que su hermana Fleur había dado la cara por ella y que le había hecho muchos favores en el pasado. Listo, Gabrielle se mentalizó que le enseñaría a Fleur el interior del departamento el lunes por la tarde, de la siguiente semana, independientemente de que ella para ese momento hubiera hecho alguna remodelación o no.   ——-oOo——-   Gabrielle dejó entrar a Fleur, Victoire y Bill al departamento, Dominique y Louis se habían quedado en la madriguera siendo cuidados por Molly, Victoire rogó para visitar el departamento en el que Gabrielle era inquilina. Mientras ellos estuvieran presentes frente a ella o Gabrielle estuviera sola en el departamento, Gabrielle tendría su “belleza de veela” desinhibida.   Fue difícil que Gabrielle no estuviera pendiente de las caras que hacían sus invitados mientras miraban alrededor. Bill en su rostro mostraba perplejidad, Fleur se notaba que estaba intentando esconder sin éxito una expresión de lástima en su cara, Victoire parecía curiosa. Gabrielle no los culpaba por la reacción que tuvieron; el departamento estaba completamente vacío de muebles, si es que se excluía el colchón en el suelo, producto de una transformación que hizo Gabrielle, en el qué pasó un pedazo de madera (que encontró en el departamento) a colchón, había grietas en las paredes, parecía que esas mismas paredes se iban a desmoronar en cualquier momento. Gabrielle le estaba rogando a Merlin en su mente para que ese colchón no se transformara en ese pedazo de madera, precisamente frente a sus invitados, ya habían pasado varias horas desde que transformó ese pedazo de madera a colchón y en cualquier momento, ese colchón podría volver a su forma original.   —Mamá —comenzó diciendo Victoire.   Cuando Victoire empezó a hablar dirigiéndose a su madre, Gabrielle sintió unos escalofríos muy desagradables recorrer su espina dorsal, ella sospechaba que ese era el preludio para escuchar algo que, en definitiva, ella no estaba lista para escuchar.   —¿Sí Victoige? —preguntó Fleur cariñosamente mirando a su primogénita.   —¿Pog qué la tita Gaby vive en la indigencia? —preguntó con genuina curiosidad Victoire.   Gabrielle sintió un puñetazo invisible en el estómago, probablemente ella se había imaginado el puñetazo, al igual que el dolor, dolor que se estaba expandiendo en su abdomen   —La tía Gaby no vive en la indigencia, ella cuenta con una vivienda, ropa y comida —se apresuró a contestar Bill un poco alarmado.   A Gabrielle le pareció cómico ver a Bill, aunque sea un poco, alarmado, Gabrielle habitualmente lo veía calmado e imperturbable la mayor parte del tiempo.   —Sí, sí, lo que dijo tu padge Victoige —dijo Fleur con una mezcla de alarma y asombro aparente por lo dicho por su hija.   Gabrielle no sabía de que se sorprendía Fleur, era evidente que la franqueza de Fleur, había tomado posesión del cuerpo de Victoire.   —Pego no tiene muebles aquí —insistió Victoire.   —Los muebles no son una necesidad —se apresuró a decir Gabrielle.   Cuando Gabrielle se dio cuenta de lo que había dicho, se sintió avergonzada ¿por qué sentía la fuerte necesidad de justificarse frente a una niña de 4 años?   Fleur intercambio una mirada rápida con Bill, Bill asintió.   —¡¿Quién quiere helado?! —preguntó Bill dirigiéndose a Victoire.   —¡Yo! —contestó Victoire al mismo tiempo que agarraba la mano de su padre.   Bill y Victoire salieron del departamento, quedando solo Gabrielle y Fleur.   —Gabrielle, si quieres, puedes volver a vivir con nosotros, me encanta tenerte como mi invitada, eres mi hermana, no necesitas estar en este… edificio—le dijo Fleur a Gabrielle en francés, haciendo su mejor esfuerzo para ser persuasiva.   —Aprecio la oferta Fleur, pero, voy a declinar —contestó firmemente Gabrielle en francés.   Fleur suspiró con disgusto.   —Está bien, si te quieres quedar en este… lugar, hazlo, pero recuerda que en mi casa te recibiremos con las puertas abiertas —dijo Fleur mientras se giraba en dirección a la salida.   Gabrielle miró a Fleur acercarse cada vez más y más a la puerta y Gabrielle sintió la necesidad de decir algo más.   —Fleur —dijo Gabrielle.   —¿Sí? —preguntó Fleur volteándose para mirar a Gabrielle.   —Por favor no le digas nada a nuestros papás —solicitó Gabrielle.   —No lo haré —Dijo Fleur mientras caminaba directo a la salida.   Gabrielle quedó sola en ese departamento de apariencia lúgubre, giró un poco su torso y cuello en dirección al colchón, para darse cuenta de que ahí ya no había un colchón, en su lugar estaba un pedazo de madera.   Pasaron varias horas (las cuáles ocupó Gabrielle para realizar actividades pendientes), hasta que llegó la hora de dormir de Gabrielle, volvió a transformar el pedazo de madera a colchón, una de sus blusas la transformó en una cobija, Gabrielle se acostó en el colchón y se tapó con la cobija. Gabrielle miró el techo, rememorando su pasada interacción con Fleur del día de hoy. Gabrielle hizo una pequeña mueca de disgusto; Gabrielle estaba segura de que Fleur no cumpliría con el favor que le pidió, Gabrielle estaba convencida de que Fleur le comunicaría a detalle todo a sus padres, ya fuera en tres páginas de pergamino o a través de la chimenea con ayuda de los polvos flu.   -——oOo——-   Gabrielle al día siguiente, saliendo de la tienda de Madame Malkin, fue directamente a Gringotts (está de más decir que ella fue con su “belleza de veela” inhibida), si ella no mal recordaba, el banco cerraba a las 8 de la noche, entonces todavía le quedaba tiempo para retirar dinero. Había una sucursal de Gringotts en Francia, entonces Gabrielle supuso que podría sacar dinero desde su bóveda a pesar de ésta estar en Francia, aquí en Inglaterra.   ——-oOo——-   Gabrielle salió con muchos sentimientos encontrados de Gringotts. El duende que la atendió a pesar de enseñar los dientes afilados y mostrarse gruñón, la ayudó a sacar el dinero que necesitaba de su bóveda. Le sorprendió a Gabrielle como usaban los avances mágicos los duendes en el banco. Resulta que los duendes tenían una bóveda especial con teletransportación, que temporalmente mandó el contenido de su bóveda de Francia a Inglaterra, también los duendes habían implementado una programación de magia en un cartel dentro de las bóvedas que indicaba cuánto dinero quedaban en ésta, asimismo ese cartel indicaba que otros objetos de valor estaban dentro de las bóvedas, también al parecer, en ese mismo cartel, se reflejaba el historial de depósitos que uno recibía y hacía, de igual forma temporales. Fue ahí que Gabrielle se dio cuenta que su padre ya sabía de su condición actual en Inglaterra, porque en el cartel dentro de la bóveda temporal, estaba escrito con letra cursiva que Monsieur Delacour (su querido padre), le había depositado una cantidad exhorbitante de dinero.   Gabrielle llegó al departamento a las 9 de la noche. Se acostó en el colchón transformado, se sentía muy avergonzada consigo misma. De seguro su padre ya tenía la idea de que ella sola no podía arreglárselas sin él, mucho peor, o que su hija era una derrochadora de dinero o una tacaña que no quería gastar dinero, Gabrielle se decantaba a que él pensaba la primera opción.   ——-oOo——-   Gabrielle recordaba a su amiga Adelaide con cariño, se seguían escribiendo cartas, ocasionalmente Adelaide compraba vestidos hechos por Gabrielle, los cuales luego Gabrielle le mandaría vía correo. Habían planeado a sus 16 años, que cuando ellas cumplieran 18 años, edad legal en el mundo muggle, irían juntas a una discoteca. Ambas ya tenían 18 años, pero parecía que ese plan estaba muy lejos de concretarse. Adelaide le había contado a Gabrielle hace muchos años atrás, acerca de las discotecas muggles y su deseo de algún día entrar a una, asimismo, Adelaide le advirtió a Gabrielle acerca de los cuantos peligros que se contaban que había en el interior de una discoteca; Adelaide le aconsejó a Gabrielle nunca aceptar ninguna bebida proveniente de extraños en la discoteca. Gabrielle escuchó ese consejo pacientemente; Gabrielle sabía que su amiga le estaba advirtiendo para que ella supiera protegerse en el mundo muggles. Gabrielle no le había contado a Adelaide que de hecho su madre Apoline Delacour, le había ordenado nunca aceptar alimentos y bebidas de extraños y eso incluía a tanto muggles como magos.   Ahora que Gabrielle tenía 18 años, bien podría ella visitar una de esas discotecas, solo tenía que encontrar una para empezar.   Entonces el viernes, el último día de la semana que trabajaba en la tienda con Madame Malkin, le preguntó a ella si de casualidad conocía alguna discoteca muggle cerca del callejón Diagon.   —¿Una discoteca muggle dices? Mmmm, déjame pensar —le respondió Madame Malkin dubitativa.   Madame Malkin le dio la dirección que supuestamente recordaba que le había contado una clienta joven igual que Gabrielle hace muchísimo tiempo. Madame Malkin le advirtió que no estaba segura, que ella solo le estaba compartiendo información proporcionada por alguien más.   Aquel viernes, saliendo de la tienda de Madame Malkin, Gabrielle se dirigió al departamento del cuál ella era inquilina, hizo una pausa desinhibiendo su “belleza de veela” con el fin de sentir alivio, limpió un poco más como él día anterior el interior del edificio con el infalible hechizo “Tergeo”, atendió otras necesidades (como su aseo personal), se cambió de ropa, poniéndose un vestido colorido que se le pegaba al cuerpo, y que le quedaba unos cuantos centímetros arriba de las rodillas; haría todas esas cosas divertidas que había planeado hace un par de años con su amiga Adelaide, aunque Adelaide no estuviera presente con ella. Gabrielle sabía que, si le pedía a Adelaide que se quedara el fin de semana con ella en Inglaterra, Adelaide no dudaría y en pocos minutos Adelaide estaría frente a Gabrielle, pero Gabrielle no quería ser una molestia y estaba segura de que Adelaide la estaba pasando bien en Francia; igualmente, Gabrielle ya sentía que por mucho tiempo ella había sido caprichosa, la gente de alrededor no necesitaba incentivar a su yo más caprichoso; además, bueno, ya había limpiado el interior del edificio, una acción que se podía comprobar, no obstante, aún así le daba vergüenza imaginarse así misma enseñándole las condiciones actuales en las que vivía a su amiga, en un lugar sin decorar todavía.   ——-oOo——-   Era de noche cuando Gabrielle salió del Caldero Chorreante manteniendo su “belleza de veela” inhibida y ahora se encontraba en el exterior del Londres Muggle, fue a la dirección que le dijo Madame Malkin. Llevaba su bolso en dónde tenía guardado dinero muggle y unas tarjetas de identificación que su padre le había conseguido tramitar para deambular en el mundo muggle sin muchas preocupaciones; Gabrielle creía tener una noción de cómo comportarse en el mundo muggle. Gabrielle recordó cómo en las vacaciones de verano se quedaba en la casa de su amiga Adelaide y su amiga Adelaide con gusto le explicaba la función de varios objetos muggles, de igual forma Gabrielle recordaba cómo su amiga Adelaide la llevaba a lugares que frecuentaban los muggles como: parques, cines, ferias, etc.   Cuando Gabrielle llegó a la dirección que le dio Madame Malkin, se sorprendió un poco al ver que había una fila en la calle para entrar a la discoteca, no era muy grande, pero Gabrielle supuso que lo mejor era que se apurara a tomar un lugar en la fila. Gabrielle se puso detrás de las últimas dos personas en la fila que parecían venir juntas en ese momento; eran dos chicas a percepción de Gabrielle muy bonitas, con un estilo de vestimenta admirable, Gabrielle se preguntó de qué tipo era la tela que estaban usando, también Gabrielle se preguntó a sí misma si sería mala idea gastar un poco de dinero en más revistas de moda muggles. Gabrielle igualmente se cuestionó a sí misma porque estaba sintiendo un ardor más molesto de lo habitual en su piel si hace un momento en el departamento tuvo su “belleza de veela” desinhibida. La fila fue avanzando poco a poco, hasta que llegó el turno de Gabrielle para pasar. La primera impresión que tuvo Gabrielle del portero es que él se veía intimidante con esa cara de pocos amigos y esos brazos musculosos.   —Su tarjeta de identificación por… —dijo el portero sin terminar de decir lo que aparentemente había planeado, dejó de hablar al ver a Gabrielle.   Gabrielle ya estaba acostumbrada a la reacción de los hombres en general, no le sorprendió que él se quedara sin habla.   —Puede pasar —se limitó a decir el portero mientras desenganchaba la cadena de uno de los tubos frente a la entrada.   El portero se hizo a un lado; mientras Gabrielle entraba, detrás de ella en la fila, escuchó chasquidos de lengua, suspiros que denotaban molestia y unas palabras no muy agradables, Gabrielle ni se molestó en mirar atrás. Probablemente las personas de la fila se enojaron porque el portero ni siquiera le pidió su identificación.   Al Gabrielle ya encontrarse dentro de la discoteca, un montón de olores llegaron a su nariz: mezclas raras de colonia, alcohol, sudor ¿tabaco? Gabrielle se fue moviendo entre las olas de gente, las luces intermitentes que aparecían ocasionalmente dentro de la discoteca le parecían un poco molestas a Gabrielle. Gabrielle sintió un poco de mareos y ganas de vomitar ¿Por qué? ¿Era por estar inhibiendo su “belleza de veela”? Gabrielle miró por todas partes para ver si encontraba el baño de mujeres, lo ubicó rápidamente y se fue moviendo entre la ola de gente hasta llegar a su destino.   Cuanto Gabrielle entró al baño de mujeres, pudo divisar que se encontraba vacío. Gabrielle rápidamente entró a uno de los cubículos del baño, se puso de rodillas y procedió a vomitar dentro del retrete. Vaya, ni siquiera había probado una sola gota de alcohol esta noche y ya estaba vomitando. Gabrielle tiró de la palanca y vió como su vomito se fue por el retrete. Gabrielle se posicionó frente al lavabo, se lavó las manos, luego tomó un poco de agua de la llave con las palmas, se llevó el agua a la boca y procedió a enjuagarse la boca, luego escupió el agua en el lavabo. Inhaló y exhaló varias veces mirándose frente al espejo, la luz amarilla del foco le parecía molesta, no había ni bailado ni un poco y ya la estaba pasando mal.   Gabrielle miró a sus alrededores para comprobar que el baño siguiera vacío; al ver que el baño estaba vacío, Gabrielle decidió desinhibir su “belleza de veela”, si Gabrielle se ponía a analizar un poco más detenidamente las cosas, tal vez ella se daría cuenta que inhibir la “belleza de veela” no valía la pena. Entonces, Gabrielle se puso a desinhibir su “belleza de veela”, al mismo tiempo que percibía que la invadía un gran alivio, sin embargo, la tranquilidad de Gabrielle se vio afectada cuando escuchó voces femeninas dirigiéndose hacia el baño de mujeres. Gabrielle se hubiera puesto a inhibir otra vez su “belleza de veela” voluntariamente antes de que esas mujeres entrasen, pero el detalle radicaba en que en esos momentos Gabrielle se sentía muy débil como para hacerlo; ahora Gabrielle se sentía muy preocupada, porque no sabía cómo se supone que reaccionarían mujeres muggles antes la desinhibición en vivo de la “belleza de veela”.   Tres chicas entraron al baño, se veían, bueno… normales, se veían contentas, pero… le pareció a Gabrielle que la alegría de esas tres chicas duró muy poco, unos pocos segundos. Una de esas chicas comenzó a llorar.   —Chicas, estoy triste, esto es algo, que creí haber superado, pero no es así, puede que crean que es una tontería, pero para mí significa mucho —dijo una chica de cabello negro ondulado, mientras caía sentada en el suelo afligida, con lágrimas en los ojos—. De verdad me pone muy mal el pensar que mi papá no me va a apoyar con los pagos en la universidad, a menos que yo estudie para ser abogada ¡Pero detesto esa profesión! ¡Yo quiero ser maestra de preescolar!   Gabrielle se preguntó qué tenía de malo estudiar para ser abogada, Adelaide le dijo que quería estudiar eso cuando terminara su educación en Beauxbatons, Adelaide le aclaró a Gabrielle que ella estaba presentándose en la escuela para aprender a controlar su magia, pero ella más que nada deseaba hacer su vida en la sociedad muggle a la que ella estaba acostumbrada.   —Yo también me siento mal —dijo una rubia de cabello lacio también sentada en el suelo y con lágrimas en los ojos—. Llevo tiempo avanzándole a la maldita tesis y no hay forma de que la acabe.   Gabrielle se cuestionó que era una tesis.   —Pues yo me di cuenta demasiado tarde que me equivoqué de carrera —dijo una chica de cabello castaño y corte bob, de igual forma sentada en el suelo.   Gabrielle se preguntó cómo alguien podía equivocarse de carrera, solo tenías que estar pendiente de la hora y la dirección en la que se iba a hacer la carrera ¿no? Bueno, ahora Gabrielle se estaba dando cuenta que no entendía del todo los términos muggles.   Luego esas tres chicas empezaron a berrear, Gabrielle se sintió alarmada; una parte de su consciencia le decía que debía quedarse ahí, en el baño, tratar de arreglar el problema que ella evidentemente ocasionó, aunque ¿verdaderamente ella lo había ocasionado? Bueno, es que había sido demasiada coincidencia que cuando Gabrielle desinhibió su “belleza de veela”, aquellas chicas sufrieran un bajón emocional en el baño. Gabrielle al ser testigo de la deplorable situación de las chicas y al escuchar sus alaridos de aparente tristeza, no hallaba que hacer y luego ella huyó.   Gabrielle atravesó rápidamente la pista de baile, luego pasó por el marco de las puertas que usó anteriormente para entrar en esa discoteca, Gabrielle siguió corriendo y cuando se dio cuenta, ella ya se encontraba corriendo a través de una intercalación de banquetas y asfalto.   ¿Estuvo mal lo que hizo? sí, ¿aquella huida fue cobarde de su parte? sí, ¿le contaría de esto a su propia familia, a su amiga Adelaide o en general a cualquiera de sus amigas? no. Y mientras Gabrielle corría con esos incómodos tacones por las calles del Londres muggle, Gabrielle se preguntó por qué esta noche parecía terminar de una forma tan desastrosa para ella.   Ella sólo quería vivir como una muchacha normal en la medida de lo posible, no quería hacer a los hombres babear cada vez que estuvieran cerca de ella, tampoco quería que las mujeres la miraran con resentimiento, mucho menos quería que cuando ella hipotéticamente en el futuro consiguiera un puesto de trabajo con buena remuneración económica, o que cuando ella terminara destacando en algún tema de su interés, la gente de su alrededor creyera que ella lo consiguió fácilmente solo valiéndose de su “belleza de veela”.   Gabrielle se terminó metiendo en un callejón sin salida del Londres muggle, vio para todos lados y al darse cuenta de que nadie la estaba mirando, Gabrielle hizo uso de la aparición. Gabrielle miró a sus alrededores aliviada, ahora ella estaba en el departamento del cuál ella era inquilina. Posteriormente la sensación de culpa la invadió ¿qué sería ahora de esas tres chicas muggles? Si el Ministerio de Magia se enteraba de lo que ella había hecho ¿encasillarían a todas las veelas en el mismo lugar que un dementor? ¿destituirían a su padre del puesto que ocupaba en el Ministerio de Magia francés? ¿aumentarían más prejuicios hacia las veelas? ¿los magos encontrarían más razones para discriminar a las veelas?   ——-oOo——-   Gabrielle volvió a esa misma discoteca a la siguiente noche, debía comprobar que esas chicas muggles estuvieran bien y que ella al haber desinhibido su “belleza de veela” en la presencia de ellas, no les hubiera a dejado secuelas toda la vida. El plan de Gabrielle Delaocur era simple, simple pero estúpido, la verdad cuando Gabrielle revaluaba su plan se preguntaba dónde ella había dejado su sensatez. El plan consistía en que, si Gabrielle por pura suerte se encontraba a esas 3 chicas muggles otra vez en el baño de la discoteca, comprobaría que estuvieran bien, si resultaba que esas tres chicas estaban bien y que se habían recuperado de lo que sea que desinhibir su “belleza de veela” les hubiera producido, pues listo, asunto arreglado, Gabrielle no tendría que hacerse responsable de nada. Pero si en cambio, resultaba que esas chicas estaban experimentando secuelas o que no se habían recuperado nada de sus exposiciones a la desinhibición de la “belleza de veela” de Gabrielle, bueno… Gabrielle desinhibiría su “belleza de veela” en un lugar apartado de la Inglaterra muggle, lejos de curiosos para no afectar a nadie, luego, aunque ella se sintiera en conflicto con su consciencia, iría al Caldero Chorreante, dónde seduciría a un mago de mentalidad débil, y con discreción le prometería muchas cosas tentadoras, a cambio de que él mandara una carta firmada a nombre de él al Departamento de Aurores, avisándole a las autoridades pertinentes que él sospechaba que tres chicas muggles habían sido víctimas de una criatura mágica. Luego de que él mandara la carta, Gabrielle usaría el encantamiento desmemorizante contra él, dejándolo en un lugar apartado y sin ella haber cumplido con esas promesas tentadoras. Gabrielle percibía que había muchos huecos en su plan, pero ella creía que, si hacía bien sus maniobras para pasar desapercibida, ella no tendría que poner ningún pie en la prisión ¿verdad?   El cadenero otra vez la dejó pasar sin problemas a la discoteca muggle, Gabrielle entró inhibiendo su “belleza de veela”; ella se quiso convencer de que simplemente ella había tenido mala suerte, pero que esta vez ella podría controlar su “belleza de veela”. Se la pasó explorando por todos los lados a los que podía acceder en la discoteca, excepto a la zona VIP, Gabrielle no se acordaba con exactitud en qué consistía la zona VIP, solo sabía que era exclusiva. Pasó cerca de esa zona y unos hombres intimidantes dentro de esa zona le hicieron señas para que se acercase, Gabrielle decidió no hacerles caso, le dio mala espina. Gabrielle buscó entre olas de gente en la pista de disco a esas tres chicas muggles, también en el baño, que es dónde la noche anterior ella había desinhibido por error su “belleza de veela” en presencia de ellas, cansada se sentó de espaldas a la barra del bar, giró un poco su cuello a la izquierda y miró detenidamente que había algunos hombres y mujeres conversando entre sí, ninguna de esas mujeres a las que miró discretamente eran las chicas a las que afectó con su belleza de veela la noche anterior. Gabrielle posteriormente giró un poco su cuello a la derecha, al otro lado en la hilera de asientos que estaban delante de la barra del bar, no había ninguna mujer a la vista, estaba solo un hombre pelirrojo tomando una bebida alcohólica de un vaso, ese hombre pelirrojo se veía ¿miserable era la palabra correcta? No, no estaba llorando, pero su mirada estaba muy lejos de verse alegre.   —¿Geoge? —preguntó impulsivamente Gabrielle.   Gabrielle se regañó mentalmente por eso, nadie del mundo mágico debía enterarse de sus asuntos, nadie del mundo mágico debía enterarse el verdadero motivo por el que ella estaba aquí, nadie debía enterarse de que accidentalmente había afectado para mal con su “belleza de veela” a tres chicas muggles. Quizá Gabrielle tenía suerte y a quién llamó no era George, pero por la constitución fornida de su cuerpo y el cabello rojo, Gabrielle pensaba imposible que no fuera George.   Efectivamente, George volteó para mirar a Gabrielle, quién estaba sentada a su lado, George abrió ligeramente la boca, se veía embelesado. Gabrielle se preguntó qué parte del embelesamiento se debía a la “belleza de veela” de ella y qué otra parte se debía a posiblemente el estado de ebriedad de él.   —Hola eh…—dijo George sin aparentemente saber qué más decir.   Gabrielle, pensó rápido ¿y si le mentía haciéndole creer que ella era otra persona? No, no le iba a mentir, ya había leído algunas novelas de ficción, dónde sus protagonistas le mentían a todas las personas a su alrededor y todas las mentiras les terminaban explotando en la cara; además capaz en un momento más adelante a futuro, se lo terminaría topando con Fleur acompañándola a ella, no sería conveniente.   —Te dagué una pista, soy la hegmana de tu cuñada—dijo Gabrielle con ¿decepción? ¡Oye! ¡¿Por qué ella estaba sonando decepcionada?!   —¿Gabrielle? —preguntó George sin estar seguro mientras entrecerraba un poco los ojos.   —¡Acegtaste Geoge! Sí, soy Gagbielle —respondió Gabrielle completamente emocionada.   —Miren nada más ¡La gran Gabrielle Delacour viene a honrarnos con su presencia en Inglaterra a sus 18 años de edad! —replicó George con diversión.   Gabrielle se preguntó si quién dijo eso fue George o el alcohol que había estado consumiendo George.   —Geoge… ¿cómo sabes mi edad? —preguntó Gabrielle desconcertada.   —Bueno, si dejamos de lado el hecho de que para entrar aquí en esta discoteca debes tener como mínimo 18 años, también está el hecho de que mamá me contó de tu estadía aquí en Inglaterra y tu edad de paso, a mamá le gusta informarme de todos los chismes que abarcan a nuestra familia —respondió tranquilamente George.   ¿La mamá de George le había contado a él de ella? ¿Pero cómo se había enterado Molly Weasley de ella? Espera… Fleur, por supuesto que Fleur tenía que ver con esto; Fleur le había contado a Molly acerca de ella, Gabrielle esperaba que su hermana por lo menos hubiera tenido un poco de piedad y no le hubiera informado a la familia de su esposo por las cosas más vergonzosas por las que ella últimamente estaba pasando.   Espera, también había otro detalle, Gabrielle debía pensar rápido, tenía que reforzarle a George la idea de que ella había venido a bailar y no a corregir desastres hechos por ella misma accidentalmente.   —¿Quieges ig a bailag conmigo? —preguntó Gabrielle rápidamente mientras se paraba y le agarraba una mano a George.   Probablemente fue por las copas que él ya tenía encima, probablemente fue por el puchero que hizo Gabrielle o quizás fue porque al Gabrielle agarrarle la mano, le había limitado las opciones a George, pero al final George se encontró levantándose de su asiento y siguiendo a Gabrielle que dirigía el camino a la pista de baile.   Gabrielle los dirigió a una parte de la pista de baile que no estaba concurrida como otras partes de esta y se pusieron a bailar. Gabrielle percibió la falta de coordinación en el cuerpo de George y que quizá él se sentía un poco mareado. Gabrielle vio que George por un momento paró de bailar y se quedó estático para verla bailar a ella. Gabrielle estaba moviendo de manera muy variada piernas y brazos, pero sobre todo las piernas, el baile que ella estaba haciendo era muy energético, Gabrielle esperaba de esta forma hacer que George, llegara a la conclusión de que ella estaba en la discoteca para, vaya, bailar y que ella no había venido a la discoteca para corregir algún error, que ella no había causado ningún desastre en su estadía aquí en Inglaterra. Cuando Gabrielle terminó de bailar, los dirigió a unos asientos y mesa que estaban cerca de la pista baile. Gabrielle sospechó que, entre el camino de la pista de baile a los asientos, George iba a caerse, de pura suerte no fue así.   —¿Qué tal estuvo? —preguntó Gabrielle.   —Fue muy entretenido verte bailar —dijo con sinceridad George.   Una sonrisa aparecía para adornar la cara de Gabrielle, para luego en su cara mostrar desconcierto.   —No te ves bien —afirmó Gabrielle con el ceño fruncido.   —No sé si lo habrás notado Gabrielle, pero en esta discoteca también sirven bebidas alcohólicas, que es lo que he estado consumiendo desde que llegué aquí.   El ceño de Gabrielle se frunció más ¿Qué tal si él trataba de aparecerse en el departamento que está arriba de Sortilegios Weasley en estado de ebriedad? Gabrielle recordó que Fleur en una de las cartas que le mandó, escribió sobre cómo Bill le contó acerca de que los gemelos tenían un departamento arriba de la tienda ¿Cuántas partes de su cuerpo dejaría George atrás? Si alguien se enteraba que ella lo estuvo acompañando un rato ¿le echarían la culpa a ella en dado caso de qué él terminara en San Mungo?   —No piensas apaguecegte en tu depagtamento bogacho ¿vegdad? Podguías tegminag dejando una pagte de tu cuegpo pog ahí tigado.   —En realidad pensaba ir caminando de aquí, hasta mi departamento, esta discoteca no está lejos del departamento —respondió George tranquilo.   Gabrielle se limitó a mirarlo por un largo rato.   —¿Puedo acompañagte? —preguntó Gabrielle con ¿preocupación?   Parecía que George decidió burlarse un poco de ella.   —¿Por qué pequeña Delacour? ¿Ya planeaste cómo quieres terminar esta noche? —. Preguntó George con un tono de voz pícaro.   Gabrielle se rió, era increíble ver la agilidad mental de George para responderle, luego Gabrielle se le quedó mirando al mismo tiempo que se mordía los labios, de lo que aparentaba ser nervios y parecía ¿ella estar considerándolo?  Bueno, George le parecía atractivo, Gabrielle no iba a negarlo, también Gabrielle se enteró por medio de Fleur, que Angelina y George habían terminado su relación de noviazgo desde hace varios meses atrás, pero si Gabrielle tenía sexo con él, estando George en estado de ebriedad, sabía que eso estaría mal, muy mal.   —Pegdón Geoge, pego, aunque me gustagía tegminag la noche de la fogma en la que sospecho que tu quieges, no podgía, estás bogacho, apagte solo quiego acompañagte hasta que estés fente al edificio de Sortilegios Weasley sano y salvo.   Gabrielle percibió el preludio de una sonrisa de parte de George, ¿por qué él no se estaba tomando esto con seriedad? ¿Era por ser ella (si no estaba calculando mal) 13 cm más baja que él? No era culpa de Gabrielle que ella midiera 1.55 metros de estatura, Gabrielle sospechaba que Fleur le había robado a ella los centímetros de estatura que a ella le correspondían ¿Era porque el cuerpo de George era fornido a diferencia de el de ella?   —Bien, puedes acompañarme —dijo George pareciendo aguantarse la risa.   —Me alega que a pesag de que tú estés tan bogacho, no piegdas del todo la sensatez —respondió Gabrielle seriamente, escondiendo la pequeña irritación que sintió al ver que George se estaba tomando como una broma sus intenciones de querer escoltarlo.   Y así fue, Gabrielle acompañó a George todo el camino de la discoteca muggle al Callejón Diagon, como George estaba bien mareado, Gabrielle decidió agarrar un brazo de él y posicionarlo a lo largo de los hombros de ella para que él pudiera apoyarse. Durante todo el camino, Gabrielle se la pasó divagando sobre anécdotas de su vida cotidiana, fue así como George se enteró de que Gabrielle se volvió asistente de Madame Malkin, que Gabrielle detestaba las telas con textura áspera, que uno de sus mayores sueños era convertirse en una modista reconocida y más información adicional que quizás Gabrielle, no estaba consciente que estaba compartiendo porque ella estaba más enfocada en llenar el silencio con palabrerías, ya sea o porque le incomodaba estar en silencio con alguien con quién no era cercana o porque ella estaba buscando distraerse de la incomodidad y ardor que conllevaba consigo inhibir su “belleza de veela”.   Ya cuando estuvieron frente a la tienda de Sortilegios Weasley, George sacó su llave, la metió en la cerradura, abrió la puerta y se giró para quedar frente a Gabrielle, George se quedó mirando a Gabrielle. Gabrielle se preguntó si él estaba bien, Gabrielle quería que él ya entrara adentro de ese edificio para así ella poder irse al departamento del cuál ella era inquilina y desinhibir su “belleza de veela”. Gabrielle sospechaba que, si ella se distraía, aunque sea por un segundo en esos momentos, ella terminaría soltando su “belleza de veela” en presencia de George y eso no podía pasar.   Las cosas pasaron muy rápido desde la percepción de Gabrielle, George la tomó por las mejillas y evaluó su cara detenidamente. Y se quedaron así por varios minutos, Gabrielle no hizo nada por alejar a George, el cerebro de Gabrielle estaba esforzándose para asimilar toda la situación a todo lo que daba. La poca iluminación de la Luna le dejó ver el rostro de George a Gabrielle, podría jurar que las mejillas de George se encontraban sonrojadas, Gabrielle se inclinaba a pensar que una buena razón de que las mejillas de George estuvieran sonrojadas, era por el alcohol (otra parte de ella se inclinaba a pensar que también las mejillas sonrojadas de él se debían a ella). Y entonces él la besó. Gabrielle se percató del sabor del alcohol invadiendo su boca al igual que el olor del alcohol y de esa lengua turista que se estaba tomando el tiempo de explorar la boca de ella. Bien podría Gabrielle disfrutar el momento, George le parecía atractivo, no obstante, la culpa de estar besando a alguien en estado de ebriedad la invadió, posteriormente alarmada, Gabrielle se dio cuenta que por la pequeña distracción que ella tuvo, había desinhibido su “belleza de veela” en presencia de George, con eso en mente, ella lo empujó.   —¡No! —exclamó ella mientras lo empujaba.   Inconscientemente ella se lamió los labios. Gabrielle se preguntó a sí misma cuántas cosas malas y cuestionables había hecho ella ya.   Gabrielle vio cómo la espalda de George chocó contra la puerta de Sortilegios Weasley y luego vió como él cayó sentado en el suelo. De repente ella comenzó a escucharlo murmurar cosas desde dónde él estaba sentado, cosas cómo «Cada día es difícil sin Fred», «No sé qué camino estoy tomando», «Es difícil vivir sin tu mejor amigo a tu lado», «Me está costando inventar nuevos productos», «Perdón Fred», «No sé si pueda seguir tu legado» entre otras cosas más que ella no pudo captar bien, porque había partes que él dijo entre dientes, Gabrielle dejó de centrarse en lo que él estaba diciendo y se fijó en como él se veía; George se miraba miserable y con los ojos vidriosos, parecía que en cualquier momento él iba a llorar…   —¡Tú! ¡¿Qué me has hecho?! —exclamó George con los ojos llenos de lágrimas mirando a Gabrielle, teniendo contacto visual con ella, pareciendo él haber recuperado la sobriedad.   A Gabrielle le dio miedo verlo con el ceño fruncido, los ojos llenos de lágrimas, aparentemente sobrio y con la cara roja, ella creía que para este punto la cara de él estaba roja por la ira.   —Yo, yo… —dijo Gabrielle sin saber exactamente qué decir, sentía que cualquier cosa que ella dijera, estaría mal y George lo usaría como excusa para aplicar alguna maldición sobre ella (sino es que varias).   —¡¡Vete!! —bramó George mientras de uno de los bolsillos de su pantalón sacaba su varita mágica para luego apuntar a Gabrielle.   Gabrielle no necesitó que le dijeran que se fuera dos veces, ella rápidamente hizo uso de la aparición. Gabrielle miró a sus alrededores, comprobando que ella ahora estaba sana y salva en el departamento del cuál ella era inquilina. Suspiró aliviada.   Las cosas no estaban saliendo como ella había planeado, ahora Gabrielle sentía incertidumbre ¿mañana el clan Weasley tocaría a la puerta de su vivienda temporal? ¿O mañana vendría Fleur al departamento a regañarla como si fuera una niña pequeña por sospechar que ella había estado inhibiendo su “belleza de veela”? Total, solo faltaba la confirmación de un testigo. Gabrielle también tenía miedo de que George por haber estado expuesto a la desinhibición de la “belleza de veela” de Gabrielle y sus aparentes efectos, él hiciera una locura como suicidarse, aunque Gabrielle no estaba segura de si él llegaría a hacer algo tan extremo, Gabrielle no descartaría esa posibilidad; Gabrielle no estaba para nada segura, del estado actual de las tres chicas muggles que tuvieron el desafortunado accidente de estar presentes cuando Gabrielle desinhibió su “belleza de veela”.   Gabrielle intentó dormir en el colchón que estaba en el suelo, pero la culpa se lo impedía, tan solo esperaba que George al otro día, no tuviera secuelas por haber estado en presencia de Gabrielle cuando ella soltó la “belleza de veela” que había estado reprimiendo.   ——-oOo——-   Gabrielle como no durmió bien en toda la noche, en aquella mañana de domingo, cuando se levantó de la cama y sacó de su bolso un espejo pequeño, se dio cuenta que le salieron ojeras, no le sorprendió que, a pesar de eso, ella se siguiera viendo atractiva, era de temer la “belleza de veela”.   Gabrielle entró al baño junto con sus productos de higiene personal, pasó una hora y media dentro del baño y pasando ese tiempo, salió del baño recién bañada, con un short y una blusa sin mangas.   De una bolsa de plástico que había en el suelo, Gabrielle sacó un bowl y una cuchara que había comprado entre semana, junto con una caja de leche y una caja de cereal. Gabrielle entre semana había ido a Gringotts a hacer el cambio de dinero mágico a dinero muggle y con el dinero muggle fue a un supermercado muggle a surtir su despensa. Gabrielle se sentó en el suelo a comer su cereal, preguntándose cómo estaría George; Gabrielle durante la noche que no pudo dormir, planeó ir a visitarlo de sorpresa al otro día para comprobar que estuviera bien, pero su instinto de conservación le comunicó que era mala idea, posiblemente si ella se presentaba de sorpresa frente a Sortilegios Weasley, George la recibiría con una maldición imperdonable, bueno, eso era muy exagerado, pero esperaba ella dejar en claro un punto.   Otro tema que estaba rondando en el interior de su cabeza entre tanto comía su cereal, era sobre la inhibición de la “belleza de veela”; reflexionando detenidamente las cosas, ella se percató de que reprimir durante varias horas su “belleza de veela” no le estaba ayudando en nada, al contrario, la estaba perjudicando, haciéndola sentir incómoda y cuando sobrepasaba ella sus propios límites, a veces terminaba vomitando; luego estaba el hecho de que la diminuta diferencia que ella notaba cuando reprimía su “belleza de veela” consistía en que los hombres de su alrededor que estaban cerca de ella, no babeaban, pero no dejaban de mirarla, entonces ¿para qué hacer un gran sacrificio si los cambios eran mínimos?; También estaba el hecho de que había afectado en total a cuatro personas por su terquedad en seguir inhibiendo su “belleza de veela”: tres chicas muggles y a un mago. Listo, ya estaba, Gabrielle había tomado una decisión, ella dejaría de inhibir su “belleza de veela”, aceptaría su inherente “belleza de veela” y lo que ello conllevaba. Es más, ella debería aprender de su abuela, grand-mère usaba la “belleza de veela” para su beneficio, Gabrielle recordaba haber visto en el pasado a grand-mère hacer uso de su “belleza de veela” sin culpa, previsiblemente si Adelaide se enteraba de que Gabrielle planeaba hacer uso de su “belleza de veela” para su propio beneficio, Adelaide la juzgaría con su moralidad muggle. Gabrielle le guardaba afecto a su amiga Adelaide, pero Gabrielle no esperaba que Adelaide la entendiera del todo, Adelaide no estaba viviendo su realidad, Adelaide no era una “veela”. Era tiempo de que Gabrielle aceptara que su “belleza de veela” podría sacarla de algún que otro apuro. Que sí, que, si en algún momento en el futuro ella llegaba a conseguir un buen puesto de trabajo bien remunerado, o lograba sobresalir en algún tema de su interés con su propio esfuerzo, no faltarían terceros haciendo de menos su esfuerzo, argumentando que ella logró lo que logró gracias a su “belleza de veela”, pero bueno, era algo con lo que ella tendría que aprender a lidiar.   Gabrielle escuchó a alguien tocar la puerta del departamento, no podía ser Fleur; Fleur, Bill y sus hijos ahora mismo de seguro estaban degustando comida en restaurantes franceses en Inglaterra por petición de Fleur. Gabrielle también estaba segura de que no podía ser Fleur quién tocaba la puerta porque después de un gran intercambio de cartas entre hermanas, Fleur acordó con Gabrielle que el próximo (no este) fin de semana se verían, porque Fleur la ayudaría con el diseño del interior del departamento, conociendo a Fleur, previsiblemente Fleur terminaría decorando por completo el departamento a gusto de ella y no de Gabrielle, pero Gabrielle no tenía ninguna queja al respecto, le ahorraría a ella tiempo y esfuerzo.   Gabrielle se acercó a la puerta y la abrió, Gabrielle no sabía cómo sentirse al ver que quién estaba detrás de la puerta era George ¡Él estaba vivo! Gabrielle sonrió inconscientemente del alivio que le produjo ver que él estaba ahí frente a ella, se veía aparentemente “bien” lo máximo de bien que se podía ver alguien que seguía abatido por la muerte de su hermano (suposición de ella); mirándolo detenidamente otra vez, Gabrielle percibió que él se veía incómodo, que por un momento él la miró completamente de la cabeza a los pies y un tenue rubor cubrió las mejillas de George.   Espera, había otra cosa que la estaba desconcertando a ella ¿acaso Fleur le había contado a Molly dónde vivía Gabrielle y luego Molly le había contado a George? No, no podía ser, su hermana Fleur no era descuidada. Fleur se había dado cuenta de que Gabrielle no quería volver a interactuar (todavía) con Molly Weasley. Había algo en esa mujer que le resultaba intimidante a Gabrielle.   —Geoge ¿Cómo supiste dónde vivo? —cuestionó Gabrielle.   —¿Recuerdas cuando me acompañaste de la discoteca a la entrada de Sortilegios Weasley? —respondió George con otra pregunta.   —Sí —dijo Gabrielle sin saber a qué punto quería llegar George.   —Pues entre tantas cosas que me dijiste, pues me terminaste contando la dirección del departamento dónde resides.   Gabrielle se sintió avergonzada.   —Entonces... ¿puedo pasar? —preguntó George vacilante.   Algo en la mente de Gabrielle le comunicó que lo mejor era dejarlo pasar, probablemente él vino hasta su puerta para hablar de temas que a otros magos no les concernían.   —Sí Geoge, pasa —dijo cortésmente Gabrielle con una sonrisa entre tanto se hacía a un lado para que George pasara al interior.   Cuando George entró al departamento del que Gabrielle era inquilina, cerrando la puerta de entrada, Gabrielle sintió sus mejillas arder y bochorno, mientras veía a George recorrer con la mirada el interior del edificio.   —Escucha Gabrielle —comenzó diciendo George seriamente—, lo que hice anoche estuvo mal.   —¿Qué pagte? —cuestionó Gabrielle sin borrar esa sonrisa de alivio que todavía le adornaba la cara por ver a George vivo.   —La insinuación desubicada, el beso, que yo te hubiera apuntado con mi varita—dijo George esforzándose en verse indiferente ante su propia admisión—, pero eso no significa que lo que hiciste anoche fuera bueno, aunque yo no sé qué fue con exactitud lo que hiciste.   Gabrielle todavía estaba asimilando lo que George le dijo, cuando él volvió a hablar.   —Bueno, bueno Delacour, sé que esta pregunta no tiene nada que ver con las verdaderas dudas que me han estado carcomiendo la cabeza en la noche anterior, pero ¿De casualidad tus padres te desheredaron? —preguntó George.   Gabrielle se cuestionó si George preguntó eso como una duda genuina o si se estaba mofando de ella. Gabrielle estaba segura de que esa pregunta la formuló George con tan solo darle un pequeño vistazo al interior del departamento.   —No, nada de eso, y pog si tenías dudas, de una vez te aclago, que mis papás me siguen queguiendo —respondió Gabrielle irritada y avergonzada.   Gabrielle no se dio cuenta que ella tenía las manos empuñadas.   —Ya, ya, entendido —dijo George haciendo una pequeña pausa tranquilamente—. Bueno, ahora quiero saber ¿Qué fue lo que exactamente me hiciste anoche?   Gabrielle sintió unos escalofríos desagradables recorrer su cuerpo; Gabrielle sospechaba que una de las principales razones por las que George se presentó sin avisar frente a la puerta del departamento, fue para saciar su curiosidad sobre algo respecto a él, y Gabrielle no lo iba a juzgar ni a recriminar por eso, Gabrielle creía que él estaba en su derecho de saciar su curiosidad, sobre todo porque lo qué pasó anoche lo tenía bien involucrado a él.   —Desinhibí mi “belleza de veela” fgente a ti —confesó Gabrielle evitando hacer contacto visual con George.   George abrió significativamente los ojos más de lo habitual.   —Qué extraño —replicó George mostrando confusión—, ¿Acaso no las veelas tienen su belleza siempre desinhibida?   —¿Quiegues sabeg más? Bien, te lo digué, si me pgometes que después de la explicación que te voy a dag, dejagás de investigag sobge el tema y no le contagás a nadie sobge esto o lo qué pasó anoche —dijo Gabrielle a la defensiva, ella se sentía acorralada y a unos pocos pasos de Azkaban de distancia, una funa en el Profeta y la decepción de su familia.   George hizo contacto visual con Gabrielle, Gabrielle se preguntó si él practicaba oclumancia, Gabrielle estaría muy jodida si ese fuera el caso.   —¿Qué escondes Delacour? —preguntó George imperturbable.   —Nada, simplemente desinhibí mi “belleza de veela” fgente a ti —dijo Gabrielle sonando a la defensiva.   George se quedó callado durante varios segundos, parecía estar reflexionando.   —De acuerdo, no ahondaré más en el tema y seré reservado sobre lo que sucedió entre los dos, si me dices con detalles lo qué pasó a noche, tengo unas ligeras nociones de lo que pudo haber pasado, pero tú muy bien has de saber qué, los recuerdos de un hombre en estado de embriaguez no son de fiar —dijo George resignado.   Gabrielle exhaló analizando todas sus opciones, llegando a la conclusión de que no podía maniobrar para eludir la explicación que ella sentía que le debía a George y por la que evidentemente él estaba ahí.   —Comenzagué dándote una pequeña intgoducción —dijo Gabrielle haciendo una pequeña pausa—. Hace unos cuantos años descubgí que las veelas podemos inhibig nuestga “belleza de veela”.   Gabrielle se sintió incómoda al percatarse que George estaba muy atento a su explicación, parecía que no se le iba a escapar ningún detalle a él.   —Pego haceglo es muy incómodo, y solo puedes estag inhibiéndola unas hogas cuando mucho; lo he estado haciendo dugante mucho tiempo, pogque queguía evitag las geacciones molestas en genegal de los hombges en mi pgesencia, mostgag también que puedo conseguig cosas de manega justa, de igual fogma pogque queguía que las mujegues dejagan de vegme como una amenaza o una competencia —Gabrielle hizo otra pequeña pausa—. Cómo te dije hace un momento, solo puedo inhibig mi “belleza de veela” pog unas hogas cuando mucho, y cuando se llega al tope de tiempo en el que la puedo inhibig, simplemente mi “belleza de veela” se suelta. Entonces podgía decirse que llegué a mi tope de tiempo en cuanto a la inhibición de mi “belleza de veela” en tu pgencia y tengo la hipótesis de que cuando la “belleza de veela” que tenía gepgimida se soltó, de alguna fogma influyó en ti paga que también soltagas todas tus emociones y pensamientos gepgimidos pog quién sabe cuánto tiempo.   Gabrielle percibió que ella misma estaba diciendo verdades a medias, pero es que ella sentía que mientras más información compartiera con George, más hundida terminaría ella.   —Dijiste que tienes una hipótesis ¿Eso quiere decir que yo soy la primera persona con la que desinhibiste tu belleza de veela de manera presencial? —preguntó George rascándose la barbilla mirándose pensativo.   Condenado George ¿Cuál era su necesidad de saber más del tema? ¿Tanto quería que Gabrielle terminara tras las rejas?   —Sí Geoge, tú eges el pgimego con el que suelto mi “belleza de veela” inhibida de fogma pgencial —respondió Gabrielle haciendo su mejor esfuerzo por verse tranquila, no quería que George se enterara que no fue el primero, eso conllevaría a que él hiciera más preguntas y que eso la hundiera más—, fue algo accidental que yo no queguía que pasaga.   Eso último que dijo Gabrielle era verdad.   —Pero no te ha funcionado del todo ¿verdad? Cuando intercambié palabras contigo en el interior de la discoteca, yo pude percibir tu “belleza de veela” … mmm… espera, ahora que lo pienso, si comparo todas las veces que estuve en presencia de otras veelas, con la vez que hablé contigo en la discoteca, tu “belleza de veela” era débil a comparación con la de otras veelas —dijo George viéndose reflexivo—. Entonces tiene sentido que las demás veelas ni se molesten en inhibir su “belleza de veela” si lo único que van a conseguir es mitigarla, no “apagarla” por completo, no pudiendo ocultar que son veelas, y además de terminar estando incómodas.   Gabrielle se sonrojó al escuchar a George resumir porqué las veelas en general ni se molestaban en inhibir su “belleza de veela”, a pesar de que ella no le había dado a él la información completa. En resumen, Gabrielle había estado sufriendo de a gratis.   —Tengo otra duda…   Pero antes de que George pudiera hacer otra pregunta, Gabrielle lo interrumpió.   —¿No cguees que ya has indagado demasiado en el tema? —dijo Gabrielle sonando molesta.   —Oye, no me quieras culpar por querer investigar sobre un tema que directamente me involucró a mí —dijo George alzando y mostrando las palmas en aparente señal de rendición, no obstante, a pesar de eso, George se veía calmado.   Quizá George ahora que se encontraba sobrio, no veía a Gabrielle como una amenaza y solo le estaba tomando el pelo a ella.
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)