Capítulo 3
8 de julio de 2025, 18:04
Hablaron un poco más, bueno más bien, Gabrielle habló un poco más, recordándole y pidiéndole a George que guardara discreción.
Antes de que George se fuera del departamento del que ella era inquilina, Gabrielle sentía que debía convencerlo de alguna forma para que no investigara acerca de la práctica nociva que ella había estado haciendo o que no le dijera a ninguno del clan Weasley (o a nadie en general) la forma en que ella lo había afectado al desinhibir accidentalmente su “belleza de veela” en presencia de él. George le había prometido que no indagaría más en el tema y que tampoco le contaría a la familia sobre cómo ella de alguna forma lo había hecho a él sacar todos los pensamientos y emociones que estaba reprimiendo aquella noche que ella decidió acompañarlo hasta Sortilegios Weasley. Gabrielle no le creyó nada, Fleur le dijo que no les contaría a sus padres las condiciones en las que ella vivía, sin embargo, Fleur hizo todo lo contrario, entonces para Gabrielle fue lógico llegar a la conclusión de que George haría lo mismo que Fleur.
Con eso en mente, Gabrielle agarró a George de las solapas de su saco, haciendo que éste tuviera que inclinar su cabeza hacia abajo. Gabrielle alzó la cabeza y procedió a besarlo desesperadamente al mismo tiempo que cerraba los ojos, nadie más debía enterarse que ella había estado inhibiendo su “belleza de veela” y si para lograr esa meta debía seducir a George Weasley, que así fuera (la verdad ella no tenía ninguna queja al respecto con esa resolución).
Prontamente Gabrielle sintió como George posicionaba una de las manos de él en la cintura de ella y como otra de sus manos la posicionaba en la nuca de ella, Gabrielle sintió escalofríos invadiendo su cuerpo, el cuerpo de ella, estaba reaccionando ante el contacto físico de él, Gabrielle sintió como George la guiaba a ella de reversa, Gabrielle sintió como su espalda terminó topándose con la pared; George la tenía acorralada (la verdad tampoco le molestaba eso). George rompió el besó y se le quedó mirando durante varios segundos a Gabrielle, deseo, los ojos de George reflejaban deseo y volvió a besarla con vigor, Gabrielle sintió como George introdujo su lengua en la boca de ella, la lengua de George se lanzó un recorrido dentro de la boca de ella como si fuera un turista, Gabrielle sintió como la lengua de él recorría sus dientes, el interior de sus mejillas, sus encías y cómo tuvo una pequeña “pelea” con la lengua de ella. Gabrielle sintió como un hilo de saliva salía de la boca de ella. Gabrielle se preguntó si de casualidad George se había reprimido sexualmente durante mucho tiempo, era una duda genuina. George dejó de besarla y Gabrielle no le admitiría a nadie que vergonzosamente ella emitió un gemido necesitado, George le dirigió una sonrisa maliciosa en respuesta. George trazó un camino con la boca de él, camino que abarcaba la clavícula, el cuello y la mandíbula de Gabrielle. Gabrielle sintió unos piquetes en las zonas antes mencionadas, esos piquetes al principio un poco dolorosos luego los sentía muy, muy bien, al punto de hacer que ella se estremeciera un poco y gimiera. Gabrielle que no hallaba que hacer con sus manos, con una de ellas terminó jalando un poco del sedoso cabello de George. George gimió de placer en respuesta contra el cuello de Gabrielle. Gabrielle percibió las exhalaciones de George contra su cuello, sintió en su cuello calidez.
Dos pensamientos por un momento abarcaron la mente de Gabrielle uno de esos pensamientos, consistía en imaginarse a grand-mère orgullosa de su nieta, ya que Gabrielle recordó las diversas anécdotas de su abuela, dónde ella narraba cómo en sus tiempos cuando ella era más joven consiguió cualquier bien material que necesitaba o anhelaba a través de seducir a los hombres. El otro pensamiento de Gabrielle consistía en imaginarse a su mejor amiga Adelaide regañándola por seducir a un hombre con el fin de que éste no destapara lo que posiblemente el Ministerio de Magia podría considerar un crimen. A veces los puntos de vista de Adelaide, bruja nacida de muggles, que nació rodeada de lo que la sociedad muggle consideraba correcto, le parecían muy cuadrados a Gabrielle, pero de alguna forma Adelaide había logrado influenciar sus puntos de vista morales muggles a Gabrielle, no obstante Gabrielle se recordó a sí misma que como Adelaide no había nacido en el mundo mágico, no sabía con exactitud cómo funcionaba éste.
Con eso en mente, Gabrielle se recordó que si bien lo que estaba haciendo era cuestionable, si algún miembro del Ministerio de Magia se enteraba de lo que había hecho, lo que había hecho, lo clasificarían como un crimen y previsiblemente por culpa de Gabrielle, las veelas sufrirían más discriminación y prejuicios. No, no inhibir la “belleza de veela” como tal Gabrielle creía que podría considerarse un crimen, según los propios descubrimientos de Gabrielle, más bien Gabrielle estaba segura de que inhibir la “belleza de veela” durante mucho tiempo y luego desinhibirla en un área pública rodeada de ya fuese de muggles o magos, eso sí podría considerarse un crimen, debido a que al soltar la “belleza de veela” que se estaba reprimiendo, de alguna forma que Gabrielle no hallaba explicación, la “belleza de veela” soltada, alentaba a las personas de alrededor a también sacar un montón de pensamientos y sentimientos que habían estado reprimiendo durante mucho, mucho tiempo. Gabrielle no estaba del todo segura de que si, luego de que las pobres “víctimas” que habían sido objetivo de la “belleza de veela” soltada, presentarían secuelas más a futuro. Si las pobres “víctimas” llegaban a presentar secuelas como bajones emocionales que los podrían incitar a la muerte, entonces… sí podría decirse que Gabrielle había cometido un crimen, pero como Gabrielle no tenía certeza de nada…
De todas formas, Gabrielle debía estar pendiente de lo que pasaba a su alrededor, ella no quería que, por un error de ella, todas las veelas pagasen, no era un secreto que todas las criaturas mágicas que no eran magos 100% humanos, sufrían de discriminación y prejuicios, una veela, UNA sola veela debía poner el pie en falso para que el Ministerio justificara la discriminación a ellas.
Gabrielle volvió a enfocarse en el presente, sintió como George le daba una pequeña succión a su mandíbula, Gabrielle inconsciente gimió y lo abrazó.
George distanció su cara de la de ella, volvió a mirarla a los ojos; Gabrielle sospechaba que él buscaba descubrir sus secretos que, por obvias razones, ella no compartiría con él.
George volvió a besarla en la boca. Gabrielle al prestar atención los sonidos que hacían sus bocas al besarse, sintió sus propias piernas temblar.
George volvió a alejarse del rostro de Gabrielle, para mirar a Gabrielle detenidamente otra vez, entonces le pareció a Gabrielle que George “se despertó”, porque de la nada empezó a mirar a los alrededores del departamento en el que estaban. Gabrielle sintió un fuerte bochorno ¿por qué George debía observar detenidamente otra vez las condiciones en las que ella vivía? George caminó tres pasos hacia atrás alejándose de Gabrielle.
—Perdón, creo que debo irme —dijo George sin dejar de observar los alrededores, evitando hacer contacto visual con Gabrielle, frotándose la nuca, pareciendo nervioso.
George sacó de uno de los bolsillos de su saco, un frasco, extendió su brazo y le pasó a Gabrielle ese frasco, Gabrielle agarró el frasco desconcertada, ella no estaba entendiendo nada.
El desconcierto de Gabrielle debió haber sido muy evidente porque George comenzó a hablar.
—Esencia de Murtlap —dijo señalando el frasco— te ayudará a quitar los chupetones que te dejé en el cuello. —dijo luego George señalando el cuello de Gabrielle.
Gabrielle sintió un ardor más fuerte invadir sus mejillas antes un señalamiento tan obvio. Gabrielle pudo divisar una sonrisa amenazando con presentarse en la cara de George.
—No queremos que Madame Malkin se entere de tus asuntos ¿verdad? —preguntó George con una sonrisa a percepción de Gabrielle burlona.
Gabrielle escuchó el sonido característico de la aparición y con eso George desapareció.
Bueno, ahora Gabrielle ya no se imaginaba a grand-mère estando orgullosa de ella, más bien decepcionada; Gabrielle se imaginó que si grand-mère supiera todo lo qué pasó el día de hoy y si estuviera físicamente presente con ella ahora mismo, le diría a Gabrielle algo cómo: “por supuesto que él se fue, estar en un lugar tan desagradable visualmente cómo éste, le bajaría el lívido a cualquier hombre”, “tienes mucho que aprender Gabrielle, a mí ningún hombre me abandonó dejándome excitada, todo lo contrario, a mí si se me antojaba, podía abandonarlos en cualquier momento dejándolos todos excitados sin alivio”. Gabrielle también se imaginó que, si Adelaide se enterara en general de todo lo que había hecho, la regañaría durante varias horas seguidas, por todas las decisiones cuestionables y cobardes que tomó, inclusive se imaginó a su amiga diciéndole algo cómo: “Ya no podemos ser amigas”, “me enferma la idea de seguir siendo amiga de alguien, que a pesar de saber que está haciendo daño a las personas de su alrededor de manera consciente con sus acciones, lo siga haciendo de todas formas, sin importarle en general el bienestar de los demás”, ante esos pensamientos de ser criticada por grand-mère e imaginarse siendo juzgada y rechazada por su amiga, Gabrielle se puso a llorar. Había gente a la cual ya había decepcionado.
Por lo menos George fue lo suficientemente considerado como para dejar en las manos de ella un frasco con esencia de Murtlap.
Unas cuantas horas más tarde, entró al interior del departamento dónde se encontraba Gabrielle, el búho de la familia Delacour: Comtesse. Comtesse se veía muy cansada, lógico si se tomaba en cuenta que Comtesse hizo un viaje de Francia a Inglaterra y que posteriormente ella tendría que hacer otro viaje de Inglaterra a Francia.
Gabrielle retiró de Comtesse las cartas que tenía amarradas en el retaso.
—¡Mira Comtesse! Puedes descansar en la cama si quieres —dijo Gabrielle en francés mientras señalaba al colchón transfigurado.
Comtesse ululó en respuesta y se fue volando hasta aterrizar encima del colchón anteriormente mencionado. Gabrielle de otra bolsa sacó bocadillos y un bebedero de búho, Gabrielle agitó su varita y diciendo unas palabras en latín, transformó otro pedazo de madera en una mesa, donde depositó los bocadillos de búho y el bebedero de búho, posteriormente Gabrielle sacó de la bolsa una botella de agua y echó parte del agua de la botella al bebedero del búho.
—Comtesse, en esta mesa dejé bocadillos para ti y agua en el bebedero —dijo Gabrielle al mismo tiempo que tenía ella una mano descansando en la mesa recién transfigurada.
Quizá fue imaginación de Gabrielle, pero le pareció que Comtesse movió la cabeza como si estuviera asintiendo.
Gabrielle se sentó en el suelo y se puso a leer las cartas que le mandaron sus padres y sus amigas de Francia (si es que sus amigas le habían mandado a Gabrielle alguna carta).
A Gabrielle le quedó claro que su padre no fue el único que se enteró de su “mal manejo de finanzas y falta de dinero”; maman (con el fin de apoyar a su hija), le había mandado una carta con una lista de señoras que querían encargar y comprar un vestido a Gabrielle con varios requisitos en cuanto al diseño, junto con las medidas de todas esas señoras, Gabrielle estaba segura de que, quienes midieron a esas señoras, fueron sus respectivos elfos domésticos. Entre la lista de 10 señoras que se encontraban en la carta que le escribió su mamá, figuraba Agathe Simon, cosa que no le sorprendió a Gabrielle, ¿debería Gabrielle hacerle un altar a maman y a Agathe Simon? Espera, si le hacía un altar solo a maman y a Agathe Simon, papa se sentiría triste, ah y Fleur estaría enojada por no ser tomada en cuenta.
Mientras Gabrielle seguía leyendo las cartas que le llegaron, Comtesse voló y se puso encima de la mesa transfigurada para comer los bocadillos de búho y beber agua del bebedero los cuales le había proporcionado Gabrielle.
Papa en la carta que le había mandado, tenía escrito en su interior con brevedad en dos párrafos, algunos temas políticos del mundo mágico de Francia; en otro párrafo le deseaba lo mejor respecto a su estadía en Inglaterra; en el cuarto y quinto párrafo, Monsieur Delacour le recomendó a su hija ser más cuidadosa en cuanto a sus gastos y manejo del dinero, de igual forma le escribió consejos para administrar mejor el dinero (Gabrielle se sintió avergonzada y con las mejillas ardiendo cuando leyó ese cuarto y quinto párrafo).
Adelaide le había mandado una carta, manteniendo a Gabrielle al tanto de sus vivencias en la universidad, preguntándole a Gabrielle como se encontraba en Inglaterra y deseándole lo mejor para ella.
Armelle… Armelle seguía sin responder sus cartas. Gabrielle entendía que Armelle era una chica muy, muy, muy reservada y callada, pero Gabrielle no creía que le fuera a hacer daño responder alguna de sus cartas, Gabrielle tan solo esperaba que por lo menos dentro de algunos meses antes de que acabara el año, Armelle se atreviese a mandarle un pergamino como respuesta a todas sus cartas.
Gabrielle procedió a transformar otro pedazo de madera que estaba en el suelo en una segunda mesa y usó esa mesa como soporte para escribir las respuestas a las cartas que le mandaron con pergaminos, tintas y plumas que Gabrielle había comprado durante sus paseos en el Callejón Diagon. Ahora que lo pensaba Gabrielle, las clases de transformación que le proporcionó la maestra de la Academia de Beauxbatons, le estaban sirviendo bastante.
Gabrielle metió cada pergamino en cada sobre correspondiente con sus respectivos datos y los dejó en esa segunda mesa, luego una caja que también estaba en el suelo y que contenía el vestido terminado de confeccionar de Agathe Simon, de igual manera lo colocó en esa segunda mesa.
Gabrielle observó por un momento la caja que contenía el vestido de Agathe Simon. Gabrielle recordó cómo cuando llegó a Inglaterra, se dio cuenta que había olvidado la tela que le había dado en Francia Agathe Simon para la confección de su vestido, pero de pura suerte, Gabrielle deambulando en el Callejón Diagon, encontró un vendedor ambulante que vendía telas y entre las telas que vendía el vendedor ambulante, se encontraba una igualita con el mismo color que le había proporcionado Agathe Simon.
Posteriormente Gabrielle llamó la atención de Comtesse (que estaba comiendo), para avisarle y señalarle la correspondencia que iba a entregar (las cartas y el vestido de Agathe Simon), cuando ella terminara de comer, tomar agua y descansar.
Luego Gabrielle agarró su bolso, se sentó en el suelo, sacó de su bolso un espejo y con ayuda del espejo, se fue aplicando la esencia de Murtlap en los chupetones que le había dejado George, con el pasar de los minutos, Gabrielle vió que sus chupetones desaparecieron y que dónde estuvieron momentos antes, volvió a percibirse su piel uniforme.
Gabrielle al otro día se levantó temprano para prepararse y llegar a tiempo a la tienda de Madame Malkin, Gabrielle miró a todos sus alrededores y se dio cuenta de que Comtesse, las cartas y la caja ya no estaban. Gabrielle consideró comprar juguetes para búho, para que Comtesse tuviera con qué entretenerse cuando volviera a llegar a Inglaterra.
——-oOo——-
Para Gabrielle los días de la semana estaban pasando muy rápido y cuando se dio cuenta, ya era fin de semana otra vez. Efectivamente Fleur cumplió su promesa y se apareció junto con Victoire en la mañana del sábado para ayudar a Gabrielle a pintar y a decorar el interior del departamento. Fue toda una odisea pintar el interior del departamento; el vestido color amarillo de Victoire, terminó pintado con manchas azules; un pijama viejo que decidió usar Gabrielle como vestimenta para la ardua tarea de pintar las paredes también terminó pintado con manchas color azul y no solo el pijama de Gabrielle terminó manchado, de igual forma ella terminó manchada con pintura azul en algunas partes de su cara. A Fleur no le cayó ninguna gota de pintura azul, no le sorprendió a Gabrielle; Fleur era muy meticulosa y perfeccionista en cualquier cosa que ella hiciera, o bueno, esa fue la percepción de Gabrielle.
El domingo, Fleur acompañada de Victoire, llevó a Gabrielle en la mañana a comprar muebles en una mueblería que se encontraba ubicada en lo más profundo de un bosque de Inglaterra, que bueno que usaron la aparición, siendo Fleur la guía de Gabrielle.
Las tres se aparecieron frente a la tienda de muebles. Fleur le indicó a Victoire que se adelantara y entrara, Victoire obedeció a su madre. Afuera de la tienda Fleur le preguntó a Gabrielle el presupuesto que ella tenía para comprar muebles y Gabrielle se lo dijo sin alguna pizca de mentira, Gabrielle estaba consciente de que su hermana mayor la conocía lo suficiente, como para darse cuenta cuando ella estaba mintiendo.
—Que bueno que le conté a mis padres sobre tu situación, luego me lo agradeces —dijo Fleur altaneramente en francés mientras entraba a la tienda de muebles.
Gabrielle se quedó atrás por un momento, la cara de Gabrielle se puso roja; ni la misma Gabrielle sabía si su cara estaba roja de la vergüenza o de la ira.
La pareja que administraba esa tienda estaba conformada por una bruja y un mago que decidieron que sería buena idea tener una tienda de muebles en el bosque, Gabrielle se percató de que también contaban con un trabajador, ese trabajador tenía rasgos físicos parecidos a la pareja, pero se veía más corpulento y joven que ellos ¿sería el hijo de ellos? Lo más probable.
Se compraron varios muebles, la mayoría si no es que todos eran del gusto de Fleur y Victoire. Gabrielle no le dio a aquello mucha importancia, Gabrielle hace mucho tiempo atrás se había mentalizado que, si se iban a hacer las cosas junto a Fleur, las cosas iban a hacerse como Fleur quería.
Los dueños del negocio aparte de cobrar la compra de los muebles, cobraron un extra por el servicio de transportar los muebles por medio de la red flu hacia el departamento en el cuál se estaba quedando Gabrielle.
——-oOo——-
El martes en la noche, entró por la ventana del departamento dónde se estaba quedando Gabrielle, un búho con un saco muy colorido; Gabrielle notó que en el saco colorido de ese búho estaba bordado en una esquina superior el logo de Sortilegios Weasley. Gabrielle rió de lo inverosímil y surrealista de la situación, luego tuvo que recordarse a sí misma que ella vivía en un mundo donde vivían brujas, magos, dragones y que ella misma era nieta de una criatura mágica.
El búho parecía tener temperamento, porque al ver que Gabrielle se estaba riendo, llegó a la conclusión de que Gabrielle se estaba burlando de él, soltó la carta en el suelo que estaba sosteniendo con el pico y le picó varias veces las manos a Gabrielle; mientras el búho le picaba varias veces las manos a Gabrielle, Gabrielle tuvo que rogar piedad y decir varias veces al búho que se rendía. El búho satisfecho con sus acciones dejó de picarle las manos a Gabrielle y se posó petulantemente en una de las mesas. Gabrielle le dejó bocadillos de búho al búho con saco para que dejara de sentirse enemistado con ella.
Gabrielle recogió la carta que estaba en el suelo, Gabrielle recibió una carta de George.
——-oOo——-
El viernes en la noche, Gabrielle se apareció frente la tienda de Sortilegios Weasley a la hora que estaba marcada en la carta que George le había mandado: una hora después de la hora de cierre de la tienda. Gabrielle se preguntó cuales eran las intenciones de George al haberla invitado a pasar al departamento de él, podía haber tantas opciones: que tuvieran sexo, que discutieran sobre la naturaleza veela de ella, que… bueno, en realidad a Gabrielle solo se le ocurrían esas dos opciones, pero podría haber más. A Gabrielle la idea de volver a ver George no le repelía, es más, ella creía que eso era bueno, porque así Gabrielle podría monitorear, aunque fuera un poco, si él de casualidad estaba presentando secuelas por haber sido víctima de la desinhibición de la “belleza de veela” de ella, de esa forma Gabrielle, podría darse una idea de la situación actual de las tres chicas muggles que también desafortunadamente habían sido víctimas de la terquedad de Gabrielle.
Gabrielle tocó la puerta varías veces. Ella se quedó esperando a que pasara algo; pasaron varios segundos y luego George le abrió la puerta, George la recibió con una sonrisa.
—Que bueno verte Delacour —dijo George mientras se hacía a un lado para que Gabrielle pudiera entrar al interior del edificio.
Gabrielle entró a Sortilegios Weasley; la poca iluminación de las pocas luces encendidas del callejón Diagon y de las pocas luces flotantes dentro de la tienda, hacían ver el interior de la tienda… tétrico, había muñecos y marionetas en algunos anaqueles de la tienda que parecían cumplir la función de decoración ¿de verdad le gustaba eso a los niños? Tal vez con la iluminación del día se verían divertidos, pero en la noche con poca iluminación… la situación era muy diferente.
Gabrielle caminó de reversa dos pasos hacia atrás y chocó con el pecho de George.
—¿Ya te quieres ir Delacour? —preguntó George.
A Gabrielle le dio la impresión de que el tono de voz con el que él hizo la pregunta fue burlón, igualmente Gabrielle se percató de las vibraciones de la voz de George a través del pecho de él, debido a que la espalda de Gabrielle estaba pegada al pecho de George.
—No, pego ¿No te da miedo estag aquí solo? Quiego decig, este lugag me paguese ategadog con la poca iluminación y los muñecos en los estantes.
George caminó rodeándola para poder rebasarla, en pocos segundos estaba George delante de Gabrielle, la vista que estaba ahora frente a Gabrielle era la espalda de George.
Gabrielle no podía verle el rostro a George, ya que él le estaba dando la espalda, pero Gabrielle sospechaba que él estaba sonriendo. Gabrielle escuchó que él susurró unas palabras, que ella no pudo escuchar bien y posteriormente Gabrielle vio cómo varios de esos muñecos que le parecían aterradores, se acercaban a ella flotando. Gabrielle emitió un pequeño grito aterrorizada y se aferró fuertemente a la cintura de George, Gabrielle vio que en respuesta, los muñecos se quedaron unos segundos estáticos y luego volvieron a su lugar, no pasó mucho tiempo para que George se comenzara a carcajear, Gabrielle enojada se soltó de George, ella posteriormente agarró su varita, apuntó a George, pronunció unas palabras en latín y en consecuencia ella fue testigo de cómo de una oreja de George salía un puerro, si es que la mala iluminación del interior de esa tienda no le estaba jugando una mala pasada, pero, ¿qué había hecho mal ella? Se suponía que de ambos conductos auditivos externos saldrían puerros, no de uno.
George se estaba tambaleando, lógico si se tomaba en cuenta que, de un conducto auditivo externo, salía al exterior un puerro muy pesado y del otro no. George se agarró de uno de los estantes para apoyarse, sacó su varita, se apuntó a sí mismo, dijo unas palabras en latín y se quitó el hechizo.
Gabrielle que todavía lo veía de espaldas a ella, lo escuchó decir algo como “interesante, así que este es el nivel de alcance que tuvo esa maldición”, Gabrielle dudaba de que él estuviera hablando sobre el hechizo que ella le había lanzado segundos atrás.
Gabrielle lo vio voltearse, quedando George cara a cara hacia ella. La sonrisa que pudo divisar Gabrielle a pesar de la tenue luz, no le dio buen augurio a Gabrielle, mucho menos que George la estuviera apuntando con su varita. Gabrielle decidió sacar su varita que tenía guardada en uno de los bolsillos y se puso en posición de ataque. George le lanzó rápidamente hechizos a Gabrielle y en respuesta Gabrielle también le lanzó hechizos a George; a Gabrielle le salió un cuerno en la nariz, árboles en miniatura en la cabeza con mandarinas también en miniatura y a George botones en la frente e hilos de las mejillas. Gabrielle sintió aquella situación muy familiar con la clase de “Defensa contra hechizos oscuros”, con la diferencia de que George parecía estar lanzándole hechizos a Gabrielle con el fin de irritarla, causarle ligeras molestias en su cuerpo y no con el fin de causarle a ella alguna herida grave, Gabrielle notó las pequeñas risas que emitía George mientras le lanzaba los hechizos a ella.
Ninguno de ellos dos se dio cuenta de un detalle, hasta que Gabrielle gritó del dolor. George había extendido tanto su brazo que le terminó punzando con su varita a una de las tetas de Gabrielle. Rápidamente la expresión de diversión que tenía George en la cara fue rápidamente remplazada por una de preocupación, George bajó su brazo y con eso la varita de George dejó de punzar el seno de Gabrielle.
—Eso fue demasiado bajo incluso paga ti Geoge —dijo Gabrielle con lágrimas en los ojos, probablemente por el dolor.
—Disculpa, no fue mi intención lastimarte el seno —dijo George mostrando todavía preocupación—. ¿Quieres que te lo masajee?
Gabrielle miró perpleja a George.
—Geoge, si tu queguías manoseagme un seno, hubiegas pgeguntado, no ega necesagio agmag una excusa paga tocágmelo —respondió Gabrielle desconcertada.
Gabrielle vio cómo en respuesta (con ayuda de la poca iluminación de las luces flotantes de Sortilegios Weasley), las mejillas de George se ruborizaron.
—Oh claro, yo armé todo un plan con la finalidad de tocarte un seno —respondió George sarcásticamente mientras rodaba los ojos, no obstante, el rubor en las mejillas de él seguía presente.
—Bueno, si tú quiegues, puedes tocágmelo, te doy pegmiso —replicó Gabrielle.
—No gracias, aprecio la oferta Gabrielle, pero ahora mismo me siento muy culpable como para tocarte un seno —dijo George con todavía las mejillas ruborizadas.
Gabrielle en resumen entendió que George sí quería tocarle un seno, pero el sentimiento de culpa se lo impedía. Posteriormente George le apuntó con la varita otra vez.
—¡¿Qué?! ¡¿Otga vez quieges seguig?! —preguntó Gabrielle indignada.
Gabrielle creía que, porque George se sentía culpable, también dejaría de lanzarle hechizos, entonces, por lógica, George no se sentía tan culpable del todo.
George suspiró con falsa exasperación, una sonrisa amenazaba con aparecer en el rostro de él.
—Lo que quiero hacer es revertir todos los hechizos que te lancé, quédate quieta por favor —se limitó a decir George sin dejar de apuntar con su varita a Gabrielle.
Gabrielle decidió confiar en él, si resultaba que él le lanzaba otro hechizo con el fin de que le modificara a ella otra parte de su cuerpo, ella le lanzaría a él uno con el mismo fin y luego se iría de ese lugar. Que se fuera por el retrete el sentimiento de culpabilidad de ella por haber desinhibido su “belleza de veela” frente a George Weasley y, por consiguiente, también el sentimiento de obligación de monitorear que George no tuviera secuelas psicológicas (y otras) por dicha desinhibición de “belleza de veela”.
Gabrielle sintió como la magia que provenía de la varita de George, chocó con su cuerpo, después Gabrielle fue testigo de cómo el cuerno que sobresalía de su nariz desapareció, Gabrielle luego dejó de sentir aquella magia ajena a ella, Gabrielle procedió a palpar su cabeza, en efecto, ya no estaban los árboles en miniatura sobre su cabeza.
Gabrielle para ser justa con George, también apuntó su varita hacia él y revertió los hechizos anteriores que lanzó contra él.
George procedió a darse la vuelta, volviendo a darle la espalda a Gabrielle y comenzó a guiar el camino al departamento de arriba, Gabrielle lo siguió. George subió unas escaleras de caracol y Gabrielle siguió su ejemplo.
——-oOo——-
Entraron a la cocina, la cocina estaba muchísimo más iluminada que el piso de abajo.
Gabrielle entendió rápidamente lo que George quería hacer cuando lo vio sacar botellas de vino y copas de la cocina; George quería compartir con alguien su pasatiempo autodestructivo.
Ahora, algo que Gabrielle no entendió, fue ¿por qué George se sentó en el suelo de la cocina con las piernas estiradas? Luego vió que él dio varias palmaditas a lado de él en el suelo recargado en el mueble bajo que contenía cajones de la cocina, Gabrielle captó rápidamente que George quería que ella se sentara al lado de él. De una de las botellas de vino, George sacó el corcho y sirvió el líquido en las dos copas que él había sacado de la alacena, Gabrielle se sentó a lado de George.
Gabrielle agarró una copa y la observó durante varios segundos antes de darle un pequeño trago; Gabrielle sintió la textura del vino suave, su lengua percibió un sabor dulce y luego un poquito amargo, Gabrielle tragó y sintió un ligero ardor en la garganta ¿era normal que después de dar ese pequeño trago se le antojara comer uvas?
—Pagecías disfrutag de lanzagme hechizos ¿eges un sádico Geoge? —preguntó impulsivamente Gabrielle mirando a George.
George giró su cabeza en dirección a Gabrielle e hizo contacto visual con ella.
—Creo que clasificarme como un sádico es algo exagerado Gabrielle —dijo George con una mirada relajada—, simplemente sentí nostalgia.
Gabrielle fue testigo de cómo George procedió a poner su cabeza hacia atrás y a darle un gran trago a la copa de vino, Gabrielle igualmente percibió que le estaban resbalando gotas de vino de la boca de George, la cabeza de George posteriormente volvió a su posición anterior.
—¿Sentiste nostalgia? —preguntó Gabrielle incrédula.
¿De qué sentiría nostalgia George?
—Fred… —se limitó a decir George.
La mente de Gabrielle se quedó en blanco ante lo que dijo George. Gabrielle recordó que en las cartas que le había mandado Fleur cuando Gabrielle todavía asistía en Beauxbatons, Fleur le aconsejaba, no, más bien le ordenaba, que, si en algún momento llegaba a visitarla a ella a Inglaterra y se llegaba a topar con George, que no mencionara a Fred, porque para George mencionar a Fred era un tema delicado, entonces fue lógico que Gabrielle se quedara callada, porque no sabía que esperaba George de ella.
Afortunadamente Gabrielle no tuvo que responder.
—Antes de que Fred se… fuera, cuando cumplimos la mayoría de edad, nos lanzábamos hechizos con el fin de bromear y darle una apariencia ridícula al otro.
Gabrielle percibió que cuando George dijo eso, en efecto la mirada de él reflejaba nostalgia. Después Gabrielle vio que George le volvió a dar un trago a su copa, terminándose el vino que la copa contenía, Gabrielle por inercia volteó a ver la suya propia, la copa de Gabrielle todavía tenía mucho vino en su interior.
—Oye Geoge, sé que no soy nadie íntimo paga cuestionag, pego ¿qué hacías en una discoteca muggle? —preguntó Gabrielle porque esa era una pregunta que rondaba en su mente durante quién sabe cuánto tiempo.
—Ah, eso, después de la guerra, comencé a desarrollar un gusto por la bebida, a la familia eso no le dio gracia y cada vez que me encontraba alguno de ellos en un bar mágico, me sacaban de éste, me di cuenta de que, si tomaba en un bar o discoteca muggle, ellos no me encontrarían porque no se les ocurriría revisar en esos lugares —contestó George tranquilamente.
Gabrielle vio cómo George se volvía a servir vino de la botella de vino que ya estaba abierta.
—¿Qué hay de ti Gabrielle? ¿Por qué estabas tú en una discoteca muggle? —preguntó George despreocupadamente.
Gabrielle sintió un pequeño escalofrío recorrer su espina dorsal, ella había pasado por alto de que, si ella le preguntaba respecto la discoteca muggle, él podría hacerle una pregunta similar.
—Bueno, pensé que podgía llegag a seg divegtido asistig a una —contestó Gabrielle un poco nerviosa, ella esperaba no verse notoriamente nerviosa.
—Ja, creo que te llevarías bien con mi padre, le encantan los lugares y objetos muggles —dijo George con una sonrisa, para luego darle otro trago a la copa.
Gabrielle empezó a mirar con preocupación la copa de George ¿cómo estaría ese hígado? ¿Cómo es que George se seguía viendo sano? Gabrielle tenía entendido que el cuerpo de un mago era más resistente que el de un muggle, pero aun así…
Siguieron haciéndose mutuamente preguntas y respondiendo; Gabrielle agradeció en su mente que George solo se dedicara a hacer preguntas sobre la infancia de ella y su estadía en Beauxbatons, Gabrielle sentía que, si George le hacía otra pregunta sobre su estadía actual en Inglaterra, todo se destaparía. Por su parte, Gabrielle se dedicó a hacerle preguntas más superficiales a percepción de ella, sobre su rutina diaria y sobre sus inventos, pero al parecer Gabrielle hizo una pregunta “equivocada”, porque en respuesta George le dijo “la respuesta a esa pregunta te la voy a deber ¿Qué tal si eres una espía encubierta?” Para luego él guiñarle el ojo y volver a tomar de su copa de vino, pero fuera de esa pregunta “equivocada”, Gabrielle y George siguieron hablando sin problemas.
Mientras la conversación seguía desarrollándose, Gabrielle se percató de que George abrió la segunda botella de vino, a percepción de Gabrielle, George dejó de estar sobrio hace varios minutos atrás.
—Bésame Gabrielle —le dijo George a Gabrielle con una sonrisa atontada.
Gabrielle se puso de pie, dejó su copa en la mesa y se limitó a ver a George por un momento.
—No Geoge, no puedo, yo no debegía besag hombges ebrios —dijo con seriedad Gabrielle.
Gabrielle sabía que un hombre ebrio más una veela, era mala combinación; era mucho más justo que los besos y demás se dieran cuando ambas partes estuvieran sobrias, además, ya desde antes, se ponía en duda la voluntad de los hombres que decidían involucrarse románticamente con una veela.
—¿Cuándo podremos tocarnos otra vez? —preguntó George, mostrando decepción, desde el lugar en el cuál seguía sentado.
Gabrielle entendió que él quería que se tocaran de una forma más sexual que de una forma más casual, cosa que ella no podía permitir estando él borracho.
—Cuando estés sobrio —dijo Gabrielle.
Gabrielle se le quedó mirando por varios segundos a George, George parecía miserable. Gabrielle le quitó las botellas de vino a George y las puso en la mesa de la cocina, al igual que la copa que estaba tomando George, copa la cual estaba vacía.
Gabrielle procedió a ayudar a George a ponerse de pie.
—¿Dónde está tu habitación Geoge? —preguntó Gabrielle mientras pasaba uno de los brazos de George a lo largo de los hombros de ella, detrás de su cuello.
George procedió a guiar el camino sin muchas protestas, George los guió a ambos al interior de un pasillo iluminado, a los lados de ese pasillo había dos puestas, George los encaminó a ambos a la puerta de la izquierda, la abrió y ambos entraron. La habitación recibía un poco de la iluminación del pasillo, Gabrielle se percató de que en el suelo estaban tirados algunos objetos que parecían ser productos de Sortilegios Weasley, algunos se veían completos, otros parecían objetos a los que les faltaban piezas; Gabrielle pensó que lo mejor era no tocar nada de lo que estuviera en el suelo o en consecuencia ella podría sufrir un accidente, no estaba segura de los efectos que podrían tener esos objetos al tocarlos ¿George alguna vez los había pisado por accidente? Y si la respuesta era no ¿Cómo lo había hecho para evitar pisarlos por accidente?
Gabrielle guió a George a la cama, le ordenó que se acostara y eso hizo él sin cuestionarse nada, Gabrielle se preguntó en su mente a sí misma si él le obedeció gracias a los poderes de veela de ella. Cuando George se acosto, Gabrielle le retiró los zapatos y los colocó en el piso; Gabrielle rememoró aquella vez en la que su padre llegó a la mansión Delacour muy tarde en la noche recién saliendo del ministerio, en respuesta mamá lo regañó por haberse acostado en la cama con los zapatos puestos, en consecuencia, Gabrielle entendió que acostarse con los zapatos puestos era algo que se debía evitar.
De igual modo, Gabrielle vio que entraba un poco de iluminación por la ventana gracias a las luces exteriores que estaban en el callejón Diagon, un poco de esas luces le pegó en la cara a Gabrielle.
—Veo un ángel —dijo George desde la cama acostado con una voz a percepción de Gabrielle rara.
Gabrielle giró su cabeza hacia George para mirarlo, es que por un momento ella les había prestado atención a las ventanas, Gabrielle se preguntó si él lo dijo de manera genuina o burlona.
Gabrielle agarró una sábana que estaba en una esquina superior de la cama, se acercó y cubrió a George con esa sábana hasta el pecho.
—Hueles a mandarinas amor —dijo George con una mirada y sonrisa suavizada.
Gabrielle se cuestionó si a pesar de que George estuviera ebrio, buscaba molestarla con la preocupación de que la cabeza de ella siguiera oliendo a mandarina, ella no percibía ningún olor a mandarina, así que llegó a la conclusión de que George solo buscaba molestarla, con ese pensamiento en mente, Gabrielle se apareció en el departamento del cuál ella era inquilina, dejando a George solo en su habitación, rodeado de productos inacabados o en fase de prueba.