ID de la obra: 419

La Última Grindelwald: La maldición del nombre

Gen
G
En progreso
13
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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Promocionada! 1
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planificada Mini, escritos 30 páginas, 15 capítulos
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Capítulo 3: El abrigo más cálido del invierno.

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Narrado por Alice Grindelwald.

La primera cosa que sentí fue el viento. Helado, cortante. Había pasado la noche sobre una losa de concreto, con mi chaqueta -que más bien parecía una servilleta- Tenía los labios partidos, las manos entumecidas, y la espalda llena de moretones. Nix dormía acurrucada entre mi cuello. Dándome un poco de su calor y tratando de conseguir un poco del mío. Abrí los ojos despacio, esperando no ver nada más que otra calle sucia y vacía, como siempre. Pero esta vez… había alguien más. Un hombre de pie era muy alto. Su cabello era blanco como la escarcha de diciembre. Llevaba una túnica gruesa, de esas que sólo en pocas personas que cruzaban de vez en cuando por las calles de En Severn RD Gloucester. Y sus ojos eran azules, pero diferentes a los de mi madre o los míos, eran más intensos, coloridos. Retrocedí de inmediato. Me arrastré hacia atrás, pegándome contra la pared. Sentí que el corazón me golpeaba el pecho. Mi respiración se aceleró y pude sentir como tenía los ojos más abiertos de lo que los había tenido hace mucho tiempo. -No te acerques -dije con la voz rota, alzando mi brazo como si mi delgadez pudiera defenderme. Él no se movió, solo me miro. Pero Nix se levantó, se sacudió y miro al hombre. Me prepare para correr pero algo fue diferente, Nix no chillo, no se trató de lanzar a él como siempre, ni siquiera lo estudio con sospecha. Solo caminó, se acercó a él y se hecho a su lado, como si lo conociera. Como si… confiara en él. El hombre se agachó lentamente. Abrió su capa y la extendió sobre mí. Era cálida, lo más cálido que jamás había tenido. No supe que hacer, quería correr pero no podría llevarme la capa, era demasiado pesada para correr con ella y Nix, estaba demasiado cerca de ese señor como para tomarla y correr, si él quisiera podría agarrarme rápidamente, pero debía intentarlo. Pero de pronto, como si leyera mi mente dijo. - No te haré daño, lo prometo. Mi nombre es Albus Dumbledore. Su voz era como una chimenea vieja, cálida y temblorosa a la vez. Saco una bolsa de plástico, y de ella saco un termo de metal, lo destapo y el olor invadió el lugar, era caldo, olía a carne y verduras. Mi estomago rugió tan fuerte que sabía que él lo noto, pero no dijo nada. Solo dejo el pequeño tazón enfrente de mi junto a la bolsa abierta donde se veía una cuchara y dos panes que aun sacaban humo. Él se sentó enfrente pero dándome mi espacio. Me quede dudando un segundo, pero tenía hambre, demasiada. Tomé el tazón y comí rápido como siempre. Pero tome uno de los panes y separe unas verduras calientes para Nix, ella también se acercó a comer. Cuando terminé, lo sentí, estaba llorando, traté de limpiarme las lágrimas rápido, pero él lo había notado antes que yo. - ¿Desde hace cuándo no comes comida caliente? -me preguntó el hombre, en voz baja. - Nix a veces roba pan caliente… -respondí sin mirarlo-. Pero no mucho. Si robamos cosas grandes… los hombres nos corren. Une vez nos golpearon por tomar carne. Por eso ya no… Me callé. No quería sonar débil. Él tampoco dijo nada por un momento. Y después bajó la mirada hacia Nix. - Tú amiga esta herida. - Sí… la encontré herida, unos gatos se la iban a comer, traté de curarla con lo que encontré. Pero creo que no lo hice bien. A veces le duele. Él se inclinó un poco más, pero sin tocarla. - Conozco alguien que puede ayudarla, sanarla. Lo miré a los ojos de nuevo y no vi mentiras, solo… pena. Aun así no confié, no del todo, pero no quería que Nix siguiera sufriendo. - ¿la va a curar de verdad? ¿No la va a lastimar? - Lo prometo. Me quedé en silencio, y por primera vez en mucho tiempo volví a sentirlo, sentir esa esperanza, esa que tuve una noche solo por un minuto cuando un señor con cicatrices en la cara fe a ver a mamá, pero se fue. Nos dejó solas de nuevo. - Esté bien -le dije-. Pero solo… por ella.
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