Narrado por Alice Grindelwald.
Habíamos cruzado por un callejón que olía a humo y sal, luego Dumbledore me pidió que tomara su mano. Lo hice. Aunque con miedo. Sentí un jalón extraño, como si me hubieran atrapado con un anzuelo invisible en el ombligo. Todo giró, al abrir los ojos… no podía creerlo, ya estábamos frente a una casa colorida. Era vieja, pero tenía macetas con plantas que parecían susurrar. Había gatos dormidos sobre el tejado. Y una chimenea que soltaba humo con olor a mantequilla y pan. - ¿Dónde estamos? -En casa de mi amigo -respondió él. Una mujer mayor pero de cabello oscuro nos abrió la puerta. Su voz sonaba firme, como si nunca le temblara. Me observo de arriba abajo con asombro y preocupación. Quise esconderme detrás del abrigo de Dumbledore. - Tina -dijo él-. Ella es Alice. Necesito que la examines. Y Newt… necesita ver a su ave. - Ya me lo dijo Pickett -respondió Tina. Y no entendí de quien hablaba. Entonces de la cocina salió un hombre con cara redonda, con un delantal manchado de harina y una sonrisa muy contagiosa. - ¿Qué tal si preparo algo mientras te revisan? ¿te gusta el pan relleno? Asentí nerviosa. No sabía cómo llegamos aquí, ni quien era Pickett, ni quien era el señor de harina, pero Nix ya estaba en la mesa, y un hombre pelirrojo y con pecas en las mejillas la acariciaba con ternura. - Has hecho un buen trabajo cuidándola -me dijo. Mi respiración se aceleró, mi cara se puso caliente y no pude evitar que se me cristalizaran los ojos. Pero los cerré para que nadie lo notara. - No el suficiente -susurré. Toma asiento -me dijo tina mientras ponía una silla cerca de Nix. Cuando me senté trato de tomar mi muñeca, la aparte tan rápido que ella dio un paso para atrás. - No voy a lastimarte, cielo. Solo quiero comprobar que estas bien. No dije nada, pero me dejé revisar, aunque tensa, como un gato mojado. - Tiene desnutrición severa – dijo en voz alta, más hacia Dumbledore que hacia mí-. No es algo de solo un par de años, esto… es de más tiempo. Tiene marcas antiguas, cortes, y heridas que no han cerrado del todo por su profundidad. Yo solo baje la mirada, se suponía que nadie debía saber eso, no lo tenía permitido, y ahora entiendo porque, todos me miraron más incluso el que revisaba a Nix. - ¿Alice… tu madre te hablaba sobre magia? -preguntó Dumbledore. Asentí despacio. - me contaba cuentos sobre una escuela de magia, donde tenía amigos y familia pero que tuvo que dejar ese mundo de ensueño por un bebé, por mí, por mi culpa y que no debía de decírselo a nadie. Dumbledore se giró en silencio. Pero Tina me miro con una sonrisa de compasión, y me siguió revisando. Otra mujer entro a la cocina, su cabello era dorado, tan brillante cono el sol, y sus ojos parecían ser luz también, sonreía hermoso pero cuando se me acerco su sonrisa se desvaneció de golpe. - Queeni -susurró Tina. - La mujer respiro hondo. - Tienes un escudo muy fuerte para alguien de tu edad. - ¿Escudo? - Es Legeremante -explicó Dumbledore-. Puede… sentir lo que otros piensan. A veces incluso sin quererlo. - Lo siento, debe ser difícil -dije sin pensarlo. Queeni me miro de forma tierna incluso… como agradecida y acaricio mi mejilla. Desearía que mi madre hubiera sido así y no… pensamientos sobre ella, sobre lo que decía, lo que me decía, invadieron mi mente y al instante Queeni gritó, era un grito horrible, desgarrador. Tanto que no pudo mantenerse en pie. Me aterre, me solté de Tina cuando esta fue a ver a Queeni y trate de correr pero Dumbledore me sostuvo en un abrazo, no tratada de lastimarme pero el cuerpo me dolía, más al ser tocada. - ¡Déjame! -intente zafarme de sus brazos lo que me provoco más dolor. - No – gritó Queeni de nuevo lo que hizo que Dumbledore me dejara. Ella se me acerco y me sostuvo las manos, aun con lágrimas en sus ojos-. No tengas miedo, pequeña. Solo fue… fue demasiado. - ¿Qué viste? -preguntó Tina, abrazando a Queeni. - Dolor, demasiado dolor, soledad, gritos, llantos ahogados, hambre, culpa y miedo de… Con cada palabra la voz de Queeni se rompía más hasta el punto de no poder terminar la última palabra. Todos se quedaron en silencio, Tina se apartó para que el señor harina que por lo visto era esposo de Queeni la abrazara, pero ella no lo miraba solo a mí. Su esposo pareció notarlo. -La comida esta lista -Dijo sonriendo. Me sirvieron panes rellenos de carne, y más sopa. Comí despacio, con cuidado, escondiendo un poco de pan en mi ropa para después, Queeni lo noto, y se puso de pie, empaco comida y la puso a mi lado, las manos aun le temblaban pero ahora estaba sonriendo. Después de comer Dumbledore se despidió de sus amigos, Newt había terminado de curar a Nix pero nos dijo que no podía volar por unas semanas en lo que termina de recuperarse. - ¿A dónde vamos? -pregunte al salir de la casa de Newt y Tina, mientras ambos estaban afuera despidiéndose de nosotros a lo lejos. - A tu nueva casa. -respondió Dumbledore con tristeza en su voz.Capítulo 4: Lo que no se dice en voz alta.
12 de julio de 2025, 21:27