Narrado por Alice Grindelwald.
La tienda era más pequeña de lo que pensaba, el polvo flotaba en el aire como si llevara años ahí. Entré detrás del profesor Dumbledore. Y detrás del mostrador, una figura delgada se movió con una rapidez sorprendente. - Ah… -dijo con voz susurrante pero clara-. Dumbledore, que sorpresa verte aquí después de tanto tiempo. Y tú… tú debes ser una Grindelwald. Asentí con nerviosismo. - El profesor Dumbledore dice que uno no escoge su varita, que ella escoge a uno, ¿Es cierto? - Tan cierto como que el sol saldrá mañana. A veces no lo ves, pero lo sientes. Así te escoge una varita, no por lo que muestras, sino por lo que no se ve, lo que hay en tu interior, y con eso puedes saber mucho de una persona. Me quedé en silencio detrás de Dumbledore, sin saber que decir. - Acércate, no seas tímida -dijo Ollivander con amabilidad-. ¿Qué te daré primero? ¡Ah ya lo sé! Prueba esta, es de madera de Ciprés. Al tomarla una corriente de aire me alboroto el cabello… para luego empujarme hacia atrás casi haciéndome caer. - Creo que no -dijo Ollivander quitándomela de las manos. Probamos la segunda, Sauce, nada. Otra, Abeto, silencio. Probamos otra, unas Zumbaban, otras no hacían nada y algunas más parecían querer explotar. - Tal vez no haya varita para mí -dije con miedo de que tal vez no era una bruja de verdad. - Todos los magos y brujas merecen una varita, solo que algunas… requieres más paciencia, mirar más adentro… -se giró con rapidez tomando una caja tan arriba que tuvo que usar una escalera, la caja se veía más polvorienta que el resto, como si no la hubieran movido por demasiados años-. Vamos a Probar esta. La tome con cuidado, sentí un calor inusual, no como si fuera a estallar, más bien… cálido, la varita brillo, Ollivander y Dumbledore sonrieron y lo supe, era esta. - Madera de cedro, núcleo de pluma de fénix, razonablemente flexible. Interesante. - ¿Por qué es interesante? -pregunté. - No suele haber muchos dueños de estas varitas, siempre quise conocer a un portador de una de ellas y que mejor que ser yo quien se la entregue. - ¿Por qué no hay muchos con esta varita? - Mi padre, Gervaise Ollivander, siempre decía: "nunca engañarás al portador de cedro", y estoy de acuerdo: la vara de cedro encuentra su hogar perfecto donde hay perspicacia y percepción, un poseedor de esta varita tiene una fuerza de carácter y una lealtad muy inusual, como me he dado cuenta al no haber vendido ninguna de estas en mis tantos años como fabricador. Sin embargo, iría más lejos que mi padre al decir que nunca conoceré a un dueño de una vara de cedro con quien quisiera enfrentarme, especialmente si se hace daño a aquellos a quienes aprecia. El mago que combina bien con el cedro tiene el potencial de ser un adversario aterrador, señorita Grindelwald. - Parece asombrosa. - SI, lo es. Una varita para sabios, pero también para indomables -volteo a ver a Dumbledore-. Mis mejores deseos para los que deban ser sus profesores en Hogwarts. Dumbledore dejo escapar una carcajada. - Escúcheme muy bien, señorita Grindelwald -dijo acercándose demasiado a mi-. Las varitas de cedro no escogen a quienes buscan poder, sino a quien ya lo tienen, además el cedro nunca olvida a quien protege, jamás. Así que escoja con mucho cuidado el camino que desea tomar. - ¿Y la pluma de fénix? ¿Qué significa? ¿Y en qué influye la flexibilidad de la varita? ¿Y qué… -antes de poder terminar las preguntas Ollivander rio muy fuerte-. Lo lamento. - ¡No! Nunca te disculpes por querer aprender más -continúo interrumpiendo su risa de golpe-. El conocimiento es lo más sagrado y te llevara muy lejos. Toma, es un libro que he escrito, te explicara sobre cada madera que conozco, cada núcleo y todo lo que quieras saber sobre varitas, y espero, que te ayude a escoger bien tus amistades. - Gracias. Dije con emoción mientras íbamos devuelta a la mansión de los Grindelwald. Al llegar Dumbledore me ayudo a acomodar mi baúl y todas las cosas para el inicio de Hogwarts. - Alice, como sabes en un par de días es el inicio de cases de Hogwarts. - Lo sé, estoy muy emocionada por empezar a estudiar. Dumbledore sonrió pero de nuevo con pesar en su mirada. - Tendré que irme antes a Hogwarts para preparar todo para la llegada de los estudiantes, Alice. Lo que significa que no podré acompañarte al expreso de Hogwarts y tendrás que ir tu sola, ya te expliqué como entrar, así que sé que podrás con esto. Y espero que puedas entender el por qué debo irme. Sentí el dolor en su voz y aunque estaba aterrada de quedarme nuevamente sola… sonreí. - Sí, lo entiendo. No se preocupe profesor yo estaré bien, además me la pasare leyendo los libros para el curso y el de varitas que me dio el señor Ollivander. Dumbledore pareció creerlo o tal vez solo no tenía otra opción, y esa misma noche partió devuelta a Hogwarts.Capítulo 7: la varita elige.
12 de julio de 2025, 21:30