ID de la obra: 419

La Última Grindelwald: La maldición del nombre

Gen
G
En progreso
13
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
¡Vote por el trabajo que más le guste! Puede votar una vez al día.
Promocionada! 1
Tamaño:
planificada Mini, escritos 30 páginas, 15 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
13 Me gusta 1 Comentarios 1 Para la colección Descargar

Capítulo 13: No volverá a pasar.

Ajustes de texto

Narrado por Fred Weasley.

Estábamos preparando la broma perfecta para el Profesor Flitwick, poniendo pergaminos de duplicación en los gabinetes de su escritorio y cada vez que algo o alguien los toque se duplicaran sin parar. Todo iba perfecto… hasta que la puerta se abrió. - ¡Mierda! -murmuré. Alice Grindelwald, tenía que entrar ella, la chica que tenía un aura de peligro elegante y aun así nunca se metía en problemas. En lo personal me parecía un desperdicio, con esa cara de ángel nadie sospecharía de ella. Ella solo nos miró por unos segundos con los ojos muy abiertos y sin decir nada cerró la puerta de golpe. - ¿Nos va a delatar? -susurró George. Pero antes de que pudiera responder escuchamos su voz del otro lado. - ¡Profesor Flitwick! ¡Qué suerte! Lo estaba buscando. George y yo nos miramos. - ¿Será real? ¿O nos querrá hacer una broma? -pregunto mi hermano más sorprendido que yo. Nos asomamos con cuidado por la ventanita, ahí estaba, el pequeño profesor, sonriendo más que nunca y Alice bloqueándole el paso al salón. - Claro, Alice. Responderé tus dudas, ¿por qué no entras? - ¡No! – grito ella para detenerlo-. Son solo preguntas rápidas, lo prometo. Es solo que Harry, Ron, Fred y George me están esperando con Hagrid para saludarlo y tomar un poco de té. - ¿Está ayudándonos? - No solo eso hermano mío, nos está dando una coartada -dije con más emoción de la que pensé que saldría. Nos apresuramos, si Alice realmente nos estaba salvando el trasero, lo mínimo que podíamos hacer era terminar la broma y desaparecer. Mientras terminábamos la broma, escuchamos su conversación. - Y entonces ¿la diferencia entre Bombarda y Bombarda máxima está en la proyección del punto mágico inicial, no en la concentración? Flitwick aplaudió con entusiasmo. - ¡Exactamente! ¡Qué inteligente! ¡Muy bien razonado! ¡Voy a dar cinco puntos a Gryffindor por esa gran observación, señorita Grindelwald! Salimos por el pasadizo secreto detrás de la estantería izquierda de su salón, y nos dejó lo suficiente mente cerca para volver corriendo con Alice. - Te estuvimos esperando -dije dándome el lujo de sonar ofendido-. Pensamos que te habías perdido de nuevo – ella me fulmino con la mirada lo suficientemente rápido para que el profesor no se diera cuenta. - No, solo tenía unas dudas sobre encantamientos que quise resolver con el profesor Flitwick ya que me lo encontré de camino. Muchas gracias por su tiempo profesor, pero debo irme. - ¡Oh! no agradezca, señorita Grindelwald. Es un honor hablar con usted, ¡tiene un talento impresionante para los encantamientos! Siempre que lo necesite mi puerta está abierta. Ella le dio una gran sonrisa, el profesor tenía suerte, no había visto que le de esas sonrisas tan sinceras a muchas personas. Y se apresuró a irse antes de que le pudiéramos decir algo más, pero claro, no la dejaríamos sola, así que la seguimos muy de cerca hasta que estuvimos lo suficientemente lejos del profesor y la acorralamos. - ¿Qué? -pregunto ella, claramente molesta. - ¿Por qué lo hiciste? -pregunté. - Yo no… bueno… no sé. Fue un impulso y no volverá a pasar. - Oh… que pena -dije tocándome el corazón. George se rio pero ella no. - Es mi profesor favorito, es amable conmigo y nunca se ha asustado de… Se detuvo, sus ojos se pusieron rojos pero no lloro, solo se fue. George me miró. -Creo que necesitamos una estrategia para convencerla. - ¿Convencerla de qué? - ¡De que sea nuestra coartada para las bromas! Mírala fue increíble y sin a verlo ensañado. Me reí. - ¿Y si dice qué no? Por qué no creo que acepte después de esto. George se encogió de hombros. -Entonces la molestamos… con respeto, hasta que diga que sí. Durante las semanas siguientes, cada vez que teníamos una nueva idea para una broma brillante – desde un sombrero que ladra al ser tocado hasta una opción que hacía que los libros soltaran chistes malos cuando se abrían-, buscábamos a Alice. No porque nos hiciera falta, George y yo nos bastábamos. Pero había algo en ella… algo que te hacia querer tenerla cerca. Esa mezcla de genio sereno y poder silencioso, Alice brillaba de una forma diferente, no como una explosión de fuegos artificiales, sino como una vela encendida en la noche. Y por alguna razón, yo quería que esa vela estuviera en medio del caos con nosotros. - Solo serías nuestra coartada -le dije una tarde, sentándome frente a ella en la biblioteca. - ¿Su qué? -dijo alzando la vista de un libro tan viejo que olía a polvo de mil años. - Nuestra coartada. Tú haces que todo parezca más… profesional, como si lo hubiéramos planeado todo. - ¿Y si no quiero? - Eso sería un desastre –me lamenté dramáticamente, recostando mi cabeza en la mesa-. Porque ya le contamos a Peeves que teníamos una nueva compañera de fechorías. - ¡¿Qué hicieron qué?! -se rio, y aunque trato de ocultarlo, la noté, esa risa tímida escapando. - Ya hasta escribió tu nombre en uno de los techos del pasillo este junto a los nuestros -continuo el juego, George. - Sí, con el título “Mejores bromistas de Hogwarts” - Fred… Pero siempre terminaba igual. - No. - ¿Por qué? -preguntaba George. - porque tengo que estudiar -decía siempre-. No vine aquí para perder el tiempo, vine para ser mejor. - Pero puedes ser mejor y hacer bromas -intentaba razonar yo. - No. - ¿Ese fue un “no” de que algún día podría convertirse en un “quizás”? -volvía a insistir George. - No. Aun seguíamos buscándola, no porque creyéramos que iba a cambiar de opinión. Sino porque… nos gustaba tenerla cerca, nos gustaba su forma de levantar una ceja cuando sospechaba algo, o como fingía no escuchar cuando planeábamos una broma al otro lado de la sala común pero se reía intentando cubrirse con su libro. - ¿Nos cubrirías una vez más? Ella respondía sin mirarnos: - No volverá a pasar. Pero cada vez que lo decía lo hacía con menos convicción.
13 Me gusta 1 Comentarios 1 Para la colección Descargar
Comentarios (0)