Narrado por George Weasley.
Siempre supe que Fred era el más impulsivo de los dos, que si había que saltar, él ya estaría en el aire mientras yo seguía decidiendo si valía la pena. Pero ese día lo vi hacer algo distinto. Algo que no tenía nada que ver con el caos de siempre pero si con… ternura, aunque él jamás lo admitiría. Queríamos usar los cohetes para fastidiar a Binns en su eterna clase de historia. Era perfecto, un estallido de color en medio de su tediosa clase. Pero cuando la vimos ahí, de pie al borde de los riscos de Hogwarts donde el viento pega fuerte y todo parece más oscuro. No había nadie cerca, solo ella con la túnica ondeando como si fuera a volar en cualquier momento, tenía la cabeza baja y las manos en el pecho, estaba llorando no había duda. - Dejémosla sola -le susurre a Fred, tal vez solo necesitaba un momento de calma, aunque mi pecho no quería irse, como si presintiera algo más profundo, más horrible. Pero Fred no se movió, se quedó ahí parado con una expresión que nunca había visto en su rostro, saco su varita. - ¿Qué haces? - Lo que se me da mejor -susurro. Los encantó rápidamente y lanzo el primer chispazo, rodearon a Alice, ella levanto la mirada confundida y justo cuando sus ojos se abrieron con asombro los cohetes estallaron, el cielo se ilumino de colores dorados y rojos, con un sonido fuerte y uno de ellos estallo en forma de corazón por accidente, o eso me dijo Fred después, pero yo no le creí. Alice sonrió, de verdad sonrió, aun con lágrimas en sus ojos y una sonrisa rota pero sonrió. - ¿Qué demonios fue eso? -pregunte fingiendo indignación pero sin poder dejar de sonreír también. Fred se encogió de hombros sin prestarme mucha atención y camino hacia ella. - Tenias pinta de que ibas a saltar -dijo en tono juguetón-. Y bueno… preferí hacerte sonreír antes de tener que lanzarme a buscarte. - Uy -respondió ella, sin perder el ritmo-. Y yo que me estaba preparando para hacerlo, que desperdicio de tragedia. Nos reímos los tres, mientras Alice se secaba las lágrimas pero vi algo en el mapa del merodeador que me hizo quedarme helado. - ¡McGonagall viene hacia acá! -dije señalando el punto que se acercaba velozmente. Fred ya estaba tirando los restos de los cohetes al barranco y tomo a Alice de la mano para ayudarla a bajar. - ¡Rápido! -grité-. ¡Por ese pasadizo! Corrimos hacia una grieta en la pared rocosa, un pequeño túnel que no estaba en los mapas oficiales. Era estrecho, oscuro y olía a musgo, pero era seguro. McGonagall jamás sabría que estábamos ahí. - ¿Qué es esto? -pregunto Alice, aun respirando agitada. Le mostramos el mapa. - El mapa del Merodeador, lo robamos en primero, es… útil. -dijo Fred orgulloso. Ella observó los puntitos que se movían por todo el castillo, su expresión cambio de asombro a compresión en segundos. - ¿Este pasadizo tiene salida cerca de algún profesor? -pregunto de repente. - Eh… sí -dije revisando-. Sale por los calabozos, justo enfrente del despacho de Snape. Fred bufó. – Genial. ¿Con quién más podría ser? - Vamos con él -dijo con firmeza Alice. Fred y yo nos miramos. ¿Ir con Snape? ¿Voluntariamente? Pero algo en su tono no nos permitió debatir, así que fuimos. Al llegar Snape salió de su despacho y Alice se acercó a él sin miedo. Le preguntó algo sobre pociones que ni siquiera yo entendí, él le respondió, claro, con ese tono de “todos son tontos menos yo”, pero al menos no la echó. Nos fuimos rápido de ahí, en camino al patio de transformaciones, y pude notar que Fred aun sostenía la mano de Alice, pero antes de poder decir algo McGonagall apareció con Dumbledore. Alice soltó rápido a Fred y yo contuve la risa. - ¡Aquí están! -dijo McGonagall como si hubiera encontrado criminales al mismo tiempo que nos señalaba-. Le digo que fueron ellos profesor Dumbledore, y… ¡Alice! ¿Qué haces con ellos? Ella no pudo decir nada antes de que la profesora siguiera acusándonos. - Le digo que los cohetes del lago negro tenían toda la pinta de ser de estos dos. - Lo lamento profesora, pero debe estar equivocada -dijo Alice interrumpiéndola-. Pero Fred y George estaban conmigo en los calabozos, hablando con el profesor Snape. La profesora pareció confundida y Dumbledore parecía estarse aguantando la risa como si supiera todo. Pero la profesora no paro. - No intentes cubrirlos, Alice. - No lo hago, solo digo la verdad. Mire, ahí está el profesor Snape, él puede confirmarlo. -Snape, ¿Es cierto que ellos tres estuvieron contigo en los calabozos? El profesor nos miró con desagrado. – me temo que sí, profesora McGonagall. Ella se quedó sin palabras, mientras nosotros no podíamos decir nada sin echarnos a reír. - Parece ser que este año tenemos nuevos bromistas en Hogwarts, así que supongo que antes de acusar a estos jóvenes debemos investigar bien profesora McGonagall -dijo Dumbledore. La profesora solo asintió y con un gesto de su mano nos corrió.Capítulo 14: Una sonrisa por una explosión.
12 de julio de 2025, 21:38