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En la escuela no cambiaron las cosas, ningunos de los compañeros de clase ni sus amigos se dieron cuenta del cambio. Al igual que Yoshiki en un inicio, nadie se imaginaba que pudiera haber un vampiro en el aula, Hikaru era discreto con ello. No se atrevía a sugerir el tema ni daba pista de que algo en él pudiera ser diferente. Seguía con esa máscara de chico tonto y amable como siempre ha hecho. Había cosas que quería saber de él, pero no se atrevía ni a pensarlo. Aun con esa sensación de vulnerabilidad y miedo latente ante la presencia de un ser casi sobrenatural, la curiosidad por acercarse y hasta tocarlo crecía en su pecho junto con otro tipo de sentimientos. Algo que definitivamente no debería de estar sintiendo por su amigo, demasiado arriesgado como para intentarlo. Tal vez incluso más perverso que la naturaleza de no muerto. Mientras transcurrían las clases, Hikaru le lanzaban miradas de complicidad. Como si se divirtiera hecho de que Yoshiki supiera que era un vampiro. Lo ignoro hasta que estuvieron en el camino de regreso a casa. Mientras estaban solos, el chico albino dejo bastante clara su incomodidad sobre la luz solar, teniendo que cubrirse los ojos durante casi todo el camino de regreso y deteniéndose a descansar bajo la sombra de los árboles. Hikaru ya no tenía la necesidad de ocultar este tipo de molestias frente a su amigo, confiaba en él de la misma forma en que lo ha hecho desde que eran niños. No se veía contándole esto a nadie más que a Yoshiki su mejor amigo. —Si te molesta tanto la luz porque no usas lentes de sol. —dijo Yoshiki casi compadeciéndose de su amigo. —Sé que debería hacerlo, pero realmente no me gusta como veo con lentes. —¿Bromeas, no?, te estás quedando prácticamente ciego mientras caminas y te preocupas por tu apariencia. —Tengo mis prioridades, sabes… —dice el chico mientras hace una mala imitación de actor de película— las chicas prefieren a los hombres con apariencia sobria. —Es decir, lo opuesto de ti. —Afirmo Yoshiki. Herido por el comentario de su amigo, Hikaru trata de despeinarse para molestarlo y Yoshiki lo esquiva como si no fuera nada. Este lo intenté un par de veces más, pero sin conseguirlo, llegaron a la tienda sobre el camino para comprar unas paletas. El calor del verano los agobiaba y el hielo saborizado era como el mejor de los manjares para escapar del abrumador calor. —¿Qué te parece si nos vemos esta noche? —Pregunto Hikaru. —¿Ahora que quieres hacer? —Nada en especias, solo me siento mejor saliendo de noche. Suspiro Yoshiki, pero acepto de todas formas. Ambos chicos llegaron a casa y continuaron con su día. Hikaru aún sentía la emoción de poder compartir su secreto con su mejor amigo. Había estado escapando de casa cada noche para correr por el bosque desde hace ya un tiempo y comenzaba a aburrirse. Pasar cada noche solo sabiendo que llegaría un momento en el que ya no podría seguir viviendo como humano, le dolía muy profundamente. De alguna forma la compañía de Yoshiki lo calmaba, aun sabiendo que llegaría el día en que tenga que despedirse de él y de todos los demás a quienes conocía. Casi con la certeza de que su familia y amigos morirán mucho antes que él y asumiendo que morirá algún día. Se supone que a partir de ahora vivirá por siempre como un demonio o sin identidad fija si pretendía continuar caminado entre las personas normales y renunciando a cualquier tipo de relación sólida para evitar ser descubierto. Estas amistades y esta familia podían fácilmente convertirse en su primera y última conexión genuina que experimentara. No podía darse el lujo de perderse de ello ni dejar que se escapara de sus manos, debía mantenerlos cerca de alguna forma por el mayor tiempo posible. Sería maravilloso que pudiera seguir creciendo naturalmente, siguiendo el camino de la vida y sosteniendo la mano de su madre cuando ya fuera demasiado anciana para mantenerse fuera de la cama. Ella había quedado devastada después de la muerte de su esposo y padre de Hikaru, tal vez no podría soportar la pérdida de su pequeño y menos aún que su hijo se alejase de ella sin explicaciones y sin siquiera poder darle el último adiós. El camino del dolor era inevitable, para Hikaru, para su familia, para sus amistades y para Yoshiki. Quien probablemente se quede solo en un pueblo que suele ser demasiado cruel con sus habitantes. El mismo Hikaru formaría parte de esa misma crueldad si decidiera irse algún día sin más, temiendo que su amigo no esté lo suficientemente preparado para enfrentar la ira y prejuicio de los pobladores que siempre juzgan a aquellos que se atreven a vivir sus vidas como desean. Su padre lo había intentado y ya fuera por mala suerte o por el egoísmo de otros, este término muriendo como si ese fuera el castigo que lo esperase por revelarse. “Si un día me como a alguien, probablemente esta sería la razón”, pensó el chico albino. Aún recordaba con claridad cada vez que las sentencias de los vecinos hicieron llorar a su madre y como han empujado a su abuelo a instruirlo con las arcaicas tradiciones del templo que custodiaba su familia desde hace generaciones. Cada vez haciéndole hervir la sangre de la impotencia de no poder detenerlo. Debía controlarse y evitar a toda costa no perder el control de sus emociones. El rostro del mismo miedo que vio en los ojos de Yoshiki la noche en la que lo descubrió lo dejaba claro, no habría forma en la que el resto de habitantes dejan pasar ese hecho. Tal vez su amigo lo perdono, tal vez lo acepto, pero sin duda alguna su primera reacción fue el terror puro al enfrentarse a una idea que ninguno de los dos entendían del todo. Miro con tristeza el atardecer mientras esperaba que su madre lo llamara a cenar cómo hacía todos los días. El aroma de la comida cocinándose hacía que su estómago gruñera, croquetas de cerdo y arroz con curri su comida favorita desde que era un niño. Su apetito y el hambre que sentía se incrementó desde aquella noche en la que lo mordieron. Cada día le costaba un poco más saciarse por completo, su madre y abuelo bromeaban conque debía de estar auto de dar un estirón; después de todo estaba en la edad en la que su cuerpo comienza a cambiar para convertirse en un hombre.Capítulo 2. Mucho en lo que pensar
30 de julio de 2025, 18:36
La frescura del aire nocturno llenaba los pulmones de Yoshiki ayudando a relajarse. Dejo que su inhumano amigo lo llevara al bosque a mitad de la noche y cualquier cosa que pudiera calmarlo en esta situación era bienvenida. Tenía pocas ideas en mente sobre que tanto podría lograr Hikaru siendo un vampiro y por lo que le había contado durante el día ha estado experimentando con su condición desde hace tiempo. No estaba seguro de ser de mucha ayuda.
Hikaru sonrió al girar y verlo, apartándose lo suficientemente para dar un gran salto y dejando a Yoshiki impresionado. No parecía haberse esforzado mucho, pero aun así logró alcanzar una enorme altura en comparación con un ser humano. Instintivamente se sintió intimidado, apenas estaba conociendo las capacidades físicas de su amigo y ya estaba convencido de que ninguna persona sería capaz de detenerlo si se presentaba el caso. Quiso preguntar que otras cosas podía hacer, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta, estaba sintiendo la misma sensación de pánico de la noche que lo descubrió. El chico de pie cuando volvió al suelo viéndose orgulloso de mostrar esa parte de sí a su mejor amigo casi inocente de hacerlo. Deliberadamente ignorando la preocupación de Yoshiki continuo con su idea de que lo ayude a medir de alguna forma que tan alto podía saltar.
—Por eso te traje aquí. —Dijo Hikaru—. No puedo medir la altura a la que llego por mí mismo, siempre termino soltando la cinta que traje —saco una cinta para medir enrollada de su bolsillo— intente amarrarla algo en el suelo, pero tampoco funcionó.
Yoshiki pensó por un momento.
—Podría sujetar la cinta mientras saltas y ver hasta donde llega mientras saltas —tomo la cinta para ver cuantos metros tenía, miro el último número en ella y no estaba seguro de que fuera lo suficientemente larga— o también podríamos usar el método de la regla.
—No lo conozco ¿Eso como se hace?
—Solo tienes que saltar cerca de la base de un árbol mientras yo me fijo hasta que donde llegas. —Yoshiki busco a su alrededor alguna rama casi tan larga como sus brazos—. Después puedo contar el número de pasos desde donde este parado hasta la base del árbol.
Un poco más complicado a hacer que Yoshiki sostenga la cinta mientras Hikaru saltaba, pero también una mejor de resolverlo. El chico se acercó al tronco de unos de los árboles cercanos, se tomó un momento para estirarse y dio el mejor salto que pudo. Fue un poco más alto que el anterior, aun así Yoshiki parecía bastante ocupado manteniendo la vista en el punto al que llego. Su compañero contó los pasos calculando más o menos dieciocho pies y medio.
—Son unos cinco metros aproximadamente. —Dijo Yoshiki mientras Hikaru parecía genuinamente sorprendido de que su amigo pudiera resolverlo. —¿En serio te sorprende tanto?
—Justamente esta es la razón por la que te pedí que salieras esta noche, —emocionado Hikaru explicaba su razonamiento— mi problema era que no podía medir la distancia por mí mismo. De alguna forma siempre me hacía falta alguien que observara desde tierra que tan alto llegaba.
No estaba seguro si realmente lo que le decía su amigo era verdad o solo era una excusa para presumir de sus capacidades sobre humanas. En comparación a él, Hikaru siempre ha sido el más fuerte, las actividades deportivas en las que participaba en la escuela lo habían dotado de una mayor musculatura. Mientras que la aversión de Yoshiki hacia las actividades deportivas lo había dejado como un chico delgado aunque no débil.
Un escalofrío en la nuca lo hizo dudar sobre que tan seguro era para otras personas estar cerca de Hikaru. Él era una buena persona y estaba seguro de que nunca lastimara a nadie de forma intencional, pero todo en sus sentidos le decían que saliera corriendo de vuelta al camino a casa, aun habiendo siendo amigos de toda la vida seguía teniendo una sensación de peligro inminente. Como si en lo más profundo de su instinto le dijera que sin importar que su amigo era peligroso. De una u otra forma quería confiar que podían esconder esto, aun sabiendo la lógica del escaso folklore popular sobre los vampiros que conocía gracias a las películas. Había tantas formas en la que podría salir mal mantener este secreto y Yoshiki nunca se perdonaría si su amigo terminaba muerto o encerrado por el resto de su innatural existencia. Un hecho es que hasta cierto punto los vampiros sí podían coexistir sin inconvenientes con los humanos, si no fuese así, su madre de Hikaru habría descubierto desde el primer día.
—¿Más o menos desde hace cuanto tiempo has estado saliendo por las noches a hacer estas cosas?
—He estado paseando por el bosque por las noches desde el primer día en que me convertí en vampiro. —Afirmo el chico albino—. Me percaté de que era uno cuando se me cayeron dos dientes mientras me cepillaba los dientes, —dijo mientras dejaba ver sus afilados caninos con los dedos— al principio pensé que me golpeé en la mandíbula tan fuerte que se me estaban cayendo los diente, pero al revisarme las encías, descubrí que mis dientes originales fueron empujados por estos colmillos. Guarde mis dientes en una caja de cerillos.
—Entonces solo te creció un nuevo par de colmillos. —Dijo Yoshiki casi decepcionado.
—No fue solo eso, el sol comenzó a molestarme y me provoca una especie de salpullido cuando estoy mucho tiempo bajo este, —dijo dejando ver el bicep bajo su manga de la camiseta, la piel lucia enrojecida y tenía granos rojos que parecían piquetes de insecto— las luces muy brillantes me lastiman los ojos, casi no puedo mantener los ojos abiertos al medio día.
El chico dudó, sin embargo, sentía que había algo más en esas palabras de Hikaru.
—Tú siempre has tenido problemas con las luces fuertes, ¿a qué te refieres con eso?
—Lo sé, pero es diferente. Ahora me parecen mucho más brillantes hasta el punto de cegarme. —Miro sus manos como si estuviera sosteniendo algo—. No es solo porque tenga albinismo, es casi como si no supusiera que camine bajo el sol.
Tal vez era cierto, Hikaru ya no debería de caminar bajo el sol. Dentro del sentido más estricto de la palabra, los vampiros viven de noche y si llegan a exponerse al sol podían morir. Claro, su amigo no estaba muerto; seguía de pie incluso sobre el brillante sol del verano.
Era aún más extraño para Yoshiki pensar en como se contradecía esta situación. Por un lado, era verdad que los vampiros no podían exponerse a la luz y por el otro Hikaru aún podía llevar una vida normal como cualquier otro chico de su edad. No importaba si era un vampiro o humano, mientras no se quemara al exponerse al sol. Mientras siga aquí podrá continuar con su vida de alguna forma. Quiso seguir preguntando más, pero no quería agobiar a su compañero ni mucho menos hacer que se incomodara con un interrogatorio sobre su cuerpo. Eso sería demasiado para ambos. Continuaron hablando por unos minutos más antes de que decidieran regresar a casa, el chico no parecía para nada perturbado por las implicaciones de su condición. No tenía miedo al futuro ni de él mismo. Aceptaba que no había forma de revertir lo que le paso, aunque significara tener que despedirse de su humanidad.
Aún conmocionado por la situación, Yoshiki sentía sobre sus hombros el peso de mantener ese secreto y la incertidumbre de lo que pudiera pasar en el futuro le quemaba las sienes. Su amigo no le daba importancia al asunto y hasta parecía que lo disfrutaba hasta cierto punto.
«¿Acaso no le importaba ya no ser humano?», pensó Yoshiki.
El sentido común y todos sus sentidos le decían que debía alejarse de él. Era aterrador, no en un sentido literal, sino más en el uno instintivo. ¿Por qué su instinto de supervivencia le gritaba que saliera corriendo? ¿Por qué solo después de saber que era un vampiro se sentía en peligro? Llego a casa y entro por la misma venta por la que salió antes sin hacer ruido, nadie en casa se percató de su ausencia durante parte de la noche. Solo regreso a la cama y volvió a dormirse para esperar el amanecer e ir a la escuela como si nada hubiera pasado.