ID de la obra: 550

Más allá de lo oculto

Het
NC-17
En progreso
1
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 13 páginas, 6.655 palabras, 5 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Permitido mencionando al autor/traductor con un enlace a la publicación original
Compartir:
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 3: Encuentro

Ajustes de texto
Capítulo 3: Encuentro Abrí los ojos. Me dolía todo el cuerpo. Y entonces recordé. El callejón. Los dos hombres desconocidos. Unos ojos dorados. El tejido de una capa que me cubría y la sensación cálida de unos brazos que me recogían del suelo. Qué dolor de cabeza tenía. Me toqué la cabeza y pude notar unas vendas cubriéndome. Me incorporé en lo que parecía ser una cama. Las sábanas se cayeron suavemente y pude ver que no estaba vestida, varias vendas me rodeaban el pecho, y las piernas. Me tapé como pude. Antes de que pudiera gritar, una conocida voz me interrumpió. —Tranquila gatita, estás a salvo. Abrí los ojos en señal de sorpresa. Estaba en una habitación bastante grande, con una cama enorme en la que cabían perfectamente unas 5 personas. El tacto era suave y agradable. En la habitación no había ventanas, sólo un pequeño armario, un escritorio y una silla. Me giré hacia una esquina de la habitación donde provenía la voz. Y pude vislumbrar una figura familiar pero ligeramente diferente. Esa voz… —¿Kisshu? —Vaya, por lo menos, el golpe no te ha hecho olvidarme. — sonrió Kisshu dejándose ver en la luz. No podía ser verdad. Era él. Pero diferente. Era diferente al Kisshu que conocí hace años. Ya no era tan crío, se veía más fuerte y musculoso, tenía unos brazos prominentes y buen abdomen. La cara parecía más madura, el pelo estaba algo más largo, se podría decir que estaba… Guapo, no, guapisimo. Y esa mirada… Esos ojos dorados de los que se podría beber perfectamente como si de miel se tratara. Eran hipnotizantes… Inconscientemente, las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas. —¿Ichigo? ¿Qué te ocurre? ¿Te sientes mal? — se apresuró a preguntar Kisshu mientras se acercaba corriendo a la cama. —Yo… Es que… Me iban a… Tú…— dije temblando recordando lo que "casi" ocurrió ayer. —Shhh, tranquila, te he dicho que estás a salvo, ¿vale? Estoy aquí contigo y no me voy a apartar de ti. — dijo Kisshu secándome las lágrimas con sus manos de manera gentil. Entonces recordé de nuevo ese momento, el momento en que Kisshu estaba tendido en el suelo herido de muerte apartando las lágrimas de mi rostro. Instintivamente, aparté su mano con la mía. No lo hice con mala intención, es solo que no quería que volviera a suceder, no quería que volviera a morir por mi. Kisshu bajó la mirada y se levantó de la cama. —Es cierto, olvidaba que te causo rechazo. Ya me lo dijiste muchas veces, perdona, no te volveré a tocar sin tu permiso. —No, Kisshu, no es eso… — pero enseguida él me cortó. —Solo quería decirte que no soy el mismo, Ichigo. No soy ese chico sádico y cegado de posesión que conociste hace años. No quiero repetir los mismos errores. He madurado mucho y he tenido tiempo para pensar en lo que hice. No estuvo bien, no sabía canalizar bien lo que sentía por ti. Eras mi enemigo, y la única forma que encontraba para salvarte era llevarte conmigo. Jamás pensé en hacerte daño, lo juro. Pero no te tienes que preocupar por nada, esos sentimientos ya son agua pasada, acepté que mi destino no era contigo.— afirmó Kisshu. Sentía que el mundo se me venía encima. Sentía un montón de agujas machacando mi corazón, era desolador lo que decía. Tiempo atrás me sentiría aliviada de escuchar eso, pero ¿por qué ahora me sentía mal? —No te he tocado tampoco si es eso lo que te preocupa. Estabas herida y creí oportuno curarte. No vi tampoco nada, por muy tentador que me pareciera, porque quiero demostrarte que he cambiado. No quiero interponerme en tu relación con Aoyama, sé que solo lo amas a él, y de verdad, lo entiendo. — afirmó Kisshu —No he venido aquí a eso, necesito que me creas. He venido a alertaros, a ti y a tu equipo, vienen a por vosotras. —¿Cómo? ¿Por qué? Kisshu si esto es una broma, no tiene gracia. Si tienes algo que ver en esto…— le dije enfadada. —¡Me quieres escuchar! No tengo nada que ver en esto. Entiendo que no te fiaras de mí en su día, pero confía en mí ahora. Desde que volvimos a nuestro planeta con el Mew Aqua, hicimos todo lo posible para purificar la tierra allá donde íbamos, nos costó mucho tiempo pero al final lo conseguimos en todo el planeta. Es hermoso, está lleno de vida, de plantas, de amor… Se me nombró jefe del ejército al regresar, para poder proteger el Mew Aqua. Además, como mi padre ha sido siempre el soberano de la nación más importante, he tenido muchas responsabilidades como su sucesor… —Espera, ¿me estás diciendo que eres un príncipe? — dije sonrojándome y sorprendiéndome a la vez. —Em… si, no es algo que me guste decir así a la ligera pero si, soy el heredero al trono de mi padre. Un trono que es muy codiciado por otra raza de nuestro planeta, los Zynexianos. A pesar de ayudarles con el Mew Aqua, son muy envidiosos, y lo que quieren es poder, han investigado tanto el Mew Aqua que lo quieren utilizar para buscar el Cristal Negro. Es una gema que según varias leyendas antiguas, puede absorber todo tipo de luz y canalizar esa luz para crear una especie de cañón que puede destruir ciudades enteras. — dijo Kisshu mientras yo me tapaba la boca de asombro ante lo que había dicho. — Por esa razón, estamos en guerra. Tenemos que encontrar la Mew Aqua antes de que lo hagan ellos. Mientras estaba investigando desde el cuartel, me llegó un aviso de que se estaban dirigiendo a la tierra. Entonces me di cuenta de algo. Cuando vinimos aquí por primera vez, Pai grabó y escribió todo lo que hacíamos, incluido nuestro enemigo. Un equipo de humanas que tenían el ADN modificado y mezclado con animales. Sobre todo, mencionó a una gatita de pelo rosa, la cual yo no dejaba de perseguir… Han encontrado toda esa información y por eso, se han dirigido hacia aquí, saben que sois nuestras aliadas y quieren aprovecharse de eso. —Entonces… ¿Esos dos chicos eran Zynexianos? — Kisshu asintió — ¿Pero por qué no hemos podido localizar su entrada en nuestro planeta? Shirogane tiene un radar para eso. —Esos dos que conociste ayer son Kreus y Kael, hermanos y príncipes de Zynex. Y el radar no ha funcionado porque su tecnología es muy avanzada, se consiguen ocultar con mucha facilidad. Pero yo sí que pude seguir su rastro porque cualquier salida de nuestro planeta tiene que ser aceptada por el rey, y menos mal que decidí seguirlos. Si no hubiera llegado a tiempo… — de repente, Kisshu se cortó. —Probablemente me habrían violado o quizás algo peor. — dije cogiéndome de los brazos y metiendo la cabeza entre las piernas. — Pero estoy bien gracias a ti, Kisshu. Yo… No sé cómo agradecerte otra vez por salvarme. —Sabes que si fuera el de antes, te diría que con un beso. Pero te dije que he cambiado, por lo que me vale con que seamos amigos, koneko-chan. — sonreí cuando dijo eso aunque muy en el fondo, no se por que me senti triste. — Necesito contar todo esto que te he dicho a tu jefe y a tus compañeras para que entre todos derrotemos a los Zynexianos. Sois las únicas que podéis encontrar el Mew Aqua, ya que reacciona ante ustedes. —¡Claro que sí! Tenemos que trabajar en equipo. No dejaré que nadie destroce nuestro planeta ni el tuyo— salí de la cama pero al intentar ponerme de pie, las piernas me fallaron, y antes de caer al suelo, Kisshu me cogió y me sostuvo contra su pecho. Estábamos tan cerca uno del otro que podía oír su respiración. Al instante, sentí como mi cara se ponía roja. — P-perdón, me fallaron las piernas. —No… No te preocupes, Ichigo. Tranquila. —dijo Kisshu volviendo a dejarme en la cama, con una expresión de incomodidad en el rostro. Parecía realmente otro, como si le costara tener contacto físico conmigo — Te he dicho que te voy a respetar, ¿de acuerdo? Kisshu se dirigió a su armario y cogió lo que parecía una camiseta. —Ponte esto hasta que te lleve de vuelta a casa, ya que tu camiseta estaba rota. —asentí poniéndome la camiseta. Qué bien olía… —Gracias, Kisshu. Por cierto, ¿dónde estoy? ¿Es tu habitación? Es muy espaciosa.— pregunté. —Ah, si, perdona que no te haya dicho nada. Te tuve que traer a nuestra nave para que te pudieras curar más rápido, ya que tenemos varias cápsulas donde te puedes curar antes. Pensé que sería mejor eso que dejarte en un hospital humano. —Pero eso quiere decir que estamos… ¡en el espacio! No puede ser. Mierda, eso me recuerda que tengo que volver con mis padres, creerán que me han secuestrado o algo, tendré que inventarme que me quedé en casa de Mint. Odio mentirles, pero es lo que hay. - dije mirando mi reloj viendo que eran las 5 de la mañana. —No te preocupes por eso, tranquila. Antes de que te lleve, quiero enseñarte algo. Kisshu se acercó a una pared que parecía sólida, pero al tocarla con su mano, se volvió completamente transparente. Era una especie de escudo visual. Al otro lado, el espacio se desplegaba infinito. Miles de estrellas brillaban con fuerza en el vacío. Y, en el centro, la Tierra: azul, radiante, suspendida como una joya flotante. —Woah… Es… Es… Precioso—susurré sin poder evitarlo. Me acerqué lentamente, hasta tocar con la yema de los dedos el cristal. Desde esa perspectiva, Tokio no era más que una mancha de luz, insignificante. Todo parecía tan lejano. —¿Ves? —dijo Kisshu, a mi lado, en voz baja—. Desde aquí, tus problemas, tus pesadillas… todo parece menos abrumador. Cuando siento que ya no puedo más, me quedo un rato mirando esta vista, y no sé cómo pero acabo calmándome. Sentí que mi garganta se cerraba. Las lágrimas me picaban otra vez, pero no de dolor. De alivio, quizás. O de algo más complicado. ¿Me está diciendo que ha estado muchas veces mirando la Tierra pero no ha sido capaz de visitarme ni una sola vez? —Yo… He tenido muchas pesadillas estos dos años… —admití—. A veces soñaba que volvías. Otras que no lo hacías nunca. Pero siempre te ibas. Siempre. Kisshu no dijo nada. Solo se quedó en silencio, mirándome con esos ojos dorados que brillaban más que las estrellas detrás de él. —Creía… que te habías olvidado de mí. —dije al fin, bajando la mirada. — No he sabido nada de ti durante 2 años… Sentí su mano, cálida y firme, rozar apenas la mía. —Ichigo… Jamás podría olvidarme de ti. No añadimos nada más. Pero esa noche, entre estrellas y heridas aún abiertas, supe que algo se había despertado dentro de mí. Algo que no quería aceptar. Todavía no.
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)