ID de la obra: 551

Masen Manor

Het
R
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planificada Mini, escritos 631 páginas, 248.601 palabras, 36 capítulos
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Capítulo 22

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. Capítulo 22 Marzo de 2002 EDWARD . —¡Dios mío… Alice! Mientras la miraba desde el suelo, una parte de mí se sentía eufórica. La otra, cautelosa. En este punto, era más fuerte que todos nosotros. Podía oler el veneno mezclado con su propia sangre, pero fue ese gruñido bajo y salvaje lo que captó mi atención. Su mente era algo que nunca había encontrado en todos mis años. Era una mezcla confusa de pensamientos, recuerdos borrosos y visiones fugaces. Algunas eran tan rápidas que no podía distinguir nada con claridad. Pero por encima de todo eso, podía oler a mi hermano en ella. Estaban completa y totalmente unidos, emparejados. Pude imaginar que él no había sido capaz de resistirse. —Alice —logré decir con cautela—. Tienes que concentrarte. —¿Dónde está? —espetó con furia, mirándome con un odio puro y absoluto. Una ráfaga de recuerdos de Bella pasó por su mente, pero también lo hizo su don. La pequeña psíquica era ahora más poderosa de lo que probablemente sabía… o podía controlar. Y ni hablar de comprenderlo todavía. —Bella está a salvo, Alice —le aseguré, al escuchar a Carlisle y Esme acercarse corriendo… y a Jasper también. Se movió con tal rapidez y fuerza que me desorientó, pero la dejé tener el control del momento. Vi su mente, sus preocupaciones, su visión del futuro. Era más nítida que cualquier cosa que Giselle o Leah hubieran visto jamás. —¡Te mataré! ¡Tú… tú eres el FM! —acusó—. ¿Ella lo sabe? ¿Está al tanto de todo esto? Levanté una mano para detener a todos los que intentaban alcanzarla. —Sí, Alice. Ella está bien, y sí, lo sabe. Nunca le haría daño. Pero tienes que controlarte. Estás demasiado cerca del colegio. Eso la detuvo en seco, y se llevó las manos a la garganta con desesperación. —Lo sé. Es solo que… —Te ayudaremos, pero tienes que calmarte. Tú controlas esto. No te controla a ti —afirmé con seguridad, asintiendo a Carlisle cuando me preguntó en silencio si debía intervenir. Jasper y Carlisle la sujetaron por los brazos, levantándola de encima de mí. Me incorporé rápidamente, sacudiendo la cabeza ante el lodazal que habíamos dejado en el suelo. Miré a mi hermano, que apenas lograba ocultar el orgullo. Irradiaba felicidad, pero también preocupación. Sabía lo difícil que sería la fase de recién nacida para ella. Más aún, su don era mental, como el mío. Su lucha sería larga y ardua. —¿Qué pasó? —le pregunté, ignorando los gruñidos y embestidas de Alice hacia mí. —Me tomó casi dos días enteros encontrarla —dijo en voz alta, aunque su mente me mostró que le había llevado otros dos días calmarla, lograr que se alimentara al menos una vez… y luego sacudí la cabeza al ver los recuerdos de su apareamiento—. Lo siento… —murmuró, con expresión de culpa—. Estaba en una cabaña diminuta. Era tan vieja que parecía que el bosque se la estaba tragando. Edward, ella es… —…talentosa —asentí, girándome hacia Alice—. Sí. Lo veo. Dejó de luchar, inclinando la cabeza hacia mí. Fue un cambio brutal respecto a la chica humana que había sido. Ahora era puro instinto y fuerza. Sus movimientos eran ajenos, inhumanos, nada que ver con la Alice alegre y risueña que conocí. Le tomaría tiempo, pero aprendería a controlarlo, a dominar esos movimientos que la hacían parecer más animal que persona. —¿Qué ves? —preguntó. Sonreí, agachándome para quedar a su altura. —Puedo leer tu mente, Alice. Y tu sexto sentido se fortaleció mucho con la transformación. Ahora mismo, te está sobrecargando. No puedes distinguir lo que es real de lo que es visión. Te prometo que puedes aprender a controlarlo, pero lleva tiempo. —¡Demasiadas decisiones, demasiadas voces! —Lo sé —asentí—. Es porque estás muy cerca de los humanos —agregué, señalando con el pulgar hacia el castillo. En la mente de Carlisle ya estaba la idea de llamar a Alaska. Jasper lo sabía; sabía que tendría que irse con ella. Esme estaba… triste. Por mucho que deseara ver a Jasper feliz y emparejado, no quería que las cosas ocurrieran de esa manera. Ahora su familia tendría que separarse, y eso la destrozaba, a pesar de la alegría de tener una nueva hija. Habló en voz baja con Alice, pero no estaba seguro de que lograra hacerle entender. Alice estaba demasiado alterada, y su atención seguía centrada en mí. —Estás dirigiendo tu rabia hacia mí. ¿Por qué? —le pregunté. —¡No puedes lastimar a Bella! ¡No lo permitiré! —gruñó, empezando a forcejear. Fruncí el ceño al ver una visión en su mente. Me vio con Bella. Mi chica seguía siendo humana y se la veía muy, muy feliz. Por mucho que esa parte aliviara a Alice, ahora entendía qué eran los puntos ciegos en sus visiones: vampiros. Todos nosotros. Y la idea de que Bella pudiera resultar herida era algo que jamás aceptaría. —No puedo lastimarla, Alice —repetí con firmeza—. Me es imposible. Sin embargo —agregué, inclinándome más hacia ella—, si alguna vez llego a hacerlo, entonces tienes mi permiso… para acabar conmigo. Sonreí cuando una mueca traviesa apareció en su rostro. —No puedo lastimarla más de lo que tú podrías lastimar a Jasper —agregué, levantando una ceja para que comprendiera. Sus ojos rojos se abrieron de par en par, pero luego se volvió hacia Carlisle cuando él habló. —Alice, sé que todo es abrumador ahora. La vista, el oído, el tacto… todo está potenciado. Aún más cuando se suma una habilidad extra —dijo, señalándome—. Pero te ayudaremos. Te enseñaremos —miró a Jasper—. ¿Se ha alimentado? Él asintió, aunque frunció el ceño. —Sí, pero no lo suficiente. Pronto necesitará cazar otra vez. Carlisle asintió, como si ya lo supiera. —Esme y yo iremos con ustedes. Subiremos a las montañas. Tal vez hasta Canadá. Hay lugares donde no hay humanos cerca. Jasper asintió, ya calculando todo: distancia, técnica, presas… pero sabía que me necesitaría. No conocía bien los dones mentales, y necesitaría mi telepatía para mantener a Alice bajo control. Estaba a punto de ofrecerme cuando la cabeza de Alice se alzó de golpe. Tuve que lanzarme hacia ella para mantenerla quieta, sumado al esfuerzo de Carlisle y Jasper para retenerla. Mis ojos se encontraron con Bella, que sostenía el lomo de Jacob. Sus dedos se aferraban a su pelaje, probablemente porque no sabía qué estaba viendo. —¿Alice? —dijo apenas. La postura de Jacob se tensó, pero sus pensamientos eran de disculpa.—Edward, oyó gritos. Salió del túnel. Bajó la cabeza, avergonzado, pero lo dejé pasar con un gesto. Alice captó el aroma de Bella y Jacob, y yo la sujeté con fuerza. —Yo no puedo hacerle daño, pero tú sí. ¿Lo entiendes? Y no lo permitiré. Jacob tampoco… ese enorme lobo parado frente a ella. Así que concéntrate en mí. —Alice… ¿qué pasó? ¿Adónde fuiste? ¿Por qué no permaneciste alejada de Hunter's Lake? —le soltó Bella, acribillándola con preguntas. —Bella, no te acerques más —gruñí, luchando por contener a Alice con la ayuda de Carlisle y Jasper—. ¡Lo digo en serio, amor! ¡Jake! —La tengo, la tengo —pensó Jacob, sujetando la camiseta de Bella con los dientes y tirando de ella suavemente hacia atrás. La mente de Alice era como ver una película en avance rápido. En parte recuerdos, en parte visiones veloces del futuro. Su nuevo razonamiento mejorado podía descifrarlo, pero a mí me costaba seguirle el ritmo. Sin embargo, vi cómo se había convertido en lo que era y lo que ocurriría si se dejaba llevar por la sed que le quemaba la garganta. De pronto, dejó de forcejear y retrocedió, refugiándose en los brazos de Jasper. Él le transmitió calma, pero el rostro destrozado de Alice decía todo. Si actuaba por instinto, destruiría a toda la familia. Mataría a Bella, lo que me haría perder el control. Se veía a sí misma enfrentándose a Jasper, viéndome morir, con Esme destrozada. Los ojos de Alice se encontraron con los míos. —¿Lo viste? —preguntó. Asentí con la cabeza, soltando un leve murmullo en señal de reconocimiento, lanzando una mirada a Jake y Bella, solo para volver a mirar a Alice. —Me destruirías, Alice —le dije con una triste sonrisa, encogiéndome de hombros—. Yo… no podría sobrevivir sin ella. Nunca la lastimaría, pero tampoco puedo permitir que alguien más lo haga. Ella desvió la mirada hacia Bella, que tenía las mejillas cubiertas de lágrimas. —Bella, lo siento… Me volví hacia Jasper. —Sácala de aquí. Necesita cazar. Necesita alejarse de los humanos. Al parecer, sus visiones se activan con decisiones, así que entre más mentes hayan tomado decisiones, más visiones tiene. Y ahora puede ver a los inmortales, así que nosotros solo empeoramos el problema. Alice hizo una mueca, pero asintió, agradecida de que alguien pudiera ver lo que ocurría dentro de su cabeza. —Te explicaré más, Alice, pero primero tienes que alimentarte. Nada de lo que hagamos ahora cambiará las cosas —le dije, y ella asintió, mirando a Bella con anhelo—. Y te prometo que le contaré todo. No te va a odiar, y estará lista cuando tú lo estés. —Pero eso no será en un buen tiempo —añadió Carlisle con tono apenado—. No tienes el control, Alice, aunque tu resistencia ha sido impresionante. —Vio lo que pasaría si atacaba —expliqué—. Es lo único que la detuvo. —¡Estoy aquí! —espetó Alice con furia—. Puedes hablar conmigo, no sobre mí. —Sí, pero hasta que puedas controlarte cerca de Bella —gruñí—, o cerca de cualquier humano, tus pensamientos me pertenecen. A menos que quieras convertirte exactamente en lo que te creó. Negó con fuerza. —No, vi mi futuro. Era lo único que tenía cuando desperté. —Lo sé —suspiré, señalando con la barbilla la reja del bosque—. Anda. Enviaré a Carlisle y a Esme detrás de ti. Necesito hablar con ellos… y con Bella antes de reunirme con ustedes. Jasper se movió con rapidez, guiando a Alice fuera del portón y adentrándose en el bosque. —Edward… —Bella corrió hacia mí—. Espera… Me giré y la atrapé entre mis brazos. —No, Bella, no puedes. Lo siento. —Le limpié las lágrimas y besé su frente—. No está… estable, como dije. Podría hacerte daño. —Alice no me haría daño —declaró con firmeza. —Los recién nacidos son extremadamente peligrosos, querida. Ha mostrado un autocontrol increíble, pero no habría podido resistir por mucho más tiempo —le explicó Carlisle con suavidad. —Estuvo a punto de actuar —suspiró Esme con cansancio, pero se volvió hacia mí—. ¿Qué pasó? ¿Qué viste? Todos me miraron, pero yo desvié la vista hacia la cabaña de Leah, donde Jacob ya estaba en forma humana, explicándole todo a su madre, cuyo rostro se veía sombrío. —Edward, traigan a todos adentro. Puedes contarlo aquí —ordenó Leah. —Sí, señora —respondí, rodeando a Bella con un brazo. Mi chica temblaba, así que besé su sien y le susurré—: Volverás a verla, mi dulce niña. Solo tienes que darle tiempo. Bella sonrió, y fue la sonrisa más genuina que le había visto en días. —Lo sé. Sonriendo de vuelta, le besé los labios. —Me alegra que tú y Jasper tuvieran razón. En serio. Deseaba tanto que fuera así. Me hace feliz decir que estaba equivocado. Bella se recostó contra mí. —¿Qué pasó? —Vamos, amor. Se los contaré a todos —le dije, señalando hacia la cabaña. Pero antes de entrar, la detuve. —Y Bella —dije lo más suavemente que pude, cerrando los ojos para controlar mi frustración—, cuando te pedí que te quedaras donde estabas… —¡Lo sé, lo sé! Lo siento. Escuché gritos, escuché… gruñidos. Lo siento, Edward. Yo solo… —Estabas preocupada. Lo entiendo, amor. De verdad —suspiré, besando su frente arrugada—. Por más feliz que esté de que tuvieras razón, de que Alice haya vuelto… ya no es humana. Y no importará cuánto se amen. Su sed la dominará y podría matarte. Ella se vio a sí misma haciéndolo… en su mente. Toqué mi sien para que entendiera lo que había visto. —También vio lo que ocurriría si se dejaba llevar. Fue lo único que la detuvo. —¿Qué fue lo que viste? —preguntó Leah, esperando pacientemente en la puerta. —Si Alice hubiera atacado a Bella, yo la habría atacado a ella. En consecuencia, Jasper me habría destruido. La familia se habría desmoronado. Esme y Bella soltaron un jadeo, y mi chica se aferró a mí. Besándole la sien, le acaricié el brazo con ternura, susurrándole que la amaba. Negué con tristeza, sacudiendo la cabeza. —Sus visiones son precisas. Todo ese encuentro fue interesante. Cada acción causaba una visión que se cumplía segundos después. Lo que vio… habría ocurrido. Es increíblemente poderosa. —Ven, dulce niña —dijo Leah, llevándose a Bella dentro. Su rostro estaba más serio que nunca, probablemente igual que cuando Carlisle y Esme trajeron a Jasper desde Texas—. Preparé un poco de té. Edward puede contarnos todo… ¿Mmm? —añadió, mirando mis ropas cubiertas de lodo—. Jacob, dale algo de ropa a Edward. No va a entrar a mi casa hecho un desastre. Jacob soltó una carcajada y se levantó de la mesa de la cocina. Volvió de su habitación con una camiseta y un par de jeans. —¿Verdad que da miedo? Sonriendo, asentí. Fui hasta el cobertizo, me enjuagué la tierra y me cambié de ropa. Cuando regresé, todos estaban sentados en la mesa. Me senté junto a Bella, ya sintiéndome agotado, pero sabía que nuestras vidas estaban a punto de cambiar. Con ese pensamiento, entrelacé mis dedos con los suyos y empecé a explicarles lo que le había pasado a Alice. ~oOo~ BELLA Mis manos temblaban mientras levantaba la taza de té caliente hasta mis labios. Edward se estaba cambiando afuera, pero Carlisle, Esme y Jacob hablaban en voz baja y rápida en la sala de Leah. Leah se sentó a mi lado, con sus ojos oscuros llenos de calidez y dulzura. —Haz la pregunta, niña —dijo con suavidad. Dejé la taza sobre la mesa. —Tú… tú viste la transformación de Alice. Ella… sacó una carta de la muerte. Pensaba que era para su abuela, pero no lo era, ¿cierto? Era esto. Leah me rodeó con un brazo. —Es cierto. A Alice le salió una carta de muerte. En ese momento no podía saber si se trataba de una muerte real o de la inmortalidad. Lo siento, Bella. Negué con la cabeza. —Yo no. Ella… estará aquí. Estaba destrozada ante la idea de no volver a verla. Y el pobre Edward, se culpaba a sí mismo. Carlisle, Esme y Jacob tomaron asiento alrededor de la mesa, dejando uno vacío a mi lado para Edward. —Edward se culpó —asintió Carlisle, con una triste sonrisa—. Deseaba con todas sus fuerzas arreglarlo… por ti y por Jasper. —Edward es leal, casi hasta el extremo —agregó Esme. —Eso es muy cierto —coincidió Leah—. Su corazón es tierno y tan grande como las montañas, pero es tan terco como el día es largo. Así que odiaba haber fallado. Sonreí, dando otro sorbo a mi té. Me sentía mareada de alivio porque Alice no se había ido para siempre, pero también sabía que casi había arruinado todo. Edward me había dicho que me quedara en el túnel, pero el sonido de su voz alzándose y los gruñidos me asustaron. No pude evitar salir. Necesitaba verlo. Ver a Alice fue surrealista y aterrador al mismo tiempo. Pensé que estaba alucinando. Se parecía a mi amiga, pero al mismo tiempo… no. Estaba fuera de control, enojada, y tan distinta. Y a pesar del lodo y la ropa destrozada, había vuelto hermosa, como una pequeña muñeca impecable. La puerta principal se abrió y Edward entró. La ropa que le había prestado Jacob le quedaba un poco grande. Los jeans se le deslizaban peligrosamente bajos por la cadera, y la camiseta le quedaba holgada. Se pasó una mano por el cabello mojado y tomó asiento junto a mí. Su mano encontró la mía sobre mi regazo, entrelazando nuestros dedos. —¿Estás bien? —me preguntó. Al asentir, miró a Carlisle y asintió también, probablemente respondiendo a una pregunta silenciosa—. Vi lo que pasó con Victoria en la mente de Alice. Sus recuerdos humanos son confusos, pero capté lo suficiente para entender lo ocurrido. —¿Victoria tenía la intención de transformarla? —preguntó Esme. —No lo creo, pero no puedo asegurarlo —respondió Edward, negando con la cabeza—. Cuando Alice cayó por el terraplén, en parte fue culpa suya. Creyó ver a Jasper al otro lado de la calle. Lo siguió. Jessica y Mike la siguieron a ella. Fue una sucesión de eventos que llevaron a su transformación. Se volvió hacia mí. —James y Jasper son parecidos físicamente: altos, rubios, delgados. Para los ojos humanos de Alice, James se movía demasiado rápido, así que solo pudo ver el cabello rubio y la altura, pero no los rasgos. Lo siguió, intentó ver si era Jasper, pero Jessica la empujó y eso provocó la caída. Edward se llevó la mano libre al cabello húmedo, apretando suavemente, mientras con la otra seguía sosteniendo la mía. —Mike decía la verdad. Llamó a Alice cuando Jessica salió corriendo. Pero una vez que Alice llegó al lago, volvió a ver a James. Lo siguió… otra vez. Pero James no podía acercarse a ella. Su sangre era demasiado tentadora. Fue Victoria quien la atrapó, la levantó tan bruscamente que Alice quedó aturdida. Recuperó la conciencia cuando sintió el movimiento de Victoria corriendo por el bosque. Su miedo y su lucha hicieron que Victoria perdiera el control. La mordió… pero tú ya la estabas rastreando —señaló a Carlisle, que asintió—. Victoria escondió a Alice en una cabaña deteriorada. Por los recuerdos de Alice, parece que la usaban como base —explicó Edward. —¿Cómo demonios no encontramos ese lugar? —preguntó Jacob, visiblemente molesto. —Victoria tenía talento; sutil, pero útil. Podía evadir y dejaba rastros falsos por todas partes. James también parecía tener algo, pero… —Edward se encogió de hombros—. No importa. Se volvió hacia Carlisle. —Victoria no debía drenar a Alice. De hecho, ni siquiera debía tocarla. Pero la sed fue demasiado. Al morderla, debió entrar en pánico. Sabía que James se enfadaría y ustedes la estaban alcanzando. Así que la escondió en la cabaña, probablemente creyendo que estaba muerta. No lo estaba. Su corazón latía lo suficiente como para esparcir el veneno. Esme se llevó las manos a la boca, horrorizada. —¿Entonces Alice sufrió sola toda la transformación? Edward asintió, pasando un dedo por la superficie de la mesa. —Sí —susurró, frunciendo el ceño—. Recordarlo es terrible, pero su mente… —volvió la vista a Carlisle y luego a Leah—. Su talento es… tan poderoso. Y confía plenamente en él. Su primer recuerdo al despertar fue una visión de Jasper encontrándola. Sabía que debía quedarse en esa cabaña, y lo hizo. Su segundo recuerdo fue que debía alimentarse de animales. No de personas. También vio a toda esta familia. A todos nosotros. Incluso a Bella… y la imagen era increíble. El único sonido en la habitación era mi respiración. Lo miré, atónita, pero necesitaba saber algo. —¿Por qué… por qué estaba tan enojada contigo? Parecía… asesina —susurré, frunciendo el ceño. Edward soltó una carcajada, echando la cabeza hacia atrás. —También me gustaría saber eso —añadió Carlisle, y Edward rió con suavidad. Se volvió hacia mí, el humor dándole un aire encantador. —Te estaba protegiendo. Cuando despertó como vampira, las zonas ciegas en sus visiones desaparecieron. Se dio cuenta de que yo era FM… y de lo que soy, de lo que somos. Pensó que te estaba manipulando. No iba a permitirlo. Creía que te haría daño. —Tsk —resoplé, quitándole importancia—. ¡Tú jamás harías eso! —Lo sé, amor —dijo, besándome la sien con una risa baja. Todos en la mesa se rieron de nosotros, pero yo añadí: —Y luego trató de atacarme. —Bueno, si te hubieras quedado donde estabas, Bella… —empezó Jacob, pero rodó los ojos cuando Edward le gruñó. —Casi me da un infarto… —Ella ya lo sabe —le cortó Edward, pero se volvió hacia mí con un tono más tierno—. Eso es lo que te decía, amor. Por mucho que Alice te ame, por mucho que quiera protegerte de mí, no puede protegerte de sí misma. Su sed es demasiado fuerte, y no puede controlarla. —¿Y por qué no le afecta Leah o Jacob? Ellos también tienen sangre. Jacob sonrió, echándose hacia atrás. —Al parecer, apestamos para ellos —bromeó, arrugando una servilleta y lanzándosela a Edward. Edward la desvió con la mano, pero me miró con una mueca. —Sí. Es un olor muy fuerte para nosotros. Supongo que tiene que ver con su linaje maldito. Abrí los ojos sorprendida, pero miré a Leah, que parecía divertida. A mí todos me olían bien. La cabaña de Leah olía dulce y cálida. —Pero sí logró controlarse —apuntó Carlisle, volviendo al tema—. ¿Cómo fue posible? —Sus visiones. Como dije, confía en ellas totalmente. Se vio atacándote, y lo que vendría después. Era devastador, así que se obligó a detenerse. Esa capacidad de autocontrol me mostró cómo funciona su talento. —Se volvió hacia Leah—. Cualquier decisión, por más mínima, le genera una visión. Estaba tan cerca del colegio que su mente era un torbellino de imágenes. Un ejemplo: la señora Odom, en la cocina, decidió botar unas sobras. Esa decisión provocó una visión en la que se le caía el tazón y se rompía. Lo vi todo. Y había muchas. Era constante y abrumador. Me recordó a cuando desperté por primera vez. Todas esas voces en mi cabeza. —Se tocó la sien, y luego se pasó la mano por el cabello—. Es muy parecida. Tendrá que aprender a enfocarse… y a cazar mucho. Edward alzó la vista de golpe, y fulminó a Carlisle con la mirada. —Ahora no —dijo con voz baja y amenazante. Todos los miramos sin entender, pero ninguno dijo nada hasta que Carlisle se levantó. —Iremos con Jasper. Quizá Alice esté más calmada luego de alimentarse bien. Hablaré con ambos sobre sus planes. Sus ojos se fijaron en Edward, y sentí un mal presentimiento. —¿Me necesitan? —preguntó Jacob. —Sí, probablemente. Solo por precaución. Pero pronto necesitaremos a Edward también —dijo Carlisle, y la mano de Edward se cerró en un puño sobre la mesa. Cuando salieron de la cabaña, me volví hacia Edward. —¿Dónde? —susurré, dejando mi cuchara sobre el plato. De repente, se me había ido el apetito. Las aletas de la nariz de Edward se abrieron, casi como si estuviera enojado. —Alaska. —Entonces tienes que ir con ellos —deduje en un susurro, pero él negaba con la cabeza. —No, dulzura, no tengo que hacerlo. Le dije que no a Carlisle. No puedo ir —afirmó con firmeza. Pude ver que lo decía en serio, así que asentí, girándome hacia Leah. —Gracias —dije, señalando el plato—. Estuvo increíble. Ella sonrió. —Eres bienvenida cuando quieras. Me levanté, y Edward hizo lo mismo. —¿Te necesitan ahora, cierto? Se llevó una mano al cabello. —Probablemente. Es solo que… Lo detuve con una mano en su brazo y le sonreí. —Si te necesitan, entonces… ve. Respiró hondo y lo soltó lentamente, finalmente asintiendo. —Déjame llevarte de vuelta al castillo —se volvió hacia Leah y besó su mejilla—. Te veo pronto, Leah. —Más te vale —bromeó ella, pero sus ojos oscuros estaban tristes mientras enfocaba su bola de cristal. Por la expresión en su rostro, estaba intentando encontrar algo… cualquier cosa… que fuera útil. Salimos de la cabaña y el nuevo teléfono de Edward sonó estridentemente, haciéndome brincar. Lo contestó de inmediato, pero hablaba tan bajo y tan rápido que era difícil entender lo que decía. Su rostro, en cambio, era puro enojo y frustración. —¡Dije que no, Carlisle! No puedo. Mi responsabilidad está aquí —espetó, metiendo el teléfono de nuevo en el bolsillo. Eché un vistazo a nuestro alrededor y tomé su mano, tirando de él hacia abajo para poder subir a su espalda. —No al castillo… A nuestra pequeña colina. Tenemos que hablar. Sentí sus hombros hundirse derrotados, pero asintió en señal de conformidad, echando a correr por el bosque. Pasó de largo la entrada del túnel, disminuyendo la velocidad una vez dentro de los árboles. Nuestra pequeña cima comenzaba a florecer con la vida primaveral. Los árboles eran de un verde brillante, con hojas nuevas, los pájaros se dispersaron a nuestro paso, y los brotes de pasto nuevo empezaban a asomar entre los restos secos en el suelo. Era hermoso. Edward se detuvo y yo me deslicé hasta el suelo. Él se sentó, pero yo me puse a caminar, recogiendo una pequeña flor morada. La hice girar entre mis dedos mientras pensaba en todo lo que había pasado en los últimos días. Finalmente, me giré hacia Edward. —Lo siento —dije, frunciendo un poco el ceño—. Por haber salido del túnel. Él desechó la disculpa con un gesto. —Estás bien, y ya pediste perdón, Bella. No guardo rencores, especialmente contigo. —Aunque no me arrepiento de haber visto a Alice —susurré, observando la flor girar entre mis dedos. —Ven acá —pidió, abriendo los brazos para mí. Una vez que estuve sentada a horcajadas sobre su regazo, tomó la flor y la colocó en mi cabello, pero no apartó la mirada de la mía—. Me alegra que la hayas visto, también, amor. Pero sabes que las cosas… las cosas ya no serán iguales. No puede volver a clases, nunca más será tu compañera de cuarto, y pasará mucho tiempo antes de que puedan estar en la misma habitación otra vez. Para su familia, sus amigos… esta escuela, Alice murió por culpa de un oso, y jamás podrán saber la verdad. Me preocupa… —Suspiró, mirando el paisaje antes de volver a enfocarme—. Me preocupa cómo vas a lidiar con eso. Ustedes son muy unidas, pero… —¿Cuánto tiempo? —pregunté en un susurro. Frunciendo un poco la nariz, me besó con dulzura. —La etapa de recién nacida dura alrededor de un año, y aun así es difícil mantener el control en ciertas situaciones. Yo no me sentí cómodo en público hasta unos tres años después de mi cambio. Parte fue por la sed de sangre, parte por todas las voces que podía oír —soltó una risa sin humor, negando con la cabeza—. Escuchaba cosas que no eran asunto mío… cosas horribles, violentas, malvadas. Las visiones de Alice son parecidas, así que tendrá que acostumbrarse a ver cosas que nunca se imaginó. La asustarán, la enojarán, la entristecerán. Respiré hondo para contener las ganas de llorar. Un año. Por lo menos. No vería a mi mejor amiga durante un año, y tendría que fingir que ya no existía, al menos para mis compañeros. Edward pareció considerar algo por un momento, pero continuó. —Alice también se ve a sí misma adaptándose a nuestra dieta, y aunque eso es digno de admiración y tiene muy orgullosos a Carlisle y Jasper, será un camino difícil al principio. La sangre animal no es satisfactoria; no calma la necesidad, especialmente al principio. Tendrá hambre todo el tiempo, su garganta arderá constantemente y, probablemente, luchará contra eso durante los primeros meses, solo porque su instinto le dirá lo contrario. Estará mejor en Alaska. Hay menos humanos, nuestros primos la ayudarán a aprender y podrá correr libre y cazar sin miedo de lastimar a nadie. —Y Carlisle te pidió ayuda —añadí, observando cómo su rostro se contraía en una expresión que casi parecía dolor. —Así es —respondió con un asentimiento honesto—. Esme es necesaria aquí. Carlisle puede ir y venir, y nuestros primos serán de gran ayuda. Ya lo acordaron. Jasper, sin embargo… será parcial. —Me sonrió—. Es muy inteligente, sabe mucho sobre recién nacidos, pero es su compañero. Él… será blando cuando probablemente debería ser más estricto. Ella está en su punto más fuerte ahora, podría vencerlo, dejarlo atrás o… con ese don que tiene, podría engañarlo. —¿Pero tú podrías verlo? ¿Saber lo que planea? —Sí, y soy el más rápido de la familia, así que… podría detenerla si decidiera tomar el camino equivocado —dijo con reservas, pero volvió a mirar a nuestro alrededor. —Alice te necesita —dije, sonriendo cuando su mirada se clavó en la mía—. Yo te necesito, pero ella te necesita más. —Pero yo te necesito a ti —declaró con firmeza, con una expresión llena de dolor—. Y Bella, no sé… Estar lejos… —Lo sé —susurré, asintiendo y mirando mis manos. Jugueteaba con el corazón de mi pulsera—. Yo también te necesito, pero me siento egoísta con todo esto que está pasando. Sus dedos tocaron mi barbilla, levantando mi rostro. —Bella, solo queda mes y medio de clases, y luego te vas a casa por el verano. Me niego a dejarte ir sin mí. No puedo enviarte a casa con… con ese… —negó con la cabeza—. No confío en Phil. Simplemente no lo hago. Asentí. —Lo entiendo, pero… ¿Y si fuera al revés? ¿Y si la que hubiera cambiado fuera yo? Algún día, podría pasar. ¿No necesitarías tú la ayuda de Jasper? Al menos para lo que pueda hacer. —Sí —susurró, tomando mi rostro entre sus manos. Apoyó su frente en la mía, cerrando los ojos con fuerza—. Pero… amor, ¡no sé cómo alejarme de ti! Simplemente no sé. No sé cómo estar lejos ni siquiera por días, mucho menos por meses. Y me niego rotundamente a enviarte sola a casa. No lo haré. Se me llenaron los ojos de lágrimas por el tono suplicante de su voz. —Entonces… ¿quizá solo hasta que me vaya a casa? —sollozando, acaricié su rostro. Era tan hermoso, especialmente cuando me miraba así, como si yo fuera un milagro andante—. Haz lo que puedas y luego ven a mí. —¿Por qué? ¿Por qué, Bella? —preguntó, con la voz quebrándose al decir mi nombre. —Porque es mi mejor amiga, y confío en que cuidarás de ella cuando lo necesite. Ella… me cuidó a mí, Edward. Se interpuso entre Mike y Jessica más veces de las que puedo contar, me abrazó durante pesadillas, me secó las lágrimas cuando mi amor por ti era demasiado para contener, y ni siquiera sabía por qué lloraba. Le debo algo, y si eres tú quien puede ayudarla, si es a ti a quien necesita, entonces… ¿cómo podría negárselo? —tragué saliva, negando con la cabeza—. Te amo, y te amaré por siempre, pero ella te necesita, aunque sea solo para empezar. Mirando de nuevo mi pulsera, añadí: —Como te dije… Algún día, puede que necesitemos que nos devuelvan el favor. Las manos de Edward tomaron ambos lados de mi rostro, sus dedos se deslizaron en mi cabello y sus labios rozaron los míos con un beso apenas perceptible. —¿Lo dices en serio? ¿Considerarías esta vida? ¿Conmigo? Sonreí de lado, mirándolo como si estuviera loco. —Por supuesto que sí. No me siento lista ahora; ver a Alice me hizo poner los pies sobre la tierra. Aún no estoy preparada para eso. Y tengo la sensación de que tú no lo considerarías hasta que al menos cumpla dieciocho. —Sonreí cuando su boca se curvó apenas—. Pero sí, es algo que quiero… cuando sea el momento adecuado, cuando ya no esté tan… rota. Los ojos de Edward se oscurecieron, y su gruñido fue tan bajo que solo lo sentí, no lo oí. —Bella, tú no estás… —Sí lo estoy. Deja de negarlo, Edward. No estoy rota contigo. Y aunque eso me encanta, no es normal. Abrió la boca, pero la cerró de inmediato. Al final, solo soltó: —Te amo, y cuando estés lista, dímelo, amor. Te entregaría el mundo si tan solo me lo pidieras. —Entonces cuida de Alice por mí. Al menos hasta las vacaciones. ¿Sí? —susurré, colocando las manos planas a cada lado de su hermoso rostro. Lo besé suavemente, moviéndome con lentitud, solo para saborear su sabor, su aroma, su amor por mí, que siempre emanaba de él. —Estarás sola aquí, con Alice lejos… y conmigo —susurró, besándome con ternura, bajando sus labios por mi mejilla hasta el cuello. —No. Estaré segura con Esme, y tendré a Rose y Emmett, sin mencionar a Jacob y Leah —repliqué, inclinando la cabeza cuando su boca se abrió sobre mi piel. —Me perderé tu recital, Bella —dijo con tristeza. —Oh —fruncí el ceño, la tristeza invadiéndome al pensar que se lo perdería, especialmente después de todo nuestro esfuerzo. Se alejó un poco, pero antes de que pudiera decir algo, agregué—: Veré si Esme puede grabarlo. Sonrió, negando con la cabeza. —Esto… dolerá, amor. Lo sabes, ¿verdad? Estar lejos tanto tiempo… No sé si podré soportarlo. —Yo tampoco —admití con sinceridad—. Si fuera al revés, ella lo haría por mí. Jasper también. Lo sabes. Asintió, soltando un suspiro derrotado. —Lo sé, lo sé, Bella. Estaba siendo egoísta. Es solo que… honestamente, no sé cómo estar lejos de ti. Estoy… malacostumbrado. Sonreí ante su confesión y lo besé. —¿Tú también? Pensé que era solo yo. Su risa fue profunda y sexi, pero asintió. —Querré llamarte todo el tiempo. —Está bien —acepté—. Hecho. Y escribe… mucho. —Hecho —prometió, inclinando la cabeza—. Pero estaré de regreso cuando te vayas a casa. —No espero otra cosa. Asintió de nuevo, bajando la mirada a mis manos y jugueteando con mis dijes, pero se quedó en silencio. —¿Cuándo? —pregunté, porque sabía que Carlisle lo necesitaría pronto. —Pronto —susurró, frunciendo el ceño—. Prométeme algo, Bella. —Lo que sea. —Ya que me voy… y ya que no volveré a la escuela en calidad de… tutor, se acabó eso de escondernos —negó con la cabeza lentamente—. Se acabó. No sé cómo funcionará el próximo año, pero ya no quiero ocultar que estamos juntos. Te amo, y quiero estar orgulloso de eso. No esconderlo. Prométeme que podremos simplemente… ser. Sonriendo, me incliné y lo besé con fuerza. El próximo año no importaría. Para todos los que nos rodeaban, yo tendría dieciocho y él veintitrés. Nadie podría detenernos. Y ya había decidido que él no volvería a ser mi profesor de piano, al menos no oficialmente para la escuela. Sabía que las siguientes semanas serían difíciles sin él, que despedirnos probablemente nos destrozaría a ambos, pero la petición que me hacía era fácil. Y le sonreí con un asentimiento. —Lo prometo. Nota de la autora: Para que sepas lo que viene después. Esto no es una situación tipo New Moon. LOL Sé que les preocupa que Edward se vaya "por el bien de Bella". No. Eso no va a pasar. Sin embargo, sí se irá, pero no por mucho tiempo. Y no lo alargo innecesariamente. Obviamente, los ojos llenos de odio de Alice eran para proteger a Bella una vez que comprendió todo. Y en el futuro de Edward habrá más ojos rojos, pero para quienes adivinaron que Alice era una de sus cartas de la muerte, pueden darse una palmadita en la espalda… y tacharla de la lista. ;)
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